Sacar en hombros por mi puerta miré ayer un ataúd, donde entre flores iba muerta mi Juventud.
Perdida toda fuerza física la vi en mis brazos expirar. como una pobre novia tísica ¡de tanto amar!
Sobre su cuerpo, las postreras rosas de otoño deshojé. y entre recuerdos y quimeras la amortajé.
Para no ver su rostro amado tendí un pañuelo por su faz. y exclamé en lágrimas bañado: -¡descansa en paz!
Lenta la lluvia descendía… La golondrina iba a partir… Y hasta la brisa parecía entre los árboles gemir.
Cármenes viejos de Granada, en un crepúsculo otoñal, vieron perderse en la enramada su funeral.
Almas sedientas de ideales que tanto amó mi juventud… ¡Deshojar rosas otoñales en su ataúd!
Y tú, incansable peregrino. que el mundo cruzas sin cesar, ¡si ves su entierro en tu camino, ponte a rezar!
Sacar en hombros por mi puerta miré ayer tarde un ataúd, donde entre flores iba muerta mi Juventud.
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