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Lenguaje de género/Lenguaje de generaciones:
Dicotomía discursiva en El corazón de Voltaire de Luis López Nieves

Carmen Luisa Puerta


Todo enunciado está habitado por una voz ajena. Nuestro hablar
es un hablar también de otro. No somos propietarios de las voces
que usamos. El lenguaje es una propiedad colectiva. Y en cuanto
voces de otros no nos llegan de forma neutra, sino cargadas,
“ideologizadas”, configuradas con intuiciones ajenas, de otros […]
José Enrique Martínez Fernández
La intertextualidad literaria

 

El presente trabajo busca demostrar cómo la obra El corazón de Voltaire de Luis López Nieves aun cuando está ambientada en el siglo XXI, en pleno auge de la era tecnológica, logra captar un close up muy próximo de los cimientos históricos, políticos, sociales, culturales y religiosos sobre los que se sustentó el siglo de la ilustración en Francia. Ese acercamiento retrospectivo a importantes acontecimientos del siglo XVIII, que discurre entre lo efímero y lo duradero, va dando cuenta de una complejidad textual en la que se cruzan varios aspectos. Por una parte, los ámbitos discursivo y narrativo se desarrollan a través de tres estructuras que responden a géneros literarios disímiles pero que, curiosamente, en esta obra progresan en una relación de reciprocidad. Estas estructuras, la de la novela epistolar1 , la de la novela histórica y la de la novela negra2, se informan mutuamente al tiempo que consienten explorar tensiones y conflictos entre la literatura (historia trocada) y la sociedad (impronta del pasado). La epístola y el misterio dibujan múltiples líneas que van de la ficción a la realidad o viceversa y del pasado al presente indistintamente pero dejando siempre intersticios por los cuales es posible vislumbrar varios núcleos temáticos en los que, sin lugar a dudas, hace énfasis la conciencia organizadora del hablante implícito. Ese énfasis se posa, fundamentalmente, sobre la perspectivización que desde el siglo XXI se nos entrega de la víspera y el desarrollo de la revolución francesa y sus implicaciones religiosas, políticas y culturales, de la vida monacal en los conventos masculinos franceses y del poder ejercido por la iglesia católica a lo largo de la Historia así como de la anulación/omisión del rol de la mujer en el controvertido siglo de Voltaire. De igual forma, la estructura temática pone de manifiesto el poder de la burocracia y los límites de la diplomacia de los aparatos de estado en la Europa de este siglo en la misma medida en que nos muestra el papel activo, determinante e influyente de la mujer tanto en lo público como en lo privado en los albores del siglo XXI y el evidente dominio de los adelantos tecnológicos con lo que se cuenta en la actualidad.

Esa complejidad que exhibe la atmósfera ficcional de una novela cuyo discurso está construido en base a correos electrónicos rescinde la hipótesis en la que se profetiza la muerte del género epistolar. Desde nuestro punto de vista, la inmediatez, la espontaneidad, el carácter acomodaticio (brevedad o extensión, formalidad o informalidad, trivialidad o seriedad, diplomacia/mesura o aspereza/atrevimiento) que signa el correo electrónico es precisamente lo que le otorga vitalidad y consistencia a la literariedad de El corazón de Voltaire. Si bien es cierto que en esta novela el e-mail se exhibe, prácticamente, como el único procedimiento narrativo, no es menos cierto, que eso trae consigo una deliberada ambigüedad espacial y temporal que inhabilita por completo la univocidad del procedimiento y provoca una exacerbada polifonía en la que intervienen no sólo todos los constructos del texto novelesco (personajes-narradores, hablante implícito, narratarios, lectores) y las herramientas discursivas como la ironía y la parodia, sino, además, las voces contrastantes de los sistemas referenciales pasados y actuales de los que hace gala la obra. En este sentido, a propósito de esa polifonía, es dable hablar, entonces, en El corazón de Voltaire de un lenguaje de géneros (atendiendo incluso la ambivalencia del término: género literarios: novela epistolar, novela negra, novela histórica y masculino/femenino) y de un lenguaje de generaciones que vendría dado por los momentos históricos en los que se mueve el ámbito ficcional. Es en los signos con los que se fundan ¿y refractan? ambos lenguajes en los que se orquesta todo el universo semántico de la novela y, es también allí, donde hay que buscar la revitalización que el correo electrónico le ha conferido al género epistolar.

En este marco de referencias no podemos pasar inadvertido que en el universo discursivo de esta obra, tienen una incuestionable importancia las figuras del autor y el lector implícitos, son ellos los que intencionalmente crean la tensión entre lo verbalizado y lo insinuado. En el caso del autor implícito, en esta novela no tiene una voz tangible que nos hable directamente, no obstante, nos instruye a través de los signos seleccionados para cada lenguaje que configura. Paradójicamente desde el silencio esta figura irrumpe en la polifonía que caracteriza la obra. Así, tal como lo percibimos, la dicotomía discursiva se resuelve en el principio estructural que es el hablante implícito y su contraparte el lector implícito. Este último es convocado, paradójicamente, por el efecto de verosimilitud producido por la sencillez de la narración. Esa sencillez, que es sólo aparente3, lo insta a acceder al espacio íntimo y confidencial de la correspondencia personal.

En El corazón de Voltaire el ámbito narrativo se inaugura con un primer correo electrónico en el que se expresa una inquietud personal: […] Antes de retirarse a sus aposentos, la Embajadora me ordenó, en un tono de voz que usa pocas veces, que confirmara con ustedes si los restos de Voltaire están en el Panteón, lo cual hago.(p.10), que pronto se convierte en una interrogante histórica: ¿Dónde están los restos de Voltaire? (p.11) y, más adelante, en un asunto de estado en el momento en que Nicole Dugardin, embajadora de Francia en Brasil, escribe directamente al presidente de Francia:

[…] ¿Sabías que hay dudas sobre la autenticidad del corazón de Voltaire que guarda la biblioteca nacional? ¿No te parece un escándalo?

Te ganarías el reconocimiento y el respeto de los admiradores del Filósofo, que son muchos en todo el mundo los que viven en Francia, votan- si ayudaras a resolver este misterio. ¿Te animas? […] (p.16)

Esa expectación inicial, proveniente, por cierto, de Latinoamérica, abre y activa el ámbito ficcional y, es luego la interrogante histórica convertida en asunto de Estado de la república francesa la que persuade al lector a constituirse como ínsito al discurso. Tal persuasión nace de la constante referencia que hacen los personajes-narradores al secreto y a la confidencialidad. El lector debe, inexorablemente, dejarse fictivizar, no sólo porque es el receptor de una correspondencia ajena, a la que de otro modo no tendría acceso, sino también porque está siendo partícipe de una búsqueda que no puede ser divulgada por el riesgo que implica alterar el curso de la Historia. La narración progresa sistemáticamente en dos planos: uno en el que se asume escritura privada y se dejan al descubierto ciertas confesiones íntimas de personajes públicos y otro que se desarrolla en la plena conciencia de que lo personal está siendo desacralizado, en este segundo plano las historias vienen más bien desde la periferia, de personajes-narradores que, en rigor, no son del entorno público ni agentes directos de los hechos históricos: Cecilia Costa, Frédéric Sarre, Abad Philippe de Sedaine sin ser protagonistas de los acontecimientos los desenmascaran. Estos tres personajes son metafóricos en sí mismos, en la ficción ellos se apropian de documentos que no les pertenecen, invaden correspondencia de otros y lo hacen sin misterio, sin asomo de culpabilidad. Sus discursos desplazan el velo hierático que envuelve las figuras de Gabriel Daumart, al Dr Claude Durieu, al Conde de Tamerville y al propio Voltaire. Las dos facetas de sus vidas (conocida/desconocida) son puestas en tela de juicio. Nos encontramos, entonces, con una Historia contada sin reserva desde los márgenes. Cuando Roland de Luziers firma el contrato de confidencialidad ya el lector se ha hecho su cómplice por eso sabe a priori que el contrato será incumplido. El propio Luziers en su afán de encontrar la verdad también violenta intimidades (de espacios físicos, la Abadía por ejemplo, y de mundos internos) y lo hace con conciencia plena, además. Es a propósito de eso, que, en El corazón de Voltaire, podría hablarse de una combinación lúdica en la que intervienen las voces de quien escribe, quien organiza, quienes cuentan y quienes leen. A este respecto interesa la tesis de Bajtín (1990: 261) según la cual en el intercambio de cartas puede verificarse que el oyente, como entidad pasiva, es una abstracción poco útil para el reconocimiento profundo del proceso comunicacional. Agregaríamos, incluso, que en el caso del correo electrónico ese proceso comunicacional se plantea mucho más complejo y por lo tanto requiere de un lector competente. Como dice Sylvia Molloy (2004: 164) Ningún texto, por sugerente y matizado que parezca, deja nada al azar[…](Todo texto sugerente es deliberado: Verlaine habla de “elegir” la ambigüedad, lo impreciso). Es indudable que en esta obra de López Nieves se elige la ambigüedad del tiempo, del espacio, de la Historia y, la literariedad estructurada en base a e-mails le proporciona una particular ambigüedad al discurso.

En una obra literaria como la que nos ocupa, en la que el manejo de los avances tecnológicos nos presenta una dimensión tan cercana de la realidad y la verdad ficcional es impugnable porque no existe una voz que liderice en el ámbito narrativo sino que cada personaje, indistintamente, ejerce la función de enunciador, se hace perentorio plantear un análisis en el que las marcas que signan el lenguaje sean la vía expedita para acceder a las significaciones del texto. En este punto, hay que conceder, necesariamente, que, en la novela que hemos venido comentando, los géneros discursivos se yuxtaponen para construir un sustentáculo solidario de los unos con los otros a favor de la recepción del enunciado.

 

 

Entre la impronta histórica y las marcas de género…
significaciones posibles en El corazón de Voltaire

El médico Alcmeón observó, con la aprobación de Aristóteles, que los hombres mueren porque no pueden unir el principio con el fin. Lo que ellos, los hombres que mueren, pueden hacer es imaginar para sí mismos una significación en estos hechos no recordados, pero imaginables. una de las formas en que pueden hacerlo es crear objetos en los que todo, en la medida en que existe, está en concordancia con todo y ninguna otra cosa es, lo cual implica que esta disposición refleja los designios de un creador, real o posible.

Frank Kermode
El sentido de un final

De acuerdo a lo que se ha planteado sobre El corazón de Voltaire en el aparte anterior hemos de reconocer que la ausencia de una voz narrativa en la que confluyan diferentes tonos y modulaciones no obedece a una debilidad textual, por el contrario, tiene como finalidad estimular el diálogo delirante que procede de la escritura y está orientado a producir un impacto en el lector4 que conoce y de antemano acepta que el proyecto discursivo de esas voces narrativas está mediatizado por una instancia otra que opera desde la parodia y la ironía. Estas estrategias discursivas en esta novela, sean cuales sean sus modos de realización, apuntan siempre hacia el orden ideológico instaurado por el hablante implícito quien, por supuesto, las subordina a su propia estrategia escritural.

En la medida en que, en la obra objeto de estudio, se van sucediendo las voces narrativas, se va construyendo, en forma simultánea, la estructura de la novela epistolar, el correo electrónico como sostén absoluto del ámbito narrativo, de la novela negra, el misterio y el suspenso detectivesco como materia prima de hechos que aunque paródicos aspiran a la develación y la de la novela histórica, los acontecimientos pasados en retrospectiva crítica. Esas tres estructuras genéricas cardinales devienen también en microhistorias que se bifurcan y enriquecen la intriga narrativa. Esto trae consigo una polifonía que reposa como ya dijéramos sobre el principio de la yuxtaposición en el espacio textual de diferentes formas y géneros y esto, en consecuencia, se traduce en una escena dialógica regida, insistimos en ello, por el hablante implícito. A este respecto coincidimos con Barthes (1987) en que la correspondencia es una empresa táctica destinada a defender posiciones, a asegurar conquistas. Es decir, en El corazón de Voltaire, el pasado y el presente, lo rudimentario y lo tecnológico no sólo coexisten textualmente; hay que convenir que en la obra la perspectivización irónica del siglo de la ilustración y el relieve paródico que se nos dibuja del presente escenifican el paroxismo lúdico y perverso de la palabra escrita. Es del circuito comunicacional que instaura el intercambio de misivas electrónicas de donde emergen los personajes-narradores, es su propio discurso el que los individualiza. Ciertamente no existe una voz única que controle la literariedad en la que interactúan los personajes, sin embargo, el diálogo instituido por el intercambio de correos electrónicos se basta solo en el ámbito textual. Desde el intercambio escrito se configuran las personalidades, las estructuras discursivas y las concepciones de mundo que ofrece la novela. Madame Dugardin e Ysabeau de Vassy son personajes perfectamente bosquejados tanto en su aspecto psicológico, maneras de percibir el entorno como en su accionar. De hecho podría afirmarse que son los dos personajes femeninos más fuertes de la novela. La primera precipita todo el acontecer interno y externo, la segunda, de alguna manera, desencadena exasperadas polémicas en el campo de la investigación, la religión y la política. En ambas están las motivaciones intra y extratextuales que guían el acontecer, de una y otra recibimos una doble imagen, se narran a sí mismas y son narradas por los otros:

[…] la Embajadora me ordenó, en un tono de voz que usa pocas veces, que confirmara con ustedes si los restos de Voltaire están en el Panteón, lo cual hago.
Agradeceré una respuesta inmediata.

Cordialmente,

Rogier Meurisse (p.10)
La embajadora añade que si dicho informe no ha llegado a nuestro buró mañana a las 1900 horas, ella telefoneará de inmediato al ministro de cultura, jefe de usted, y luego llamará al Palacio del Eliseo. Con mucho gusto le rendirá un informe a su tío sobre el apoyo que brinda el viceministro de Cultura a las embajadas de Francia en Latinoamérica.

Muy cordialmente,

Rogier Meurisse (p.12)
Te ganarías el reconocimiento y el respeto de los admiradores del Filósofo, que son muchos en todo el mundo los que viven en Francia, votan- si ayudaras a resolver este misterio. ¿Te animas?

El presidente de Brasil te envía saludos muy efusivos. Me ha pedido que acordemos la fecha de tu visita, que discutiré con Laurent.

Me escribe mamá para decirme que nos reuniremos en Aquitaine en agosto, durante mis vacaciones. Será un placer abrazarte, como siempre,

Besitos,

Nicole (p.16)
Querida Nicole:

Sin duda habrás leído las noticias sobre el corazón de Voltaire. Francia está en deuda contigo, ya que la investigación nació a partir de tu sugerencia del año pasado. Muchas gracias.

Recibe los besos de tu

Tío (p.228)

En el caso concreto de Madame Dugardin, la obra comienza y culmina con el reconocimiento expreso de que su figura controla el acontecer. Con respecto a Ysabeau de Vassy su propio discurso y el de Roland de Luziers nos perfilan un relieve bastante nítido de ella en sus contextos académico, político, religioso, social y familiar. Ese perfil es fundamental en la novela. Es a partir de este personaje que se discute con la tradición, la cultura, la Historia y la religión. Si bien Roland de Luziers es el investigador, el hombre de ciencia que despierta admiración y respeto, no hay que perder de vista que es la historiadora quien determina la perspectivización que al final de cuentas obtenemos del ámbito histórico-político. Es ella quien constantemente dicta las pautas de la investigación y es en definitiva quien resuelve qué hacer con los resultados obtenidos mucho antes de que el gobierno francés decida lo que le conviene y lo que no al país y al mundo. Otro aspecto importante tiene que ver con que en los lenguajes femeninos (Dugardin, Ysabeau, Cecilia Costa, etc.) es donde encontramos la mayor entonación irónica que le da fuerza al discurso:

Estimado doctor de Luziers:

Hace unos ocho meses que el ilustrísimo pariente de Voltaire, mi esposo Gabriel Daumart, nos abandonó a mí y a su hija de dos años de edad […] Lo único que me dejó Gabriel fueron sus deudas, ropa vieja y esta dirección de internet, que total siempre la pagué yo, aunque estaba a su nombre.

Suerte con su estudio. Si por casualidad descubre dónde estás el famoso prócer, por favor avíseme porque le debe la pensión alimenticia a su hija.

Atentamente,

Cecilia (pp 28-29)

La alternancia de narradores es lo que permite aprehender un amplio espectro de la Historia pasada y presente, de los datos poco significativos y los reveladores. En cada enunciado de los distintos e-mails se nos muestran modulaciones de lo genérico (pensamiento femenino/masculino):

[…] Mi madre es francesa y sicóloga. Además, conozco bien a los franceses. Por tanto, sé lo que usted está pensando. Pero le puedo asegurar que Gracielita es hija de Gabriel. Tendrá que conformarse con mi palabra, porque no tengo más pruebas.

Quiero aclararle lo siguiente: algo raro tal vez ocurrió durante ese estudio de hace veinte años. Algo raro tal vez sucedió durante la vida de Voltaire. Algo raro tal vez sucedió en los últimos doscientos y pico de años desde su muerte. De todas esas cosas, al igual que de libros de historia, documentos, genes o estudios genealógicos, no sé nada. Lo admito: soy muy ignorante.

Pero nada raro, señor, ocurrió durante la concepción de mi hija. Nada raro. De una cosa estoy muy segura: la señorita Graciela Daumart es hija del prócer Gabriel Daumart, aunque él no la merezca.

Atentamente,

Cecilia (p. 34)
[…] Sólo hay explicación lógica: la mujer de Gabriel Daumart es una gran adúltera. La niña no es de Daumart. Por eso las abandonó.

Lo buscaré y lo encontraré donde quiera que esté. Lo juro.

Abrazos,

Roland (p.35)
Estimado Georges:

Vuelvo a pedirte un favor relacionado con la Abadía de Aurillac. Como te dije antes, varios catedráticos de La Sorbonne llevan a cabo un importante estudio para la oficina del Presidente. Entre los profesores, como es natural en pleno siglo XXI, tenemos a una de las más prestigiosas historiadoras de Francia: la doctora Ysabeau de Vassy, docente la Sorbonne, Miembro de la Academia de Historia y autora de famosísimos libros sobre la Ilustración […] (p.130)
Estimado Vincent:

[…] Hablé con colegas del Instituto. Hablé con su Excelencia, con el Superior Benedictino de fray Víctor y con varios jerarcas más, cercanos al Abad. Pero hay un problema inconquistable: durante más de mil años no ha entrado una sola mujer a la Abadía de Aurillac. Fray Víctor y sus frailes están en pie de guerra, y no exagero: antes de que entre una mujer preferían pegarle fuego a la biblioteca, a la Abadía y a sí mismos. Han expresado claro el hecho de que eligen inmolarse antes que ceder. Además, cuentan con la comprensión (y el apoyo implícito) del Superior y de su Excelencia.[…] (p.131)

Así como es posible, en estos ejemplos, percibir entrelíneas un lenguaje de géneros, de igual forma es factible encontrar las señas que denotan lo generacional, en esta obra asociado a lo histórico y al eje temático fundamental. En la novela resulta asombrosa la armonía y la convivencia que logran los más trascendentales avances de la era tecnológica y los paréntesis históricos que nos hablan del pasado. Incluso la correspondencia manuscrita, secreta, de época es asimilada y develada por la tecnología y los nuevos descubrimientos. Podríamos decir, de hecho, que en El corazón de Voltaire se complementan dos estructuras epistolares: una verbalizada (correos electrónicos e inserción de cartas del siglo XVIII) y una sugerida: Anejo: Carta del Dr. Jérome Batailles (p.16), Anejo: Orden de Monsieur le Président (p.38), Anejo: Datos sobre la tumba de Monsieur Guy Daumart (p.49), Anejo: Exhumación de cadáveres, Zacatecas, México (p.52), Anejo: Las cartas de Gustave de Tamerville (p.115), Anejo: Estructura y regla benedictinas (p.174). En un mismo espacio discursivo el pasado (la Historia) y el presente (avances tecnológicos y descubrimientos científicos) se retroalimentan y se evalúan mutuamente:

[…] No sé si conoce usted uno de los casos más espectaculares de la genética moderna. Le proveeré los datos para que pueda entender mejor la importantísima razón que me lleva a escribirle:

El rey Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero de 1793 por los revolucionarios franceses. Luis Carlos, segundo hijo de los reyes, se convirtió ese mismo día en Luis XVII, nuevo rey de Francia, ya que su hermano mayor había muerto en el 1789 […] Muchos historiadores y genealogistas habían tratado de resolver el misterio de Luis XVII, pero siempre en vano. Sin embargo, en el año 2000 la genética (la ciencia que estudia el ADN humano) había dado unos saltos gigantescos, que le permitieron interceder de forma decisiva en la controversia. Dos colegas y amigos míos, Jean-Jacques Cassiman y Bernard Brinkmann, consiguieron tres cabellos que pertenecían sin duda alguna a la reina María Antonieta, madre del niño. Luego le practicaron varias incisiones al corazón de Luis XVII (extraordinariamente bien conservado: se veían las arterias y compartimientos) para extraer muestras[…] (pp.25-26)

En esta escritura epistolar moderna encontramos la alteridad como una marca indeleble que atraviesa toda la Historia y la entremezcla con el enmascaramiento, la contradicción, el enigma y la transformación lúdica. Entre el siglo XVIII y el XXI se producen distanciamientos y acercamientos signados por la tensión, el suspenso y la intriga que sólo se manifiestan en la fragmentaria estructura lingüística del tiempo representado, en la fabulación con el lenguaje. A partir del correo electrónico los narradores, todos contando desde su presente, verbalizan su propio yo y subjetivizan el pasado, subvierten la Historia contada desde el poder y sus agentes. A ello contribuyen en alto grado la ironía y la parodia. De acuerdo a lo que hemos venido planteando estas dos herramientas son las que garantizan que el lenguaje moldee conductas y estructuras en la novela. No se trata sólo de superficies que simplemente sugieren contenidos. Por el contrario hay un juego de palabras que diseñan esos contenidos y luego les devuelven su propio reflejo. La ironía como la parodia sirven al lenguaje, una y otra son la contracara de un espejo perverso y amenazador de la realidad.

En El corazón de Voltaire la ironía hace que el propósito de la escritura de lo íntimo sea alterado. En la medida en que cada quien se cuenta a sí mismo y el lector espía la correspondencia privada se produce una indeterminación narrativa estratégicamente irónica. La ironía relativiza tanto lo real, sistemas referenciales, como lo ficticio, Historia trocada. Esa herramienta discursiva marca el lenguaje en tanto determina las imágenes de mundo representadas en la ficción, entendida como búsqueda dialógica del sentido es uno de los soportes centrales de los tres géneros literarios que se funden en la novela. A través del lenguaje se parodia la Historia porque la ironía lo consiente. En lo concerniente a lo epistolar al estar re-creado en base a correos electrónicos da cabida a la oralidad y a la escritura, a la mesura (discretos silencios) y al ruido (marcas tipográficas que exacerban significados) y sobre todo contrapone la vertiginosidad de los tiempos modernos frente a la tradición. Esas dualidades matizadas por la ironía son las que propician las historias paralelas a las que ya hiciéramos referencia. La duda sobre la autenticidad del corazón de Voltaire, la existencia en Puerto Rico de un descendiente llamado Gabriel Daumart, la teoría del doble desarrollada a partir de la figura enigmática de Gustave de Tamerville, la investigación propiamente dicha son elementos que aunque múltiples y multiplicadores dan a la obra un carácter circular porque al final de cuentas todo quedó reducido a un comunicado de prensa en el que nuevamente a través de la palabra se manipulan los resultados de la investigación.

Ahora bien, más allá de la intriga y el argumento, El corazón de Voltaire tiene un altísimo valor literario que tiene que ver, por una parte, con el hecho de que los personajes se construyen a sí mismos por obra y gracia de la palabra escrita, del lenguaje verbalizado, por otro lado con la mixtura de géneros literarios que no se estorban sino que informan mutuamente y, por último, con el rol preponderante que debe jugar el lector en la propia ficción.

En virtud de que El corazón de Voltaire es una nueva novela novedosa como la llamó Menton (2006) son muchos los elementos que pueden ser desmontados y analizados. Todos los constructos del texto están supeditados a un discurso cuya estructura nos era desconocida hasta hace pocos años. De allí la importancia que le hemos adjudicado al lenguaje. Si bien los adelantos tecnológicos colocan en escena un tiempo avasallante, también ponen de manifiesto una framentariedad que se desarrolla en varios niveles y cuenta con los prestigiosos efectos de la sugerencia del lenguaje.

FIN


NOTAS

  1. De las tres estructuras referidas es, precisamente, la de Novela Epistolar la que resulta más polémica. El correo electrónico técnica y formalmente se distancia de la carta y en la actualidad existe un amplio debate en torno a si las novelas construidas en base a e-mails son epistolares o no. Nora Bouvet (2006), por ejemplo, reconoce algunos rasgos de la matriz epistolar operando en la correspondencia electrónica, no obstante, destaca que no es lo mismo mandar un e-mail que escribir una carta. Según la autora se diferencian en la facilidad de reduplicación, la rapidez de respuesta (menos diferida, casi instantánea), la circulación reticular en vez de postal que le otorga una mayor fragilidad a la textualidad electrónica (p.14). Ahora bien, para efectos de la presente investigación, dejaremos de lado el referido debate por cuanto creemos que más allá de la distancia marcada por los aspectos formales, en la carta, así como en el correo electrónico, concurren otros aspectos (la estructura, el propósito y los temas, por mencionar tres) que les permiten coexistir y redimensionarse tanto en el ámbito social como en el ficticio. De allí la consideración de que El corazón de Voltaire es una novela epistolar en la que a diferencia de las estructuradas en base al estilo de carta convencional, simplemente se altera la forma de percibir el tiempo y el espacio. Esa nueva dimensión temporo-espacial, por cierto bastante cercana a la realidad, en la obra que nos ocupa, complejiza la atmósfera ficticia, no la invalida, sin embargo.
  2. Hay quienes afirman, Sánchez Soler (citado por Martínez Justiniano, 2007) por mencionar uno, que  toda novela negra parte de una obvia relación causa-efecto entre un crimen o hecho misterioso y un investigador. Esa relación persigue, más que la solución del misterio y/o incrimación del culpable, unir líneas que permitan hilar un fino análisis social que por lo general deja al descubierto complejas contradicciones. A propósito de El corazón de Voltaire este punto también resulta controvertible. Martínez Justiniano (Ob. Cit.) afirma, al referirse a la obra,  que López Nieves transgrede el género de la novela negra por cuanto en su texto no existe crimen ni hechos sangrientos. Incluso llega a ver en esa transgresión la aportación del autor al género.  Sin embargo, desde nuestro punto de vista, aun cuando en la obra objeto de estudio no se presenta un crimen en el estricto sentido del término, lo hay, y no uno sino varios, en el sentido figurado. Sino, entonces, ¿por qué la necesidad de subvertir la Historia o invertir la Tradición? ¿Acaso no son crímenes el fundamentalismo ideológico y religioso, el racismo y la xenofobia?, ¿no son esos  crímenes los aspectos que descubrimos a través de la develación del misterio?
  3. Sobre este particular señala Bajtín (1990) Los géneros discursivos secundarios (complejos) -a saber, novelas, dramas, investigaciones científicas de toda clase, grandes géneros periodísticos, etc- surgen en condiciones de comunicación cultural más compleja, relativamente más desarrollada y organizada, principalmente escrita: comunicación artística, científica, sociopolítica, etc. En el proceso de formación estos géneros absorben y reelaboran diversos géneros primarios (simples) constituidos en la comunicación discursiva inmediata. Los géneros primarios que forman parte de los géneros complejos se transforman dentro de estos últimos y adquieren un carácter especial: pierden su relación inmediata con la realidad y con los enunciados reales de los otros, por ejemplo, las réplicas de un diálogo cotidiano o las cartas dentro de una novela, conservando su forma y su importancia cotidiana tan sólo como partes del contenido de la novela, participan de la realidad tan sólo a través de la totalidad de la novela, es decir como acontecimiento artístico y no como suceso de la vida cotidiana. La novela en su totalidad es un enunciado, igual que las réplicas de un diálogo o una carta particular (todos poseen una naturaleza común), pero a diferencia de éstas, aquello es un enunciado secundario (complejo). (p.250)
  4. A pesar de que Quero Arévalo (2006), en su artículo Para trocar un corazón, consiente que El corazón de Voltaire posee el difícil encanto del equilibrio, ese que permite que sea disfrutada por un lector con pocas “lecturas” y otro informado y con grandes referentes literarios,  en este trabajo nos estamos refiriendo sólo al lector informado. El que es capaz de concatenar el viaje virtual a través de la correspondencia electrónica, los sistemas referenciales (lo conocido y lo re-inventado), la trama ficcional, las estructuras de géneros literarios diversos, lo que Bajtín llama géneros secundarios, las marcas de género (masculino/femenino), el procedimiento narrativo, lo verbalizado y lo silenciado para acceder a las significaciones del texto.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Bajtín, M. (1990). Estética de la creación Verbal. México: Siglo veintiuno editores.
  • Bouvet, N, (2006). La escritura epistolar. Buenos Aires: Eudeba.
  • López Nieves, L. (2005). El corazón de Voltaire. Colombia: Editorial Norma.
  • Martínez Fernández, J.E. (2001). La intertextualidad literaria. España: Cátedra.
  • Martínez Justiniano, C. (2007). La transgresión del género negro en El corazón de Voltaire. En: www.ciudadseva.com/obra/2007/01/14ene07.htm
  • Menton, S. (2006). El corazón de Voltaire: En busca de la calidad: Nuevas novelas novedosas. En: www.ciudadseva.com/obra/2006/09/05sep06c.htm
  • Molloy, S. (2004). Silvina Ocampo: la exageración como lenguaje. En: Ficciones argentinas. Antología de lecturas críticas. Grupo de investigación de la literatura Argentina de la UBA (comp.). Argentina: Editorial Norma.
  • Quero Arévalo, M. (2006). Para trocar un corazón. En: www.ciudadseva.com/obra/2006/10/mqa01.htm

Carmen Luisa Puerta, venezolana, es estudiante doctoral de la Universidad Central de Venezuela. Ha participado como ponente en varios eventos de literatura nacionales e internacionales. Posee el título de Mágister en Literatura Latinoamericana por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, de Maracay, Venezuela. Ha dictado cursos de postgrado sobre literatura latinoamericana y/o crítica literaria. Actualmente (2007) investiga, por una parte, el tema de El hablante implícito; por la otra, lleva a cabo la revisión de la obra completa de la autora venezolana Ana Teresa Torres. Su tesis doctoral está orientada a crear una Tipología del hablante implícito.


“Lenguaje de género/Lenguaje de generaciones: dicotomía discursiva en “El corazón de Voltaire” de Luis López Nieves”, Carmen Luisa Puerta, Ciudad Seva, San Juan de Puerto Rico, 13 mayo 2007, ciudadseva.com.


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