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La historia trocada o la reescritura de la historia en
la obra de Luis López Nieves como forma de resistencia

Luz Marina Rivas
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia


En 1987, tras dos encuentros de latinoamericanistas que discutían las metodologías posibles para hacer una historia social de la literatura latinoamericana, Ana Pizarro daba cuenta de las convergencias de los investigadores, entre quienes se encontraban Antonio Candido, Mario Valdés, Jacques Leenhardt, Antonio Cornejo Polar, Beatriz Sarlo, entre otros. El grupo consideraba que el método idóneo sería el comparatismo contrastivo, una aproximación de la Literatura Comparada que consideraría una visión sistémica de la Literatura, a partir de las concepciones de “sistemas literarios” de Ángel Rama y Antonio Candido. Entre las direcciones de ese comparatismo contrastivo, se proponían rechazar la noción de “influencia” y atender

los procesos transculturales que son los que van a diseñar una gran línea del discurso literario de América en el sentido de subvertir las estructuras del lenguaje de origen europeo a partir de estructuras del lenguaje insertas en otros procesos culturales (indígenas, africanos, etc.) o de núcleos míticos generadores de textualidad, configuradores también de procesos intertextuales propios de la literatura continental. (Pizarro 1987, 191)

En efecto, el estudio de la intertextualidad nos permite visualizar la literatura de manera sistémica, puesto que los textos literarios forman parte de una amplia red de textos de la cultura que se relacionan unos con otros a través de apropiaciones y reapropiaciones. Si el concepto de “influencia” sugiere una obra mayor y una obra menor que recibe insumos de la primera, la intertextualidad nos sugiere una dialogicidad creadora. La literatura dialoga con múltiples discursos de la cultura. Por lo tanto, se hacen posibles los diálogos intergenéricos, es decir, los textos literarios también dialogan con textos no literarios, como los textos historiográficos. Sabemos que las ficciones históricas han tenido una gran vitalidad en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras décadas del siglo XXI. Candido explicaba que si en América Latina la literatura tuvo por mucho tiempo una función de dominación, que puede entenderse desde la “ciudad letrada”, esa función fue deviniendo en otra: “a partir de certa altura, a literatura foi muito consciente do seu papel de instrumento para adquirir consciencia dos problemas sociais.” (174) Como lo han mostrado diversos estudios (Aínsa (2003),  Balderston (1986), Calabrese (1994), Menton (1993), Jitrik (1995), Márquez  Rodríguez (1991), Pacheco (1997, 1998) Pons (1996), Rivas (2000), entre otros), los múltiples estudios sobre la novela histórica en América Latina nos muestran que la novela histórica postmoderna rompe el pacto de verdad histórica, subvierte la historia oficial y, desde la ficción, cuestiona las versiones del pasado legitimadas por el poder. En sintonía con las nuevas formas de hacer historia que privilegian las historias desde abajo, la microhistoria y la intrahistoria, muchos escritores latinoamericanos y del Caribe reescriben y reinventan la historia para recuperar la memoria de los sujetos invisibilizados, para cuestionar la dominación colonial, para indagar en los silencios de la historiografía. De esa manera, la ficción irrumpe en esa nueva historiografía de nuestros escritores, que elabora reescrituras de la historia.

Jesús Camarero (2008) explica cómo la intertextualidad deliberada que resulta ser la reescritura literaria es

la puesta en evidencia de la red de textos que se construye básicamente entre dos obras a través del tiempo y del espacio; y no es ya solo el acto dialógico (y consiguientemente cultural) que subyace en el fondo de esa reescritura, sino la relación interativa (hacia adelante y hacia atrás, de la obra moderna hacia la original y también de la obra original hacia la moderna) que se desprende o que genera el fenómeno reescritural. (89)

La reescritura de los textos historiográficos en los textos literarios produce ese movimiento hacia adelante y hacia atrás. El lector ideal conoce los textos históricos y su subversión ficcional obliga a volver sobre ellos y reinterpretarlos. Así sucede con el cuestionamiento a la conquista propuesto por el argentino Abel Posse en Los perros del paraíso (1987), novela en que se reúnen los aztecas con los incas para proponerles una invasión a Europa para enseñar la verdadera religión de Huitzilopochtli y sacrificar unos 20.000 paliduchos en la inauguración del nuevo templo. De la misma manera, hay un replanteamiento de lo heroico en la historia narrada por una mujer de la Colonia que se queda como fantasma en su casa, dictando a un escribano la historia que contempla a lo largo de cuatrocientos años en Doña Inés contra el olvido (1992), de la venezolana Ana Teresa Torres. En esta historia, reescrita desde la condición de mujer, se elabora un monodiálogo con reyes, gobernadores, presidentes y hasta su esposo, cuyas voces se silencian. Solo discurre el discurso de Doña Inés, que después de muerta hace lo que las mujeres de su tiempo no podían: escribir la historia. En su relato la figura más heroica de la historia es una esclava de una plantación y no los próceres de la patria. De esta manera, las ficciones problematizan lo histórico.

Esto es lo que sucede en la obra del escritor puertorriqueño Luis López Nieves (1950). Es muy conocido su cuento Seva, historia de la primera invasión norteamericana (1983), publicado en el periódico Claridad y leído como crónica, que conmocionó, a la manera de Orson Welles, la conciencia nacional de Puerto Rico con una historia ficticia que llenaba los vacíos de la historia oficial. El texto se publicó sin que se aclarara que era un cuento. Contaba cómo la invasión norteamericana había sucedido dos meses antes de lo establecido por la historia oficial y cómo los habitantes de un pueblo, Seva, habían luchado hasta la muerte para defender la isla y cómo el pueblo fue arrasado y su historia borrada. Además, Víctor Cabañas, el historiador que había descubierto todo, había desaparecido. La recepción del cuento como crónica dio lugar a manifestaciones públicas de todo tipo y, cuando se supo que era una ficción produjo muchos trabajos académicos acerca de la recepción de la historia deseada. Este cuento le daba a Puerto Rico unos héroes nacionales y un pasado heroico que la historia oficial le ha negado.

En las siguientes ficciones de Luis López Nieves, se ha continuado subvirtiendo la historia de una manera crítica. El autor ha construido una poética de la historia en sus cuentos y novelas, de lo cual trataremos de dar cuenta brevemente. Por razones de espacio, no podremos profundizar en las obras, pero extraeremos de ellas algunos ejemplos que permitan ilustrar esta poética.

En primer lugar, desde la escritura de Seva (1983) hasta El silencio de Galileo (2009), López Nieves ha elegido un discurso historiográfico alternativo, aquel que está más cerca de los que no tienen la autorización para escribir la historia. Se trata del género epistolar, que adopta a lo largo de su obra la forma de cartas personales, confesiones y correos electrónicos. Es precisamente el género epistolar el discurso que ha estado más cerca de quienes pudiendo acceder a la escritura, no están autorizados a producir discursos desde el poder, como los discursos de la historia o de la literatura. En múltiples ficciones históricas del continente se opta por este recurso, que es también fundamental en otras novelas históricas como Maluco (1990)  o ¡Bernabé, Bernabé! De Tomás De Mattos (1997).

La novela El corazón de Voltaire (2005) fue una reescritura architextual de la novela epistolar nacida en el siglo XVIII. Por tratarse de una historia contemporánea, el formato de la epístola adquiere la forma de correos electrónicos. Comienza con un correo del Primer Secretario de la Delegación Francesa en Brasil, que solicita al Viceministro de Cultura de Francia que confirme si los restos de Voltaire que están en el Panteón son verdaderos, pues el Presidente de Brasil le ha preguntado a la Embajadora de Francia si Francia seguirá buscando sus restos, poniendo en duda lo que para los galos es una verdad incuestionable. De ahí se inicia una sucesión de correos que construyen una novela negra en la que un genetista y una historiadora encontrarán que los restos no son de Voltaire y que el supuesto corazón de Voltaire conservado en la Biblioteca de París, tampoco es suyo. En el curso de la investigación se sabrá que Voltaire intercambió identidades con un doble y deja constancia de ello en una carta celosamente guardada en un convento. Los investigadores enfrentarán una gran cantidad de obstáculos y deberán utilizar métodos no ortodoxos para acceder a la verdad, pues deben enfrentar el poder de la Iglesia y del Estado, por lo cual los hallazgos nunca podrán ver la luz. De esta manera, López Nieves le da en la ficción la oportunidad a Voltaire de presenciar la Revolución Francesa que su pensamiento inspiró en una condición y un lugar equivocado: encarnando a un noble y escondido en un convento.

En segundo lugar, tenemos la ficcionalización de la figura del historiador o de quien hace sus veces, un elemento muy propio de muchas novelas históricas. En ficciones históricas de López Nieves, hay personajes historiadores que investigan hechos históricos oscuros: Víctor Cabañas, el desaparecido de Seva, el narrador e  historiador de origen vasco que descubre por casualidad unos manuscritos que aclaran la verdadera muerte de Juan Ponce de León,  la historiadora puertorriqueña Elsa Gelpí, ficcionalizada en el cuento “El suplicio caribeños de Fray Juan de Bordón”, o el genetista Roland de Luziers y la historiadora Ysabeau de Vassy, investigadores del pasado en El corazón de Voltaire (2005) y El silencio de Galileo (2009).

En tercer lugar, la poética de López Nieves construye juegos de mediaciones que conducen a pensar al lector que la historia pudo ser o pudo no ser. Se trata de documentos encontrados por los investigadores que conducen a otros documentos y a otros documentos. Ese juego de mediaciones, tan emblemático ya en el Quijote, se convierte en la obra de López Nieves en un recurso para relativizar la historia. El mejor ejemplo de este juego de mediaciones está en el cuento “La verdadera muerte de Juan Ponce de León”. En este cuento, un historiador  de origen vasco, Eugenio Aristegui, descubre una serie de manuscritos de cartas antiguas, que se refieren unas a las otras. Las descubre por casualidad, escondidas en un antiguo mueble del Palacio Arzobispal de San Juan, mientras ayuda a una tía monja a reubicar el mobiliario. Dirá entonces que el mayor descubrimiento de su vida no se debe a su trabajo en los archivos, sino a un hecho fortuito. Las sucesivas cartas son de una religiosa del siglo XVIII, la hermana Teresa de Larrabide, que recibe los documentos del moribundo Padre Tomás de Mendizábal, quien vivió en los últimos años del siglo XVII y que ha escrito una carta para la posteridad, angustiado por no poder revelar el secreto de confesión consignado en otra carta para la posteridad del Fray Pedro de Azpeitía, un monje vasco del siglo XVI, que transcribe la confesión oral del indio taíno Danuax, que le revela en su lecho de muerte cómo mató a Juan Ponce de León, para cobrarle su esclavitud y la humillación a su pueblo. De acuerdo con la confesión, fue él quien incitó al conquistador a buscar la fuente de la eterna juventud, pues notó que los blancos eran crédulos:

Son ignorantes, avarientos y estúpidos. (…) –creen que la lejana cacica de Castilla es también cacica de estas tierras. Creen que existe al sur una ciudad llamada El Dorado en que los caminos son de oro y los bohíos de piedras preciosas. Sienten hambre furiosa por el oro. Entonces, concluí, ellos creen cualquier cosa, y por mucho la creen si esta cosa es de beneficio y produce oro. (73-74).

Entonces, Danuax, bautizado Juanito, le confiesa al conquistador que tiene la edad de 118 años. Este lo obliga a acompañarlo en la expedición que buscará la fuente milagrosa y en el curso del viaje, Danuax tendrá la ocasión de matarlo mientras ambos están a solas, pero la historia oficial dirá que murió por las flechas disparadas por los indios de Cuba.

En cuarto lugar, López Nieves se vale del humor y la parodia, para subvertir la historia. De esa manera, es posible que un puertorriqueño sea descendiente de Voltaire en El corazón de Voltaire, novela en que un brasileño ha puesto a temblar los valores civiles más sagrados de Francia y en la que Voltaire sufra las consecuencias en carne propia de la Revolución Francesa, o que un apasionado de las genealogías familiares de Francia, encuentre su origen muy humilde en “El suplicio caribeño de Fray Juan de Bordón”, o que la investigación acerca de los ancestros de Galileo avergüence a sus descendientes. En este tratamiento del humor hay con frecuencia una interpelación desde América a la historia europea.

Finalmente, en las ficciones históricas de López Nieves se van develando causalidades ocultas que darían explicaciones diferentes a hechos que han quedado consignados en la historia oficial de una manera única. Esas explicaciones quedan de todos modos en la oscuridad, pues múltiples intereses se alían para que la verdad no llegue a ser conocida, desde la lucha de los poderes del Estado y de la Iglesia en El corazón de Voltaire, hasta los intereses privados de Monique, la millonaria descendiente de Galileo que ha financiado la investigación de la autoría de Galileo como inventor del telescopio, pero que decide que no quiere que se sepa que su vinculación con aquel proviene de un adulterio, situación de la que se aprovecha la historiadora Ysabeau de Vassy, que manipula sus hallazgos para hacerse acreedora de una gran fortuna. Dice en un correo electrónico a su amigo, el genetista Roland de Luziers:

He dedicado toda mi vida a buscar la verdad histórica, pero me tomé esta pequeña licencia para escribir la historia que me conviene. Todos los historiadores lo han hecho y lo hacen. Cuando la realidad molesta demasiado, simplemente se cambia. ¿A quién le hace daño? Durante muchos siglos los franceses creyeron que Juana de Arco hablaba con Dios. Con esa creencia fundaron la nación. Ahora todos en Francia creen que Monique es la nueva condesa de Aviñón, aunque no tiene una gota de sangre Aviñón. ¿Realmente importa?

Por mi parte, seré la nueva descendiente de Galileo. Aunque no tengo sangre Galilei, madame me ha dicho que mi tatarabuela Iolanda Navanzati era de Florencia. Así que quién sabe. Quizás en algún momento del pasado una Navanzati cometió adulterio con un Galilei (o viceversa) y realmente tengo esa sangre en mis venas. (316)

De esta manera, López Nieves reescribe la historia en la ficción para cuestionarla, para mostrar cómo ha sido manipulada una y mil veces de acuerdo con los intereses del poder. Ello, recordando la función de la literatura propuesta por Candido, ha sido para la generación de escritores a la que pertenece López Nieves, Magali García Ramis y Ana Lydia Vega, entre otros, una forma de resistencia a los silencios y tergiversaciones de la historia puertorriqueña.

En múltiples entrevistas, Luis López Nieves, quien se declara independentista y de izquierda, explica que la historia ha sido manipulada por los poderosos y que en sus ficciones elabora lo que llama “historia trocada”, una manera de resistir, una forma creíble de explicarse el pasado, como lo expresa en sus propias palabras:

En Puerto Rico nos dicen desde chiquitos que recibimos a los conquistadores gringos con los brazos abiertos. Nos adoctrinan, pero yo me niego a aceptar eso. Me parece una gran manipulación de la historia, una mentira, propaganda. Y hoy día tengo ejemplos que me apoyan. Fíjate que los periódicos norteamericanos decían en el 2003 que los iraquíes estaban locos de felicidad con la invasión, que se sentían liberados, que le daban la bienvenida a la supuesta “liberación”. Pero hay que preguntarse por qué matan a unos diez soldados gringos todos los días si están tan contentos. Es la misma situación de Puerto Rico. Por tanto, yo lo que hago con mis pequeñas trocadas es corregir la realidad en el sentido de que yo digo no, ustedes me han mentido diciendo que nosotros los recibimos con los brazos abiertos y yo creo que no, yo creo que fue de esta otra forma, y eso es lo que escribo. (…) Esa es la idea. Estoy creando una nueva historia porque mi planteamiento es que toda historia es inventada. Creo que toda historia es literatura. Para mí, la historia objetiva no existe.

 

FIN


Obras citadas:

  • Aínsa, Fernando. Reescribir el pasado. Mérida (Venezuela), El otro, el mismo, 2003. Impreso.
  • Balderston, Daniel. The Historical Novel in Latin America. Gaitherbursh, Ediciones Hispamérica, 1986.
  • Bolívar, Julio. “Luis López Nieves: la historia no existe”. Entrevista. Revista de Cultura, No. 66. Fortaleza/ Sao Paulo, noviembre/dezembre de 2008. Web.
  • Calabrese, Elisa y otros. Itinerarios entre la ficción y la historia. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
  • Camarero, Jesús. La intertextualidad. Redes de textos y literaturas transversales en dinámica intercultural. Barcelona: Anthropos, 2008. Impreso.
  • Candido, Antonio. “Literatura e historia” en Pizarro Ana (Coord.).Hacia una historia de la literatura latinoamericana. El Colegio de México y Universidad Simón Bolívar, 1984. Impreso.
  • Jitrik, Noé. Historia e imaginación literaria. Las posibilidades de un género. Buenos Aires: Editorial Biblos. Impreso.
  • López Nieves, Luis. Seva. Historia de la primera invasión norteamericana de la isla de Puerto Rico ocurrida en mayo de 1898. San Juan de Puerto Rico: Editorial Cordillera, 1993. Impreso.
  • López Nieves, Luis. El corazón de Voltaire. Bogotá: La otra orilla, 2007. Primera edición: 2005. Impreso.
  • López Nieves, Luis. El silencio de Galileo. Bogotá: La otra orilla, 2009. Impreso.
  • López Nieves, Luis. La verdadera muerte de Juan Ponce de León. Bogotá: La otra orilla. Grupo Editorial Norma, 2006. Primera edición: 2000. Impreso.
  • Pacheco, Carlos. “Reinventar el pasado: la ficción como historia alternativa de la América Latina”. Kipus, revista andina de Letras. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 1er. semestre, 1997. Impreso.
  • Pacheco, Carlos. “Historiadores de papel: la metahistoria en la reciente ficción hispanoamericana”. Ponencia presentada en el XXXII Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Santiago de Chile: Universidad Católica de Chile.
  • Pizarro Ana (Coord.).Hacia una historia de la literatura latinoamericana. El Colegio de México y Universidad Simón Bolívar, 1984. Impreso.
  • Posse, Abel. Los perros del paraíso. Caracas: Monte Ávila Editores, 1983. Impreso.
  • Rivas, Luz Marina. La novela intrahistórica. Mérida (Venezuela): El otro, el mismo, 2004. Primera edición: 2000. Impreso.
  • Torres, Ana Teresa. Doña Inés contra el olvido. Caracas: Monte Ávila Editores, 1992.

“La historia trocada o la reescritura de la historia en la obra de Luis López Nieves como forma de resistencia”, Luz Marina Rivas, Segundo encuentro internacional de Literatura Comparada, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,8 septiembre 2016.


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