Casa digital del escritor Luis López Nieves


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Calila y Dimna I-III

[Cuento - Texto completo.]

Anónimo: Calila y Dimna

Capítulo I

Cómo el rey Sirechuel envió a Berzebuy a tierra de India

Dicen que en tiempo de los reyes de los gentiles, reinando el rey Sirechuel, que fue fijo de Cades, fue un homne a que decían Berzebuey, que era físico e príncipe de los físicos del regno; e había con el rey grant dignidad e honra, e cátedra conoscida. Et como quier que era físico conoscido, era sabio e filósofo, et dio al rey de India una petición, la cual decía que fallaba en escripturas de los filósofos que en tierra de India había unos montes en que había tantas yerbas de muchas maneras, e que si conoscidas fuesen e sacadas e confacionadas, que se sacarían dellas melecinas con que resucitasen los muertos; e fizo al rey que le diese licencia para ir huscarlas, et que le ayudase para la despensa, e que le diese sus cartas para todos los reyes de India, que le ayudasen por que él pudiese recabdar aquello por que iba.

Et el rey otorgógelo e aguciólo; et envió con él sus presentes para los reyes donde iba, segunt que era costumbre de los reyes cuando unos enviaban a otros sus mandaderos con sus cartas por lo que habían menester. Et fuese Berzebuey por su mandado, et andudo tanto fasta que llegó a tierra de India. Desí dio las cartas e los presentes que traía a cada uno de aquellos reyes, et demandóles licencia para ir buscar aquello por que era venido. Et ellos diéronle todos licencia e ayuda.

Et duró en coger estas yerbas e plantas grand tiempo, más de un año, et volviéndolas con las melecinas que decían sus libros, et faciendo esto con grand diligencia. Desí probólas en los finados, e non resucitaron ningunos; e entonces dubdó en sus escripturas, e cayó en grand escándalo, et tovo por cosa vergonzosa de tornar a su señor el rey con tan mal recabdo.

E quejóse desto a los filósofos de los reyes de India. Et ellos dijéronle que eso mismo fallaron ellos en sus escripturas que él había fallado, e propiamente el entendimiento de los libros de la su filosofía et el saber que Dios puso en ellos son las yerbas, et que la melecina que en ellos decía son los buenos castigos e el saber, et los muertos que resucitasen con aquellas yerbas son los homnes nescios que non saben cuándo son melecinados en el saber, e les facen entender las cosas, e esplanándolas aprenden de aquellas cosas que son tomadas de los sabios, et luego, en leyendo aprenden el saber et alumbran sus entendimientos.

Et cuando esto sopo Berzebuey buscó aquellas escripturas e fallólas en lenguaje de India e trasladólas en lenguaje de Persia, et concertólas. Desí tornóse al rey su señor. Et este rey era muy acucioso en allegar el saber, e en amar los filósofos más que a otri, e trabajábase en aprender el saber, et amábalo más que a muchos deleites en que los reyes se entremeten. Et cuando fue Berzebuey en su tierra, mandó a todo el pueblo que tomase aquellos escriptos e que los leyesen, et rogasen a Dios que les diese gracia con que los entendiesen, e dioles aquellos que eran más privados en la casa del rey. Et el uno de aquellos escriptos es aqueste libro de Calila e Dimna.

Desí puso en este libro lo que trasladó de los libros de India, unas cuestiones que fizo un rey de India que había nombre Dicelem, et al su aguacil decían Burduben; et era filósofo a quien él más amaba. Et mandóle que respondiese a ellas capítulo por capítulo, et respuesta verdadera e apuesta, et que le diese ejemplos e semejanzas et por tal que viese la certedumbre de su respuesta, et que lo ayuntase en un libro entero, por que lo él tomase por castigo para sí, et que lo dejase después de su vida a los que dél descendiesen.

Et era el primero capítulo del león et del buey, que es después de la estoria de Berzebuey el menge.

Capítulo II

Historia del médico Berzebuey

Mio padre fue de Mercecilia, e mi madre fue de las fijasdalgo de Azemosuna et de los legistas. Et una de las cosas en que Dios me fizo merced, es que fui yo el mejor de sus fijos. Et ellos criáronme lo mejor que pudieron, gobernándome de la mejores viandas que pudieron fasta que hube nueve años complidos; et desí pusieron me con los maestros. Et yo non cesé de continuar en aprender la gramática et de meter la mi cara a sotileza e a buen entendimiento, a tanto que vencí a mis compañeros et a mis iguales et valí más que ellos, e leí libros e conoscí e sope sus entendimientos, e afirmóse en el mi corazón lo que leí de las escripturas de los filósofos. Et decoré las palabras de los sabios, e las cuestiones que facían unos a otros, e las disputaciones que facían entre sí.

E mantove esto con mi entendimiento e concertélo con la opinión que yo tenía, et sope que eran acordados en los cursos del año e de los meses e de los días, e en las naturas de los cuerpos e en las cosas de las enfermedades e en las maneras de sus melecinamientos e de su salud. Et pusiéronlo por escripto e plúgome de lo saber. Et comencé a leer sus libros fasta que los entendí; et vi las maneras de los cuerpos, las cosas de las maletías e las maneras del melecinamiento. Et sope en ello a tanto que me metí a melecinar enfermos. Et después que lo comencé, di a mi alma a escoger en estas cuatro cosas que los homnes demandan en este siglo e se trabajan de las haber e las cobdician. Et dije: “¿Cuál destas cuatro cosas debo demandar segunt la cuantidad del mi saber, e cuál es la que me fará alcanzar lo que he menester, et si lo pudiere haber, deleites o fama o riqueza o galardón del otro siglo?” Et vi que demandando ayuntado todas cuatro cosas, el que demanda llega a cualquier dellas que quisiere. Et fallé que la melecina era cosa loada cerca de los entendidos, e non denostada de los sabios e de las leyes e de las setas. Et fallé que el más santo de los físicos es aquel que non quiere haber por su física salvo el galardón del otro siglo. Et comedí en mi corazón, et fallé que todas las cosas en que los homnes se trabajan son fallecederas. Et yo non vi a ninguno de, mis antecesores que su allegar lo ficiese durable en este mundo, nin que lo librase de la muerte e de lo que aviene después della. Et fallé en los libros de la física quel más piadoso físico es aquel que primeramente comienza a melecinar su alma e sus enfermedades; et el que es en mejor estado es aquel que con su física trabaja en enmendar su estado para el otro siglo, et que non torna el arte de la física por mercaduría et por ganar la riqueza deste mundo.

Et el que quiere por su física haber el galardón en el otro siglo, non le menguaba riqueza en este mundo. Et es en aquesto atal como el labrador que siembra las legumbres en la tierra por haber mieses et ha de aquesto cuanto quiere. Con todo aquesto non le mengua y de haber algunas yerbas de que se ayude e se aproveche. Et tove por bien de perseverar en esto por haber galardón en el otro siglo, e merescimiento de Dios. Et non quise por esto haber el apostura deste mundo; que sería tal como el mercador perdidoso que vendió sus piedras preciosas por vedrio que non valía nada, e pudiera haber del precio dellas grand riqueza para en toda su vida.

Et comencé a melecinar los enfermos so esperanza del galardón del otro siglo; así que non dejé enfermo que yo hobiese esperanza de lo guarescer e de lo sanar de su enfermedad con mi melecinamiento, que non metiese mi poder en lo guarescer. Et al que yo por mí mesmo pude sanar, fícelo e non le metí en mano de otri; et al que non pude esto facer dejé e su melecinamiento e dejéle las melecinas que había menester, et non quise haber galardón nin merescimiento de aquellos a quien esto fice. Et non había envidia de mis iguales nin de los que habían más haber que yo, nin del bien que Dios les había dado. Mas era el mío mayor cuidado e a lo que más me inclinaba e de lo que más me trabajaba, que pugnase más quél en saber, e en me trabajar en haber galardón de Dios.

Et estude en esto un tiempo fasta que vencí al saber deste mundo, et contendí comigo por el algo que veía haber a los otros. Et yo non quise al salvo contender con mi alma e defenderla de non se apartar de las cosas que nunca hubo ninguno que por ellas non apocase su algo e que non acresciese su lacerio. Et remembraron me las penas que había de sofrir después que deste mundo partiese por la facer olvidar aquellas cosas de que había sabor. Et díjele: “¡Ay alma!, que non has vergüenza de facer comunidad con los perezosos, nescios, en amar este mundo fallescedero; ca aquel que alguna cosa ha dél non es suyo nin finca con él, et non lo aman salvo los engañados negligentes.

Conviértete desta nescedat e desta locura, et métete con toda tu fuerza a facer algún bien para el otro siglo, et guárdate de lo llevar en traspaso, e non te asegures en él.

Et miémbrate en cómo en este cuerpo ha muchas ocasiones et cómo es lleno de malas cosas lijosas; e son, por todas, cuatro humores que sostienen la vida mezquina que ha de fallescer, así como el ídolo descoyuntado que cuando sus miembros son compuestos e puestos cada uno en su lugar, ayuntan los con engrudo, que los face tener unos con otros, e cuando es quebrantado el plego cáensele las juntaduras e desfácese todo: ¡ay alma!, non te engañes en la compañía de tus amigos e de tus bien querientes e non hayas desto grand cobdicia; pues que a la fin la tu compañía se ha de partir. Et esto es atal como la cuchara de palo que es siempre usada en la calentura e en cabo quiébrase sirviendo e encímase su facienda a ser quemada en fuego.

¡Ay alma!, no tomes placer en ser ayuntada con tus querientes e con tus amados en ayuntar haberes, ayuntándolos por haber amor et gracia de ellos, que serías en esto atal como el safumerio que quema a sí e han folgura los homnes con su olor. ¡Ay alma!, non te fíes en las riquezas e en las dignidades en que se alegran los mundanos; ca éstos non saben en cuán pequeñas cosas están fasta que las pierden. Et acaesce así como a los cabellos, que cuando los homne tiene en la cabeza péinalos e úntalos con las mejores unturas que puede, et después que son fuera de la cabeza, halos homne asco de ver.

¡Ay alma!, persevera en melecinar los enfermos e non te tire dello el afán de la física porque los homnes non lo saben. Mas asma de un homne que librase a otro de algunt mal o lo escapase de alguna cuita fasta que lo tornase a la paz e a la forgura en que era, si este atal debe haber galardón segund Dios: pues ¿cuánto debe haber de galardón el físico que por galardón de Dios melecina muchos e los saca de grant peligro con la ayuda de Dios? ¡Ay alma!, non se te aluengue el otro siglo por que hayas a enclinar a éste; ca serías en tomar lo poco e dar por él lo mucho, así como el mercador que había una casa llena de oro e de plata, et dijo en sí: “Si la vendiere a peso alongarse me ha”, e vendióla a ojo por mal precio.

Et habiendo esta contienda con mi alma, non falló carrera ninguna para me vencer, e confesóse e conosció el menosprecio de aquellas cosas a que se acostaba, e perseveró en bien por ganar el otro siglo. Et non me estorbó esto de haber buena parte de este mundo e de la privanza de los reyes ante que fuese a India; e después que torné hube más de lo que quería. Et estudié en la física, et fallé que el físico non puede melecinar a ninguno con melecina que le segure de enfermedat toda su vida; e non sope cómo el guarescer toviese pro, non seyendo el homne seguro de non tornar a la enfermedat, le de acrescentar en otra cosa más fuerte.

Et por ende fallé que las obras del otro siglo son las cosas que libran a los hornes de sus enfermedades. Et fallé que la enfermedad del ánima es la mayor enfermedad. Et por eso desprecié la física e trabajéme de la ley, et hube ende sabor; e dubdé en la física e non fallé en sus escrituras mejoría de ninguna ley. Et fallé las leyes mucho alongadas, et las setas muchas, e aquellos que las tenían habíanlas heredado de sus padres, et otros que las tenían habidas por fuerza, e otros que querían haber por ellas este mundo e que se trabajaban a ganar con ellas en sus vidas, et otros entendidos de simples voluntades que non dubdan que tienen la verdat, et non tienen buena razón a quien les ficiese cuestión sobre ello. Et todos se enfingíen que teníen derecho et que los que contra ellos eran que yacían en yerro e en perdimiento. Et vi entre ellos gran contrariedad en el criador et en las criaturas, e en el comienzo en la fin del mundo.

Et tove por bien de otorgar a los sabios de cada una ley, sus comenzamientos e ver qué dirían, por razón de saber departir la verdat de la mentira, e escoger e amparar la una de la otra; et, conoscida la verdat, obligarme a ella verdaderamente, e non creer lo que non cumpliese e nin seguir lo que non entendiese. Et fize esto, et pregunté e pensé e non fallé ninguno dellos que me diese más que alabar a sí e a su ley e denostar al agena. Et vi manifiestamente que se enclinaban a sus sabores, e que por su sabor trabajaban et non por derecho; et nin fallé en ninguno dellos razón que fuese verdadera nin derecha, nin tal que la creyese homne entendido e non la contradijese con razón. Et después que esto vi non fallé carrera por donde siguiese a ninguno dellos; et sope que sí yo creyese a alguno dellos lo que non sopiese, que sería atal como el ladrón engañado que fabla en un ejemplo.

Del ladrón a quien hacen creer que la luna sirve de escala

Et fue así que andaba una noche, un ladrón sobre una casa de un homne rico, e facía luna, andaban algunos compañeros con él. Et en aquesta casa había una finiestra por donde entraba la luz de la luna al homne bueno. Et despertó el dueño de la casa e sintiólos e pensó que tal hora non andarían por sus tejados salvo ladrones. Et despertó a su muger et díjole: “Fabla quedo, que yo he sentido ladrones que andan encima de nuestro tejado; et dime cuando los sintieres cerca de aquí: ¡Ay marido! ¿Non me dirás de qué llegaste tantas riquezas como habemos? Et cuando yo non te quisiere responder, sigue me preguntando fasta que te lo diga”. Et fízolo así como le mandó el marido, et oyó el ladrón lo que ella dijo. Et entonces recudió el home a su muger: “Tú, ¿por qué lo demandas? Ca la ventura te trajo grand algo; come, bebe et alégrate, et non me demandes tal cosa, ca si te lo yo dijere, non so seguro que lo non oya alguno, e podría acaescer cosa por ello que pesara a mí et a ti”. Et dijo la mujer: “Por la fe que me debes que me lo digas, ca non oirá ninguno lo que dijéremos a tal hora”. Dijo el marido: “Yo te lo diré, pues que tanto lo quieres saber. Sepas que yo non ayunté todas estas riquezas, salvo de ladronía”. Et dijo la muger: “¿Cómo puede eso ser, ca las gentes te tenían por homne bueno?”

Et dijo él: “Esto fue por una sabiduría que yo fallé al furtar, et es cosa muy encubierta et sotil de guisa que ninguno non sospechaba de mí tal cosa”. Et dijo la mujer: “¿Cómo fue eso?” Respondió él e dijo: “Yo andaba la noche que facía luna e mis compañeros conmigo, fasta que sobía en somo de la casa do quería entrar, e llegaba a alguna finiestra por donde entraba la luna e decía siete veces: “saulan, saulan”. Desí abrazábame con la luna e entraba por la finiestra e descendía por ella a la casa, et non me sentía ninguno cuando caía; e iba de aquella casa a todas las otras casas. Et después que tomaba lo que fallaba, tornaba al logar onde descendía, et abrazábame con la luna e subía a la finiestra; e en este estado gané todo esto que tú vees”.

Et cuando esto oyeron los ladrones plógoles mucho dello et dijeron: “Más habemos ganado desta casa que nos non queríamos, et deste saber que nos dende habemos, nos debemos más preciar que de todo cuanto ende ganaremos”. Desí estodieron grande hora quedos, fasta que cuidaron que el dueño de la casa era adormecido et su muger otrosí, et después que cuidaron ser ciertos desto, levantóse el cabdiello dellos et fuese para la finiestra, que estaba en somo de casa, por do entraba la luz de la luna, et dijo siete veces: “saulan, saulan”, et abrazóse con la luz por descender por ella a la casa, et cayó cabeza ayuso.

Et levantóse el dueño de la casa et dióle tantos de golpes fasta que le quedó, diciendo el ladrón: “Yo merezco cuanto mal me has fecho, porque creí lo que me dijiste et me engañé con vanidat”. Et yo, después que me guardé de non creer las cosas de que non era seguro de non caer en peligro de muerte, dejéme de todas las cosas dubdosas et metíme en facer pesquisas de las leyes et en buscar las más derechas. Et non fallé en ninguno de aquellos con quien yo fablé esto, buena respuesta quel yo debiese creer. Et dije en mi corazón: “Tengo por seso, pues así es, de me obligar a la ley de míos padres. “Pero fue buscando si habería a esto alguna escusación e non la fallé. Et mémbrome el dicho de un homne que comía feo e era tragón, e dijéronle que comía mal e feo, et él dijo: “Así comían mis padres e mis abuelos”. E non fallé ninguna escusación porque non debiese fincar en la ley del padre, et quíseme dejar de todo e meterme a facer pesquisas de las leyes e estudiar en ellas. Et estorbóme la fin que es cerca e la muerte que acaesce tan aína como cerrar el ojo e abrirlo. Et había fechas algunas obras que non sabría si eran buenas, onde por aventura mientra me trabajase de pesquerir las leyes detenerme hía de facer algunt bien, et morría ante que viese lo que quería.

El amante que cae en manos del marido

Et por ventura, en dubdando, acaescerme hía lo que dicen que acaesció a un homne que amaba una muger casada. Et ella había cavado para él un caño de su casa fasta la calle, et el caño era del pozo cerca; e fizo una puerta al caño porque si su marido viniese asoras que pusiese ahí su amigo e lo cerrase dentro. Et acaesció así que un día estando él dentro con ella dijéronle que su marido estaba a la puerta. Et dijo la mujer al amigo: “Vete aína por el caño que está cerca del pozo”. Et él detóvose de ir a aquel logar. Et acaesció que el pozo era derrundiado. Et él tornóse a ella e díjole: “Ya llegué fasta el caño e fallé el pozo caído”. Et dijo la muger: “Non te dije yo del pozo salvo por te guiar al caño. Aguija e vete”. Et dijo él: “Non debieras tú decir cerca del pozo, pues yo había de ir al caño”. Dijo ella: “Ve e deja la locura de ir e devenir”. Dijo él: “¿Cómo iré, habiéndome tú conturbado?” Et non cesó de decir fasta que entró el marido e prendiólos, e firiólos muy mal, e llevólos a la justicia.

Así yo temíme de ir acá e allá e después ser preso por mi culpa, et hube por bien de non me temer de aquello de que me temía, et tove me por pagado de toda obra que solamente las almas testiguan que es buena en que se acuerdan las almas de las leyes. Et detove mi mano de ferir, e de aviltar, e de robar, et de furtar, e falsar. Et guardé el mi cuerpo de las mugeres, e mi lengua de mentir e de toda razón que daño fuese a alguno. Et detóveme de facer mal a los homnes nin de burlar e escarnecer de ninguno, et de cuantas malas costumbres pude. Et trabajéme con mi razón de non querer mal a ninguno e de non desmentir la resurrección nin el día del juicio, et el galardón e la pena.

Et con esto asosegué e aseguré mi corazón. E vi que non hay ningund amigo tal como facer buena vida, et vi que era ligera de ganar cuando Dios quiere ayudar, et vi que es grand bien a quien la face, e que es mejor cosa que el tesoro que el padre e la madre le dejan, et que non mengua por la despender, ante se face más fermosa e más nueva. E fallé que el homne que desprecia la bondad e la fin della, que le non destorba della salvo el flaco entendimiento.

El que desea hacer tallar una piedra y se le va el tiempo en oír cantar al jornalero

Et es tal en perder e despender lo suyo como un mercador que dicen que había piedras presciosas, et aquiló un homne que gelas foradase e adobase por cient maravedís, e llevólo para su casa. E entrando por casa vido un salterio e atoleólo, e díjole el señor de la posada si lo sabía tañer. Dijo él: “Más que tú non piensas”. Et era gran maestro de le tañer. Et díjole el mercador: “Toma e táñelo”. Et tomó el homne el salterio e comenzó a lo tañer muy bien fasta la noche. Et dejó el mercador la caja de las piedras abierta et comenzó de folgar e de reír oyendo aquel tañer. Et desque fue noche dijo el homme: “Págame mi jornal”. Dijo el mercador: “Non feciste cosa por que merezcas jornal”. Dijo el homne: “Yo fize lo que tú me mandaste facer”. E por razón hubo le a dar los cient maravedís e quedaron sus piedras por adobar.

E cuanto más pensé en las cosas deste mundo e en sus sabores, tanto más lo desprescié; e tove por bien de me amparar con la religión e despreciar este mundo. Et vi que la religión enderesza carrera para el otro siglo, así como endereszan los buenos padres a sus fijos para vevir. Et vi que en la religión pensar es bien; por que el que en ella pensare homíllase e tiénese por pagado con lo que ha, e enriquece e plácele con lo que Dios face, e pierde cuidado e despójase deste mundo e estuerce del daño que desecha sus sabores, e fácese manso; e es librado de sus dolores e menosprecia la envidia e muéstrasele el amor e la caridat, e es su alma tendimiento, e vee la paz; e es seguro de ser non tentado. Et cuanto más pensé en la religión tanto más me pagué della, tanto que cuidé ser dellos. Desí temí me que non podría sofrir la su vida, e que me tornaría a la costumbre en que fuera criado, e non fue seguro que si me dejase del mundo e tomase religión que lo non pudiese complir, e dejaría algunas cosas que tenía comenzadas, de que habría provecho.

El can engañado por el reflejo agua

Et sería en esto atal como un del can que dicen que iba por un río e llevaba una pieza de carne en la boca, e vido la sombra que facía. Et por abarzar la sombra abrió la boca e cayósele la que llevaba, e llevógela el agua e non falló cosa ninguna.

Onde hube muy grant pavor de la religión. Temí me de la non poder sofrir e non osé fincar en el estado en que estaba. Desí pensé en asmar cuál era más fuerte cosa: en me temer de non poder sofrir la religión e la vida que le pertenesce por el desabor e por el angostura que en ella ha, e en lo que contesce al seglar de tribulaciones. E vi que non es ningunt sabor nin deleite en este mundo que se non torne en desabor et que non sea con dolor. Onde el mundo tal es como el agua salada, que cuanto más el homne bebe della, tanto más sed mete. Et es tal como el hueso en que el can falla que se le quebrantan las encías et revienta la sangre, e cuanto más roe tanto más sangre le sale. Et es tal como el milano que busca la carne, et después que la tiene, ayúntanse las aves a él e non cesa de fuir e de trabajar fasta que gela facen echar después que la falla con trabajo. Et es atal como la jarra de la miel, que yace en ella en su fondón muerte supitaña. Et es tal como los sueños del que duerme, que le facen alegría en soñando, e cuando despierta pierde el sabor por que non falla nada. Et es tal como el relámpago que alumbra un poco e vase luego, e queda el que lo atiende en tiniebla. Et es atal como el gusano del sirgo, que cuanto más teje sobre sí, tanto más se aluenga de la vida.

Et cuando pensé en estas cosas et torné en mi escoger la religión e me enclinar a ella, contradije me, et dije: “Esto non vale cosa, fuir del siglo a la religión e de la religión al siglo”. Et si yo pensare en la estrechura de la religión, seré cada día movedizo. Et sería en esto tal como un alcalde de Marne, que oyó a un abogado que llegó antél, e libróle lo que pidió luego; et después oyó al otro e libró contra el primero. Et pensé en la laceria e en la angostura de la religión e dije así: “¡Oh, qué pequeña es esta laceria para haber por ella la folgura perdurable!” Et pensé en los deleites deste mundo de que ha sabor el ánima e dije: “¡Oh, cómo esto es agora más fuerte de que lleva al ánima a la pena perdurable!” Et dije: “Non debe homne tener por dulce una poca de dulzor que trae grant amargura”. Et dije: “Si algunt homne me mostrase que veviría ciento años e que non pasase ningunt día que me non despadazasen todo e después recucitase, et fuese así penado cada día, en pero con tal postura que complidos los ciento años que fuese librado de toda pena e que tornase alegría e folgura perdurable, lo debía facer. Pues ¿cómo non puedo sofrir unos pocos de días que viva en religión e sufra un poco de desabor?” Ca non es este mundo lleno salvo de tribulaciones e de pena, et non se envuelve el homne con todo esto salvo en mal desque es concebido en el vientre de su madre fasta que cumple sus días. Ca nos fallamos en la escritura de la física que la esperma de que es engendrado el fijo, que es complido de sus miembros cuando cae en la madre de la muger, e se vuelve con la esperma della e con su sangre, e espésase e mézclase, e desí el aire masa aquel esperma e aquella sangre fasta que lo torna tal como el suero; desí tórnalo tal como la cuajada espesa, e desí de parte e devisa sus miembros a sus tiempos. Et si es macho tiene la cara con el espinazo de su madre, e cúmplese la su forma e la su criazón en cuarenta días; et si es muger tiene la cara con el vientre de su madre, e cúmplese la su criazón a sesenta días, e tiene las manos sobre las mejillas e la barba sobre los hinojos, et está encogido en su mantillo así como si fuese envuelto en un bolsa e respira por un sospirón con muy grand pena, e non ha en él miembro que non semeja, atado, e está ligado de su ombligo fasta el ombligo de su madre, o con él chupa e bebe de la vianda que toma su madre.

Et en esta guisa está en la tiniebla e angostura fasta el día que nasce.

Et cuando viene a sazón del parto, apodera Dios a la criatura en la madriz de su madre; e esfuérzase a mover e enderesza su cabeza contra la salida. Et siente en la salida lo que siente el que tiene deviesos cuando gelos abren. Et después que cae en tierra e le tañe el aire e la mano, siente dolor, lo que siente el que es desollado de su cuero. Desí vive en muchas maneras de pena, así como si ha fambre e non le dan a comer, e si ha sed e non le dan a beber, o si ha dolor e non le acorren. E non se puede amparar de lo que siente cuando lo alzan o lo envuelven o lo desenvuelven o lo untan o lo salvan, et cuando ha sed e le dan a comer e ha fambre et le dan a beber, o cuando quiere yacer de costado e lo echan de vientre, e otras muchas maneras de penas que ha mientra mama. Et después que es librado de la pena del mamar métenlo a la pena del aprender a leer e a estar apremiado de su maestro, e siempre ha ende muchas maneras de penas.

Et cuando llega a edad de casar, casa, e entra en el cuidado de la muger e de los fijos e de llegar haber, e en la malicia e en la cobdicia et en los peligros de ganar algo para mantener su casa; e en todo esto lidian con él cuatro enemigos, es a saber: la cólora, e la sangre, e la flema, e la malenconía, que son tósigo mortal e víboras mordederas; et el miedo de los homnes e de las bestias fieras, e la calentura, e el frío, e el viento , e la lluvia, e otras muchas maneras de penas, e la vejez a los que a ella llegan. De más, si todos aquestos peligros non hobiese e fuese seguro de estorcer dellos e le asegurasen dellos en guisa que dello non hobiese miedo, si non de la hora en que viene la muerte, et se parte del mundo e se miembra de lo que ha en ella e en apartarse de sus amigos e de sus fijos, e de todas aquellas cosas de que era escaso en este mundo, et de como es la grant pavor después de la muerte, debía ser contado por desacordado e por homne que ama dolor el que alguna arte non ficiese con que lo non estorciese, e se non dejase de las sabores deste mundo por ello. Et cuando ha andado en este mundo, torna viejo et ha escosa e e desabrida vida.

Ca el rey, maguer sea bien mesurado, e enviso, e apercebido, e de gran poder, e de noble corazón, et pesqueridor de derecho, et de buena vida, e verdadero, e acucioso, e esforzado, e de buen recabdo, e requeridor de las cosas que debe, et entendido, e cierto, e agradecedero, e agudo, e piadoso, e misericordioso, e manso, e conocedor de los homes e de las cosas, e amador del saber e de los sabios e de los buenos, e bravo contra los malfechores, non envidioso nin refez de engañar, facedor dalgo a sus pueblos, aun habiendo todo esto, veemos que el tiempo va atrás en todo lugar; así que semeja que las cosas verdaderas son espendidas e amanecieron perdidas; e semeja que el bien amaneció perdido e el mal fresco; e semeja que la mala vida amaneció reyendo e la buena llorando; e semeja que la justicia amaneció estropezando et la injusticia ensalzándose; et semeja que el saber amaneció soterrado e la necedad esparcida; et semeja que el amor amaneció caído et la malquerencia avivada; et semeja que la honra es robada a los buenos et es dada a sabiendas a los malos; e semeja que la traición amaneció despierta e la lealtad adormida; e semeja que la mentira nació frutuosa e la veradad seca; e semeja que la franqueza amaneció estragada et la escaseza mejorándose; et semeja que la verdat es ida tropezando et la falsedat retozando e trobejando; et semeja que amaneció menospreciar el juicio e seguir las voluntades; et semeja que amaneció el tuerto e el que fizo el mal detardándose de facer la emienda; et semeja que la cobdicia amaneció tragando de todas partes e la gracia desconocida; et semeja que los males amanecieron pujando al cielo e los bienes decendiendo a los abismos; et amaneció la grandez derribada de lo más alto al fondón de lo más bajo; et amaneció la menudez honrada et amanesció el poder mudado de los virtuosos a los viciosos.

Después que hube pensado en las cosas deste mundo, et que el home es la más noble criatura et la mejor que en este mundo sea; desí como está en tal estado et non se convuelve sinon en mal, nin es conocido en ál, et sope que non es ninguno que algún poco de entendimiento haya que esto non entienda, et que non busque arte para se guardar, et maravilléme ende, et pensé e vi que los non detiene de facerlo sinon un poco de deleite de comer, et de beber, e de ver, e de oír; e por aventura non han desto asaz; empero lo que los destorba de pensar de sí e de trabajarse de estorcer, poca cosa es.

El que pasa de un peligro a otro

Et busqué ejemplo e comparación para ello, et vi que semejan en esto a un home que con cuita e miedo llegó a un pozo e colgóse dél, e trabóse a dos ramas que nacieran a la orilla del pozo e puso sus pies en dos cosas a que se afirmó e eran cuatro culebras que sacaban sus cabeza de sus cuevas; et en catando al fondón del pozo vio una serpienta la boca abierta para le tragar cuando cayese, et alzó los ojos contra las dos ramas, e vio estar en las raízes dellas dos mures, el uno blanco e el otro negro, royendo siempre que non quedaban; et él pensando en su facienda e buscando arte por do escapase, miró a suso sobre sí, e vio una colmena llena de abejas en que había una poca de miel et comenzó a comer della, e comiendo olvidósele el pensar en el peligro en que estaba, et olvidó de como tenía los pies sobre las culebras e que non sabía cuándo se le ensañarían, nin se le membró de los dos mures que pesaban de tajar las ramas, et cuando las hobiesen tajadas que caería en la garganta de la serpienta. Et seyendo así descuidado e negligente acabaron los mures de tajar las ramas, et cayó en la garganta del dragón et pereció. Et yo fice semejanza del pozo a este mundo que es lleno de ocasiones e de miedos; e de las cuatro culebras a los cuatro humores que son sostenimiento del home; et cuando se le mueve alguna dellas es le atal como el venino de las víboras o el tósigo mortal. Et fice semejanza de los dos ramos a la vida flaca deste mundo, et de los mures negro y blanco a la noche e al día, que nunca cesan de gastar la vida del home; e fice semejanza de la serpienta a la muerte, que ninguno non puede escusar; e fice semejanza de la miel a esta poca de dulzor que home ha en este mundo, que es ver, e oír, e sentir, e gostar, e oler, e esto le face descuidar de sí e de su facienda, e fácele olvidar aquello en que está et fácele dejar la carrera por que se ha de salvar.

E tornóse mi facienda a querer ser religioso, e emendar mis obras cuanto podiese por que fallase ante mí anchura sin fin en la casa de Dios adonde non mueren los que ahí son, nin acaecen ahí tribulaciones; et así habría guardado mi parte para folgar, et sería seguro de mi alma ante que moriese; et saber esto es muy noble cosa. Et perseveré en este estado atal et tornéme de las tierras de India a mi tierra, después que hube trasladado este libro, et tove que traía algo en él para quien le entendiese, et rogué a Dios por los oidores dél que fuesen entendedores de las sus sentencias et del meollo que yace en ellas.

Et Dios nos deje acabar en su servicio.

Capítulo III

Del león e del buey e de la pesquisa de Dimna e de Calila

Dijo el rey a su filósofo: “Esto oído lo he; dame agora ejemplo de los dos que se aman, e los departe el mesturero, falso, mentiroso, que debe ser aborrecido como la vigambre, et los face querer mal, e los trae a aquello que querrían ser muertos antes, et han de perder sus cuerpos e sus almas”. Dijo el filósofo: “Señor, cuando acaesce a dos homnes que se aman que el falso mesturero anda entre ellos, van atrás, e depártase e corrómpese el amiganza que es entre ellos. Et esto semeja lo que acaesció al león e al buey”. Dijo el rey: “¿Cómo fue eso?”.

Un rico mercader aconseja a Dijo el filósofo: “Señor, dicen que en tierra de sus hijos que no sean Gurguen habla un rico mercader e había tres fijos. Et pródigosdespués que fueron de edad metiéronse el gastar el haber de su padre, e malbaratallo, e non se entremetían de ganar.

Et el padre, con dolor del amor que les habla, castigólos e díjoles: “Fijos, sabed que el seglar demanda tres cosas que non puede alcanzar si non con otras cuatro; e las tres que demanda son éstas: abondada vida, e alguna dignidad entre los homnes, e ante poner buenas obras para el otro siglo. Et las cuatro que ha de menester para alcanzar estas tres, son éstas: ganar haber de buena parte, e mantenello bien e facer le facer fruto, e despendello en las cosas que emiendan la vida, e vevir a placer de los parientes e de los amigos, e que torne con alguna pro para el otro mundo. E quien menosprecia alguna déstas non alcanza lo que desea; ca si non ganare non habrá haber en que viva; et si hobiere haber, e non le ficiere facer fruto, aína se debe acabar por poco que despienda; así como el conlirio de que non toman si non un poco dello, et con todo eso acábase. Et si le ficiere facer fruto e non lo diere en los lugares que debe, será contado por pobre que non ha haber; et esto non lo quitará que lo non pierda, así como la tina de agua en que caen las aguas que si non fallan salida fínchese, e hase de verter por muchas partes, et con todo esto podresce e vase el agua que está en ella a perdición”.

Comienza la historia de Senceba

Desí los fijos del mercader castigáronse e ficieron mandamiento de su padre. Et fuese el mayor dellos con su mercaduría a una tierra, e traía consigo una carreta con dos bueyes; et al uno decían Senceba e al otro Bendeba. Et cayó Senceba en un silo que había en aquel lugar. E sacáronlo, e fue tan maltrecho de la caída, que llegó a muerte. Et el mercader dejólo con uno de sus homnes, e mandóle que lo pensase bien, e si guaresciese que gelo llevase. Et el otro enojóse de lo guardar e dejolo, e fuese para do iba su amo, e díjole que el buey era muerto.

Et desí salió Senceba de aquel lugar, e andudo tanto que llegó a un plado verde e vicioso, que por su ventura le había de contescer de llegar ahí.

El que por huir de un peligro cae en otro

Et dicen que en el prado que él primeramente andaba, que un homne cogía yerbas e vino un lobo por detrás a él por le morder. E él, cuando lo sintió, comenzó a fuir. Et vido que en un río que estaba que había una puente quebrada, e dijo: “Si aquí estó, recelo del lobo, e si paso el río, lieva mucha agua e non sé nadar”. Et acordó de se echar al agua, e fizo lo así. Et él yendo por el río que se quería afogar, viéronlo unos homnes de un aldea que estaba cerca e corriéronle e sacáronlo, e leváronlo al lugar. E arrimóse a una pared; et después que fue sano del peligro del agua, cayó la pared sobrél et matólo, e non pudo fallescer a la ventura, bien así como Senceba.

E a poco de tiempo engordó Senceba, e embraveció. Et cerca de aquel plado había un león, que era rey de todas las alimanias; e en aquel tiempo estaban con el león muchas dellas. Et este león era muy lozano. E cuando oía la voz de como el buey bramaba, en que non tal cosa había oído, espantábase mucho; mas non que ría que gelo sopiesen sus vasallos, et estovo quedo en su lugar. Et entre los otros vasallos que él allí, tenía, había. dos lobos cervales, et al uno decían Dimna e al otro Calila, e eran muy ardides e agudos, e era Dimna de más noble corazón e de mayor facienda, e el que menos se tenía por pagado del estado en que era; et el león non los había conoscido nin eran de la privanza fasta allí.

Dijo Dimna a Calila: “Ya vees cómo está el león en su lugar pecachado, que non se mueve nin se solaza como solía facer”. Dijo Calila: “E tú, hermano, ¿qué has que preguntas lo que non has menester, nin te tiene pro en lo preguntar? Nos estamos en buen estado, e estamos a la puerta de nuestro rey, e tomamos lo que queremos, e non nos fallece nada de lo que habemos menester, e non somos de los que fablan con el rey sus fechos. E déjate desto, e sabe que el que se entremete de decir e de facer lo que non es para él, que le acaesce lo que acaesció a un simio artero que se entremetió de lo que non era suyo, nin le pertenescía”. Dijo Dimna: ¿Cómo fue esto?”

Del simio y la cuña

Dijo Calila: “Dicen que un simio vido unos carpinteros aserrar una viga, e estaba el uno encima; e como iban aserrando metían una cuña e sacaban otra por aserrar mejor. Et el simio vídolos, e en tanto que ellos fueron comer, subió el simio encima de la viga e asentóse encima e sacó la cuña. E como le colgaban los compañones en la serradura de la viga, al sacar de la cuña apretó la viga e tomóle dentro los compañones, et machucógelos, e cayó amortecido. Desí vino el carpintero a él, e lo que le fizo fue peor que lo que le acaesció”. E dijo Dimna: “Entendido te he lo que me dejiste e oí el ejemplo que me dejiste; mas todos los que a los reyes se llegan non lo facen tan solamente por fenchir sus vientres, que los vientres en cada lugar se pueden fenchir; mas trabaja el homne en mejorar su facienda, por que haya lugar de facer placer a sus amigos, e el contrario a sus enemigos. Et los homnes viles son aquellos que se tienen por abondados con poca cosa, e alégranse con ella así como con el can que falla el hueso seco e se alegra con él. Et los homnes de grant corazón non se tienen por pagados de lo poco; ante trabajan que sus corazones lleguen a lo que quieren, así como el león que prende la liebre, e cuando vee al cabrón déjala e va en pos dél. Et ¿non vees que el can non quiere mover su cola, fasta que le echan el pan? ¿Et el elefante joven desque conosce su fuerza, e le lievan la vianda, es tanto sañoso, e non la quiere nin la come fasta que lo falagan e lo alimpian? Onde quien vive en grand medida a honra de sí e de sus amigos, maguer poco viva, de luenga vida es; et el que vive en angostura faciendo poco algo a sí e a sus amigos, aunque mucho viva, de poca vida es. Que dicen en algunos ejemplos que al que es mal andante dura toda su vida en pobredat, e que non ha cuidado si non de su vientre, aquel es contado con las bestias nescias”.

Dijo Calila: “Entendido he lo que me dejiste, mas torna en tu entendimiento, e sabe que cada un homne ha su medida e ha su prez; et cuando se quiere tener con ella, débese tener por pagado con ella. E nos non habemos por que nos quejar deste estado en que estamos, ca cúmplenos”. Dijo Dimna: “Las dignidades e las medidas de los homnes son comunas e son contrarias; así como el homne de grant corazón puja de la vil medida a la noble, e el homne de vil corazón abaja del alta medida a la vil. Et pujar a la nobleza es muy noble cosa e grave; ca abajarse della es vil cosa e rafez. Et es así como la piedra pesada que es muy grave de alzar et de la tener; e es muy rafez de la derribar e dejar caer”. Et dijo: “Por esto nos habemos de trabajar mucho por haber de las mayores dignidades con nuestros grandes corazones, e non estar en este estado, podiéndolo guisar”.

Dijo Calila: “Pues ¿en qué acuerdas?” Diz Dimna: “Quiérome mostrar al león en tal sazón, ca él es de flaco consejo e de flaco corazón e es escandalizado en su facienda con sus vasallos, e por aventura en llegándome a él en este punto habré dél alguna dignidat o alguna honra e habré dél lo que he menester”. Dijo Calila: “¿Ónde sabes que el león está así como tú dices?” Et dijo Dimna: “Cuidol, e tengo que es así, que el homne agudo, de buen entendimiento, a las veces sabe el estado de sus amigos e su poridat, por lo que le semeja e por lo que vee de su estado e de su facienda, e poniendo se en ello sábelo cierto”. Dijo Calila: “¿Cómo esperas tú haber dignidat del león non habiendo tú nunca habido compañía nin privanza de ningunt rey nin sabiendo lo servir nin sabiendo lo que le place de sí nin de los otros?” Dijo Dimna: “El homne valiente so la grant carga, maguer que le apesgue, levántase, e la grant carga non alza al homne valiente nin al pesado; nin en el homne vil non ha obra nin cuidado. Et el homne homildoso e blando, non ha quien lo reprenda. Et ante pruebe homne las cosas que se ponga a ellas; et yo quiero probar ésta para mejorar la mi facienda e la tuya”.

Dijo Calila: “El rey non honrará al atrevido por su atrevencia, mas honra al verdadero e al cercano dél. Ca dicen los sabios que el que es de la compañía del rey e de la muger, que non lo allegan a sí por mayor bondat, mas por que está, más cercano que otro; bien así como la vid que se non traba al mayor árbol, mas al que más acerca le está. ¿Qué te semeja? Si el león non te llegare así, nin pudieres fablar cuando quisieres con él, ¿qué será de ti?” Dijo Dimna: “Así es como tú dices; mas sepas que los que son con el rey non fueron con él siempre, mas con su femencia alcanzaron las dignidades del rey; e son con él e lléganse a él después que son llueñe dél. Et yo trabajar me he de facer otro tal, e guisaré cómo llegue a ello; ca dicen que non es ninguno que llegue a la puerta del rey e dure y mucho consentido a ser mal traído e empujado, e sufra mucho pesar, e encubra su facienda, e traiga su facienda mansamente, que non llegue a lo que quiere”.

Dijo Calila: “Pongamos que has llegado al león, ¿cómo trairás tu facienda con él o con los que has esperanza de haber dignidat?” Dijo Dimna: “Si me yo hobiese llegado al león, e conosciese sus costumbres, guisaría como siguiese su voluntad, e que non fuese contra él, así que cuando quisiese facer alguna cosa derechamente afincárgela hía fasta que la ficiese e que acresciese su placer en ella e la cumpliese; et cuando quisiese facer alguna cosa que yo entendiese que le podría traer daño, facer lo hía entender el mal que hobiese, lo más manso que yo pudiese. E yo he esperanza quél será mejor servido que de otros algunos, ca el homne faldrido e sabio e manso, si quisiese desfacer la verdat et averiguar la mentira, a las veces facer lo hía, así como el buen pintor que pinta las imágenes en la pared que semejan a homne que sale della, et pintan otras que semejan eso mesmo e non es así”.

Dijo Calila: “Pues esto tienes así a corazón, quiero te facer temer servicio del rey por el grant peligro que y ha. Ca dicen los sabios que tres cosas son a que se non atreve si non homne loco, nin estuerce dellas si non el sabio: la una es servir rey, la otra es meter las mugeres en su poridat, la tercera beber vidigambre a prueba. Et los sabios facían semejanza del rey e de su privanza al monte muy agro en que ha las sabrosas frutas, et es manida de las bestias fieras; onde subir a él es muy fuerte cosa; et estar sin el bien que en él ha es más amargo e más fuerte”.

Dijo Dimna: “Entendido he lo que dejiste. Dices verdad en cuanto dices; mas sepas que quien non se entremete a los grandes peligros non ha las cosas que cobdicia, et quien non anda las luengas carreras non ha las granadas cosas. Et quien deja las cosas onde habría por aventura lo que quiere, e con que allegaría a lo que le fuese menester, con miedo e con pavor, non habrá granada cosa, nin pujará a nobleza. Et dicen que tres cosas son que non puede facer ninguno si non con ayuda de noble corazón, e a gran peligro: la una es oficio del rey, la otra mercaduría sobre mar, e la otra lidiar con enemigo. Et dicen los sabios otrosí, que el homne de noble corazón non debe ser visto si non en dos lugares, quel non pertenesce ser en otros: o ser con los reyes muy honrado, o ser con los religiosos muy apartado; así como el elefante que solamente su beldat e su fermosura es en dos lugares: o en el campo seyendo salvage, o seyendo cabalgadura de los reyes”. Dijo Calila: “Hermano, Dios te lo encime en bien esto que tú quieres facer”.

Desí fuese ende Dimna, e salvó al león. Dijo el león a los que estaban cerca dél: “Quién es éste?” Et ellos dijeron: “Éste es fulán, fijo de fulán”. Díjoles el león: “Yo conoscí a su padre”. E llególo a sí, e demandol e díjol: “¿Dónde eres?” Dijo Dimna: “Nunca me quité de tu puerta, a esperanza que acaescería alguna cosa en que te ayudases de mi por tuyo consejo. Ca a las veces acaescen algunas cosas a los reyes en que han menester por ventura a los flacos e a los menospreciados. Et el tal homne non es menospreciado, por haber en él alguna pro; ca el fuste que yace en tierra, ayuda se homne dél a las veces para rascar su oreja, e álzalo de tierra, e ráscala con él, o para ál: cuanto más el animal que es sabidor de las cosas”. Cuando el león oyó lo que decía Dimna, pagóse dél, e plogóle, et hubo esperanza que habería en él buen consejo e buen castigo. Et dijo a los que estaban con él: “El homne sabio, e de noble corazón, e bueno, e agudo, maguer sea de menor guisa e de baja dignidat, la nobleza de su corazón non quiere fueras parescer et mostrarse; así como la centella del fuego que homne asconde, e ella non quiere si non acenderse”.

Pues que entendió Dimna que el león se pagara dél, e le pluguiera lo quél decía, dijo: “Los pueblos de los reyes e los de su corte, tenudos son de le facer entender las noblezas de sus corazones, e su saber, e de le dar leal consejo, e amarlo. Ca él non los porná en las dignidades que deben e que merescen si non por esto, así como la simiente soterrada, que ninguno non sabe su bondat fasta que sale e paresce sobre la tierra. Et el rey debe pujar a cada uno a su dignidat segunt su consejo, e segunt el provecho e la nobleza del corazón, e la lealtad que en él hobiere.

“Ca dicen que dos cosas non debe ninguno poner ninguna dellas fuera de su lugar, nin tollerla de su lugar; e son los homnes e los ornamientos. Ca es contado por nescio quien pone en su cabeza el ornamiento de sus pies, e en los pies el de la cabeza, et quien dagastona las gigonzas en el plomo. Ca esto non es menospreciamiento de estas cosas sobre dichas, mas es nescedat del que lo face. Et otrosí non ponga al bienfechor en la medida del malfechor. Et dicen otrosí: non fagas compañía con homne que non sepa cuál es su diestra e su siniestra; ca non sosaca lo que los entendidos saben si non sus mayores, e lo que los caballeros si non los reyes, nin lo que ha en la ley e en su entendimiento, si non los teólogos e los divinos. “Et dicen otrosí de unas cosas que son muy alongadas, como la mejoría que ha el un lidiador del otro, et lo poco de lo poco, e lo mucho de lo mucho, e el sabio del sabio. Et los muchos vasallos, si probados non fueren, traen daño al fecho; ca non se cumple la cosa con muchos vasallos, mas con los buenos dellos, maguer sean pocos, así como el homne que lieva la grant carga e se embarga della e non falla por ella prescio. Et las girgonzas non afruentan al que las lleva et puede las vender por grant haber: en el fecho que ha homne menester engaño, non cumple la ira, maguer sea mucha. Et el rey non debe menospreciar la nobleza del corazón que fallare en alguno que sea de menor guisa; que la pequeña cosa por ventura engrandesce mucho, así, como el nervio que es tomado de la cosa muerta, e facen dél cuerda de la ballesta e dobla se con él, et ha la menester el rey para tirar et para jugar”.

Et Dimna en todo esto quería haber honra del león, e todos sabían que non gela faría por quél hobiese conoscido a su padre, mas porque era de noble corazón e de buen consejo. Onde dijo al león: “El rey non apriva a los homnes por la privanza de sus padres, nin los desprecia por non conoscer a sus padres, mas cada que sabe en que los ha menester. Desí face lo que tiene por bien en ponerlos en la medida que debe. Et a las veces acaesce al rey alguna enfermedat que le face grant mal, e non gela tuelle si non la melecina que le aducen de lueñe. E el mur mora con el homne en su casa, et porque le face mal, échalo fuera; et el azor, que es muy bravo, críalo e quiérelo aun tanto que ha sabor de lo levar en la mano”.

Et pues que hubo acabado Dimna, pagóse más el león dél, e plógole más con él, e respondióle siempre mejor. Et dijo a los que seían, con él: “Non debe el rey porfiar en facer perder su derecho al que ha derecho en bien, et es bueno e de noble corazón; mas débele refacer lo que le non fizo. Et aquel a quien lo ficiere debel facer gracias e conoscerlo. Ca los homnes son en dos guisas: el uno es de mala natura, e es así como la culebra que, sí alguno la pisa e non le muerde, non debe tornar a ella de cabo, et el otro es de buena natura e de blandas costumbres, e es tal como el sándalo frío, que si mucho es fregado tórnase caliente e quema”.

Et pues que se hubo solazado Dimna con el león, dijo: “Veo, señor, que ha tiempo que estás en un lugar, que non te mudas. Esto, ¿por qué es?” Et el león non quería que sopiese Dimna que lo facía con cobardez, et dijo: “Non es por miedo”. Et estando amos así, bramó Senceba muy fuerte, e tamaño fue el miedo que hubo, que le fizo decir: “Esta voz me tovo aquí en este lugar, e non sé qué es; empero veo que la persona que la face debe ser tan grande como la voz, e su fuerza tan grande como la persona. Et si esto así es, non moremos en este lugar”. Dijo Dimna al león: “Escandalizástete de otra cosa fuera desta, ca si non te fizo ál pavor si non esto, non debes dejar tu posada. Ca la flaqueza es ocasión de la beudez, et la desvergüenza es ocasión de la pelea, et la mezcla es ocasión del amor, et la grant voz es ocasión del flaco corazón. Et esto se departe en un proverbio que dice: “Non se debe homne temer de todas voces”. Dijo el león: “¿Cómo fue eso?”

La vulpeja y el tambor

Dijo Dimna: “Dicen que una gulpeja fambrienta pasó por un árbol, et estaba un atambor colgado del árbol, e movióse el viento, et firiénronlo los ramos, e sonaba muy fuerte. Et la gulpeja oyó aquella voz, e fuese contra ella fasta que llegó a ella, et en que vio que era finchado, cuidóse que era de mucha carne, que había de mucha gordez, e fendiólo e vio que era hueco, e dijo: “Non sé; por ventura las más flacas cosas han mayores personas e más altas voces”. Et fuese dende. “Et yo, señor, non te di este ejemplo si non por que he esperanza que sea esta cosa, cuya voz te espantó, atal como el atambor, e si a ella te llegases, más ligera te semejaría que tú non cuidas. Et, señor, si fuere la tu merced, envíame a ella, e está tú en tu lugar fasta que yo torne a ti con lo que sopiere de su facienda”. Et desto que dijo Urrina plugo, al león, et díjole: “Pues vete”. Et fuese Dimna, e pensó el león en su facienda, e dijo en su corazón: “Non fice bien en fiarme en éste, para enviarlo al lugar do lo envío; ca el home, si es de la casa del rey, et es por luengo tiempo desdeñado non lo mereciendo, e mezclado a tuerto, o si es conocido por cobdicioso o por malicioso, o si es muy pobre, o si ha fecho algún gran pecado e se teme de la pena, o si es envidioso e malo que a ninguno non quiere bien, o si es testiguado por atrevido, o si le han fecho perder lo que tenía del rey, o si era oficial e gelo tollieron, o si a alguno fizo falsedat e sospecharon dél, o cayó en alguna culpa, o si sus iguales fueron probados por buenos et hobieron mijoría dél en dinidat e en honra, o si es de mala fe en su ley, o si ha esperanza de haber algún pro a daño de sus señores, o si se teme ende, o si es contrario a los privados de los señores, a todos éstos non debe el rey meter su facienda en sus manos, nin fiar en ellos, nin sigurarse. Et Dimna es discreto et sabidor, e tanto fue despreciado et desdeñado a mi puerta, e olvidado; et seméjame que tenía mala voluntad, et esto fizo para engañarme e meterme en mal; et si, por aventura fallare aquel animal que brama, que es más fuerte que yo o de mayor poder, e éste le prometiere de su algo, será con él contra mí, et descubrir le ha mi vergüenza e mi cobardez”.

Et non cesó el león de fablar consigo mismo et de se maltraer, tanto que se levantó del lugar donde estaba, et arrufábase de mala manera. Et desque vino Dimna entró a él. Dijo el león: “¿Qué viste o qué feciste?” Dijo Dimna: “Vi un buey que fizo la voz que oíste”. Dijo el león: “¿Qué fuerza ha?” Dijo Dimna: “Non ha fuerza nin valentía, ca yo me allegué a él, et estude en par dél, así como está home con su igual, e non me pudo facer nada”. Dijo el león a Dimna: “Non te engañe eso, nin lo tengas por flaco por eso, ca el fuerte viento non quebranta las chicas pajas, mas desraiga los grandes árboles; otrosí las armadijas unas a otras non se prenden”. Dijo Dimna: “Non hayas miedo dél, nin lo tengas en corazón; et si quisieres, yo te lo traeré, que sea tu siervo e obediente”. Et cuando el león oyó esto alegróse e dijo: “Sabe que me place dello, e vete”. Et fuese Dimna a Senceba, et díjole atrevídaniente e sin miedo: “Mi señor el león me envía a ti que te lieve, et díjome que si tú fueses a él luego obediente, que te atreguaría del pecado que has fecho en osar entrar sin su mandado en su señorío et sin lo ir ver, et si tú te tardares et non quisieres, que me torne a él, et que gelo faga saber”. Dijo Senceba: “Si tú me fecieres homenaje por él, que non reciban mal nin daño, yo iré contigo”. Et él fízole el homenaje que le demandó, et desí fuéronse amos en uno, e entraron al león, et preguntó el león a Senceba buenamente, et díjole: “¿Cuándo llegaste a esta tierra et qué cosa te fizo acá venir? “Et él contóle toda su facienda. Et dijo el león: “Vive comigo, e facerte he honra”. Et el buey gradeciógelo mucho et homillósele. Desí el león aprivóle e allególe a sí, et tomó consejo dél, et metiólo en sus poridades e en sus cosas. Et duró así el buey un tiempo, et íbale todavía queriendo más et pagándose más dél, atanto que fue el más privado de su compaña, et el que más él amaba e preciaba. Et cuando vio Dimna que el león se apartaba con Senceba sin él e sin la otra compaña, pesóle et hubo ende grande envidia, et querellóse a su hermano Calilia, et díjole: “Hermano, ¿non te maravillas de mi mal seso et de mi locura, et de cómo pensé en pro del león, e trabajé en le traer el buey que me ha echado de mi dinidat?” Dijo Calila: “Pues acaeció a ti lo que acaesció al religioso”. Dijo Dimna: “¿Et cómo fue eso?”

El religioso robado

Dijo Calila: “Dicen que un religioso hubo de un rey unos paños muy nobles, et violos un ladrón et hubo envidia dellos, et guisó arte como gelos furtase; et entró al religioso, et díjole: “Quiérote facer compañía e aprender de ti”. Et el religioso otorgógelo, et fizo vida con él, e servióle bien atanto que se aseguró el religioso en él e fió dél, e puso su facienda en su mano. E el ladrón cató hora que el religioso fuese desviado, et tomó los paños, et fuese con ellos. Et cuando el religioso falló los paños menos, luego supo que aquél gelos furtara, et fuese en busca dél.

La vulpeja aplastada por dos cabrones

Et yendo para una cibdat a que decían Mayat, falló en el camino dos cabrones monteses peleando et empujándose con los cuernos, et salióles mucha sangre, et vino una gulpeja et comenzó de lamer aquella sangre entre ellos, et estando ella lamiendo la sangre, cogiéronla amos los cabrones en medio e matáronla; et esto a ojo del religioso.

La alcahueta y el amante

Desí fuese para la cibdat a buscar al home, et posó con una muger mala, alcahueta; et la muger había una manceba que se había enamorado de un home, et non quería a otro ninguno, et en esto facía daño a su ama, porque perdía la soldada que le daba, por aquel home; e trabajóse de matarlo aquella noche que hospedaba al religioso, et dio a beber a la manceba e al home tanto de vino puro, fasta que se embeodaron et se dormieron. Entonce tomó ella vegambre que había puesto en una caña por lo echar al home por las narices, e puso la boca en la cana por soplar. Et por facer ella esto, dio un estornudo ante que huyase soplar, et cayó a ella la vegambre en la garganta, e cayó muerta; et todo esto a ojo del religioso.

El carpintero, el barbero y sus mujeres

Desí amaneció, et fuese el religioso a buscar el ladrón a otro lugar, et hospedóle un home bueno carpentero, et dijo a su muger: “Honra a este home bueno, et piensa bien dél, ca me llamaron unos mis amigos a beber, et non me tornaré si non bien tarde”. “Et esta muger había un amigo, et era alcahueta entre ellos una muger de un su vecino; et mandóle que fuese a su amigo et que le feciese saber que su marido era convidado, e que non tornaría si non beudo e a grant noche. Et vino el amigo et asentóse a la puerta atendiendo mandado. Et en esto vino el carpintero su marido della, de aquel lugar do fuera, e vio el amigo de su muger a la puerta, et habíalo ante sospechado. Et ensañóse contra su muger, e entró a ella e firióla muy mal, e atóla a un pilar del palacio. Pues quél fue adormido e dormieron todos, tornó a ella la muger del alhageme, e díjole: “Mucho he estado a la puerta. ¿Qué me mandas?” Dijo la muger del carpintero. “Tú vees cómo estó, e si tú quisieres, facer me has bien, e desatar me has, e atarté yo en mi lugar un poco. Et ir me he para él, e tornarme he luego para ti”.

“E fízolo así la muger del alhageme, e desatóla, e atóse a sí mesma en su lugar. E despertó el carpentero ante que tornase su muger e llamóla muchas veces por su nombre e la muger del alhageme non le respondió por miedo que non conosciese su voz. Desí llamóla muchas veces, e non le respondió. Et ensañóse e levantóse con un cuchillo en la mano, e cortóle las narices, e díjole: “Toma tus narices e preséntalas a tu amigo”. Et pues que fue tornada la muger del carpentero, e vio a su compañera de aquella guisa, desatóla e atóse en su lugar. Et tomó la muger del alhageme sus narices e fuese, veyendo esto el religioso.

“Et pensó la muger del carpintero de aquello en que era caída, e de que era sospechada, e alzó su voz, e dijo: “¡Ay Dios, Señor; ya vees mi flaqueza, et mi poco poder, et cuanto mal me ha fecho mi marido a tuerto, seyendo yo sin culpa. A ti ruego e pido por merced que si yo só sin culpa, e salva de lo que me apone mi marido, que tú tornes mis narices sanas así como ante eran, e demuestra y tu miraglo”. Desí llamó a su marido e dijo: “Levántate, traidor, falso, e verás el miraglo de Dios en tornarme mis narices sanas así como ante eran”. Et el marido dubdó, e díjole: “¿Qué esto que dices, fechicera mala?” E levantóse e encendió lumbre, e fuela a ver. Et cuando le vio sus narices sanas, pidióle pardón, e repentióse, e escusósele de su pecado.

“Et pues que llegó la muger del alhageme a su casa, pensó en arte por do saliese de aquello en que era caída. Et cuando era cerca del día pensando e diciendo en su corazón: “¿Cómo escusaré a mi marido e a mis parientes, de mis narices cortas?” Et en esto despertó su marido, et dijo a la muger: “Dame mi ferramienta toda, ca me quiero ir de mañana a un noble homne”. Et ella non le dio si non la navaja. E él díjole: “Dame mi ferramienta toda”. E dióle de cabo la navaja. E él ensañóse, e echóla en pos de ella a lóbregas. E dejóse ella caer en tierra, e dio grandes voces, e dijo: “¡Ay mi nariz, mi nariz!” Vinieron sus parientes, e prisieron al marido, e leváronlo al alcalld, e mandó el alcalld justiciarlo. Et en levándolo a justiciar encontrólos el religioso, e llegóse al alcalld, et dijo: “Sofridvos un poco por amor de Dios e decir vos he todo lo que contesció. Sabed quel ladrón non furtó a mí los paños, nin la gulpeja non la mataron los cabrones, nin el alcahueta non la mató la vedegambre, nin la muger del alhageme non le tajó su marido las narices, mas nos mismos le fecimos”. Rogóle el alcalld que gelo departiese todo como era, e díjole toda la hestoria fasta en cabo”.

Dijo Dimna: “Entendido he lo que dejiste, e semeja a mi facienda, e por buena fe non me mata a mí si non yo mesmo; empero, ¿qué faré agora?” Dijo Calila: “Dime tú: ¿qué es el tu consejo?” A esto dijo Dimna: “Dígote de mí, que yo non quiero demandar mayor honra de la que había, nin mayor lugar del que tenía; mas quiero buscar arte para tornar en mi dignidat. Ca tres cosas son en que debe homne parar mientes: en el daño e en el pro, en el tiempo que es pasado, por tal que se guarde de haber daño e pugnar de obrar el pro; et catar otrosí las cosas en el tiempo en que está, por atener a las que le placen, e fuir de las que se despaga. Otrosí en el tiempo que es por venir debe parar mientes, por esperar la pro, e fuir el daño e el mal. Et yo, parando mientes en mi facienda, non fallé cosa que mejor me sea que guisar como pierda la vida Senceba, et que si yo lo pudiere guisar, que cobre mi estado en que era con el rey. E quizá será esto bien para el león, ca este sobejano amor quél ha con Senceba, es cosa que le está mal, e que le traban en ella mucho, et ha le de ser despreciado”.

Dijo Calila: “Yo non veo que por Senceba venga al león pro nin daño”. Dijo Dimna: “Acaesce al rey por razón de la mala andancia perder los leales vasallos e los buenos defensores; et acaesce por razón de la guerra, contienda e discordia entre los homnes; et acaesce por razón del vicio amar las mugeres, e las fablas, e beber, e cazar, et tales cosas; e acaescel por razón de la crueldad denostar et ferir sin mesura; et acaescel por razón del tiempo sequedat, e mortandat, e pestilencia, e perderse los frutos; et acaescel por razón de la sandez usar braveza en lugar de mansedumbre e mansedumbre en lugar de braveza; e el león es muy ayuntado a Senceba atanto que lo face su egual”. Dijo Calila: “¿Cómo puedes tú matar a Senceba, e es más valiente que tú, e más fuerte, e ha más mando, e ha más vasallos e más amigos?” Dijo Dimna: “Non cates a eso, ca todas las cosas non se facen por fuerza, et algunt flaco llegó con su faldrimiento, e con sus artes, e con su enseñamiento, a lo que non pueden facer muchos fuertes e muchos valientes. ¿Non te dijeron de cómo mató un cuervo a una culebra con su arte e con su ensañamiento e con su suavidat?” Dijo Calila. “¿E cómo fue eso?”

El cuervo y la culebra

Dijo Dimna: “Dicen que un cuervo había su nido en un árbol en el monte, et había cerca dél una cueva de una culebra. Et cada que sacaba los pollos comíagelos la culebra. Et después que gelo hubo fecho muchas de veces, hubo el cuervo muy grant cuita, e querellóse a un su amigo de los lobos cervales, et dijo: “Quiero ir a la culebra e picarle he los ojos, e por ventura quebrantárgelos he; e si tú melo consejares, habré esperanza de folgar”. Díjole su amigo: “¡Ay qué mala arte es esa que tú cuidas facer! Trabájate de ál, porque hayas lo que quieres, e que non faga ella mal. Et guárdate que non seas tal como la garza que quiso matar al cangrejo e mató a sí se”. Dijo el cuervo: “¿Cómo fue eso?”

La garra, las truchas y el cangrejo

“Dijo el lobo cerval: “Dicen que era una garza, e había fecho su nido en una ribera muy viciosa, do había muchas truchas. E envejeció e non podía pescar, e hubo fambre, e trabajóse de engañar aquellas truchas e aquel pescado, e demostró muy grant tristeza e cuidado. E viola un cangrejo de a lueñe. Vínose para ella, et díjole: “¿Qué has que estás triste e cuidosa?” Dijo ella: “Más mal que bien solía vevir de las truchas, e acaesció hoy que vi dos pescadores venir a este nuestro lugar, et dijo el uno al otro: “¿Por qué non echamos alguna vez la red aquestas truchas que son en aqueste lugar?” Dijo el otro: “Más vayamos a un lugar que yo sé, do hay muchas truchas, e comencemos y, e desí vengamos acá e abarrer las hemos”. E yo sé que si ellos hobiesen ya acabado de pescar aquellas a que fueron, que ya tornados serían; e non fincaría aquí ninguna que las non pesquen, e en esto es mi muerte, e mi desfallecimiento”.

“Et fuese el cangrejo a todas las truchas e pescados, e fízogelo saber. E viniéronse todas para ella, e dijéronle: “Venimos nos; para ti que nos consejes, ca el homne entendido non deja de consejar con su enemigo seyendo de buen consejo en las cosas que se puede del ayudar. Et en vevir nos, has tú pro; e bien puedes conséjarnos”. Díjoles: “Nos non le podemos contrastar; mas yo sé un lugar de un piélago muy grande, do ha mucha agua e mucho bien. Et, si vos quisierdes, vayamos nos allá, ca en esto vos yace pro e salud”. Dijeron ellas: ¿E quién nos fará este bien si non tú?” Dijo ella: “Facerlo he a honra de vos”. Comenzó a levar dellas dos a dos cada día, e levábalas a una ribera e comíalas. E vínose a ella el cangrejo e díjole: “Yo miedo he en este lugar, e si tú me levares farias bien”. Llevólo fasta que llegó al lugar do las comía, et vido el cangrejo las espinas de las truchas ayuntadas. Entendió que ella las comía e que otro tal quería facer a él, et dijo en su corazón: “Cuando el homne se falla con su enemigo en los lugares do sabe que lo matará, debe lidiar con él por honra o por guarda de sí, quél pueda vencer o non; e non sele homille nin sele meta en poder”. Et trabó con sus tenazas al cuello de la garza, e apretóla tanto que la mató. Desí tornóse el cangrejo a las truchas, et díjoles las nuevas de la garza e de las truchas que llevaba cada día e las comía, e que la había muerta; et moraron se en su lugar”.

“Et yo non te di este ejemplo si non por que sepas que algunas artes son que matan al que las face; mas vete volando por el aire e busca algunas sartas, et pues que las vieres, rebátalas a ojos de los homnes. Desí vuela con ellas, e non traspongas de la vista, ca te seguirán. Et cuando llegares a la cueva de la culebra, échagelas de suso, e los homnes tomarlas han, et matarán a la culebra”. Et fizo el cuervo lo que le aconsejó el lobo cerval, e tomó las sartas, echólas a la puerta de la culebra que dormía, viéndolo los homnes. Et pues que hobieron tomado las sartas e vieron la culebra, matáronla, e folgó el cuervo della”.

Dijo Dimna a Calila: “Et non te di este ejemplo si non por que sepas que las artes facen por ventura algunas cosas que la fuerza non puede facer”.

Dijo Calila: “Si Senceba, como es fuerte e valiente, non fuese de buen seso, sería así; mas aun de más de la valentía que te dije que ha en sí, es muy bueno e sabio e de buen consejo”. Dijo Dimna: “Verdaderamente tal es Senceba como tú dices; empero es engañado en mí e fía por mí, et por esto lo puedo yo engañar e aterrar sin falla, así como fizo la liebre al león”. Dijo Calila: “¿E cómo fue eso?”

La liebre y el león

Dijo Dimna: “Dicen que un león estaba en una tierra viciosa, do había muchas bestias salvajes, e agua, e pasto. Et las bestias que estaban en esa tierra estaban muy viciosas fueras por el miedo que habían del león. Et ayuntáronse todas las bestias, e tomaron consejo. Et viniéronse para el león, e dijéronle así: “Tú non puedes comer de nos lo que tú quieres, a menos de lazrar; et nos vimos un consejo que es bueno para ti e folganza para nos de la laceria en que estamos, si tú nos quieres segurar de tu miedo”. Dijo el león: “¿Qué es ese consejo?” Dijeron las bestias: “Faremos contigo pleito, que te demos cada día una bestia de nos, que comas sin laceria e sin trabajo, et que nos asegures que, non te hayamos miedo de noche nin de día”. Et plogo al león desto, e asegurólas e fizo les pleito.

“Et acaesció un día a una liebre que la levasen al león. Et queriendo la levar, dijo a las otras: “Si me quisiéredes escuchar, decir vos he cosa que vos non sería daño e vos será pro. Cuidar vos hía sacar desta premia deste león e estorcería yo de muerte”. Et dijéronle: “¿Qué es lo que quieres que fagamos?” Dijo la liebre: “Mandad a quien me levare para él, que me lleve muy paso e que non me lieve apriesa, e que tarde tanto fasta que pase la hora del comer del león”. Et ficiéronlo así. Et cuando fueron cerca del león fue la liebre señera muy paso, et el león estaba sollón e muy sañudo; e levantóse e comenzó de andar e de catar a diestro e a siniestro, fasta que vido la liebre venir. Et díjole:¿Dónde venís e do son las bestias, et por qué me mintieron el pleito que habían comigo puesto?”

“Et dijo la liebre: “Non mande Dios, señor; yo só mandadero de las bestias para vos, et traía vos una liebre que vos enviaban que yantásedes. Et ya que venía cerca falló me un león e tomómela, et dijo: “Mayor derecho he yo de comer esta liebre que el otro a quien la levades”. Et díjele yo: “Mal facedes, que este conducho es del león, que es rey de las bestias, que gelo envían para yantar; pues consejo vos que non me lo tomedes nin fagades ensañar al león; si non habredes ende mal”. Et él non lo dejó de tomar por eso, e denostó vos cuanto pudo, e dijo que quería lidiar convusco, maguer sodes rey. Et cuando yo vi esto, vine para vos cuanto pude por vos lo querellar”. Et el león cuando lo oyó asañóse, e dijo a la liebre: “Ve comigo e muéstrame ese león que dices”. “Et la liebre fuese a un pozo en que había muy clara agua et era muy fondo que podría bien cobrir al león. Et díjole: “Este es el lugar que vos dije, mas tomadme so vuestro sobaco, e mostrar vos lo he”. E fízolo así. Et él cató al fondo del pozo, e vio su sombra e la de la liebre en el agua. Et puso la liebre en tierra e saltó en el pozo por lidiar con el león, non dubdando quél era el león, e afogóse en el pozo. Et tornóse la liebre, e estorcieron las bestias del miedo en que eran, e fincaron seguras por siempre”.

Dijo Calila: “Si tú pudieres matar a Senceba sin daño del león, fazlo; ca la su privanza nos ha fecho mal a nos e a los otros vasallos. E si lo non pudieres matar si non quebrantando la fe del león, non lo fagas; ca sería traición de nos e de ti, e deslealtad e maldad”. Desí dejóse Dimna de entrar al león unos días; e después vínose para él, estando en su cabo, e entró triste e marrido. Dijo el león: “¿Qué te tovo desque te non vi; acaescióte al si bien non?” Dije Dimna: “Dios vos dé vida, señor; acaesció cosa que non querríades vos nin nos”. Dijo el león: “¿E qué fué?” Dijo Dimna: “Razón es que se ha de decir aparte”. Dijo el león: “Pues este lugar es apartado e retirado, decirme has lo que sepas”. Dijo Dimna: “Todo dicho que se recela dél el que lo oye e atrévese a él el decidor es grant locura, si non es seguro de su seso de aquel a quien lo dice; ca si fuere sesudo sofrir lo ha e honrar lo ha por ello, ca la pro suya es, et el decidor non ha y pro ninguna, e a las veces viene dello daño. Et vos, rey, señor, sedes de grant seso e de buen consejo, et yo vos diré cosa que vos pesará. Et fío por vuestro saber en vos yo consejar e vos amar maguer me dice mi alma que non me creeredes. Mas cuando yo me remiembre que las nuestras almas de todas las bestias son colgadas de la vuestra, non puede ser que non faga lo que debo, maguer non me lo preguntedes et maguer me yo tema que non me lo creades. Ca dicen que el que non desengaña al rey de su daño, e el que encubre a los físicos su enfermedat e a los amigos su facienda, a sí mismo engaña”.

Dijo el león: “¿Qué es eso?” Dijo Dimna: “Díjome el fiel verdadero que Senceba se apartó con los cabdillos de tus vasallos, e que les dijo: “Yo he estado en compañía del león, e probé su consejo e su valentía, e vi que era flaco, et ya hobimos entre él e yo palabras”. Et pues que esto me dijeron, entendí que era traidor e falso; ca lo honraste tú, e lo privaste, e lo feciste tu egual. E si a ti tollere de tu lugar, a él darán el reinado; onde non debes dejar esto; ca dicen que cuando el rey sabe que algunos de sus pueblos se quieren facer sus iguales en consejo, e en dignidat, e haber compaña, mátelos, o sin non, ellos matarán a él.

“Et yo tengo por bien que guises de escarmentar éste ante que se apodere, e non lo detardes, ca después non podrás acorrer nin podríes vedar lo que es ende ya fecho. E dicen que los homnes son de tres guisas: el uno es enviso, e el otro es delibre, e el otro es perezoso. E el delibre es aquel que si le acaesce alguna tribulación non desmaya, nin pierde el corazón, mas entremétese en arte e seso e buen engeño con que espere de salir e de estorcer de aquello en que es caído; et el enviso es mejor, e de mejor consejo que se apercibe de las cosas ante que le acaescan, e escoge dellas lo que debe con buen consejo, e quebranta la malicia ante que le venga, e taja el miedo ante que él acaesca; et el perezoso es aquel que es tardinero en su fazienda, que siempre está en seguranzas mintrosas fasta que le acaesce la tribulación e peresce. Et el ejemplo déste es tal como de las tres truchas”. Dijo el león: “E ¿cómo fue eso?”

Las tres truchas

Dijo Dimna: “Dicen que había en un piélago tres truchas, e la una había nombre Anvisa, e la otra Delibre, e la otra Perezosa, et vevían en un piélago muy apartado que ninguno non lo sabía.

“Et acaesció que pasaron por allí un día dos pescadores, e aplazaron de tornar a ellas e echar allí sus redes, et ellas viéronlos. El anvisa cuando los vio, sospechólos, et hóboles grant miedo, e trabajóse de usar de su envisidat, e sallóse luego del lugar por do entraba el agua al piélago. E la delibre estúdose en su lugar fasta que se ellos tornaron. Et cuando vio que eran tornados, e que habían cercado la entrada del piélago, entendió lo que querían facer. Et dijo en su corazón. “Non fiz lo que debía. Esta es la cima del que non faz lo que debe. ¿Cómo me delibraré agora estando desta guisa? Et pocas veces estuerce por arte el que está en peligro de muerte; empero el entendido non se desespere en ninguna guisa, nin deje de facer su seso e trabajarse en estorcer”. Et fízose muerta, e comenzó de nadar sobre el agua el papo arriba, e ellos tomáranla en cuenta de muerta, e pusiéronla entierra non muy lueñe del agua, e ella saltó, e metióse y, e estorció dellos. Et la perezosa non quedó de ir delante e atrás fasta que la pescaron. Et yo, señor, dóte por consejo de ser anviso”. Dijo el león: “Entendido he lo que dejiste, mas non cuido que Senceba me buscase mal, conosciéndome por leal, e faciéndole yo bien, et honrándolo”. Dijo Dimna: “Non gelo fará facer si non el grant bien que le tú feciste, e por que non dejaste bien que le non ficieses, ni grant dignidat a que le non pujases, así que le non fincó cosa a que ya puje, nin que espere haber, si non tu lugar. Ca el homne vil, desconocido, siempre es leal e provechoso, fasta que le alcen a la medida que non meresce; et cuando esto ha fecho, busca más alto lugar con engaño e con falsedat. Ca el homne falso, vil, non sirve al rey, nin le es leal siervo si non por miedo que ha dél o por que lo ha menester. Et pues que es ya enriquecido e seguro, torna a su raíz o a su sustancia; así como la cola del can, que mientra que está atado tienela derecha e cuando lo desatan tórnase como era, corva tuerta. Et sepas, señor, que el que non cree a sus leales vasallos, e ficiese más de lo que ellos tienen por bien, non llegará a cima de su consejo, et será tal como el enfermo que deja lo que le dice el físico, e toma lo que ha sabor. “Et el privado del rey debe consejarle, lo más lealmente que pudiere, lo que le estará bien, e lo que fará pro, e débele redrar su mal; ca el mejor de los amigos es el que más lealmente conseja a su amigo, et el mejor de los fechos es aquel que ha mejor cima, et la mejor de las mugeres es la que es avenida con su marido, e la mejor fama es la que se dice por boca de los buenos, et el más noble rey es aquel que non es rabinoso nin acedado, et el mejor de los ricos es el que non es siervo de la cobdicia, et el mejor compañero es aquel que non contradice, et la mejor de las costumbres es aquella que más ayuda a temer a Dios. Et dicen que si algunt homne ficiese cama de las víboras, por mayor folgura lo habería que non temerse del enemigo que amanesce e anochesce con él. Et el más perezoso rey es aquel que se da a vagares cuando le viene la cuita; et el que más semeja al elefante joven es aquel que non torna cabeza por ninguna cosa que haya de pesar, nin la tiene en nada e se deja de facer su pro, e echa la culpa a su privado”.

Dijo el león: “Broznamente me has fablado, et esto debe ser sofrido al leal consejero. Et si Senceba fuese mi enemigo como tú dices, non me podría mal facer; e ¿cómo lo podría facer? Ca él come yerba e yo como carne, et él es mi comer e yo non só suyo. Et non me semeja qué daño nin pesar me venga dél, nin fallo carrera a facerle traición después que le he atreguado e honrado, e he dél dicho muy grant bien a los mayorales de mi corte. Et si esto yo mudare será grant vergüenza e grand torpedad de mí et faría grant traición”. Dijo Dimna: “Non seas engañado en decir mi comer es; ca Senceba, si te non pudiere facer traición e mal por sí, guisaría de te lo facer por otri. Et dicen: “Si posare contigo algunt huésped una hora del día, e tú non conoscieres sus costumbres, non te segures dél; et guárdate, non te venga por él lo que avino al piojo por hospedar a la pulga”. Dijo el león: “¿Cómo fue eso?”

El piojo y la pulga

Dijo Dimna: “Dicen que un piojo estaba muy vicioso en un lecho de un rico homne, et había de su sangre cada día cuanta quería, et andaba sobre él muy suavemente, que lo non sentía él. Desí fue así fasta que le demandó una pulga una noche hospedadgo, e él hospedóla, et díjole: “Albergad comigo esta noche en sabrosa sangre e mollido lecho”. Et la pulga fizo lo así, e albergóse con él. Et en echándose el homne en su lecho mordióle la pulga muy mal, et él sentiólo e levantóse del lecho e mandó sacodir su sábana, e catar si había alguna cosa; e saltó la pulga, e estorció a una parte, et fallaron al piojo mal andante, e tomáronlo e matáronlo.

Et yo non te di este ejemplo si non por que sepas e entiendas que el mal homne siempre está aparejado para facer mal, así como el alacrán que siempre está aparejado para ferir. Et si non temas de Senceba, témete de sus vasallos, que ha fecho atrevidos contra ti, e te ha homiciado contra ellos. Empero bien yo sé quél non lidiará contigo, mas facer lo ha por otros”.

Et al león cayóle esta palabra en el corazón, et dijo a Dimna: “¿Pues qué tienes por bien que faga?” Dijo Dimna: “El que ha el diente podrido, que le face doler, nunca fuelga fasta que lo saca; et la vianda mala que face fastidio, non fuelga el homne della fasta que la eche; et el enemigo cuyo daño es temido, non ha otra melecina si non en lo matar”. Dijo el león: “Mucho me has fecho aborrecer la privanza de Senceba, et yo enviar le he decir lo que tengo en el corazón, e mandarle he que se vaya do quisiere; ca non lo quiero matar por guisa del mundo, después que le di seguranza e juré que le non faría mal”. Et a Dimna pesóle desto et sopo que si el león fablase con Senceba, e oyese su respuesta e su escusanza, que lo non culparía e que lo creería, e que entendería que Dimna le mentiera, et que se non podría encobrir este fecho.

Dijo Dimna: “En enviar tú al buey mandado a decirle en qué pecó, non lo tengo, señor, por consejo; ca si él entendiere que esto tienes a corazón, témome que lidiará contigo, o que te contrastará, o guisará como estuerza de ti. Et si lidiare contigo, lidiará muy apercebido, e si se partiere partir se ha a su mejoría, e tú fincarás escarnido. Et el apercebido de los reyes non debe decir la justicia que debe facer del homne culpado, e cada culpa ha su justicia; a la culpa de poridad facer justicia de poridad, et a la que es fecha concejeramente, debe facer la justicia concejeramente”. Dijo el león: “El rey, cuando justicia a alguno o lo deshonra por cosas que sospecha dél de que non es bien cierto, desí falla que non es así como lo dijeron, así mesmo lo faz. Et yo non só bien cierto del pecado de Senceba, nin sé ende si non lo que tú me dejiste”. Dijo Dimna: “Pues que así tienes por bien, non entre Senceba si non seyendo tú apercebido, nin busque sazón en que te engañe. Et yo tengo que si tú lo hobieses visto, entenderías e sabrías que grant cosa cuida cometer; e algunas de las señales desto son éstas: que verás temblar sus miembros, e catando a diestro e a siniestro, e endereszando sus cuernos así como que cuida pujar”. Dijo el león: “Yo tomaré tu consejo, et si yo viere en él lo que tú dices, non dubdaré en ello”. Et pues que hubo Dimna acabado de decir al león lo que le dijo, e le metió en el corazón lo que quiso, pensó de irse para Senceba, por enrisarlo contra el león. Et quiso que fuese la ida por mandado del león, porque si por ventura el león sopiese como él hobiese fablado con Senceba, que non sospechase, en manera que se non descobriese la grande enemiga que él guisaba. Et dijo así: “Señor, ten por bien que yo vaya a Senceba por ver cómo está, et oír lo que dice, et por aventura sabré algo de su facienda, et de lo que ha en corazón, et facértelo he saber, por que seas apercebido”. Dijo el león: “Bien es; vete e fazlo”. Et el falso fuese et cuando llegó a la posada del buey, recibióle muy bien. Et dijo Dimna: “¿Cuándo fue nunca bien a aquel que su talente non manda, et su facienda es en mano ajena et en poder de otro, por quien non debe confiar, e de que siempre se teme, atanto que una hora sola nos es home seguro dél?” Dijo Senceba: “¿Qué es eso, amigo?” Dijo Dimna: “Acaesció lo que había de ser; ¿et quién es aquel que puede contrastar a lo que ha en aventura, o quién es aquel que sube en gran lugar o en gran dinidat, que fuese seguro que malamente non lo matasen, o quién aseguró su saber que non pereciese, o quién pidió a los viles algo que sin ello non tornase, o quién fizo compañía con los malos que bien escapase, o quién sirvió bien al rey que su bien facer le durase? Et qué grand verdat escribió el que dijo: “Tales son los reyes en tener lealtad a sus vasallos como la mala mujer, que desque se parte homne della e le viene otro, olvida el primero; e nunca quien sirviese al rey que su estado le durase”. Et dijo Senceba: “Yo te oyo decir tales palabras, que tengo que algunas cosas malas entendiste del león”. Dijo Dimna: “Así es, empero non es por mí; e tú sabes que verdad te debo decir, e qué fe e qué amor ha entre nos, e qué promisión te fiz cuando me envió el león a ti. Et yo non puedo estar que te non guarde, e que lealmente non te conseje, e que te non descubra lo que sope de las cosas, porque temo que morrás”. Dijo Senceba: “¿E qué es eso?”

Dijo Dimna: “Denuncióme el mandadero fiel e verdadero quel león dijo a algunos de su compaña: “Mucho só pagado de la grandez de Senceba e cobdíciolo mucho comer e partir con vosotros”. E pues que esto me dijeron, entendí que era que es desconocido e traidor, e víneme para ti por te lo facer saber, e complir el derecho que debo, et que guises tu facienda por tu vagar. Et pues que hubo Senceba esto oído, e se nembró del homenaje quel fiziera en su facienda del león, e cuidó que le había dicho verdat e que le consejara lealmente, entristeció, e dijo a Dimna: “Non me debe el león facer traición, non le habiendo yo nunca errado a él nin a ninguno de sus vasallos, mas bien cuido que alguno me ha mezclado con él a tuerto e le han metido en mi facienda; ca se acompañan con él muchos malos de que yo probé cosas que él cree más El ánade y la lunaque lo que le dijeron otros. Ca la compaña de los malos face al homne dubdar en los buenos; et él, escogiendo por buenos a los malos, face ser sospechados a los leales consejeros, e fácelo su mal recabdo errar, segunt erró el ánade que vio en el agua la luz de una estrella, e cuidó que era trucha, e entremetióse de la pescar, et cuando vio que non era nada, dejóla; e otro día vio un pece en el agua, e cuidó que era como de ante viera, e dejóse de la buscar.

“Et si al león dijeron de mí alguna mentira e él lo tovo por verdat, e creó lo que le dijeron de mí, es con guisa; e si non le acaesció por ende mal, e me quiere matar sin culpa, desto me maravillo. E maravíllome más en yo querer haber su gracia e ser a su placer, e él non lo querer. Et maravíllome otrosí de le yo querer obedecer, e estorbarme siempre de lo non contrallar, le ensañarse él e ayrarse contra mí. Et cuando la mezcla es por algunt achaque o por alguna razón, ha el homne esperanza de perdón. E yo estó pensando e non sé qué culpa fuese de mí al león, nin pequeña nin grande. Et por buena fe non sabe el homne qué vida faga con otro de, quien se haya de guardar en todas cosas, así que non fallesca en alguna cosa. Mas el homne de buen seso e leal, piensa e cata cuamaño es el yerro, querer sea a sabiendas querer non, et si le estará mal o si le fará daño perdonándolo, e non le comprender luego por el pecado que falla carrera de lo perdonar e de lo presciar. Onde si yo yago en alguna culpa al león a sabiendas, non sé por ventura si es por que fue contra él en algunas cosas de su consejo por guarda dél e por le ser leal, ca por ventura dirá home non, cuando querría el señor dijese home sí; et dirá home sí, cuando querría que dijese non; e non me siento en esto vencido, ca non lo facía yo esto si non por su pro e a buena estancia dél, e non gelo decía yo concejeramente delante sus caballeros nin delante sus privados, mas apartábame con él así como quien lo mete en culpa et lo sosiega e lo amansa.

“E si cualquier de los vasallos al señor, o de los físicos al enfermo, o de los teólogos de la ley al que se conseja con ellos, si consienten a sus sabores et non les dicen la verdat de lo que les podría venir, non lo aciertan bien et métense a gran carga. Et si esto non es por alguna de las beodeces de los reyes, non sé por qué sea, ca una de las sandeces de los reyes es ésta: recebir en su gracia al que non lo merece, et airarse contra el que meresce gracia sin razón manifiesta. E por ende dicen que a peligro se mete el que mucho entra en la mar, et mayor, el que ha afacimiento con el rey; ca maguer que lo sirva bien e leal e derechamente e con amor, en logar le da salto que nunca más alza cabeza, e con todo esto está a peligro de muerte maguer que lo honre. E por aventura por la verdat que yo debo al león e porque le sirvo lealmente me han algunos vuelto con él, e esto lo trae a quererme matar; ca muchas veces acaesce que el buen árbol tanto carga de su buen fruto que se pierde con ello; et el pavón que es la cola lo mejor que ha en él, pesgale alguna cosa tanto que cuando lo buscan tómanlo más aína; et el buen caballo por ventura tanto lo cabalgan e lo afruentan, porque es fuerte, fasta que se quebranta e revienta. Et el homne de noble corazón, por ventura tanto pasan contra él los malos con su envidia, fasta que lo matan, et su bondat es causa por que perezca; ca los malos son más que los buenos en cada lugar. Et pues que lo quieren mal e se facen contra él, con guisa es que lo maten; et si por esto non es, puede ser por la ventura de que se ninguno non puede amparar. Ca ella tuelle al león su fuerza fasta que lo toman e lo meten en el arca, et ella face al homne flaco cabalgar sobre el elefante, e apodera al encantador sobre las víboras así que les saca los dientes e juega con ellas,,et trae a homne entendido fasta la muerte, et ella face al sabio mal andante, e alegra al cobdicioso, e festina al tardinero, et face al muy escaso rico e abondado, et empobrece al rico, et esfuerza al cobarde e encobarda al esforzado, et face otra tales cosas que corren con las aventuras todavía por su sazón en que fue aventurado”.

Dijo Dimna: “Lo que te el león tiene en corazón de facer non es por ninguna cosa de cuantas dejiste, mas es por su traición e por su falsedat; ca es falso e engañoso, e es dulce al comienzo e en la fin amargo e tósigo mortal”. Dijo Senceba: “Bien dices verdad, e por buena fe yo hube gostado la dulzor, e hube sabor della, e veo que soy llegado a la amargor en que yace la muerte, et por la tribulación que había en parte de haber. Ca ¿quién me metió en compañía con el león, él comedor de carne e yo comedor de yerba, si non entremetiéndome yo con cobdicia e con gula? Ca éstas me echaron en esta tribulación. Et só en esto como la abeja que se asienta en la flor del nenúfar e págase della, e olvida la hora en que se debe volar, e cierra sobre ella la flor, e muere, ca se abre cuando nasce el sol, e se cierra cuando se pone. Et el que non se paga en este mundo con lo que le abonda, e tiene todavía ojo a las cosas sobejanas, e non se teme que cima fará, es tal como la mosca que non se tiene por pagada de los árboles e de las flores fasta que va buscar el agua que corre del oreja del elefante, e él fiérela e mátala.

“Et quien ofrece su lealtad et su femencia a quien gelo non gradesce, es tal como el que siembra su simiente en los gamonales e en los tremedales, et como el que da consejo al que se tiene por de acabado consejo, o como el que predica al sordo, que ge non oirá”. Dijo Dimna: “Déjate desto e guisa cómo estuerzas”. Dijo Senceba: “¿Qué cosa faré si el león me quisiere matar? Ca yo bien conosco al león e a sus costumbres, e entiendo muy bien que non, se camiaría contra mí si non por malos consejeros que me buscaron mal con él. Et sé que si me quisiere matar que lo puede facer maguer él fuese fuerte et ellos flacos, así como ficieron el león e el cuervo e el lobo cerval al camello, cuando lo engañaron e se ayuntaron contra él”. Dijo Dimna: “¿Cómo fue eso?”

De lo que pasó al camello con el león y sus compañeros Dijo Senceba: “Dicen que un león, estaba en un valle, cerca del camino, et había tres vasallos: el lobo, e el abnue, e el cuervo. Et pasaron por y unos mercadores, e dejaron y un camello, e el camello entró al valle fasta que llegó al león. Dijo el león: “¿Quién te metió aquí?” Dijo el camello su facienda. Dijo el león: “¿Pues qué quieres?” Dijo el camello: “Lo que tú mandares”. Dijo el león: “Si me quisieres servir e vevir comigo mucho me place, et dóte seguranza por mí e por mi compaña, que vivas muy vicioso e muy seguro”. Et vivió el camello con él un tiempo, fasta que acaesció que fue el león un día a cazar que comiese, e fallése con un elefante, e hubo con él grand lid, et llagólo el elefante con sus colmillos muy mal. Et tornóse el león su sangre corriendo e rastrando, fasta que llegó a su lugar, e cayó como muerto, que se non podía mover para cazar para él et para sus vasallos. Et ellos hobieron fambre; et entendiólos el león et díjoles: “Mucho, sodes lazdrados, e menester habedes de comer”. Dijeron ellos: “Non habemos cuidado de nos, veyéndote desta guisa estar, e querríamos nos buscar alguna cosa que te toviese pro, aunque nos hobiésemos un poco de lacerio”. Díjoles el león: “Non he dubda en vuestra lealtad, e en vuestro amor, e en vuestro buen consejo, e buen galardón hayades ende. Derramadvos aquí en derredor, e por ventura fallaredes alguna cosa, e venir melo hedes decir, e quizá haberé algo para mí e para vos”.

“E salieron ende e apartáronse y cerca, e aconsejáronse entre sí, e dijeron: “¿Qué pro habemos deste camello que come yerba, e que non es de nuestro talle, nin de nuestra natura, nin de nuestro seso? ¿Por qué non afeitamos al rey que lo coma, et pongamos gelo en rahez?” Dijo el lobo: “Non hay guisa por que se esto diga, por la seguridat e pleito homenaje que le fizo el león”. Dijo el cuervo: “Sed vos aquí, e dejad me con el león”. Et fuese e entró al león. Cuando lo vio el león díjole: “¿Qué has? ¿Sentistes algo?” Dijo el cuervo: “Non falla si non quien busca, nin vee si non quien ha ojos, nin piensa si non quien ha entendimiento; e nos perdido habemos esto con la fambre que habíamos, e la cuita que éramos. Mas habemos pensado una cosa, que si tu atorgares connusco, habremos algunt vito tú e nos”. Dijo el león: “¿E qué es?” Dijo: “Comamos este camello que anda entre nos delicioso sin pro, que nin es de nuestra natura nin de nuestro talle”.

E ensañóse el león et dijo: “¡Confóndate Dios, cómo eres de mal seso, e qué poca piadad has, e qué alongado eres de lealtad! Et tú non debes parar ante mí con tal dicho. ¿Non sabes tú que yo he atreguado al camello, e que le he afiado, e que non ha ninguno que faga algún limosna de alguna cosa, maguer muy grande sea, que mayor gualardón haya que dejar a vida algunt alma medrosa, et reposar la sangre que era de verter? Et yo atregüé al camello, e non faré traición nin aleve”. Dijo el cuervo: “Verdat es, señor; mas con un alma se redime una casa, et con una casa se redime un linaje, et con un linaje se redime una cibdat, et con una cibdat se redime un rey. Et veemos que estás en grant cuita, que eres rey, e yo te daré carrera como salgas del pleito e homenaje que feciste al camello sin rebto alguno; que yo faré al camello que te ruegue que lo comas por sí, e tú saldrás por muy leal, e haberás lo que quisieres tú et nos”. “Et el león calló, e el cuervo tornó para sus compañeros, e dijéronle: “¿Qué feciste?” E él díjoles lo que al león dijera, e qué respuesta le diera, e preguntóles cómo e en cuál guisa lo faría, que el león non entraría en la traición, nin la mandaría facer. Dijéronle: “Por tu artería cuidamos vevir”. Dijo: “Tengo por bien que nos ayuntemos nos et el camello, e fablemos de su estado del león, e de cómo está lazrado e cuidado, por mostrar que nos dolemos dél, et que habemos cobdicia de le facer alguna pro, por tal que non nos tenga por mal et por desconocimiento; et lleguemos nos a él, et gradescamos le su bien facer, et aun que lo habemos por muy bueno, e como vevimos en su sombra, e de como ha de menester que gelo agradescamos e que le seamos leales; e que si le pudiésemos traer alguna pro que non fincaría por nos, nin gelo callaríamos; e que si gelo non pudiéremos facer, que le ofrezcamos nuestras almas, et que nos le mostremos delante, e digan cada uno de nos: coma a mí el rey, e non muera de fambre. E cada que lo dijere alguno de nos, recúdale el otro con alguna razón tal, que sea escusación por que estuerza, et en esto faremos nuestro derecho”.

“Et ficieron lo así, e el camello otorgó con ellos. Et viniéronse para el león, e ayuntáronse antél; e comenzó el cuervo a fablar, e dijo: “Señor, tú eres lazrado e enflaquecido, e has menester algunt cobro por que te mantengamos. Et nos debemos te mantener con nos mismos, e ofrecernos te por el bien e por la merced que nos feciste, ca por ti vevimos nos, e por ti esperamos que vivan los que fincaren de nos, et los que vinieren de nos. Et si tú murieres a ninguno de nos non le ha pro después de ti en vevir. Et yo ofrézcote mi cuerpo, e cómeme e non mueras de fambre”. Recudieron el lobo e el abnue, e dijeron: “Calla, non te ha pro en te desamparar a muerte, e non habiendo el rey en ti fartura”. Dijo el lobo: “Mas coma a mí, e fartar se ha, e abondar le ha mi carne”. Dijeron el cuervo e el abnue: “Calla, astroso; ¿non oíste decir que el que se quiere matar que coma carne de lobo, e le tomará postema a la garganta, e morrá luego?” Dijo el abnue: “Mas coma a mí, e será mejor que a ti”. Et dijeron el lobo e el cuervo: “¿E cómo combrá a tí? Ca tú sabes que hueles muy mal, e has el vientre lijoso”. Et en esto cuidó el camello mezquino que cuando él dijese como dijeron los otros, que lo escusarían por que estorciese como ellos, e que sería pagado el león como se pagó dellos otros, et dijo: “En mí has fartura cuanto quieras, ca mi carne es muy buena e alba e sana, e el mi vientre es muy limpio, e non ha en mí tacha ninguna”. Et ellos todos dijeron: “Verdat dejiste, e feciste lealtad contra el león, e Dios te dé buen galardón por ello, ca fecho has lo que debías”. E saltaron en él todos, e matáronlo e comiéronlo. “Et yo non te di este ejemplo si non porque sé que si el león e sus compañeros acordaron en mi muerte, maguer contra su voluntad e contra su voluntad dél sea, que lo podrán facer e acabar lo que quisieren en mí. Et dicen que el que mejor rey es semeja al bueitre, que tiene en derredor de sí las bestias vivas e non cura dellas, e búscalas muertas, por que se paga dellas más que de otra cosa; ca los bueitres siempre se ayuntan a las bestias muertas. Et puesto quel león non me pensase mal, usando con él los malos consejeros, habíalos de escuchar e facer por ellos. Tú vees que el agua es más blanda que la piedra, e si mucho atura corres por ella, a poco tiempo face en ella rastro”.

Dijo Dimna: “¿Qué es lo que quieres facer?” Dijo Senceba: “Non me semeja qué he de facer, si non convidar al león a lit; ca nin el religioso por sus oraciones, nin el limosnero por sus limosnas, nin el que teme a Dios por su simpleza, non ha tanto galardón como aquel que se ampara si quiera una hora del día, manteniendo la verdat, e su enemigo mentira. Ca qui manifiestamente tiene la verdat, si lo matan vase a paraíso, e si él mata, vence e sale por bueno”. E dijo Dimna: “Non se debe ninguno meter a peligro, podiendo estorcer; ca si muere pierde su alma e peca, e si vence es ventura. Mas el homne de buen entendimiento pone la lid en fin de todas sus artes. Et dicen: “Non desprecies al enemigo flaco e deshonrado, e más si fuere artero; cuanto más el león, que es tan atrevido e tan fuerte como tú sabes”. Ca qui menosprecia facienda de su enemigo e lo tiene en nada, acaéscele lo que acaesció al mayordomo de la mar con la ave que decían tittuy”. Dijo Senceba: “¿Cómo fue eso?”

Los tittuy y el mayordomo

Dijo Dimna: “Dicen que una ave de las aves de la del mar mar, que le decían tittuy, estaba él e su fembra en una ribera de la mar; e cuando vino el tiempo del poner de sus huevos, fízolo saber la fembra al maslo, e díjole: “Busca un lugar apartado en que pongamos nuestros huevos”. Díjole el maslo: “Pon los aquí en este nuestro lugar, ca el agua e la yerba son cerca de nos, e es nos mejor que otro”. Díjole ella: “Piensa bien en esto que dices, ca a peligro estamos en este lugar. Si se la mar tendiere en este lugar, levar nos ha nuestros pollos”. Dijo el maslo: “Non cuido que se tienda la mar sobre nos, ca sé que se teme el mayordomo de la mar que gelo vedaríamos”. Díjole la fembra: “¡Cómo eres loco en esto! Non has vergüenza nin conosces el bien en amenazar aquel con quien non puedes; ca dicen que non es ninguna cosa que mayor daño faga a ninguno nin a sí mismo que el homne. Oye lo que te digo e fazlo”. Et él non se quiso otorgar en aquello a que lo ella convidaba. Cuando ella vido que la non quiso creer, dijo: “El que non quiere creer a su amigo cuando lo desengaña, acaescer le ha lo que acaesció al galápago”. Dijo el maslo: “¿Cómo fue eso?”

Los dos ánades y el galápago

“Dijo ella: “Dicen que en una fuente había dos ánades e un galápago, et eran amigos por la vecindat que era entre ellos. Desí vino el tiempo que les menguó el agua e secóse la fuente. Cuando esto vieron las ánades acordaron de mudar se de aquella fuente a otra do había mucha agua e a do serían viciosas. E vinieron para el galápago e despidieron se dél e dijéronle: “Queremos nos ir deste lugar, por que nos falleció el agua”. Dijo el galápago: “A vos non falleció el agua, que podedes ir donde quisierdes, mas a mí mezquino falleció, que non puedo ir convusco nin puedo guarecer sin agua. Ende vos ruego que catedes algunt consejo cómo me podades levar convusco”. Dijeron ellas: “Nos non le podemos facer si non nos ficieses tal convenencia que cuando te leváremos e te viere alguno e fablare, que non le respondas”. Dijo él: “Así lo faré. Pues ¿en cuál guisa podría ser que me levásedes?” Dijeron ellas: “Morderás tú en medio de un fuste, e travaremos nos de los cabos dél, et levarte hemos”. Así plogo desto al galápago, et leváronlo volando por el aire; et viéronlo los homnes e maravilláronse, e dijeron: “Ved qué maravilla: un galápago entre dos ánades que lo lievan en el aire”. Cuando el galápago esto oyó dijo: “Que vos pese”. Et en abriendo la boca para fablar, cayó en tierra et murió”.

“Dijo el tittuy a la fembra: “Entendido he lo que dejiste; mas non temas de la mar nin le hayas pavor”. Et ella puso sus huevos e sacó sus pollos. Cuando lo vio el mayordomo de la mar, quiso saber cuánto se podría guardar dél el tittuy, o qué arte faría, e diole lugar fasta que se finchó la mar e levó los pollos e su nido. Cuando vino la fembra a requerirlos e non los falló, dijo al marido: “Bien sabía yo al comienzo deste nuestro fecho que esto acaescería, e que se nos tornaría en nada a mí e a ti, que non sabíamos cuánto valíamos; cata cuanto daño nos vino por esto”. Dijo el maslo: “Tú verás lo que faré en qué encimaré mi facienda”. Et fuese para sus amigos e querellóse desto e díjoles: “Vos sodes mis hermanos e mis amigos para demandar el tuerto que yo rescebí; pues ayudadme a guisad como haya derecho, ca bien podría acaescer a vos lo que a mí acaesció”.

Dijeron ellos: “Si así es como tú dices, derecho es que rescibamos tu ruego; mas ¿qué es esto que podríamos facer de daño a la mar e a su mayordomo?” Dijo: “Ayuntemos nos e vayamos nos a las otras aves, e digamos gelo. “E toviéronlo por bien, et fuéronse a las otras aves e dijéronles lo que acaesciera, e apercibieron las, por que les acaescería otro tal como a él acaesciera. “Dijéronles: “Así es como vos decides, mas, ¿qué mal podemos nos facer a la mar e al su mayordomo?” Dijéronles: “El rey de todas nos las aves es el falcón oriol; llamemos lo fasta que se nos muestre”. E ficiéronlo así e mostróseles e díjoles: “¿Qué cosa vos ayuntó, e por qué me llamastes?” Dijéronle ellas lo que les acaesciera por la mar e por su mayordomo. Dijéronle: “Tú eres nuestro señor e nuestro rey, e el poder que tú has, creemos que es más fuerte que el mayordomo de la mar; pues vete para él e ruégale que nos emiende el tuerto que nos fizo; e si lo ficiere, e si non, aparejar nos hemos a lidiar con él”. Cuando lo sopo el mayordomo de la mar, entendió su flaqueza apos la fortaleza del falcón oriol, e tornó los pollos del tittuy. “Et yo non te di este ejemplo si non por que sepas que non tengo que es consejo que lidies con el león, nin que contiendas con él por ti mismo”. Dijo Senceba: “Dígote que yo non mostraré al león enemistad, nin me camiaré de como estaba con él nin en celado, nin en paladinas, fasta que vea de lo que me yo temo. “Et esto pesó a Dimna, ca sopo que si el león non viese las señales en Senceba que él dijera, que lo sospecharía. Et dijo a Senceba: “Vete, ca manifiestamente verás cuando entrares al león la fortedumbre de lo que te yo dije dél”. Dijo Senceba: “¿Et cómo conosceré eso? Dijo Dimna: “Si tú vieres al león, cuando a él entrares e lo vieres, acachado contra ti, moviendo los pechos e catándote muy firme, e firiendo con la cola en tierra, et abriendo la boca e bostezando e relamiendo, e aguzando las orejas, sepas que te quiere matar, e apercíbete, e non te engañe”. Dijo Senceba: “Si yo viere con el león lo que tú dices, non haberé y dubda”.

Et pues que Dimna acabó de enlizar al león contra Senceba e Senceba contra el león, fuese para su hermano Calila. Et dijo Calila: “¿En qué has puesto tu obra en que trabajabas?” Dijo Dimna: “Ya cerca es de se encimar segunt que yo quería. Non dubdes nin cuides que dure la amistad entre dos amigos, si el sabio artero e tercero se entremetiere en el departir”. Et fueronse amos fasta que llegaron al león. Et vieron a Senceba que había entrado al león, e violo de la guisa que le dijo Dimna, acachado contra él, e las orejas agudas, e la boca abierta e firiendo con la cola en tierra, e non dubdó Senceba que quería, saltar en él, e fue cierto de morir. Et dijo en su corazón: “Non es el que sirve al rey en cuanto se teme que lo matará rabiosamente, e que se le mudará el corazón por las mezclas de los malos, si non como quien mora con la culebra en su cueva e en su cama, o con el león en su lugar, o como quien nada en el agua do son los cocodrillos, que non sabe cuándo se ensañará alguno dellos e lo matará”. Et pensó el toro en esto e aparejó se a lidiar con el león. Et católo el león e vio lo que le dijera Dimna et non dubdó que se viniera si non por lidiar con él. Et saltó el león a él, e lidiaron muy fuertemente atanto que corrían amos sangre. E mató el león a Senceba, e paró se aparte muy triste e con grant pesar pensando.

Cuando esto vio Calila dijo a Dimna: “¡Ay falso, vil, tu arte cuán mala es, et qué vil cima fizo! Ca has metido al león en afruenta e en vergüenza, e has muerto a Senceba e has derramado los corazones de los caballeros. Desí veo con tu grand locura en que te alabaste que lo farías con terrería. Et ¿non sabes quel peor consejo es aquel que face al homne lidiar podiéndolo escusar, nin sabes que el homne por ventura apoderarse ha de su enemigo do lo pudiere matar, e déjalo por miedo de non ser en ello mal andante, o entrar a peligro, habiendo esperanza, que se vengará dél de otra guisa? Et cuando el privado del rey lo conseja a lidiar en las cosas de que se puede vengar en paz, mayor enemistad le ha e mayor daño le face que su enemigo. Ca así como alcanza a la lengua flaqueza en non decir ciertamente el pensamiento del corazón, otrosí alcanza al esfuerzo la cobardez, por el mal consejo. Ca cuando el homne se echa a la una de estas dos cosas, non le ha la otra que facer a la ora de la lid, nin ha el consejo ninguna mejoría del esfuerzo; ca en muchas cosas cumple el consejo sin la fuerza, et non cumple la fuerza sin el consejo. Et quien quiere facer engaño, e non sabe la manera de lo que acaescerá por loar su cima, será su fecho tal como, el tuyo. Et yo sabía bien tu malvestad e tu lozanía e nunca fue razón que esto non atendiese de ti, et vi que tu golosía e tu cobdicia alguna traición traería a ti e a mí.

“Ca el homne bueno e entendido piensa en las cosas ante que las faga e se meta a ellas, e las que ha esperanza que se acabarán segunt él quiere, atrévese a ellas, et las que sabe que se le agraviarán, déjalas. Et yo non te dejé de facer entender tu yerro e tus aleves al comienzo desta cosa si non por que era cosa que non podía mostrar, nin quería facer testigos sobre ti, e sope que lo que yo te decía non te defendería nin te tornaría de la cosa que tú querías más. Et pues que agora he visto manifiestamente tu mal consejo e mala cima de tu facienda, et quiero te departir en qué estás e cuál eres, e por esto se engañó el león en ti; et non ha pro el decir si non con el facer, nin la castidat si non con el temor de Dios, nin en ser homne verdadero si non con lealtad, nin en ser artero si non sale ende sano e salvo e seguro. Et tú has fecho tal cosa que la non melecinará si non el entendido, endereszado, sabio, así como el enfermo en que se corrompe la cólora e la sangre e la flema, que gelo non puede toller si non el buen físico.

“Et sepas quel saber tuelle al homne agudo e acabado su beudez, et anda en la beudez del loco, así como el día que es claro a todas las cosas que veen et ciega el murciélago. Et el homne de buen seso non cata a la dignidat que ha ganado nin a la nobleza a que es pujado, así como el monte que se non mueve maguer el viento se enfuerze. Et el homne de liviano seso muévese por la más ligera dignidat que haya, así como las pajas que se mueven con el más flaco viento. Et remiembro me agora por tu facienda a una cosa que oí decir, que cuando el rey es derechero e sus privados fueren malos, apoca su bien facer en los homnes, e non se atreve ninguno a él; nin se llega a él; así como el agua clara en que yazen los cocodrilos, en que ninguno non osa entrar maguer nadar sepa e lo ha de menester. Et el engaño de los reyes solamente es en su consejo, et tal es el rey con los buenos vasallos así como el mar con sus ondas. Et una de las locuras e de las sandeces deste mundo es querer haber amigos sin lealtad, e haber el otro mundo con adulterio, e haber el amor de las mugeres con broznedat, et querer pro de sí a daño de otri, et querer ser sabio e estar folgando et non estudiando. Mas ¿qué pro ha esto que te yo digo tan broznamente? Ca yo sé que tan poco pro fará, así como lo que dijo el homne a la ave: “Non te entremetas de enderezar lo que se non enderesza, nin de avivar lo que se non aviva, nin de castigar nin de enseñar al que se non castiga”. Dijo Dimna: “¿Cómo fue eso?”

Los simios, la luciérnaga y el ave.

Dijo Calila: “Dicen que una compañía de simios estaban en un monte, e vieron en una noche una luciérnega, et cuidaron que era fuego, e ayuntaron mucha leña; desí comenzaron a sollar con sus bocas, e a ventar con sus manos, estando cerca de un árbol en que estaba una ave. Et aquella ave díjoles: “Non lazredes, ca lo que vos vistes non es tal como cuidades”. Et non la quisieron creer nin tornaron cabeza a lo que les dijo. Et pues que gelo hubo dicho muchas veces, descendió a ellos por los castigar. Et pasó por y un homne et dijo al ave: “Non te entremetas de endereszar nin de avivar lo que se non aviva, nin de castigar nin de enseñar al que se non castiga; ca la piedra que se non puede tajar, non la prueban con las espadas, et el fuste que se non puede dolar, non se entremete ninguno de lo encorvar, ca quien esto faz que yo dije repiéntese”. Et los simios non tornaron cabeza en lo que les el ave dijo. Et ella llegó a ellos por los castigar, e tomóla uno dellos, e dio con ella en tierra e matóla.

Et tú tal eres e más que te ha vencido el engaño e la lozanía, e son muy malos dos compaños, et es derecho que te acaesca por esto que feciste lo que acaesció al falso que era compañero del torpe”. Dijo Dimna: “¿E cómo fue eso?”

El hombre falso e el torpe

Dijo Calila: “Dicen que un homne artero hubo compañía con un nescio. Et yendo amos por un camino fallaron una bolsa en que había mil maravedís, e tomáronla e tovieron por bien de tornarse a la cibdat. Et cuando fueron cerca de la cibdat dijo el torpe al falso: “Toma, la meitad de los maravedís, e dame la otra meitad”. Dijo el falso, pensando en los levar todos: “Non lo fagas así, ca los amigos que meten sus faciendas uno en mano de otro, face más durar el puro amor; mas tome cada uno de nosotros cuanto despienda, e soterremos los que y fincaren en algunt lugar apartado, et cuando hobiéremos menester algunos dellos tomarlos hemos”. Et acordóse con él el torpe, e soterraron los so un árbol muy grande, desí fuéronse; et vino el falso para el lugar, e tomó los maravedís. Et cuando fue a días dijo el falso al torpe: “Vayamos al nuestro condesijo, et tomaremos los maravedís, ca yo he menester que despienda”. Et fuéronse al lugar do los pusieran, e cavaron e non los fallaron. E comenzóse el falso a mesar, e a ferir a sus pechos, e decir: “Non se fíe homne en ninguno”.

Desí dijo al torpe: “Tú tornaste acá e los tomaste”. E comenzó el torpe a jurar e confonderse que lo non feciera, e el falso deciendo: “Non supo ninguno de los maravadís salvo yo e tú, e tú los tomaste”. E sobre esto fuéronse para la cibdat e para el alcalde, e el falso querellóse al alcalde cómo el torpe le había tomado los maravedís, e dijo el alcalde: “¿Aquí tú has testigos?” Dijo el falso: “Sí, que fío por Dios que el árbol me será testigo, e me afirmará en lo que yo digo”. Et sobre esto mandó el alcalde que se diesen fiadores, et díjoles: “Venid vos para mí e iremos al árbol que decides”. E fuese el falso a su padre e fizo gelo saber, e contóle toda su facienda, et díjole: “Yo non dije al alcalld esto que te he contado, salvo por una cosa que pensé; si tú acordares comigo, haberemos ganado el haber”. Dijo el padre: “¿Qué es?” Dijo el falso: “Yo busqué el más hueco árbol que pude fallar, e quiero que te vayas esta noche allá e que te metas dentro, que lugar hay donde puedas caber, et cuando el alcalld fuere ende, e preguntare quién tomó los maravedís, responde tú dentro e di que el torpe los tomó”. Dijo el padre: “Fijo, algunas cosas hay que echan al hombre con su artería e con su engaño en muy gran peligro e en tribulación, así como acaeció a la garza”. Dijo el fijo: “Cómo fue eso?”

La garza, la culebra y el cangrejo

Dijo el padre: “Dicen que un garza criaba cerca de una cueva de una culebra, e esta culebra comíale cuantos pollos sacaba. Et la garza, pagándose mucho de aquella morada, entristeció e hubo muy gran pesar, e entendiógelo un cangrejo e preguntóle que qué había, et ella dijo gelo, e dijo el cangrejo: “¿Quieres que te conseje una cosa que te librará de la culebra?” Dijo ella: “Placermehía mucho”. Et fue e mostróle una cueva de un lirón, e contóle que tamaña enemistad había entre la culebra e el lirón, et dijo: “Ayunta muchos peces, e ponlos desde la puerta de la cueva de la culebra fasta la cueva del lirón, e el lirón comerlos ha, e fallará a la culebra e matarla ha”. Et ella fízolo así como le consejó el cangrejo, et el lirón siguió el rastro fasta que falló a la culebra, e la mató. Et andando así el lirón buscando lo peces, falló el nido de la garza, e comió a ella e a sus pollos.

“Et ya non te di este ejemplo si non por que sepas que el que non cata primero la cosa que la faz, échalo la suerte por ventura en lugar onde nunca estorcerá, e tú sabrás qué facer”. Dijo el falso a su padre: “Bien entiendo lo que dices, mas non hayas miedo, ca más cosa ligera es e más presta que tú non cuidas”. Et non quedó de lo falagar fasta que gelo otorgó e seguró por su consejo e yogo en el árbol. Et cuando fue otro día de mañana, llegó el alcalld al árbol, él e los que eran con él, e preguntóle por los maravedís, e respondióle el padre del falso de dentro del árbol, et dijo: “El torpe tomó los maravedís”. Et maravillóse ende el alcalld et cuantos con él eran, et andudo enderredor del árbol, e non vio nada en que dubdase. Et mandó ayuntar leña e poner cerca del árbol enderredor e encendióse fuego; e cuando llegó el fumo al viejo e le dio el calor e la flama, sufrióse una hora, desí dio voces e demandó acorro, e sacáronlo cerca de muerto. Et mandó el alcalld justiciar a él e a su fijo, et tomó el torpe los maravedís, et tornóse el falso con su padre a cuestas. El padre perdió e los maravedís.

“Et yo non te di este ejemplo sino por quel engaño e la falsedat quien la face cae en el mal e pierde su derecho. Et tú, Dimna, has ayuntado todas estas malas mañas que yo dije. Et esto que tú vees es fruto que tú vendimiaste de tu mal fecho, et con todo esto non creo que tú estorcerás del león; ca tú eres de dos faces e de dos lenguas, et la casa está siempre en paz mientra que non entra dañoso, et la amistad dura entre los amigos mientra que non entra entrellos tal como tú; ca non es cosa que más semeja que tú a la culebra que le corre de la lengua tósigo. Et cuamaño miedo había yo del tósigo de tu lengua, el cual me face aborrecer tu compaña; ca los entendidos dicen: “Esquiva es la compañía de los falsos maguer sean tus parientes, et quien tal es, non es si non como la culebra que cría el homne e la falaga, desí non ha della si non morderlo e facerle mal”.

“Et dicen los filósofos: “Acuéstate al homne entendido et honrado, et guíate por su consejo e guárdate que te non quites dél, et non quieras haber amistad del que non ha amor maguer sea de buen consejo e de honestas maneras, et guárdate cuanto pudieres de sus costumbres, et aprovéchate de lo que sopiere; et non dejes de haber amor de los largos, maguer que non te den nada, mas allégate a su largueza e tenlo pro con tu seso; et fuye cuanto pudieres del vil loco”. Et yo, ¿dó fuiré de ti, o do me apartaré? Et debíate esquivar. Et yo, ¿cómo haberé esperanza e tus amigos en tu lealtad, habiendo tu fecho esto a tu rey, que te honrara cuanto yo vi? Et eres en esto tal como el mercador que dijo que en la tierra donde comían los mures ciento quintales de fierro non es esquiva cosa que los azores roben los infantes”. Dijo Dimna: “¿E cómo fue eso?”

Los mures que comían hierro

Dijo Calila: “Dicen que en una tierra había un mercador pobre, e quísose ir en su camino, et había ciento quintales de fierro, et dejólos en encomienda a un homne que él conoscía, et fuese para lo que había menester, e pues que fue venido demando gelo. Et aquel homne habíalo vendido e despendido el prescio dello, et díjole: “Yo le tenía al rencón de mi casa, e comieron de los mures”. Dijo el mercador: “Ya oí decir muchas veces que non es ninguna cosa que más roya el fierro que ellos, et non daría nada por esto pues tu estorciste bien dellos”. Et el otro pagóse desto que le oyó decir et díjole: “Come e bebe hoy comigo”. Et prometióle que tornaría a él, e salióse ende, e guisó cómo le tomó un su fijo pequeño que había e levólo para su casa e escondiólo. Desí tornóse para él, et el otro preguntóle: “¿Viste mío fijo?” Díjole: “Vi cuando fue cerca de allí un azor que arrebató un niño; quizá tu fijo era”. Et el otro dio grandes voces e quejóse e dijo: “¿Vistes nunca tal, un azor arrebatar un niño?” Dijo el mercador: “En la tierra do los mures comen ciento quintales de fierro, non es maravilla que sus azores arrebaten los infantes”. Et entonces dijo el homne bueno: “Yo comí tu fierro e tósigo comí e metí en mi vientre”. Dijo el mercador: “Pues yo tomé tu fijo”. Et díjole el homne: “Pues dame mi fijo e yo darte he lo que me diste en encomienda”. E fue fecho así.

“Et yo non te di este ejemplo si non porque sepas que feciste a tu señor traición al que tú probaras por muy bueno, et non hay dubda que otro tal fagas a otri; ca el amor non ha en ti do more nin lugar do esté; ca non es cosa que peor empleada sea que el amor en quien non ha lealtad, e el bien en quien non lo agradesce, e el saber en quien non lo entiende, et la poridad, en quien non la cela. Et yo desfuciado só que tu natura se mude nin tus costumbres se cambien et sé quel árbol amarga, maguer lo unten con miel, non se muda de su sustancia. Et yo temíame de tu compaña; ca facer compaña con los buenos nasce ende bien e buena andanza, e en facer compañía con los malos face al homne venir a repentencia. Et tal es el mal como el viento, que si pasa por fedor lleva ende fedor, e si pasa por buen olor lleva ende otrosí. Et yo sé cuánto te agravia lo que te digo, ca los homnes nescios siempre se agravian de los entendidos, e los viles de los honestos, e los desmesurados de los mesurados, e los torticeros de los derecheros”. Et en este lugar se acabó la razón de Calila e Dimna. Et acabó el león de matar al buey. Et pues que lo hubo muerto, repintióse e pensó de su facienda, e lo que ficiera. Et después que se amansó la saña que había, dijo: “¡Oh!, cuánto me ha mancillado Senceba en sí mismo, ca era de buen consejo e agudo, e non sé por ventura si fue acusado a tuerto”.

E estovo muy triste et muy repentido e quejoso mucho por lo que ficiera. Et viólo Dimna, e levantóse de cerca de Calila e llegóse a él e díjole: “Señor, Dios te metió en poder, a ti e a los tuyos, tu enemigo; pues ¿por qué estás triste?” Dijo el león: “Prisióme piadat por que maté a Senceba, por que era entendido e honesto e de buen amor e leal, et he duelo dél”. Dijo Dimna: “Non digas así, señor, nin hayas piadat del que temieres; ca el rey anviso a las veces aborrece a algunt homne e aluéngalo de sí. Desí fuérzalo su talante e aprívalo e metel sus cosas en mano por que sabe que es bueno e agucioso, así como el que fuerza su talente a tomar la melecina desaborida con esperanza que fará pro; et a las veces ama a alguno homne e aprívalo, desí mátalo e derráigalo por miedo que le non faga daño, así como aquel que le muerde la culebra en el dedo e lo taja por miedo que se non espanda el tésico en su cuerpo e muera”. Et cuando esto oyó el león, creólo, e aprivólo, e púsulo en mayor dignidat.

Dijo el rey al filósofo: “Ya oí lo que fizo Dimna, por ser tan pequeño e el más vil de todas las bestias salvages, al león e al buey, e de cómo enrizó a cada uno dellos contra el otro fasta que desató su amor e su compañía, et en esto he oído a tan maravillosas e tantas fazañas que es asaz complimiento para se guardar homne e de se apercebir de los mezcladores e de los terreros, e de los falsos en las sus falsedades et sus engaños que facen. Et los homnes entendidos deben perseguir las mentiras e falsedades, e perseguir los mezcladores: a escodriñar tales cosas; desí non facer, por ningunt dicho que les ellos digan, nada si non con asosegamiento e con recabdo, e desechar a todos aquellos que conosciese por tales”.



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