Casa digital del escritor Luis López Nieves


Recibe gratis un cuento clásico semanal por correo electrónico

Milagros de Nuestra Señora XXI: De cómo una Abbadesa fue prennada et por su conbento fue acusada et después por la virgen librada

[Poema - Texto completo.]

Gonzalo de Berceo

500 Sennores e amigos, companna de prestar,
deque Dios se vos quiso traer a est logar,
aún si me quissiéssedes un poco esperar,
en un otro miraclo vos querría fablar.

501 De un otro miraclo vos querría contar,
que fizo la Gloriosa, estrella de la mar,
si oírme quisiéredes bien podedes jurar
que de mejor boccado non podriédes tastar.

502 Ennos tiempos derechos que corrié la verdat,
que non dicién por nada los omnes falsedat,
estonz vivién a buenas, vinién a vegedat,
vedién a sus trasnietos en séptima edat.

503 Facié Dios por los omnes miráculos cutiano,
ca non querié ninguno mentir a su christiano,
avién tiempos derechos ivierno e verano,
semejava el sieglo que todo era plano.

504 Si pecavan los omnes, fazién bien penitencia,
perdonávalis luego Dios toda malquerencia,
avién con Jesu Christo toda su atenencia;
quiérovos dar a esto una buena sentencia.

505 De una abbatissa vos quiero fer conseja,
que peccó en buen punto como a mí semeja,
quissiéronli sus duennas revolver mala ceja,
mas no’l empedecieron valient una erveja.

506 En esta abbadessa yazié mucha bondat,
era de grand recabdo e de grand caridat,
guïava su conviento de toda boluntat,
vivién segund regla en toda onestat.

507 Pero la abbadessa cadió una vegada,
fizo una locura que es mucho vedada;
pisó por su ventura yerva fuert enconada,
quando bien se catido fallóse embargada.

508 Fo’l creciendo el vientre en contra las terniellas,
fuéronseli faciendo peccas ennas masiellas,
las unas eran grandes, las otras más poquiellas,
ca ennas primerizas caen estas cosiellas.

509 Fo de las companneras la cosa entendida,
non se podié celar la flama encendida,
pesava a las unas que era mal caída,
mas plaçiélis sobejo a la otra partida.

510 Apremiávalas mucho, teniélas encerradas,
e non lis consintié fer las cosas vedadas;
querién veerla muerta las locas malfadadas,
cunte a los prelados esto a las vegadas.

511 Vidieron que non era cosa de encobrir,
si non podrié de todas el dïablo reír;
embïaron al bispo por su carta deçir
que non las visitava e deviélo padir.

512 Entendió el bispo enna mesagería
o que avién contienda o fizieron follía;
vino fer su officio, visitar la mongía,
ovo a entender toda la pletesía.

513 Dessemos al obispo folgar en su posada,
finque en paz e duerma elli con su mesnada,
digamos nos qué fizo la duenna embargada,
ca savié que otro día serié porfazada.

514 Cerca de la su cámara do solié albergar,
tenié un apartado, un apuesto logar,
era su oratorio en que solié orar,
de la Gloriosa era vocación el altar.

515 Ý tenié la imagen de la Sancta Reígna,
la que fue para el mundo salut e medicina,
teniéla afeitada de codrada cortina,
ca por todos en cabo éssa fue su madrina.

516 Savié que otro día serié mal porfazada,
non avié nul’ escusa a la cosa provada;
tomó un buen consejo la bienaventurada,
esto fue maravilla como fue acordada.

517 Entró al oratorio ella sola, sennera,
non demandó consigo ninguna compannera,
paróse desarrada luego de la primera,
mas Dios e su ventura abriéronli carrera.

518 Devatióse en tierra delante el altar,
cató a la imagen, empeçó de llorar:
«¡Valme -disso- Gloriosa, estrella de la mar,
ca non é nul consejo que me pueda prestar.

519 Madre, bien lo leemos, dízelo la escriptura,
que eres de tal gracia e de tan grant mesura,
que qui de voluntad te dice su rencura,
tú luego li acorres en toda su ardura.

520 Tu accoriste, Sennora, a Theóphilo que era desesperado,
que de su sangre fizo carta con el Peccado,
por el tu buen consejo fue reconcilïado,
onde todos los omnes te lo tienen a grado.

521 Tú acorrist, Sennora, a la Egiptïana,
que fue peccador mucho ca fue muger liviana;
Sennora benedicta, de qui todo bien mana,
dáme algún consejo ante de la mannana.

522 Sennora benedicta, non te podí servir,
pero améte siempre laudar e bendezir;
Sennora, verdat digo e non cuido mentir,
querría seer muerta si podiesse morir.

523 Madre del Rey de Gloria, de los Cielos Reígna
mane de la tu gracia alguna medicina;
libra de mal porfazo una muger mezquina,
esto si tú lo quieres puede seer aína.

524 Madre, por el amor del tu Fijo querido,
Fijo tan sin embargo, tan dulze e tan cumplido,
non finque repoyada, esta merced te pido,
ca veo que me segudan sobre grant apellido.

525 Si non prendes, Sennora, de mí algún consejo,
seo mal aguisada de sallir a concejo;
aquí quiero morir en esti logarejo,
ca si allá salliero ferme án mal trebejo.

526 Reígna coronada, templo de castidat,
fuent de misericordia, torre de salvedat,
fes en aquesta cuita alguna pïadat
en mí non se agote la tu grant pïadat.

527 Quiero contra tu Fijo dar a ti por fianza,
que nunca más non torne en aquesta erranza,
Madre, si fallesciero, fes en mí tal venganza
que todo el mundo fable de la mi malandanza.»

528 Tan afincadamente fizo su oración
que la oyó la Madre llena de bendición;
como qui amodorrida vío grant visïón,
tal que devié en omne façer edifficación.

529 Traspúsose la duenna con la grant cansedat,
Dios lo obrava todo por la su pïadat;
apareció’l la Madre del Rey de magestat,
dos ángeles con ella de muy grant claridat.

530 Ovo pavor la duenna e fo mal espantada,
ca de tal visïón nunqua era usada,
de la grant claridat fo mucho embargada,
pero de la su cuita fo mucho alleviada.

531 Díssoli la Gloriosa: «Aforzad, abbadessa,
bien estades comigo, non vos pongades quessa,
sepades que vos trayo muy buena promessa,
mejor que non querrié la vuestra prioressa.

532 Non ayades nul miedo de caer en porfazo,
bien vos á Dios guardada de caer en ess lazo,
bien lis id a osadas a tenerlis el plazo,
non lazrará por esso el vuestro espinazo.»

533 Al sabor del solaz de la Virgo glorïosa
non sintiendo la madre de dolor nulla cosa,
nació la creatura cosiella muy fermosa,
mandóla a los ángeles prender la Glorïosa.

534 Díssolis a los ángeles: «A vos ambos castigo,
levad esti ninnuelo a fulán mi amigo;
dezidli que’m lo críe, yo asín gelo digo,
ca bien os creerá, luego seed comigo.»

535 Moviéronse los ángeles a muy grand ligereza,
recabdaron la cosa sin ninguna pereza,
plógo’l al ermitanno más que con grand riqueza,
ca de verdad bien era una rica nobleza.

536 Recudió la parida, fízose sanctiguada,
dizié: «¡Valme, Glorïosa, reína coronada!
¿si es esto verdad o si só engannada?
Sennora beneíta ¡val a esta errada!»

537 Palpóse con sus manos quando fo recordada,
por ventre, por costados e por cada ijada,
trobó so vientre llacio, la cinta muy delgada,
como muger que es de tal cosa librada.

538 No lo podié creer por ninguna manera,
cuidava que fo suenno, non cosa verdadera;
palpóse e catóse la begada tercera,
fízose de la dubda en cabo bien certera.

539 Quando se sintió delivre la prennada mesquina,
fo el saco vaçío de la mala farina,
empezó con gran gozo cantar «Salve Regina»
que es de los cuitados solaz e medicina.

540 Plorava de los ojos de muy grand alegría,
dicié laudes preciosas a laVirgo María,
non se temié del bispo nin de su cofradría,
ca terminada era de la fuert malatía.

541 Plorava de los ojos e façié oraciones,
diçié a la Glorïosa laudes e bendiciones,
dicié: «Laudada seas, Madre, todas sazones,
laudarte deben siempre mugieres e barones.

542 Era en fiera cuita e en fiera pavura,
caí a los tos piedes, díssite mi ardura,
acorrióme, Sennora, la tu buena mesura:
deves laudada seer de toda creatura.

543 Madre, yo sobre todos te devo bendezir
laudar, magnificar, adorar e servir,
que de tan grand infamia me dennesti guarir,
que podrié tod el mundo siempre de mí reír.

544 Si esta mi nemiga issiesse a concejo,
de todas las mugieres serié riso sobejo;
quant grand es e quant bono, Madre, el to consejo,
no lo asmarié omne nin grand ni poquellejo.

545 La merced e la gracia que me dennesti fer,
no lo sabría, Madre, yo a ti gradecer
ni lo podrié, Sennora, yo nunqua merecer,
mas non cessaré nunqua gracias a ti render.»

546 Bien fincarié la duenna en su contemplación,
laudando la Glorïosa, faziendo oración,
mas vínoli mandado de la congregación
que fuesse a cabillo facer responsïón.

547 Como en el porfazo non se temié caer,
fo luego a los piedes del obispo seer;
quíso’l besar las manos, ca lo devié fer,
mas él non gelas quiso a ella ofrecer.

548 Empezóla el bispo luego a increpar
que avié fecha cosa por que devié lazrar,
e non devié por nada abadessa estar,
nin entre otras monjas non devié abitar:

549 «Toda monja que façe tan grand desonestat,
que non guarda so cuerpo nin tiene castidat,
devié seer echada de la socïedat,
allá por do quisiere faga tal suciedat.»

550 «Sennor -díssoli ella- ¿por qué me maltraedes?
Non só por aventura tal como vos tenedes.»
«Duenna -disso el bispo- ¿por qué vos lo neguedes?
Non seredes creída ca a provar seredes.»

551 «Duenna -disso el bispo- essit vos al ostal,
nos avremos consejo, depués faremos ál.»
«Sennor -disso la duenna- non decides nul mal,
yo a Dios me acomiendo, al que puede e val.»

552 Issió la abbadessa fuera del consistorio,
como mandó el bispo fo pora’l diversorio;
fizieron su cabillo la ira e el odio,
amasaron su massa de farina de ordio.

553 Díssolis el obispo: «Amigas, non podemos
condepnar esta duenna menos que la provemos.»
Díssoli el conviento: «De lo que bien savemos,
sennor, en otra prueva nos ¿por qué entraremos?»

554 Díssolis el obispo: «Quando fuere vencida,
vos seredes más salvas, ella más confondida,
si non, nuestra sentencia serié mal retraída,
no li puede en cabo prestar nulla guarida.»

555 Envïó de sos clérigos en qui él más fïava,
que provassen la cosa de quál guisa estava;
tolliéronli la saya maguer que li pesava,
falláronla tan secca que tabla semejava.

556 Non trovaron en ella signo de prennedat,
nin leche nin batuda de nulla malveztat;
dissieron: «Non es esto fuera grand vanidat,
nunqua fo lebantada tan fiera falsedat.»

557 Tornaron al obispo, dissiéronli: «Sennor
savet que es culpada de valde la seror;
quiquier que ál vos diga, salva vuestra onor,
dizvos tan grand mentira que non podrié mayor.»

558 Cuidóse el obispo que eran decebidos,
que lis avié la duenna dineros prometidos;
dixo: «Domnos maliellos, non seredes creídos,
ca otra quilma tiene de yuso los vestidos.»

559 Disso: «Non vos lo quiero tan aína creer,
o sodes vergonçosos o prisiestes aver:
yo quiero esta cosa por mis ojos veer,
si non, qui lo apuso lo deve padecer.»

560 Levantóse el bispo onde estava assentado,
fo pora la abbadessa sannoso e irado;
fízoli despujar la cogulla sin grado,
provó que’l aponién crimen falso provado.

561 Tornóse al conviento, bravo e muy fellón,
«Duennas -disso- fiziestes una grand traïción;
pusiestes la sennora en tal mala razón
que es muy despreciada vuestra religïón.

562 Esta cosa non puede sin justicia passar,
la culpa que quissiestes vos a ella echar,
el Decreto lo manda, en vos deve tornar,
que devedes seer echadas d’est logar».

563 Vío la abbadessa las duennas mal judgadas,
que avién a seer de la casa echadas;
sacó apart al bispo, bien a quinze passadas,
«Sennor -disso- las duennas non son mucho culpadas».

564 Díssoli su façienda por que era pasada,
por sos graves peccados cómo fo engannada;
cómo la acorrió la Virgo coronada,
si por ella non fuesse, fuera mal porfazada.

565 E cómo mandó ella el ninnuelo levar,
cómo al ermitanno gelo mandó criar:
-«Sennor, si vos quisiéredes podédeslo provar:
¡Por caridat, non pierdan las duennas el logar!

566 Más quiero yo sennera seer embergonzada
que tanta buena duenna sea desemparada.
Sennor, merced vos pido, parcid esta vegada,
por todas a mí sea la penitencia dada.»

567 Espantóse el bispo, fo todo demudado,
disso: «Duenna, si esto puede seer provado,
veré don Jesu Christo que es vuestro pagado,
yo mientre fuero vivo faré vuestro mandado.»

568 Envïó dos calonges luego al ermitanno,
provar esto si era o verdat o enganno;
trovaron al bon omne con ábito estranno,
teniendo el ninnuelo envuelto en un panno.

569 Mostrólis el infant rezién nado del día,
disso que lo mandara criar Sancta María;
qui en esto dubdasse farié grant bavequía,
ca era verdat pura ca non vallitanía.

570 Tornaron al obispo luego con el mandado,
dissiéronli por nuevas lo que avién provado:
«Sennor -dissieron- d’esto seï certificado,
si non, farás grand yerro, ganarás grand peccado.»

571 Tóvose enna duenna el obispo por errado,
cadióli a los piedes en el suelo postrado,
«Duenna -disso- mercet, ca mucho só errado,
ruégovos que me sea el yerro perdonado».

572 «¡Sennor -disso la duenna- por Dios e la Gloriosa,
catat vuestra mesura, non fagades tal cosa!
Vos sodes omne sancto, yo peccadriz doliosa,
si en ál non tornades seré de vos sannosa.»

573 La duenna con el bispo avié esta entencia,
mas fináronlo todo en buena abenencia.
Jamás ovieron ambos amor e bienquerencia,
encerraron su vida en buena pacïencia.

574 Metió paz el obispo enna congregación,
amató la contienda e la dissensïón,
quand quiso despedirse, diólis su bendición,
fo bona pora todos essa visitación.

575 Embïó sus saludes al sancto ermitanno,
como a buen amigo, a cuempadre fontano,
que criasse el ninno hasta’l seteno anno,
desende él pensarié de ferlo buen christiano.

576 Quando vino el término, los siet annos passados,
envïó de sos clérigos, dos de los más onrrados,
que trasquisiessen el ninno del mont a los poblados;
recabdáronlo ellos como bien castigados.

577 Adussieron el ninno en el yermo criado,
de los días que era, era bien ensennado;
plógoli al obispo, fo ende muy pagado,
mandó’l poner a letras con maestro letrado.

578 Issió muy bon omne en todo mesurado,
parecié bien que fuera de bon amo criado.
Era el pueblo todo d’elli mucho pagado,
quando murió el bispo, diéronli el bispado.

579 Guïólo la Gloriosa que lo dio a criar,
savié su obispado con Dios bien governar;
güiava bien las almas como devié guiar,
sabié en todas cosas mesura bien catar.

580 Amávanlo los pueblos e las sus clerezías,
amávanlo calonges e todas las mongías,
todos por ond estavan rogavan por sos días,
fuera algunos foles que amavan follías.

581 Quando vino el término que ovo de finar,
no lo dessó su ama luengamientre lazrar;
levólo a la gloria, a seguro logar
do ladrón nin merino nunqua puede entrar.

582 A la Virgo gloriosa todos gracias rendamos,
de qui tantos miraclos leemos e provamos;
ella nos dé su gracia que servirla podamos,
e nos guíe fer cosas por ond salvos seamos. (Amen.)



Más Poemas de Gonzalo de Berceo