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Se vende El Morro


Luis López Nieves

El Gobernador de Puerto Rico quiere vender la Telefónica. Debo admitir que mi primera reacción, al enterarme de esta brillante decisión, fue envidia: ¿Por qué se le ocurrió a él, y no a mí, esta idea tan espléndida? La respuesta es sencilla: Los gobernadores son seres tremendamente creativos y visionarios. Al proponer la venta inmediata de la Telefónica nuestro sabio Gobernador cumple con su función constitucional de señalar pautas y abrirnos nuevos caminos hacia el progreso. De eso saben los Gobernadores. Por eso es mejor que los puertorriqueños nos dejemos de tantas protestas estériles que no conducen a nada. Todo lo contrario: debemos convertirnos en fervorosos vendedores ad hoc y, en gran gesto de unidad patriótica, ayudar a vender la Telefónica tan pronto posible.

Y ya que tenemos tantas ganas de vender propiedades del pueblo de Puerto Rico, ¿por qué detenernos en la Telefónica? ¿Qué nos produce, por ejemplo, El Morro? ¿Cuánto ingreso nos deja? ¿No sería mejor deshacernos de ese viejo armatoste? Se me ocurre que por los terrenos, la vista y su localización en la punta del Viejo San Juan podríamos sacarle unos buenos 50 ó 60 millones de pesos. También está el Castillo de San Cristóbal, que tampoco cumple, que yo sepa, ninguna función productiva. En cambio, un buen hotelito de cinco estrellas, en la misma entrada de la isleta, a sólo una cuadra de Hooters: ¿cuántos inversionistas se resistirían? ¿Y qué me dicen de un El Yunque Hilton? ¿Lo pueden concebir? Con la venta de El Yunque no sólo sacaríamos unos milloncitos más, sino que podríamos quitarnos de encima la gran preocupación de que los turistas se nos anden perdiendo por los bosques y luego nos demanden.

En mi angustioso intento por sumarme al llamado de nuestro gran líder, comencé a preparar esta lista de propiedades inútiles que podríamos vender. Pero soy un verdadero bruto: se me olvidó que estas cosas le pertenecen al gobierno federal. No podemos venderlas porque sobre ellas no tenemos voz ni voto, lo cual es una lástima y un desperdicio de recursos.

Sin embargo, no hay que darse por vencido. Agarré el lápiz nuevamente y se me ocurrieron otras propiedades que podríamos vender: la Catedral de San Juan, por ejemplo, donde podría construirse una de las discotecas más fabulosas de todos los tiempos. También pensé en la Capilla del Cristo, donde quedaría muy bien un bar íntimo que permita tomar piñas coladas mientras se le tira maíz a las palomas del parque cercano. Pero recordé de pronto que esos lugares le pertenecen a la iglesia y que seguramente se opondrá a que Rosselló las venda.

Dicen que la necesidad es la madre de la invención. En mi angustioso intento por sumarme al patriótico llamado del Gobernador de Puerto Rico, cogí nuevamente el lápiz y se me ocurrió de pronto (llegó como un relámpago) que hay un lugar nuestro absolutamente inútil que podríamos vender hoy mismo sin que nadie en el mundo (ni en Puerto Rico) lo eche nunca de menos: La Fortaleza.

FIN


“Se vende El Morro”, Luis López Nieves, El Star, San Juan de Puerto Rico, 28 sep 1997, p.124.

“For Sale: Fort El Morro”. English translation by Penny Banks


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