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Odiar la literatura – Cartas Bizantinas


Luis López Nieves

El príncipe Constantino, embajador de Bizancio en el Caribe, le escribe a la princesa Eudocia, su hermana menor, quien reside en la capital bizantina.

Querida Eudocia:

Acá en América Latina he descubierto una costumbre que no me puedo explicar: en las escuelas les enseñan a los estudiantes a odiar la literatura. Lo hacen por medio de un ritual bastante cruel que nosotros, los bizantinos, no podemos comprender. Pero te juro que lo he visto con mis propios ojos. Sucede más o menos así:

Los muchachos llegan a las escuelas entusiasmados y con deseos de enfrentar nuevos retos. Pero en cada país los profesores tienen una serie de libros que utilizan para matar de inmediato este ardor juvenil e inculcarle al estudiante un odio enfermizo por las letras.

No tengo la lista completa porque es larga, pero te daré un ejemplo: en Colombia la novela más temida se llama María. Me han dicho que los jóvenes más brillantes quedan embrutecidos una vez que, bajo grandes amenazas, terminan el libro. En Argentina los muchachos sienten horror mortal por Amalia, una novela de extensión eterna. Y así, en cada país, los profesores tienen semejantes instrumentos de tortura para sembrar odio por la literatura.

En Puerto Rico, los maestros son especialmente crueles porque utilizan “La pachanga de Pancha la Changa”, una novela famosa por la cantidad de suicidios que ha ocasionado. Según las estadísticas oficiales que tengo en mis manos, desde el primer año de su publicación ha provocado un promedio de 257 suicidios anuales. Ocurre así: Cuando el profesor les informa a los estudiantes que tienen que leer la novela, muchos salen “corriendo como locos y se tiran por las ventanas o se ahorcan en los árboles de las mismas escuelas”. Otros estudiantes no reaccionan: atónitos, se ponen de pie y salen del aula sin decir una palabra. Llegan a sus casas en un estado “muy parecidos a los zombies”, según indica el informe estadístico. Pero tan pronto entran por la puerta corren a la cocina y se entierran cuchillos en el estómago (al estilo japonés) o se cortan las venas, muchas veces ante los ojos espantados de sus padres.

Fue tanta mi curiosidad ante este fenómeno que intenté leer la novela, pero no pude: se me caía de las manos a pesar de todo el café que abusivamente metí en mi cuerpo. Más que escritura literaria o redacción medianamente elegante, me encontré con una prosa borracha, regionalista y obsoleta, que por alguna razón que no acabo de comprender, utiliza trescientas palabras para decir lo que puede expresarse con diez.

Tanto me asombré que decidí averiguar qué motivos tienen los puertorriqueños para castigar a sus hijos con tanta saña. Ayer, durante una recepción diplomática en La Fortaleza, me le acerqué al subsecretario de Educación a cargo de Literatura. Le pregunté, sin rodeos, por qué le exigía a los estudiantes que leyeran este adoquín de palabras.

Primero miró a nuestro alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca. Luego respondió en voz baja, irritado:

“La pachanga es insoportable, cierto. Pero a mí me obligaron a leerla y estoy vivo, ¿no? La juventud de hoy es blanda. Que aprendan a ser machos.”

“Pero la mayoría de los estudiantes son mujeres…”, empecé a decir, pero el embajador de Francia se acercó a nosotros en ese momento y tuve que callarme. Durante el resto de la noche no tuve la oportunidad de volver a hablar con el Subsecretario a solas.

En fin, querida Eudocia, mi perplejidad es ancha. Por un lado, me pregunto por qué los latinoamericanos desean que sus hijos odien la literatura. Por el otro, me escandalizo antes los métodos salvajes que utilizan para lograr este objetivo. Asignar una novela como “La pachanga de Pancha la Changa” va mucho más allá de la crueldad educativa: es un acto de gran sadismo que ningún estudiante del mundo debería padecer.

Te besa tu hermano,

Constantino

FIN


“Cartas Bizantinas: Odiar la literatura”, Luis López Nieves, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 23 marzo 2008, p.60 y endi.com.

Ver la versión original en el periódico El Nuevo Día


Cartas Bizantinas es una columna del escritor Luis López Nieves, Premio Nacional de Literatura (años 2000 y 2005) y autor de la novela El corazón de Voltaire y del cuento Seva, entre otros libros. Pulse aquí para más información.


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