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Milagros de Nuestra Señora XVII: La iglesia de la Gloriosa profanada

[Poema - Texto completo.]

Gonzalo de Berceo

378 Tres cavalleros eran de una atenencia,
con otro so veçino avién grant malquerencia;
matariénlo de grado si oviessen potencia,
en buscarli muerte mala metién toda femencia.

379 Tanto podieron ellos rebolver e buscar,
oviéronlo un día solo a varruntar;
echáronli celada ca queriénlo matar,
más lo querién tener que grand aver ganar.

380 Entendiólos el otro que lo querién matar,
non se osó por nada con ellos acampar,
empezó a foír qua querié escapar,
movieron luego ellos, fuéronlo encalzar.

381 El que iva fuyendo con muy grand pavor,
trovó una eglesia, ovo end grand savor,
era de la Gloriosa, fecha en su onor,
escondióse en ella, mesquino peccador.

382 Los que lo segudavan que lo querién matar,
non ovieron vergüenza del sagrado logar;
quísolo la Gloriosa e Dios desamparar,
oviéronli la alma del cuerpo a sacar.

383 Dentro enna eglesia de la Virgo sagrada,
ý fue esta persona muerta e livorada:
tóvose la Gloriosa mucho por afontada,
los que la afontaron non ganaron ý nada.

384 La Reína de Gloria tóvose por prendada,
porque la su eglesia fincava vïolada;
pesó’l de corazón, fo ende despechada,
demostrógelo luego que lis era irada.

385 Embïó Dios en ellos un fuego infernal,
non ardié e quemaya como el de San Marzal,
quemávalis los miembros de manera mortal,
dizién a grandes voces: «¡Sancta María, val!»

386 Con esta majadura eran muy maltrechos,
perdién piedes e manos e fincavan contrechos,
las piernas e los brazos bien cerca de los pechos,
iva Sancta María prendiendo sus derechos.

387 Entendiénlo los pueblos, ellos no lo negavan,
que ellos merecieron, por ond tanto lazravan
las virtudes sannosas que ellas los majavan
no lo asmavan ellos quando las vïolavan.

388 Los sanctos ni las sanctas no lis querién valer,
peoravan cutiano a muy grant poder;
prisieron un consejo, ante fuera a prender,
tornar enna Gloriosa que los fazié arder.

389 Cadiéronli a prezes delant el su altar,
plorando de sus ojos quanto podién plorar,
dizién: «Madre gloriosa, dénnanos perdonar,
ca non trobamos otro que nos pueda prestar.

390 Si nos mal mereciemos, ricament lo lazramos,
bien nos verrá emiente mientre vivos seamos;
Madre, si nos perdonas bien te lo otorgamos
que enna tu eglesia fuerza nunqua fagamos.

391 Madre, dánte buen preçio que eres pïadosa,
siempre pïadat traes maguer eres sannosa;
Madre plena de gracia, perdona esta cosa,
dános buena respuesta, temprada e sabrosa.

392 Madre, repisos somos del yerro que fiziemos,
erramos duramiente, grand locura trasquiemos,
prisiemos grand quebranto, mayor lo mereciemos,
pechado lo avemos el escot que comiemos.

393 Madre, si non nos vales, de ti non nos partremos,
si tú non nos perdonas d’aquende nos iremos,
si tú non nos acorres a nada nos tenemos,
sin ti d’esta fiebre terminar non podremos.»

394 La Madre glorïosa, solaz de los cuitados,
non desdennó los gémitos de los omnes lazrados;
non cató al su mérito nin a los sus peccados,
mas cató su mesura, valió a los quemados.

395 La duenna pïadosa que fue ante irada
fue perdiendo la ira e fue más amansada;
perdonólis la sanna que lis tenié alzada,
toda la malatía fue luego acabada.

396 Amansaron los fuegos que los fazién arder,
avién mayor remedio que non solién aver,
sintién que la Gloriosa pro lis querié tener,
ploravan con grand gozo, non se savién qué fer.

397 Amansaron los fuegos, perdieron los dolores,
mas nunqua de los miembros non fueron bien sennores,
siempre fueron contrechos, siempre mendigadores,
siempre se aclamavan por mucho peccadores.

398 Con esta mejoría que Dios lis quiso dar,
fueron luego al bispo absolución ganar;
fizieron confessión como la devién far,
plorando de los ojos, mostrando grand pesar.

399 Maestrólos el bispo, udió su confessión,
entendió que vinién con buena contrición,
diólis su penitencia e la absolución,
todo lo ál passado, diólis su bendición.

400 Sin muchas romerías que lis mandó andar,
sin muchas oraciones que lis mandó rezar,
las armas con que fueron la eglesia quebrantar,
mandógelas por siempre a sus cuestas levar.

401 Estos penitenciales quando fueron maestrados
e fueron absolvidos de todos sos peccados,
departiéronse luego tristes e desarrados,
fueron a sendas partes de sus armas cargados.

402 A sendas partes fueron, en uno non tovieron,
como es mi creencia nunqua más se vidieron,
nunqua más so un techo todos tres non yoguieron,
lo que mandó el bispo bien e gent lo cumplieron.

403 Si en fer la nemiga fueron bien denodados,
en fer la penitencia fueron bien aspirados,
no lis dolién los miembros, andavan bien lazrados,
prendiendo malas noches e días denegrados.

404 Si en fer el peccado fueron ciegos e botos,
fueron en emendarlo firmes e muy devotos;
quantos días visquieron, fueron muchos o poccos,
dieron sobre sos carnes lazerio e corrotos.

405 De todos tres el uno, flaco e muy lazrado,
vino en Anifridi como diz el dictado,
alvergó enna villa, diéronli ospedado
con una sancta femna do fue bien albergado.

406 Contólis a los uéspedes toda su aventura,
cómo enna eglesia fizieron desmesura,
cómo Sancta María ovo d’ellos rencura,
e cómo se perdieron de mala calentura.

407 Teniendo que su dicho no li serié creído,
delante muchos omnes tollióse el vestido,
demostrólis un fierro que trayé escondido,
cinto a la carona, correón desabrido.

408 Podié aver en ancho quanto media palmada,
era cerca del fierro la carne muy inchada;
la que yazié de yuso era toda quemada,
fuése end otro día de buena madurgada.

409 Fiziéronse los omnes todos maravillados,
ca udién fuertes dichos, vedién miembros dannados,
doquier que se juntavan mancebos o casados,
d’esso fablavan todos, mozos e ajumados.

410 Fue luego est miraclo escripto e notado,
por amor que non fuesse en oblido echado,
cogieron muchos miedo de facer tal peccado,
de quebrantar eglesia e logar consegrado.

411 Tal es Sancta María qual entender podedes,
a los que en mal andan échalis malas redes;
sobre los convertidos faze grandes mercedes,
muchos son los exiemplos que d’esto trovaredes.

412 Tantos son los exiemplos que non serién contados,
ca crecen cada día, dízenlo los dictados.
éstos con ciento tantos diezmos serién echados,
ella ruegue a Christo por los pueblos errados.



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