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Es Madrid la villa y corte

[Poema - Texto completo.]

Manuel A. Alonso

Es Madrid la villa y corte
Prodigio tal de belleza
Que no pudo imaginarlo
Mejor, ni la misma Estética.
Yo voy, amigo querido,
Con tamaña boca abierta,
Por esas calles de Dios
Andando de zeca en meca.
No hablemos de los palacios,
Museos, plazas, iglesias,
Ni de muchas cosas más
Que atañen a la materia;
Que aunque soy muy material
Quiero, y basta que lo quiera,
Alabar como merece
La virtud que aquí se encierra.
Todo es virtud en Madrid,
Y si algún vicio se encuentra,
Seguro, es más que seguro,
Que lo trajeron de fuera.
Aquí no hay un hombre malo
Ni mujer que mala sea;
Todos son ángeles vivos
Con abanico o chistera.
Una encantadora rubia
Vi ayer, tan gentil y apuesta
Que envidia pudiera dar
A la más linda duquesa.
Llevaba espléndido traje
Con el aire de una reina,
Tren de lujo, tiro tordo,
Magnífica carretela,
¿Quién es? pregunto admirado:
Y me dicen que es
Lucrecia, esposa de don Cornelio,
A quien visita y obsequia
Don Facundo el millonario
Que fue ministro de Hacienda.
El marido triunfa y gasta
Y como el otro le deja
La mitad de su mitad,
Ni se opone ni gallea.
¡Oh matrimonio modelo!
¡Oh dignísima pareja!
Me entusiasmas y en el aire
Pego cuatro zapatetas.
Eso se llama tener
Mucho amor y más conciencia.
Pasemos pues a los órganos
De la opinión, vulgo prensa,
O más claro, a los periódicos:
¿Ha soñado usted siquiera
Una armonía más grata
Que la que entre todos reina?
Uno dice: el Ministerio
Marcha recto por la senda
Del progreso, y la Nación
Agradecida confiesa
Que nunca la gobernaron
Hombres de tanta pureza.
Otro exclama: ¡pobre patria!
Los que mandan te degüellan;
El favor ocupa el puesto
De la virtud y la ciencia,
Cunde la inmoralidad,
Esclava gime la prensa
Y si el poder se sostiene,
Gracias a las bayonetas.
Uno pide al Santo Oficio,
Otro quiere la Bermeja,
Y en cuanto a las medias tintas
Su variedad es inmensa.
Por mi gorro de dormir
Y mis botas más estrechas
Juro que no hay en el mundo
Mas cordial inteligencia.
En mi Antilla lo tomamos
De muy distinta manera.
Al que lleva la batuta
Obedecemos a ciegas,
Por mucho que desafinen
Los músicos de la orquesta.
¿Qué mandan andar a gatas?
Hasta el más viejo gatea.
¿Mandan que cabeza abajo?
Pues abajo la cabeza;
Y a entrambos se les responde
Con seráfica paciencia,
Al uno: laus tibi Christi,
Al otro: flectamus genua,
¡Qué bien dijo aquel que dijo
Que éramos veluti pecora!
Aquí todo es armonía,
Allá todo es inocencia.
Pero yo vuelvo a Madrid
Donde el placer me enajena,
Donde las penas concluyen,
Donde la dicha se alberga,
Donde a la virtud se adora
Mucho más que a las riquezas
Donde la mujer no engaña
Ni el hombre se pone en venta,
Donde la ignorancia muere,
Donde la ciencia prospera,
Donde… ¡Cómo! ¿Usted se ríe?
Riamos pues, y ande la rueda;
O mejor, basta de broma
Que cuando es larga molesta.
Todo el mundo es Popayán,
Y sobre toda la tierra
Andan virtudes y vicios
Mezclados y en guerra abierta.
Madrid tiene sus lunares
Y Puerto Rico sus pecas.
Aquí van a picos pardos,
Allá no pocos pardean;
Aquí hay mujer que claudica,
Por allá a1guna cojea;
Aquí se adula al poder,
Allá se adula a cualquiera;
Aquí se habla demasiado,
Allá no se habla ni piensa;
Y si allá cuerpos se venden
Aquí se venden conciencias.
Mas en una y otra parte
Debieran tener en cuenta
Que sin virtud, nada valen
El saber y las riquezas.


Madrid, septiembre 19 de 1861


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