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Guei – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

El término “homosexual” es relativamente nuevo: se empezó a usar en el siglo XIX. Antes se conocía a los homosexuales como “sodomitas”, término que surge de las historias bíblicas sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra. El “Pecado de Sodoma” era el sexo anal. No se sabe cuál era el pecado de los habitantes de Gomorra.

Muchas culturas precristianas aceptaban el homosexualismo con naturalidad. Ese es el caso de nuestras civilizaciones madres: Grecia y Roma. En ellas los hombres tenían tres opciones que consideraban naturales: heterosexual, homosexual o bisexual. De hecho, en La iliada (el poema escrito más antiguo de la literatura occidental), una de las escenas más importantes es la rabieta de su protagonista, Aquiles, cuando se entera de que los troyanos han matado a su amante: Patroclo. Los griegos consideraban La iliada una de sus obras literarias más importantes, y era uno de los fundamentos del sistema educativo griego.

Al terminar la época clásica y comenzar la Edad Media, allá para el siglo V, cambia el panorama: los homosexuales empiezan a ser rechazados. La nueva religión dominante, el Cristianismo, prohibía todo acto sexual que no sirviera para la reproducción.

A partir del siglo XIII el homosexualismo empezó a relacionarse con la herejía religiosa, lo cual es un problema bastante más serio. En los diferentes países europeos comenzaron a surgir nuevas leyes que castigaban al homosexual con muerte por lapidación, horca u hoguera. Los días en que los jueces se sentían más misericordiosos, en vez de asesinar a los homosexuales se conformaban con castrarlos públicamente.

A las lesbianas, históricamente, casi nunca se les ha hecho mucho caso, aunque las mismas leyes antisodomitas se les podían aplicar a las mujeres que practicaran el sexo anal con sus maridos. Algunos historiadores señalan que la persecución de las supuestas “brujas” realmente era un disimulo para pescar lesbianas y a otras mujeres que se rebelaban en contra del sistema patriarcal, pero no hay mucha evidencia concreta.

Gracias a la Revolución Francesa de 1789, Francia es el primer país europeo que anula las leyes que castigan el homosexualismo. Empieza un lento cambio de actitud con resultados disímiles. Dos siglos más tarde, países notorios por su machismo, como España, han evolucionado hasta legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que Polonia ha empezado, en pleno 2007, una nueva campaña de odio en contra del homosexual.

Acá en América Latina, querida Eudocia, he descubierto que las opiniones se dividen en dos grandes campos. A los que apoyan la libertad de los homosexuales se les conoce como “cronopios”. A los que desean reprimir a los homosexuales se les conoce como “estreñidos”. Por acá abundan mucho los estreñidos. Con gran furia se han organizado para ejercer presión sobre los legisladores y promulgar leyes que repriman a los homosexuales.

Te juro por nuestro padre que no acabo de entender por qué los estreñidos insisten en regir los deseos sexuales del prójimo. Cuando las personas son honestas, las leyes son innecesarias; si son corruptas, violarán la ley de todos modos. Normalmente las personas (no importa el sexo) deciden casarse porque se aman. Promulgar una ley que prohíba o castigue el matrimonio no sólo viola la libertad íntima de los ciudadanos, sino que atenta contra el amor mismo.

Hace dos semanas estuvo en mi palacio tu amiga la duquesa de Tribisonda, con su marido el príncipe Cristóbolo. Hablamos mucho sobre ti. Me dijo que te aprecia muchísimo, pero no sé si es cierto o si sólo busca congraciarse con nuestro poderoso padre. De todos modos, durante la cena pude comprobar que ambos son muy estreñidos.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Guei”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 8 mayo 2007, p.87 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


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