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Luis López Nieves rompe con el mito de la
docilidad puertorriqueña que propuso René Marqués

Consuelo Martínez Justiniano


¿Qué es un mito?

Para poder explicar cómo Luis López Nieves rompe con el mito de la docilidad puertorriqueña que propuso René Marqués, debemos preguntarnos qué es un mito. No se trata solamente de tradiciones fabulosas basadas en los dioses y en los héroes de la Antigüedad. Según el Diccionario didáctico de español intermedio, un mito es un relato alegórico que por su trascendencia se convierte en un modelo, en un prototipo o entra a formar parte de la historia. Significa que la gente es quien mitifica puesto que son ellos los que admiran y valoran una idea o una historia sobre otra. Es decir, el mito existe por un consentimiento voluntario.

De acuerdo a Barthes (1980), el mito es un habla y constituye un sistema de comunicación, un mensaje. Dicho de otra manera, cualquier relato ficticio o personaje literario que condense una realidad humana de significación universal, puede ser un mito.

De modo que cuando hablamos de mitos estamos haciendo referencia a lo que tiene que ver con la historia de cada pueblo, lo que la gente cree, lo que toma como suyo. Es una manera de ver el contorno.

“… La mitología es un acuerdo con el mundo, pero no con el mundo tal como es, sino tal como quiere hacerse…” (Barthes, 1980, p. 253). Quiere decir, entonces, que los mitos son una representación de la humanidad misma, de lo que los seres humanos aceptan y con lo que se identifican, de las personas o cosas a las que atribuyen cualidades que, necesariamente, no tienen.

El puertorriqueño dócil, de René Marqués

El puertorriqueño dócil es un ensayo que pretende definir la personalidad de la sociedad puertorriqueña en diferentes escenarios. El autor comienza definiendo el término “dócil’ como el que cumple la voluntad de quien manda. Le adjudica una serie de sinónimos como: obediente, manso, sumiso, subordinado, etc. Utiliza distintas referencias para puntualizar que un ser dócil es el que carece de fuerza y de voluntad; el que es ignorante y padece de complejo de inferioridad. Luego de explicar el concepto (subtitula, la primera parte del ensayo, como “Definición y deslinde”), Marqués se propone probar a lo largo de su análisis la docilidad del pueblo puertorriqueño.

Subdivide el ensayo y describe en distintos actos el comportamiento y la realidad sicológica de los puertorriqueños, según su interpretación. En “El sonido y la furia de un problema psico-semántico”, Marqués (1977) dice:

Sociólogos, escritores, educadores y aun ciudadanos de los llamados “promedio” han repetido hasta la saciedad, desde la década del cuarenta, que el pueblo puertorriqueño es pacífico y tolerante. Con anterioridad, se acostumbraba llamarle fatalista y resignado. Más atrás aún en el tiempo, llegó a clasificársele de aplatanao y ñangotado. (p. 156)

En “La guerra de Corea: ¿Mito o realidad?”, René Marqués, atribuye los actos violentos de los personajes literarios a “la desesperación de seres débiles y dóciles acorralados en el último reducto de la dignidad humana” (p. 160).

Luego, en “Nacionalismo y anexionismo: El impulso autodestructor”, el autor atribuye al Nacionalismo la manifestación que revela la sicología suicida del puertorriqueño.

Más adelante, en “Síntesis de la sicología puertorriqueña: Estadolibrismo”, Marqués dice que “elevar su docilidad a categoría de dogma político era precisamente lo que el puertorriqueño necesitaba para vivir espiritual y moralmente su tradicional ñangotamiento sicológico sin remordimientos ni escrúpulos de conciencia” (p. 171).

En “El patrón cultural autoritario”, señala el autor: “Paternal o autoritario ése, y no otro, es el patrón sicosocial que, en último análisis, rige en la sociedad aparentemente democrática de Puerto Rico” (p. 172).

Después, en “El patrón matriarcal”, Marqués atribuye a factores políticos, sociales, culturales, económicos y sicológicos la concreción de un patrón matriarcal en Puerto Rico.

Luego, en “Civismo y religión: Imposición social del inglés”, el ensayista afirma que la imposición y aceptación del inglés en el país es una manifestación más del espíritu dócil que tiene el puertorriqueño.

En “Objetividad científica y dirigismo”, el autor dice que el espíritu científico del puertorriqueño está limitado y condicionado por su actitud y sicología colonial.

“Función sicológica del escritor subversivo: Los alivios de conciencia” trata de lo contradictorio del espíritu dócil del puertorriqueño y el espíritu rebelde del escritor, y cómo responde una actitud a la otra.

El penúltimo tema es “Los alivios de conciencia en el campo político”. Aquí Marqués señala que el Partido Independentista Puertorriqueño es el organismo político que se reveló siempre, “desde sus comienzos, como una expresión dócilmente puertorriqueña –democrática la llamaron sus fundadores- dentro de la ideología presuntamente revolucionaria que sustentaba” (p. 200).

El autor se pasea entre estos temas desde el punto de vista de la literatura y la supuesta realidad sicológica del puertorriqueño, para finalmente concluir que el puertorriqueño es un ser dócil.

Marqués remata su ensayo diciendo que ha hecho un análisis racional y lógico de la personalidad de los puertorriqueños partiendo de su condición sicológica de “hombre dócil”; y que no hay una parte en la sociedad puertorriqueña en que no aparezca “como rasgo constante y determinante la docilidad” (p. 210).

Seva, de Luis López Nieves

Seva se publica por primera vez el 23 de diciembre de 1983 en la sección En Rojo del semanario Claridad. El texto comienza con una carta dirigida al (entonces) director del periódico Luis Fernando Coss. En ésta, el autor Luis López Nieves le indica que ha decidido revelar los resultados de una investigación que el historiador Víctor Cabañas ha realizado en torno a la primera invasión norteamericana de Puerto Rico, que según dicho historiador ocurrió en mayo de 1898 por el pueblo de Seva y no el 25 de julio según se registra en la historia oficial de Puerto Rico. López Nieves alega que tomó esta decisión luego de reflexionar y haber tomado las debidas precauciones que garantizaran su seguridad personal, ya que su amigo (el historiador Víctor Cabañas) había desaparecido misteriosamente, y el autor relaciona su desaparición con los hallazgos de la investigación que Cabañas realizó y que contradice la versión de la historia que todos conocen.

El autor procede a presentar en la narración una serie de documentos para legitimar su versión de los hechos. Entre ellos se encuentran cartas- diario de Víctor Cabañas dirigidas a López Nieves, páginas del diario del general Miles (quien estuvo a cargo de la invasión norteamericana a la isla), una declaración jurada por el único sobreviviente de los acontecimientos de Seva, un cimarrón llamado Ignacio Martínez, fotos y mapas que prueban su historia. López Nieves relata en su narración la resistencia heroica contra los invasores por parte de los pobladores de Seva. También cuenta cómo los norteamericanos decidieron borrar toda evidencia y masacraron a los habitantes de Seva que mostraron resistencia, eliminando toda la población del pueblo y estableciendo sobre los escombros una base militar. Luego crearon en las cercanías un pueblo llamado Ceiba y alteraron los mapas existentes para confundir a quienes pudieran recordar la existencia de Seva.

Finalmente, el autor concluye con una posdata en donde expresa su alarma y su angustia ante la desaparición de su amigo, el historiador Víctor Cabañas.

Seva rompe el mito de El puertorriqueño dócil

Para afirmar que Seva rompe el mito de El puertorriqueño dócil tenemos que adentrarnos en un análisis profundo que pruebe esta tesis. En la década de 1960, el escritor René Marqués publicó su ensayo El puertorriqueño dócil en el cual plantea la incapacidad del puertorriqueño para rebelarse. El texto promueve la idea de una docilidad casi congénita. Durante años, tanto la literatura como el sistema educativo, elaboraron una visión pesimista del mundo que intentaban reflejar en un caso y promover en el otro.

Marqués propuso en su ensayo una visión muy similar a la que presentó Antonio S. Pedreira en Insularismo en el 1934. Después de 26 años, Marqués continúa propulsando una literatura pesimista y una visión muy negativa de la sociedad puertorriqueña. Pedreira promulgó la idea de que la sicología colectiva de los puertorriqueños era deprimente, de que la pequeñez geográfica los hacía débiles, que eran como una nave sin rumbo porque no sabían quiénes eran ni a dónde iban. Sin embargo, Marqués no hizo un análisis muy diferente. Más bien etiquetó al puertorriqueño con el adjetivo dócil. Curiosamente, 19 años después, José Luis González llegó con un discurso poco diferente al de Pedreira y Marqués. En el 1979, González escribió el ensayo El país de cuatro pisos en que afirmó que Puerto Rico era una sociedad dividida en clases donde hacía el papel de la cultura de los oprimidos, es decir, la cultura dominada. Con citar simplemente estos tres ejemplos contamos con 45 años de trayectoria literaria, pero con el mismo discurso: el puertorriqueño es un ser deprimido, sin identidad, dócil, oprimido, dominado.

René Marqués cita en su ensayo a Pedreira cuando dijo que el puertorriqueño era aplatanao, que es lo mismo que decir que no tiene carácter ni voluntad. Pero Marqués dice más: “Se elogia así al puertorriqueño como democrático, cuando éste tolera, con asnal docilidad, lo que cualquier hombre civilizado no soñaría tolerar en ninguna democracia del mundo contemporáneo” (1977, p. 157). De modo que Marqués no está hablando de cualquier docilidad, se refiere a una docilidad bestial y brutal que incapacita al puertorriqueño para tomar decisiones y rebelarse contra la opresión.

El ensayista citó en su análisis a Roque Barcia quien explica el término dócil, detalladamente, de esta manera.

Marqués (1977):

Docilidad es carecer de fuerza y aun de voluntad para oponer resistencia a lo que los demás exigen, insinúan o mandan; cierta como propensión a obedecer, a seguir el ejemplo, la opinión, el consejo de los otros, lo cual nace ya de desconfianza de la propia inteligencia, conocimiento o fuerza. (pp. 153-154)

Es decir, que Marqués pensaba que el puertorriqueño era un ser débil y sin voluntad, incapaz de rebelarse y de expresar su opinión debido a su inseguridad, desconfianza y falta de inteligencia.

En otra parte, René Marqués (1977), explica cómo han evolucionado los adjetivos negativos que literariamente se le han atribuido al puertorriqueño. “Lo que en la década del veinte era aplatanado y ñangotado, se convirtió en el 1930 en resignado y fatalista para evolucionar con hipocresía ladina hasta el pacífico y tolerante que hoy hemos puesto en boga” (p. 156). Lo cierto es que no importa cuál sea el adjetivo, el significado es el mismo. Para Marqués el puertorriqueño es sumiso.

Más adelante, concluye que por medio de la literatura y la realidad sicológica ha probado que el puertorriqueño es un hombre dócil, que lo único que hace es soportar y callar “con ejemplar mansedumbre, su tradicional papel de pueblo generoso, hospitalario y democrático” (p. 209). Es decir, es un pueblo sin identidad ni voluntad, capaz de soportar estoicamente cualquier tipo de atropello.

Cuando Luis López Nieves publicó Seva en el periódico, el texto parecía un artículo más porque no estaba identificado como cuento. La mayor parte de los lectores se confundieron y pensaron que se trataba de un ensayo investigativo, dada la gravedad del asunto que revelaba. Según el relato los norteamericanos habían invadido a la Isla en mayo por un pueblo llamado Seva (Ceiba), pero lo más extraordinario era que habían encontrado a unos habitantes que le opusieron resistencia. Muchas personas creen todo lo que se publica en los medios porque el objetivo principal de éstos es informar. Sin embargo, después que se aclaró que Seva era un cuento y no un hallazgo histórico, se ha evidenciado a través de artículos, crónicas y reportajes que un gran número de lectores siguieron creyendo que Seva era real. En el año 1994, García Calderón señaló que ningún otro texto había logrado penetrar con más fuerza que éste en las distintas esferas sociales puertorriqueñas ni había logrado despertar actitudes tan radicales como las que despertó Seva.

Vale la pena preguntarnos: ¿por qué?, ¿de qué se trata esto?, ¿cómo es posible que 22 años después nuevos lectores todavía se cuestionen si Seva es cierto o no?

De acuerdo a Mengloni (2003), la credibilidad de Seva se debe, en gran medida, a que ha desplazado las versiones oficiales de las cuales se infiere que el pueblo de Puerto Rico no puso resistencia a la invasión norteamericana. Según ella, Seva es una nueva historia que permite descubrir la valentía del puertorriqueño y su capacidad para resistir cualquier embate. Estamos de acuerdo con la interpretación de Mengloni, ya que creemos que Seva es un texto que desmitifica a El puertorriqueño dócil. Seva presenta a un pueblo rebelde que se enfrenta al opresor mientras que la historia “real” de Puerto Rico da por sentado que los norteamericanos fueron recibidos pacíficamente. López Nieves desmitificó la historia para crear una versión anhelada por el pueblo puertorriqueño.

¿No surge acaso Seva de la necesidad de romper con el viejo mito de la docilidad? Creemos que este texto (obviamente ficticio) constituye la verdad de lo que son los puertorriqueños y rompe con el mito de la docilidad que propulsó René Marqués, y el pesimismo que ovacionaron otros escritores puertorriqueños.

En el 1996 señalamos en el ensayo “Seva: De la victoria histórica a la epopeya literaria“ que a Puerto Rico le urgía alejarse del pesimismo, de la literatura de perdedores y adentrarse en un mundo de cosas positivas, llenas de fe en el futuro. Esto es precisamente lo que constituye el cuento de López Nieves, una historia heroica, optimista y vencedora.

López Nieves (1993):

Debo admitir que opusieron una resistencia feroz, organizada y heroica, digna de nuestra guerra de independencia contra los británicos y a la altura de un Cid o un Wellington. Ni siquiera en Wounded Knee vi yo tantos actos heroicos como he visto en Seva. Por eso he consultado a mi estado mayor y he tomado la siguiente determinación: debemos borrar todo rastro de esta oposición. (pp. 30 y 33)

El cuento de López Nieves pone al puertorriqueño en una posición opuesta a la que había tenido durante muchos años en la historia de la literatura puertorriqueña. El puertorriqueño ya no es un personaje pesimista y derrotado, sino uno optimista y vencedor. Es la ruptura del mito de la cobardía y la docilidad propuesta por René Marqués.

Estamos de acuerdo con la idea de Irizarry (1998) cuando expuso que el nuevo mito de la heroica resistencia de Seva es tan poderoso y atrayente que fácilmente llega a suplantar al viejo mito. Ésta asegura que “en el cuento de López Nieves el nuevo mito, del extremado heroísmo de los habitantes de Seva, se impone con la autoridad incontrovertible de documentos, mapas, fotos y testimonios, que resultan ser tan inventados como el mito en sí”. Definitivamente concordamos con su proposición, ya que son precisamente los documentos que acompañan al texto los que legitiman la historia ante los lectores y sustentan el relato como si se tratara de una investigación histórica minuciosa. En Seva el mito es otro, los puertorriqueños no abren los brazos a los invasores, sino que llevan a cabo una heroica defensa comparada con Troya, Numancia, Sagunto y otras. Según el diario del general Miles (incluido en el cuento) los habitantes de Seva opusieron una resistencia feroz, organizada y heroica, que redujo sus 2,000 tropas a la mitad en menos de una hora. “El fuego enemigo imposibilita nuestro regreso a los barcos… Es asombrosa la puntería de estos hijos de puta… Tácticamente hablando, la situación no ha cambiado en el último mes”. (López Nieves, 1993, pp. 24, 25 y 26).

Por otro lado, Pabón (2002) dice que Seva es para los intelectuales neonacionalistas la reafirmación de una nacionalidad viva e indócil, es la historia de la nación no como fue, sino como debió haber sido. Sin embargo, entendemos que no se trata solamente de “intelectuales neonacionalistas” porque para el lector común Seva ha significado el cuestionamiento de la historia oficial y el orgullo de conocer a un pueblo resistente y triunfador. Hemos tenido la oportunidad de presenciar cómo muchos estudiantes universitarios que hoy día leen Seva como una lectura asignada en clase, reaccionan con asombro y altivez ante la posibilidad de que Seva sea real, sólo porque rompe con el estereotipo de la literatura fatalista con la que fueron “formados” en sus años primarios (según sus testimonios).

Ya dijimos en el 1996, en el ensayo “Seva: De la victoria histórica a la epopeya literaria“, y reafirmamos hoy, que López Nieves logró con este cuento reescribir la historia de Puerto Rico y negar el viejo mito de la docilidad. Consiguió que Seva se convirtiera en una verdadera y cautivante epopeya literaria.

Irizarry (1998) destacó que después de leer Seva es imposible ver la antigua historia de la misma manera porque “en Seva la literatura viene a reemplazar el mito establecido con otro posible, dejando socavadas para siempre las versiones oficiales de la historia”. Estamos de acuerdo con lo que ella dice porque creemos que Seva es el nuevo mito que viene a sustituir al viejo, al del puertorriqueño dócil. López Nieves presenta una imagen del puertorriqueño completamente opuesta a la que mostró René Marqués. Además, Seva ha servido, entre muchas cosas, para cuestionar la historia oficial que promueven los libros. Desde historiadores hasta lectores comunes se han preguntado si Seva es real. Todavía hoy, cuando se supone que todo el mundo sabe que se trata de un cuento, existe la duda sobre la veracidad del relato versus la historia oficial.

En una entrevista que hicimos a Luis López Nieves le preguntamos si había escrito Seva en respuesta a algún texto de la literatura puertorriqueña, y López Nieves respondió que lo había escrito porque la mayoría de la literatura puertorriqueña que él conocía era negativa y derrotista. Él pensaba que hacía falta una literatura más positiva y por eso escribió Seva. Aclaró que hubo un texto específico que (para él) resumía esa actitud negativa de la literatura puertorriqueña, refiriéndose al ensayo El puertorriqueño dócil, de René Marqués.

Le preguntamos entonces si con Seva pretendía romper el mito de la docilidad puertorriqueña propuesto por Marqués y propulsado por otros escritores, a lo que contestó que su objetivo era erradicar ese mito y la actitud derrotista de textos como: Los soles truncos, “En la popa hay un cuerpo reclinado”, “El josco”, “La carta”, “En el fondo del caño hay un negrito”, los cuentos del libro Spiks y la novela Los derrotados, entre otros. Añadió que él entendía que lo que normalmente llena de orgullo y de ferocidad a un pueblo es una épica que le sirva de modelo, de ejemplo y de inspiración.

También le preguntamos a qué atribuía que después de tantos años nuevos lectores de Seva lo creyeran cierto a sabiendas de que es un cuento, y respondió: “Nunca he podido explicarlo. Algo ha ocurrido en ese texto que le otorga una verosimilitud especial, pero confieso que yo mismo no sé qué es. Si yo tuviera que volver a hacerlo, no sabría hacerlo. El arte es más intuición que razón. Creo que en este caso mi intuición, al juntar las palabras para crear el texto, logró que se creara un aura verosímil que 22 años después aún perdura, aunque se le aclare a los lectores que es un cuento”.

Por último, quisimos saber si creía que el mito del puertorriqueño heroico de Seva era más fuerte que el mito del puertorriqueño dócil de Marqués y contestó que sí, ya que ante el mito de la docilidad la gente se queda callada y baja la cabeza. Sin embargo, continuó diciendo que después de leer Seva las personas tienen una sensación de potencia y una especie de felicidad por haber descubierto algo que no se les había dicho antes. El autor concluyó que eso es lo que ha percibido durante sus charlas con los lectores.

Seva contrasta totalmente con el discurso de René Marqués que promovió a un puertorriqueño obediente, manso, sumiso, ignorante, acomplejado, inferior, aplatano, servicial, hospitalario, generoso, etc. En resumen, un puertorriqueño dócil porque, según Marqués, carece de fuerza y de voluntad y lo único que hace es soportar y callar.

Seva es la otra cara de la moneda: es la historia del puertorriqueño resistente, rebelde, luchador, valiente, inteligente, orgulloso, confiado, heroico e indócil. Un pueblo que por oponer resistencia tuvo que ser masacrado y borrado de la historia para que no existiera constancia de su rebeldía.

López Nieves, 1993:

Hemos tomado los siguientes pasos: murieron 650 durante el combate; habíamos apresado a los restantes 71 (40 mujeres, 8 hombres, 23 niños). Pero ya que es necesario borrar toda huella, al otro día ordené que los fusilaran a todos… Me aseguraré, personalmente, de que este pueblo perezca para siempre y de que no pueda renacer convertido en una especie de Álamo. (p. 33)

De esta forma, según el cuento, los invasores eliminaron todo rastro del pueblo de Seva y del episodio sangriento en el que unos pobladores se opusieron con valentía al enemigo.

Sustitución del mito

Hemos probado por medio de este análisis que en la literatura puertorriqueña existe un texto que deroga la visión negativa del carácter del puertorriqueño. René Marqués, en el 1960, promovió el mito del puertorriqueño dócil que propulsaron otros autores por muchos años, pero que en el 1983 Luis López Nieves sustituyó con un nuevo mito, el del puertorriqueño indócil. Este nuevo mito hace que el original no sea creíble porque tiene un sentido completamente negativo, mientras que el nuevo mito (el de Seva) es creíble porque es capaz de cuestionar las versiones oficiales de la historia. La gente se identifica con las historias heroicas, porque los engrandecen como pueblo, porque son el modelo a seguir. Indudablemente, preferirán una historia de vencedores sobre una historia de perdedores. Luis López Nieves a través de Seva ha desmitificado al puertorriqueño dócil que promovió René Marqués. Por medio del cuento los lectores han podido conocer otro carácter del puertorriqueño y romper la idea derrotista que se promovió por tantos años en la literatura como en la historia. Ciertamente se trata de un cuento, Seva es ficción. El puertorriqueño dócil es un ensayo que propone un argumento en el que la interpretación del autor creó un mito sobre la personalidad del puertorriqueño. Un mito que se promovió a lo largo de la historia de la literatura puertorriqueña y que incluso el sistema educativo ha promovido. Un mito que ante Seva ya no es creíble.

FIN


Referencias

  • Barthes, Roland. (1980). Mitologías. México, Siglo veintiuno de España editores, S. A.
  • De las Heras Fernández, Juan Antonio & Rodríguez Alonso, Manuel. (1993). Diccionario didáctico de español intermedio. (3ª ed). Madrid, Ediciones S.M.
  • Entrevista personal con Luis López Nieves efectuada el 6 de agosto de 2006.
  • García Calderón, Myrna. (1994). Seva o la reinvención de la Identidad nacional puertorriqueña. Revista de crítica literaria Latinoamericana, XX, 199-215.
  • González, José Luis. (1998). El país de cuatro pisos y otros ensayos (8ª ed.). Río Piedras, Ediciones Huracán, Inc.
  • Irizarry, Estelle. (1998). Nuevos mitos por viejos: Técnicas de ‘re-mitificación’ de histórica en Seva Luis López Nieves. Recuperado el 25 de julio de 2006 de https://ciudadseva.com/obra/pre2000/ei02.htm
  • López Nieves, Luis. (1993). (7ª ed.). Seva: historia de la primera invasión norteamericana de la isla de Puerto Rico ocurrida en mayo de 1898. San Juan, Editorial Cordillera, Inc.
  • Martínez Justiniano, Consuelo. (1996). Seva: De la victoria heroica a la epopeya literaria, Anales: Revista de Cultura, XV, XV, pp.225-231. https://ciudadseva.com/obra/pre2000/cmj01.htm
  • Marqués, René. (1977). El puertorriqueño dócil y otros ensayos 1953- 1977. (3ª ed.). Puerto Rico, Editorial Antillana.
  • Mengolini, Clara. (2003). Seva, la historia privada de Puerto Rico. Recuperado el 25 de julio de 2006 de revistacontratiempo.com.ar/mengolini3.htm. https://ciudadseva.com/obra/2003/cm01/cm01.htm
  • Pabón, Carlos. (2002). Nación Postmórtem: Ensayos sobre los Tiempos de insoportable ambigüedad. San Juan, Ediciones Callejón.
  • Pedreira, Antonio. (1988). Insularismo. Río Piedras, Editorial Edil, Inc.

“Luis López Nieves rompe con el mito de la docilidad puertorriqueña que propuso René Marqués”, Consuelo Martínez Justiniano, Ciudad Seva, San Juan de Puerto Rico, 10 febrero 2007, ciudadseva.com.


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