Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Felicidad imperial – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

Cuando me nombraron embajador para el Caribe salí de Constantinopla con júbilo porque deseaba conocer otras civilizaciones. Pero una cosa es ver a los extranjeros desde afuera y otra es vivir entre ellos. A pesar de que los occidentales tienen cierta reputación como pensadores, acá he descubierto, con cierta perplejidad, que realmente están muy lejos de ser rigurosos, sobre todo cuando se trata de asuntos relacionados con la política. Te daré un ejemplo:

Acá creen en una extraña superstición que equipara el capitalismo con la felicidad y la riqueza. Los occidentales observan la felicidad de los ricos norteamericanos y luego repiten como loros: “el capitalismo trae riqueza y felicidad”. Es una especie de fiebre colectiva.

No sé a qué se deba esta superstición, pero sospecho que acá los libros de historia son deficientes. En Bizancio, nuestra patria que tanto añoro, hasta los niños saben que en los tiempos de antes hubo grandes imperios que fueron ricos sin ser capitalistas. Ni los egipcios ni los romanos ni los chinos conocieron el capitalismo cuando fueron potencias. De hecho, la rica España imperial del Siglo de Oro tampoco era capitalista. Estos imperios se construyeron con sistemas económicos esclavistas, feudales o mercantilistas. Son la evidencia de que no
hay que ser capitalista para ser una potencia mundial.

Por otro lado, tenemos a Nicaragua, Guatemala y Haití. Estas naciones son capitalistas, pero no son ricas. Ni siquiera son prósperas. De hecho, es posible que tampoco contengan mucha felicidad, porque son tres de los países más paupérrimos del hemisferio americano. Por tanto, son evidencia contundente de que el capitalismo no produce riqueza y felicidad automáticas.

Durante 5,000 años la historia se ha repetido: un país se hace fuerte, se apodera directa o indirectamente de otros países, impone su voluntad y se convierte en un imperio (ahora les dicen “superpotencia”) que vive gracias a los países sometidos. Como sabe cualquier niño bizantino, porque lo aprende en la escuela, los norteamericanos son ricos y felices porque son un imperio y no porque sean una democracia capitalista. Son ricos y felices porque tienen 700 bases militares en 130 países de todo el mundo. Con la mera existencia de esta fuerza militar logran imponer su voluntad al resto del planeta. Y cuando esta maquinaria no es suficiente para intimidar, entonces el músculo militar entra en acción y se apoderan de los países rebeldes, como ha ocurrido recientemente en los casos de Afganistán e Irak, y anteriormente en República Dominicana, Panamá, Granada, Haití y muchos países más.

Cualquier grupo de aldeanos puede convertirse en un imperio rico y feliz si logra reunir la fuerza militar y la tecnología necesarias para someter al resto del mundo. Lo hicieron los sumerios, los atenienses, los persas, los árabes, los franceses y muchos más. En los últimos 5,000 años muchas naciones de casi todos los continentes han tenido la oportunidad de llamarse a sí mismas “potencia”.

Hoy le ha tocado el turno a los anglosajones de Norteamérica, pero la fila para suplantarlos es larga. Esta fila no tiene nada que ver con el capitalismo. Es una cuestión de paciencia, tiempo y suerte.

Así que ya sabes, querida Eudocia: cuando leas sobre la felicidad imperial de un obrero norteamericano que gana 25 dólares la hora, no es porque sea más productivo ni más bonito que los trabajadores del resto del mundo. Se debe a la cruda realidad de que vive en un imperio con la fuerza militar y económica necesaria para “venderle” sus productos al resto del mundo.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Felicidad imperial”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 17 febrero 2008, p.101 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


Volver a Cartas Bizantinas



Más Cartas Bizantinas de Luis López Nieves