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La historia como paradoja

Dra. Carmen Cazurro

Universidad de Puerto Rico en Aguadilla

El descubrimiento de enigmas nos lleva en la ficción de López Nieves a una experiencia retante, descubrir los lados oscuros de la historia. Propone así la historia como invención articulada en tres preguntas: ¿Hasta qué punto la historia no es también una construcción ficticia de la realidad?, ¿Qué ocurrió en realidad en el Caribe del siglo XVI? y ¿Quiénes formaron y crearon los grandes mitos que pertenecen al acontecer histórico caribeño? Su papel de historiador apócrifo es similar al de un detective que busca respuestas a las interrogantes anteriores.

La verdadera historia de Juan Ponce de León recoge cinco relatos que funcionan como rompecabezas para el lector. La desconfianza de los marineros de Colón en su primer viaje, el final sorpresivo del primer capítulo sobre “El gran secreto de Cristóbal Colón”, que nos hace pensar en una visita previa de Colón a la Isla antes del descubrimiento oficial o la simple degradación del hallazgo respecto a la versión de los cronistas, nos demuestra una actitud desafiante del narrador ante las fronteras de la verdad y la ficción: “…todos veían con sus propios ojos que no habían llegado al infierno ni al final del mundo, sino que estaban en una playa común y corriente con arena, árboles y olas apacibles” (9).

En “El conde de Ovando” la mirada rebajadora de López Nieves llega a introducirse en el simple gesto de los grandes protagonistas de la historia, como la Iglesia: “Mientras bajaba del púlpito con la ayuda de los canónigos, la mitra se le recostó un poco hacia la derecha.”(17) En este capítulo la visión de la mujer, a través de la hija del Gobernador Ovando, es más actual que pretérita. Mediante la técnica de acciones paralelas, podemos igualar las acciones de la hija de Ovando con las de su propio padre, por igual adelantadas, arriesgadas.

La idea de la historia como accidente se trabaja en un tercer cuento titulado “La verdadera muerte de Juan Ponce de León.” El mito de la fuente de la juventud se presenta aquí como un invento de un esclavo para recobrar su libertad, cuya confesión es recogida por un monje vasco y conservada por múltiples custodios (63-74). El Dorado se presenta como la invención de un negro y el descubrimiento de la Florida como un hallazgo producto del desmedido egoísmo de Ponce de León (69).

Las grandes paradojas de la historia se manejan como leyenda en “La última noche de Rodrigo de las Nieves.” Un miliciano criollo salva la ciudad de San Juan de un ataque pirata con su ingenio, sin embargo las circunstancias – la quema de un barcaza para iluminar la bahía, lo hacen pasar por traidor y muere trágicamente a manos de su Capitán (83).

En el último cuento “El suplicio caribeño de Fray Juan de Bordón” el autor enlaza el presente con el pasado histórico. Cede su papel de narrador a unos historiadores puertorriqueños de este siglo que se convierten en verdaderos detectives de un caso intrigante que se les plantea desde Francia y que los remonta al siglo XVI. El caso de un sacerdote francés se presta para la intriga ¿fue o no fue espía de Francia? De paso, el tema de los archivos históricos se maneja críticamente con gran ironía:

Nuestros archivos no están computarizados, pero esta deplorable realidad es un detalle minúsculo si lo comparamos con nuestro escándalo mayor; en Puerto Rico, lamento notificarle, no queda un solo documento del siglo XVI, a pesar de la augusta presencia de Juan Ponce de León, nuestra segunda superestrella internacional (no olvide que la primera fue el almirante Cristóbal Colón, quien tuvo la gentileza de descubrirnos personalmente en el 1943). ¿Por qué se esfumaron los documentos del XVI? En el 1625 los pacíficos holandeses saquearon la ciudad de San Juan con esmero y minuciosidad; luego pegaron fuego a lo que no pudieron llevar consigo. Para cualquier asunto del siglo XVI los historiadores tenemos que acudir al Archivo General de Indias en Sevilla” (89-90).

Esta presentación del narrador como conocedor de la verdad y que ostenta credenciales que lo validan como fuente confiable de información es, según Estelle Irizarry3 una de las características del género conocido como leyenda urbana popular. Para esta investigadora la leyenda urbana extiende el pacto fundamental de la ficción: de que el autor nos cuenta una historia y el lector se compromete a creerla en lo que dura su lectura a modo de “embuste convincente.” La versión de la antigua leyenda universal de la juventud perenne se convierte en urbana, no sólo por el personaje historia real y por el narrador que se presenta con credenciales confiables, sino también por la especificidad de las calles, el acceso a la información clasificada, la configuración implícita del lector como intelectual y el espíritu lúdico que alimenta el género.

FIN


1 “Los pueblos se inventan a sí mismos y yo decidí inventar una historia de Puerto Rico que me resultara hermosa y admirable.” Nelson del Castillo ( Primera Hora, 8 dic. 2001) 32.
2 En adelante citaremos de la edición de la Editorial Cordillera, 2000.
3 Esta autora repara en tres, de los cinco cuentos, cuyos protagonistas son personajes conocidos de la historia de Puerto Rico: Cristóbal Colón, Ponce de León y el Conde de Ovando, los tres supuestamente revelan secretos o resuelven incógnitas acerca de ellos: “Son pues leyendas literarias, y urbanas, por sus aseveraciones de verdad, supuestas revelaciones de secretos y la existencia de otras versiones que no son correctas.” Estelle Irizarry. “La leyenda urbana en la narrativa de Luis Lopez Nieves.” (Hispania 86 2003) 32-42.

La historia como paradoja, Carmen Cazurro, Ciudad Seva, 20 diciembre 2005, ciudadseva.com. (Capítulo de la tesis doctoral titulada “La narrativa de Manuel Méndez Ballester: Novela y cuento (El fundamento histórico-dialéctico de su obra)”, Carmen Cazurro, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, San Juan de Puerto Rico, 2004.)


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