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Presentación de Luis López Nieves

José Alcántara Almánzar


Entre el 23 y el 29 de diciembre de 1983, la publicación del cuento Seva, en el suplemento En Rojo del periódico Claridad, provocó una conmoción pública sin precedentes en Puerto Rico, que Luis López Nieves, autor del cuento, estaba lejos de imaginar. Por primera vez en la cultura contemporánea antillana, una ficción -y no una actividad política subversiva, ni una arbitraria medida gubernamental, como suele suceder-, lograba suscitar la reacción masiva de toda una isla, acontecimiento que recuerda el pánico que sembró en los Estados Unidos el recordado actor y director Orson Welles, cuando el 30 de octubre de 1930, transmitió por radio su adaptación personal de “La guerra de los mundos”, y la gente pensó ingenuamente que seres extraterrestres habían invadido el país.

Pero en el caso de Seva no fue a través de la radio -medio de comunicación tan eficaz, porque llega a todo el mundo-, sino la palabra escrita la que logró impactar con la fuerza persuasiva de unos alegatos históricos que parecían incuestionables. En su cuento, López Nieves, al postular que los norteamericanos entraron a Puerto Rico el 5 de mayo de 1898 por el pueblo costero de Seva −y no el 25 de julio por Guánica, como aseguran los manuales de historia−, rectificaba datos establecidos: el lugar y la fecha oficial en que se dio inicio a la dominación colonial de los Estados Unidos en Puerto Rico, es decir, el autor reescribía la historia de su país, causando el desconcierto de una población que sólo en apariencia se ha resignado a su destino, pero que en la práctica, desde hace más de un siglo, viene defendiendo las esencias de su identidad cultural a través del idioma, las creencias, costumbres y prácticas sociales; una población que se ha enfrentado en más de una oportunidad a la hegemonía político-militar “imperialista”, por más que esta palabra haya perdido la resonancia que tuvo a mediados del siglo pasado.

La mayor osadía de López Nieves no era cronológica ni geográfica, sino de contenido, pues contrario al estereotipo de un pueblo sumiso que se rinde al invasor, el pueblo de Puerto Rico -del que Seva no es más que un núcleo costero-, se levanta como un pueblo decidido e intrépido. Así lo confiesa en su Diario el general Nelson Miles, comandante de la invasión, cuando dice que Seva presentó: “una resistencia feroz, organizada y heroica, digna de nuestra guerra de independencia contra los británicos y a la altura de un Cid o un Wellington. Ni siquiera en Wounded Knee vi yo tantos actos heroicos como he visto en Seva”.

Con su cuento Seva, López Nieves seguía el conocido aforismo de Juan Rulfo, para quien “todo escritor que crea, es un mentiroso: la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad”. Mario Vargas Llosa sostiene esta misma premisa en su obra La verdad de las mentiras. López Nieves sorprendió a la gente con su cuento, pero no para burlarse del ciudadano común ni para timar a los entendidos, sino para explorar ese territorio más vasto configurado por la imaginación, reformulando el conocimiento establecido, la inconmovible zona de la historiografía oficial. Lo que pasa es que la gente, ya lo sabemos, está habituada a la tranquilizadora regularidad de lo consagrado por la repetición y le cuesta mucho admitir que las cosas pudieron haber sido distintas. Es como si de repente las nociones históricas ya asimiladas se derrumbaran como un castillo de naipes. En nuestro país, hace algunos años, ocurrió un revuelo similar, cuando Mario Vargas Llosa publicó La fiesta del chivo, porque muchas personas, incluso profesionales de la historia, se dedicaron a buscar la exactitud del dato en las páginas de una novela que debe leerse como lo que es: una ficción basada en hechos reales, como fue el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de 1961, en la que se confunden realidad y ficción, y no una crónica de hechos comprobables.

La historia es, pues, la fuente primaria de creación en casi todos los libros de López Nieves, que es no sólo uno de los escritores puertorriqueños más conocidos dentro y fuera de su país en la actualidad, sino que posee una sólida formación académica que culminó con un Doctorado en Filosofía y Letras obtenido en la State University of New York at Stony Brook en 1980, y con una larga trayectoria intelectual que incluye actividades de guionista independiente, traductor, comentarista y director de talleres literarios, corresponsal periodístico, genealogista, creador y director del primer y único Programa de Maestría en Creación Literaria del Caribe, en la Universidad del Sagrado Corazón. Es también lector voraz e insomne, viajante incansable, explorador de la mejor y más innovadora literatura de la región.

Puerto Rico es una isla de grandes escritores, de magníficos dramaturgos, novelistas y cuentistas. Aquí en Santo Domingo, por lo general se habla las obras de René Marqués, José Luis González, Pedro Juan Soto, Emilio Díaz Valcárcel y Luis Rafael Sánchez. De generaciones más recientes, son leídos Edgardo Rodríguez Juliá, Ana Lydia Vega, Juan Antonio Ramos y López Nieves, que es el último en esta breve lista, sólo porque es el más joven de todos. Cuando revisé la obra de López Nieves para hacer esta presentación, invitado por los señores Guillermo Cote Menéndez, Gerente General, y Patricia Urrutia, Encargada de Relaciones Públicas y Negocios Especiales de la prestigiosa Editorial Norma en nuestro país, comprobé con alegría que toda su obra está escrita con una precisión lingüística poco frecuente en estos días en que asistimos a la circulación de tanta hojarasca verbal, pues López Nieves no hace concesiones de ningún tipo al coloquialismo fácil ni a consabidas fórmulas literarias, y sin embargo, su obra es medularmente puertorriqueña en su decir y sus esencias. Nuestro autor conoce a fondo la técnica del cuento, como lo demostró en Escribir para Rafa (1987), una colección que nos atrapa de principio a fin, por la intensidad sin caídas, que es, al decir de ese maestro indiscutible que fue Julio Cortázar, la condición principal de todo buen cuento.

Posee López Nieves una prosa impecable, ajena a cualquier asomo sentimental, y no obstante, tan certera para emocionarnos y tocar a fondo nuestros sentimientos; para reinventar el pasado remoto, como lo hace en su libro de cuentos La verdadera muerte de Juan Ponce de León (Primer Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña del año 2000), historias que cobran vida en sus textos, cuando recrea personajes conocidos o fabulados, lugares esenciales de una topografía insular entrañable. Si la Comala de Juan Rulfo, el Macondo de Gabriel García Márquez y la Santa María de Juan Carlos Onetti constituyen paradigmas geográficos imaginarios, la ciudad de San Juan de Puerto Rico de López Nieves, con sus calles y monumentos emblemáticos, emerge como centro antillano de intrigas y pasiones humanas en una época de aventuras militares, confrontaciones entre el poder eclesiástico y el político, y ambiciones de toda índole.

Los cuentos de López Nieves contenidos en La verdadera muerte de Juan Ponce de León desacralizan la historia mediante la verdad de la ficción, llevándonos a un nuevo tipo de conocimiento sobre lo que creemos haber aprendido. El autor actúa como investigador de documentos olvidados o extraviados, para devolvernos la historia, rectificándola, esta vez no como un aburrido recuento de datos y sucesos, sino embellecida por la magia de la escritura y la verdad escondida en el corazón de los personajes. La transgresión nos llega en historias de Cristóbal Colón, el conde de Ovando, Juan Ponce de León, Rodrigo de las Nieves, y fray Juan de Bordón. Cada una es una gema, tallada con las minucias deliciosas de los detalles y la exactitud descriptiva de atuendos, gestos, conductas, sin que medie para nada la intromisión del narrador. López Nieves plasma en este hermoso libro de cuentos, aquel ideal que recomienda Miguel de Cervantes -uno de los autores predilectos de nuestro autor- en el prólogo a sus inolvidables Novelas ejemplares, cuando se refiere a la mentira para aludir a la verdad; es decir, partir del recuento de la realidad para crear otra, una realidad ficticia.

Cuando publicó su novela El corazón de Voltaire (2005), con la que obtuvo por segunda vez el premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña, López Nieves rápidamente alcanzó la consagración con una obra original que renueva el género epistolar, articulada a través de correos electrónicos. De todas las figuras de la Ilustración, Voltaire atrae por su iconoclastia y su brillantez, y ya Fernando Savater, en El jardín de las dudas (1992), finalista del Premio Planeta, convirtió en personaje al ilustre pensador y hombre de letras francés y lo embarcó en una aventura epistolar con Carolina de Bauregard, una dama francesa radicada en España. Mediante una serie de cartas apócrifas que intercambian el filósofo y la dama, nos enteramos de la vida y las ideas de una época, del hontanar de sabiduría de aquel pensador ya anciano, pero aún lúcido.

En El corazón de Voltaire, algo muy distinto ocurre, pues López Nieves logra cautivarnos con una historia cuya intriga detectivesca crece a medida que avanzamos la lectura, hasta culminar con un cierre sorprendente. Indagación del pasado valiéndose de un medio de comunicación de universal actualidad: el correo electrónico, instrumento que aporta un dinamismo incesante y revelador, que hace del autor un detective, y que permite el manejo de la intriga, el humor, la ironía, la ambigüedad, en un intercambio lleno de suspenso e incisivas conclusiones.

Con las obras publicadas hasta ahora, López Nieves ha renovado las letras puertorriqueñas, proyectándolas hacia otras latitudes con el encanto de una prosa sugerente y siempre en movimiento; algo que sólo puede alcanzar un avezado narrador como él, quien conoce los secretos de la buena narrativa y tiene el corazón y la mente de los que se arriesgan a transitar nuevos caminos y lo hacen con la gracia y los aciertos de los seres privilegiados. Es un verdadero honor para mí dejarles en compañía del admirado y querido amigo Luis López Nieves.

FIN


Presentación de Luis López Nieves por el escritor dominicano José Alcántara Almánzar (Premio Nacional de Literatura), en la Librería Cuesta, Santo Domingo, República Dominicana, el 2 de mayo de 2007, a las cinco de la tarde, durante la X Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.

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