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Un gringo latinoamericano

Por Mario Alegre Barrios / malegre@elnuevodia.com

El crítico estadounidense Seymour Menton, una de las máximas autoridades en el estudio de la literatura hispanoamericana, presentará mañana en la USC “El corazón de Voltaire”, la novela de Luis López Nieves

Al sur del Río Bravo -y hasta Tierra del Fuego- todo es hogar para Seymour Menton, crítico y cronista antonomástico del medio siglo de vida que tiene ya el boom literario latinoamericano y quien -como Ambrose Bierce, el “gringo viejo” de Carlos Fuentes- viajó a México hace muchos años, no con el propósito de morir fusilado, pero sí para encontrar su destino.

Delgado, de mentón firme y una estampa de gringo que contrasta notablemente con su impecable español, Menton parece desafiar el calendario con una vitalidad sorprendente en alguien que nació en 1927 -el 6 de marzo, al igual que García Márquez- y que aún juega tenis y viaja incasablemente alrededor del mundo.

Menton está de visita en el País para presentar mañana jueves -a partir de las 6:30 p.m., en el Centro de Adiestramiento Profesional de la Universidad del Sagrado Corazón- El corazón de Voltaire (publicada por el Grupo Editorial Norma), la novela más reciente de Luis López Nieves, quien actualmente dirige el Programa de Maestría en Creación Literaria de la USC.

El viernes -a la misma hora, en la Sala de Facultad de la USC- Menton sostendrá un conversatorio con quien estas líneas escribe en torno a su trayectoria y a sus obras, entre las que se distingue Un tercer gringo viejo: relatos y confesiones (Fondo de Cultura Económica), su libro más reciente. Ambas actividades -coauspiciadas por la USC y la librería Borders- son abiertas y gratuitas para todo el público.

Lector “disparatado”

Heredero de una suerte que si bien para él fue buena para su padre fue nefasta, Seymour reconoce que su amor por la literatura llegó tardíamente y casi por accidente, sin antecedentes familiares con esa vocación. “No hay universitarios en mis ascendientes ni vínculos con la literatura”, asevera. “Lo que quería ser

cuando joven era profesor de secundaria para enseñar idiomas. No tenía pretensiones de ser catedrático y menos aun la de ser crítico, pero el tiempo se encargó de llevarme por ese camino. Me fui muy joven a México para conocer el país y aprender español. De regreso a Estados Unidos, me becaron en la Universidad de Nueva York… entré de lleno al programa doctoral y poco después empecé mi quehacer como crítico”.

Menton reconoce que hasta llegar a la adultez temprana fue un lector “disparatado”, errante, sin orden, que lo

mismo leía libros sobre deportes que novelas de la guerra civil estadounidense y crónicas de viaje.

“Poco a poco tuve que desarrollar un sentido de propósito y de orden… ahora soy una persona sumamente organizada, como parte inherente a mi quehacer literario”, apunta.

Luego de establecer que fue el escritor Emir Rodríguez Monegal quien definió con el nombre de “boom” el movimiento literario que comenzó a gestarse en América Latina a mediados de los 50, Seymour recuerda que el momento culminante de ese nacimiento ocurrió en el marco del Congreso Literario de Caracas celebrado en 1967, cuando presenció el sobrecogedor entusiasmo que enmarcó la reunión en la que se le confirió el premio Rómulo Gallegos al peruano Mario Vargas Llosa.

“Todo el mundo estaba ávido por ver a Vargas Llosa y a García Márquez, cuya novela Cien años de soledad había creado una expectación sin precedentes”, rememora. “Para mí, así fue como comenzó el boom e insisto que ese movimiento aún no ha terminado porque sus autores fundamentales siguen vivos y escribiendo, especialmente García Márquez, Vargas Llosa y (Carlos) Fuentes. Además, hay nuevos escritores que están teniendo una atención similar a la que estos tres tuvieron en aquel momento, como es el caso del mexicano Jorge Volpi, nacido en 1968 y quien es objeto de un culto similar al de sus predecesores”.

Los tres grandes

Autor de obras puntuales como La nueva novela histórica de América Latina, Historia verdadera del realismo mágico, Caminata por la narrativa latinoamericana y El cuento hispanoamericano, Menton publicó recientemente Un tercer gringo viejo: relatos y confesiones, título con el que alude no sólo al “gringo” original de Carlos Fuentes, sino también al “segundo gringo”: el del novelista mexicano Luis Arturo Ramos, autor de una historia en la que crea otro gringo que regresa a la ciudad de Veracruz para aguardar la muerte.

“Por eso creo que yo soy el ‘tercer gringo viejo’, aunque prefiero pensar que, aunque voy a cumplir 80 años en el 2007, soy un ‘joven gringo viejo’… es cuestión de enfoque”, expresa divertido.

Aunque mantiene una buena relación con los tres gigantes del boom (García Márquez, Vargas Llosa y Fuentes), Menton descarta que sea “amigo” de ellos de manera entrañable.

“Me conocen y los conozco… sabemos quienes somos mutuamente”, dice con una sonrisa. “García Márquez sabe que nacimos el mismo día y que nos unen otras coincidencias, como que ambos publicamos nuestros primeros libros en 1955, que los dos nos casamos en 1958 y que seguimos con la misma esposa, algo muy notable en estos días. También los dos hemos publicado nuestras memorias y en ambos libros las portadas tiene fotos de nuestra infancia. A él le he dicho que reconozco abiertamente su influencia en mí y en mi obra porque me enseñó a exagerar, a distorsionar y a mentir, rasgos que en un novelista son virtudes”.

Respecto a Vargas Llosa, Seymour señala que, aunque lo ha tratado con más frecuencia, el peruano es una persona muy reservada y bastante más impenetrable. “Es muy cauteloso y se esmera en guardar las distancias, a diferencia de Fuentes, por ejemplo, que es el más abierto y efusivo de los tres”, ilustra. “Con todo lo que los admiro, me jacto de haber sido muy objetivo siempre. De los tres he leído obras que no me han satisfecho y he preferido no comentarlas”.

Su relación con la Isla

Menton acepta que no es un especialista en la literatura puertorriqueña, pero que la conoce bastante bien como parte de una relación que se remonta a su primera visita a la Isla en 1957, luego de haber dado clases de inglés como segundo idioma a migrantes boricuas en el South Bronx.

“Entonces conocí a Pedro Juan Soto, Emilio Díaz Valcárcel, Margot Arce, Concha Meléndez y Enrique Laguerre, así como a Nilita Vientós Gastón”, recuerda. “Luego regresé en el 79, cuando estaba enseñando en un barco turístico que hacía escala en San Juan. En esa ocasión me invitaron a una fiesta en la que volví a ver a Pedro Juan Soto, quien estaba muy atribulado, turbado y molesto por la muerte de su hijo. Creo que en parte me responsabilizaba en parte por eso, por ser gringo. En el momento no supe las razones de su actitud hacia mí, pero luego me explicaron y comprendí”.

Ese lazo se renovó hace unos años, cuando Seymour incluyó en una nueva edición de su obra sobre el cuento hispanoamericano “El conde de Ovando”, un texto de Luis López Nieves de su libro premiado La verdadera muerte de Juan Ponce de León.

“De Luis ya había leído Seva, obra que me pareció excelente. Luego leí su libro de cuentos, precisamente cuando estaba investigando la posibilidad de que los cuentistas se hubiesen ‘contagiado’ con la historia como argumento de sus textos”, apunta. “Me pareció un cuento estupendo y decidí incluirlo. Ahora he leído El corazón de Voltaire, escrito con maestría mediante el uso del género epistolar cibernético. A pesar de que me complació totalmente, en el mejor ánimo de ser objetivo me pregunté qué defectos encontraba en el libro… y no pude encontrarle ninguno”.

Seymour asegura que presentar libros no es algo que haga con frecuencia y que usualmente logra escaparse del compromiso y que cuando lo hace es porque realmente se siente regocijado con la obra. “Así es este caso: me place inmensamente presentar El corazón de Voltaire, una novela que disfruté profundamente y que está entre las mejores que he leído en años recientes”.

Si bien en contadas y fugaces ocasiones Menton ha contemplado la posibilidad de atemperar su ritmo de vida a los 79 años que lo acompañan, siempre sucede algo que lo obliga a posponer y hasta a olvidar esa alternativa.

“A mi edad no puedo ya hablar de ilusiones, pero sí estoy seguro de que estoy muy satisfecho con lo que he realizado en la vida”, apostilla.

“He tenido la suerte enorme de que mi vida y mi carrera hayan coincidido con el boom y que esto me diese la oportunidad de estudiar obras de gran valor y trascendencia… no, no estoy cansado, siempre pasa algo que me renueva. De repente suceden cosas que me mantienen apasionado de lo que hago. De eso se trata, de la pasión. Espero que siga ahí hasta el último día”.


Versión original

“Un gringo latinoamericano”, Mario Alegre Barrios, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 27 septiembre 2006, pp.84-86 y endi.com.


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