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La afirmación nacional en el occidente puertorriqueño

José Luis Pons Torres

El texto se presentó en un seminario doctoral del Centro de estudios avanzados de Puerto Rico y el Caribe


Luis López Nieves, autor de Seva, no imagina que su historia apócrifa de una resistencia popular a la invasión americana por el pueblo actual de Ceiba, previo a la de Guánica en su cuento, guarda similitudes con la borrada del mapa a la que se sometió la antigua población de Guayanilla en el siglo XVI. El sueño literario, cimentado en la iniciativa civil de unos residentes imaginarios de la inexistente Seva, se desmorona como tesis de resistencia ante la obra “los arcos de la memoria. El 98 de los pueblos puertorriqueños”. La intención mitificadora de López Nieves constituye un ejercicio de crear una realidad que no existió, por lo menos a fines de la centuria decimonónica. No cabe duda que los alcances bibliográficos del cuentista, así como la de sus eufóricos apologistas, fueron marco suficiente para dictaminar que Seva comenzaba un capítulo, aunque tardío, del heroísmo puertorriqueño. La solución a este alegado vacío pierde vigencia en el examen de las primeras centurias de la colonización española.

La historia oficial ha sido un tanto reduccionista en su referencia a los aconteceres de los pueblos en Puerto Rico. Partiendo de un prejuicio bastante despectivo, los redactores de textos se nutren de diversas estrategias para subutilizar las fuentes que emanan de las microhistorias pueblerinas. Los avances en el descubrimiento de documentos y relatos, relegados y ocultados por generaciones de investigadores oficialistas, establecen un nuevo formato de construcción histórica. Por esta razón, hacer una retrospectiva del occidente puertorriqueño, contemplando el Partido de San Germán, evidenciará ejercicios de afirmación nacional en infinidad de manifestaciones.

Uno de los estribillos que abre los cursos de historia en Puerto Rico, antes de recrear la pelea del indio malo y el español bueno, es la división del país en dos partidos, en 1514, San Juan y San Germán. De ahí en adelante, resulta palpable la dinámica de la supremacía militar y la selección de crónicas convenientes al discurso gubernamental, que sin importar frente a cuál de los dos imperios se desarrollan, el acomodo de la narración debe ir subyugada a la fuerza metropolitana. Por este motivo, adentrarse más allá de la fecha vacía, que se presta para cristalizar hechos superficiales, sirve de método trascendente hacia el desmascaramiento del silencio ocultista oficial.

El fenómeno fundacional de pueblos tiene muchos elementos subyacentes cuya descodificación replantea, que por encima del provincianismo del primero o el segundo, se articula una mentalidad enmarcada en la resistencia y en la edificación de comunidades e infraestructuras con características diferenciadas del lineamiento capitalino. Las poblaciones precolombinas, en el contexto que les correspondió reaccionar, una vez entran en contacto con el colonizador europeo, producen un comportamiento de territorialidad en el memorable enfrentamiento de 1510 con la sublevación de Agueybana, el Bravo. Guardan similitudes, como expresiones de confrontaciones valerosas, en que ambos grupos asumen el rol de sus tiempos en tierra occidental puertorriqueña. Las consecuencias, en las dos direcciones, promueven una cultura de afirmación y la furia del estado interventor en sofocar por medios represivos o sutiles cualquier tipo de levantamiento.

“Agueybana siempre fue el malo de la película en los viejos textos, porque combatió a los españoles invasores y se le presentó como traidor, de malas intenciones o de tonto, porque supuestamente se dejó matar por el primer tiro de la guerra. Todo lo cual ha sido producto de información caduca, malicia política y de repetición ingenua. En aquellas películas el bueno era su hermano, Agueybana, el manso, quien, transó con los invasores, y por supuesto, fue cómplice de su exterminio. (Nota: cualquier similitud con acontecimientos recientes es pura coincidencia)”

 

LA AFIRMACIÓN NACIONAL EN EL OCCIDENTE PUERTORRIQUEÑO

La afirmación nacional puertorriqueña, dentro de la variedad de episodios que se demarcan para periodizar sus inicios, la encontramos constantemente en la región suroeste del país. La investigación del Dr. Francisco Lluch Mora, La Rebelión de San Germán, permite encontrar antecedentes remotos a posturas referentes de territorialidad manifiestas por los pobladores.vv

En el examen bibliográfico, abunda una reproducción insaciable que ubica el arranque de la concepción nacional a partir del siglo XIX, afirmación que comienza a erosionarse con los trabajos de Lluch Mora en los años 70 y más recientemente con las publicaciones de Angel López Cantos.v En el caso del primer autor, su labor de indagación histórica redirige la óptica a los procesos fundacionales en el suroeste de Puerto Rico y sus interioridades, que en el hecho práctico dejan patente un interés de los residentes de concebir infraestructuras pueblerinas en cuyos diseños es evidente un mensaje opuesto al imperio español. López Cantos, especialista dieciochesco, descubre la existencia de una sociedad interactuando en un contexto social, político, económico, religioso y cultural vis-a-vis el discurso historiográfico consuetudinario que lo declaraba desierto. Su personaje histórico cumbre, Miguel Enríquez. Ambos autores se valen de sendas fuentes primarias para sus aportaciones.

La mitificación del relato histórico oficial se tradicionaliza con la consecuente publicación de textos de impresión gubernamental. No obstante, la proliferación de una mentalidad y simbolismo de afirmación nacional, se ampara en un romanticismo que dibuja un pueblo vulnerable. Las polémicas de corte especializado sobre este debate es el síntoma de unas inquietudes que demandan una revisión.

Colocar en un ejercicio comparativo las visiones de contendores historicistas nutre la discusión en la necesidad de proyectar posturas meritorias que superen una ficción incuestionada. De otra parte, afloran ángulos que parametran el valor y la identificación de los pobladores mediante la protesta, el quehacer subterráneo y la propia operación de los civiles en la construcción del occidente puertorriqueño. Temas poco reseñados y que no han merecido la atención extensa de los estudiosos.

Las fuentes primarias, entre ellas las Reales Provisiones de 1571 y 1573, dejan al descubierto los forcejeos iniciales de un ciudadano común, Juan Muñoz, encabezando una postura de liderato para evitar las instrucciones del traslado de San Germán a las Lomas de Santa Marta, conducta que provocó la comunicación de 1573 y que primicia una cultura de resistencia.

A lo largo y ancho de los pasados siglos, son diversas las acciones de tipo civil o de conspiraciones desde el propio foro oficial, que apuntan a acontecimientos contrarios al gobierno insular. La rebelión de San Germán, el Grito de Lares, la Intentona de Yauco y el perfil ideológico de la zona, y muy especialmente la diferencia entre las instrucciones de San Germán y San Juan a Ramón Power, reflejan las desemejanzas marcadas en la dinámica de la Capital versus el oeste puertorriqueño, proceso que sienta las bases de un ideario de afirmación nacional.

La represión, irremediablemente, hace su aparición en la conjugación sociocultural de la gente que va alimentando el apego y el sentido de pertenencia en el topos occidental, fenómeno que constituye un contrasentido para los interéses imperiales de la península. La reformulación de los sistemas de orden público pasan a ser una prioridad que se atiende con la visita del Mariscal de Campo Alejandro O’Reilly en 1765. El esquema lleva doble agenda y posiblemente, además de amurallar la Capital, comenzar a edificar un nuevo muro de contensión psicológica ante el ambiente de insatisfacciones que arropaba al partido de San Germán. El despliegue concentrado de compañías de Milicias Urbanas y Disciplinadas de la región patentizan una preocupación y un reconocimiento a ese embrionaje que genetiza el polo oeste del país.

Las previsiones, de ninguna manera, obstaculizan la expresión de corte revolucionario o conspirativa. Los mecanismos de intimidar y reprimir a la sociedad se concretan en infinidad de maneras. La aplicación del Componte es un método exclusivo en este lado del Puerto Rico decimonónico.xx

Dentro de las fuerzas de seguridad estaban las Milicias Disciplinadas, cuerpos netamente constituidos por puertorriqueños, y cuya innegable participación en la gesta del Grito de Lares, conllevó su eventual disolusión por las autoridades. Un acto que reconfirmaba la pérdida de leales a la corona y aumentaba la paranoia del estado imperial. Mientras, el germen de la nacionalidad y su defensa ya se encontraba en una etapa avanzada. Los acontecimientos de irreverencia en la región San Germán fueron evidencia de afirmación nacional y han sido patentes en la realidad nacional del pueblo puertorriqueño.

REVISIÓN DE LITERATURA

División en Partidos
San Germán, por la propia adjudicación de 1514, se autoproclama fundador de pueblos. El celebracionismo, que alardea una opulencia y poderío de municipalidad omnipotente, degenera su discurso de resistencia en el exhibicionismo que se emblematiza en la aquitectura de residencias y centros de mando. La proyección de su procerato juega un papel protagónico en el historicismo local. La postura de falacia reductiva que se detecta en su institucionalización de fuente suprema, opaca las aportaciones de los pueblos periféricos en la gesta del occidente puertorriqueño como espectro macro de la afirmación nacional.

A Fundación de pueblos

Guayanilla
En el 1893, el presbítero José María Nazario y Cancel, respondió a una convocatoria de versar argumentos para evidenciar el lugar de entrada de Cristóbal Colón. El sacerdote, oriundo de Sabana Grande, escribió el libro “Guayanilla y la Historia de Puerto Rico”.x La obra se respalda en diversidad de pruebas para centrar su tesis de la llegada del genovés por la playa del sureño pueblo. Historiadores como Eduardo Newman Gandía de plano lo declararon “loco”, pero en el interín el ponceño regionalista pasa por alto que Nazario y Cancel tiene una formación erudita en varias materias, incluyendo arqueología, filología, astronomía y una afición por la meteorología. El concierto de las voces de Manuel Zeno Gandía, Agustín Navarrete y Mariano Abril hicieron causa común con el sacerdote historiador, avalando la postura de la entrada que ponía sobre el tapete Nazario. No empece al prestigio de los referidos intelectuales, las campañas para restarle credibilidad a José María Nazario y Cancel, minaron también la imagen de autenticidad de sobre 800 piezas arqueológicas que obraban en su poder, pertenecientes a lo que se conoció como la “Biblioteca de Agueybana”.

El intento de acallar a todo exponente de los orígenes guayanillenses y hasta su posible eslabón como zona del descubrimiento, provoca apabullantes reacciones. La recapitulación de los citados acontecimientos no van guiados para continuar el estéril debate, sino vincular el análisis con motivaciones de mayor peso que en el furor de una discusión superflua se desvían. La desaparición de la antigua Guayanilla estuvo guiada por un plan de exterminio por la amenaza que comenzó a representar la insurrección de los aborigenes liderados por Agueybana, el Bravo y las pugnas del traslado de San Germán a las Lomas de Santa Marta unas décadas después.

En su prólogo, José María Nazario y Cancel advierte que en una visita a José J. Aguayo, en ese entonces husmeador de datos para escribir la Historia de Puerto Rico, se enteró de una información que estimuló su curiosidad. “De él recibí la noticia de la desaparición de algunas poblaciones de la Isla, entre las cuales figuraba Guadianilla”.vvv

El cuentista Luis López Nieves fabula, insertando en su texto literario del género corto, “Seva”, una creativa traducción del alegado diario de Nelson Miles en el que el personaje principal, Víctor Cabañas, logra extraer de la biblioteca de Peggy Ann Miles, nieta del general militar norteamericano invasor en la inventada Seva.

“¡Misión cumplida!” Hace 4 días sorprendimos al enemigo. Se trataba de cada uno de los habitantes de Seva. Tomemos acción rápida pero el exterminio no fue fácil, a pesar de que éramos casi 4,000 contra 721. (mis 3,000 tropas frescas, más las casi 1,000 que llevaban tres meses en la playa). Debo admitir que opusieron una resistencia feroz, organizada y heroica, digna de nuestra guerra de independencia contra los británicos y a la altura de un Cid o un Wellington.

 

Luis Muñoz Rivera nos ha hecho varias recomendaciones excelentes: ya que la gente de los pueblos cercanos podrían echar de menos a Seva, y para evitar que en el futuro puedan encontrarse si fuera las cenizas del pueblo, deberemos: 1. Construir sobre los escombros del pueblo (y los tumbas de los habitantes) una base militar, para evitar que algún enemigo de los Estados Unidos de América pueda en el futuro encontrar evidencia de este incidente. 2. Construir otro pueblo en las cercanías para que los habitantes del resto de la Isla piensen que es el mismo. Luis M. Rivera sugiere que tanto la base como el pueblo sean bautizados con el nombre “Ceiba”. De esta manera, si alguien pregunta por Seva se le responderá: Usted, se equivoca, el nombre correcto es “ceiba” (en español la pronunciación de este nombre es parecida)”vv

 

Luis López Nieves, valiéndose del misterio de la ficción, intenta entronar un capítulo que no corresponde a la coyuntura de finales del siglo XIX. La tenacidad del sacerdote José María Nazario y Cancel, provoca que escale en la duda, hilando hacia un pasado que yacía soterrado. Su entereza le conduce por caminos esclarecedores.

 

“Estimulada mi curiosidad, comenzó a moverse, y a los pocos meses, aquello era una verdadera batida, en que el ojeo se hacía constantemente, para levantar tradiciones y desenterrar monumentos.

De aquel movimiento resultaron hermosas conquistas que arrebataban: el olvido, tradiciones; al tiempo, restos; girones de generaciones pasadas que pronunciaban palabras, como de moribundo, espirantes; ora (sic) de una mina abandonada; ora de una fundición o de una fragua ora (sic) de una población sobre la cual se agitan las sombras de nuestros padres”

 

El mensaje de Padre Nazario, adrede o ingenuamente, hace puntal al destacar que “en sus cercanías vivió Agueybana”. Las palabras traducen que Guadianilla es Guayanilla, foco de confrontación con las autoridades españolas. Nazario y Cancel está convencido de esa evolución filológica o alteración fonética. A diferencia de Seva, Guadianilla queda monitoreada en la geografía del litoral sureño. Luis Hernández Aquino, en su “DICCIONARIO DE VOCES INDÍGENAS DE PUERTO RICO” confirma la veracidad del toponimio: “Los fundadores españoles de Santa María de Guadianilla tuvieron en cuenta el recuerdo del río Guadiana, de España, dándose el caso que existían los nombres indígenas de Guaynía y Guayana, por lo cual la tradición popular convirtió Guadianilla en Guayanilla, de resonancia indígena”

Francisco Lluch Mora penetra en términos más concretos. Se impone, con la postura intelectual que le caracteriza, y dar cuadre definitivo al rompecabeza de la tergiversada presencia de la antigua Guayanilla como ente diferenciado de San Germán.

“Las razones expuestas por Aurelio Tió, basadas en el análisis minucioso de documentos de la época de la colonización, nos permite sostener que la Villa de Guadianilla, fundada, según Coll y Toste, en 1511, y Salvador Brau, en 1512 fue un poblado distinto al de la Villa de San Germán.

Somos de parecer, pues hemos frecuentado el lugar, que allí hubo una comunidad hispánica, pues lo atestiguan algunos objetos que hemos localizado, amén de los que localizó el padre Nazario, una moneda del siglo XV, dos fragmentos de cerámica europea del siglo XVI, restos de ladrillo, clavos enmohecidos, cerámica vidriada, pedazos de mayólica con motivos florales”.

 

El arte de sensibilizarse a las diversas fuentes, incrementa la credibilidad de los planteamientos. Al mismo tiempo no se puede negar la cientificidad del ejercicio en el cual se puede apreciar una constante dinámica de comprobación. El autor produce muestras reiteradas de esta práctica.

San Germán
El hablar de la región oeste obliga una mención inmediata del pueblo de las Lomas, San Germán. La historia oficial le ha atribuido un estelarismo que controla y desplaza la acción de los municipios circunvecinos. Su devenir alcanza niveles mitológicos, logrando un efectivo renombre. No obstante, autores de difusión limitada, como es el caso de Luis O. Zayas Micheli,xxx se distancian del coro de reverenciadores y expresa un punto que desinfla el protagonismo absoluto que reclama ostentar la Ciudad de las Lomas.

“Tal parece que San Germán no consiguió despertar interés en la Corona. No hay indicios contundentes de que la metrópli reflejara celo y preocupación por San Germán, a pesar de su cuna primada que le atestigua Tió, no tenía atractivo para la tarea colonizadora. En 1530 Fernández de Oviedo solicitó fortificar a Mona y a San Germán para evitar que los corsarios se establecieran. La Corona no hizo caso”.

 

El Dr. Luis Torres Oliver,xx médico sangermeño que ha dedicado gran parte de su vida a descubrir los orígenes de la ciudad de Porta Coeli, comenta la ausencia de información que aclare la primera ubicación de San Germán. Aunque es difícil situar su establecimiento primigenio, es detectable que tuvo un tanteo nómada en múltiples puntos en el suroeste de Puerto Rico. Torres Oliver, además, explica las posibles motivaciones de la Corona al seleccionar el actual lugar como sede definitiva.

 

“Es un poco oscuro la fundación de San Germán en su primer establecimiento que fuera en la desembocadura del río Añasco. Hay muchas motivaciones, primeramente se dice que Ponce de León cuando vino a colonizar a Puerto Rico, el primer sitio que tocó fue esa área, que ya la conocía bien porque también el área está cerca del Higuey de Santo Domingo, Salvador del Huguey, donde él era vice gobernador. Otros dicen que fue por Yauco, donde estaba el cacique Agueybana, pero Aurelio Tió cree que fue por la desembocadura del río Añasco. San Germán se fundó allí por varias razones, primeramente esa área es más rica en agua dulce, está el río Añasco que es un río casi navegable, principalmente en quella época donde todavía se conservaba la vegetación en las montañas. En segundo, estaba el río Culebrina, que está un poco entre punta Cadena y punta Borinquen. Tercero, los barcos que venían de España”.

 

Zayas Micheli destaca que el rumbo definitivo de la afrancesada comunidad fluyó en una etapa de reformulación de los nuevos destinos marítimos. El imperio palpa decadencia y el atractivo minero pasa a un tercer plano. Puerto Rico, para fines de lucro imperial, desaparece. “El traslado de San Germán a las Lomas de Santa Marta coincide con la desvalorización de los puertos por parte de las nuevas rutas comerciales que marginan a Puerto Rico al agotarse el oro”. Las reales provisiones de 1571 y 1573 constituyen los documentos base que fijan en términos concretos la mudanza del pueblo sangermeño en su radicación final. En la primera provisión se emiten instrucciones portadoras de esas órdenes. Sin embargo, un ciudadano de extracción común, Juan Muñoz, liderea una resistencia encaminada a impedir ese movimiento poblacional, que entonces figuraba en las delimitaciones de la antigua Guayanilla o Guadianilla. La versión oficial de esta decisión real de 1571 se solventa en razones de seguridad. “Por evitar las dichas molestias, era muy útil y provechoso que el pueblo de Santa María de Guadianilla se mudase hacia la tierra adentro, por su seguridad, como todo parece de los autos y voto que sobre ello habían dado”. La expresión de ese decreto articula un plan que hace lógica con la mentalidad imperial que inflama una paranoia de invasiones, robo de mujeres y destrucción de haciendas. El lenguaje lleva implícita una simbiótica de miedo que prioriza en destinar a refugio a una gente que ha levantado una infraestructura, representada en la economía de hacienda. Opta por intentar desplazarlos de la costa vulnerable con destino a inhóspitos montes. “En la dicha razón y nos tuvímoslo por bien que quitéis y mudéis el dicho pueblo de la parte y lugar a donde ahora está y lo fundéis y pongaís en la tierra adentro, no siendo en lugar marítimo”.vvvv Dos años después, 1573, permanecen incumplidas. Juan Muñoz imposibilita la terminante orden de las autoridades. En esta fecha, es mención obligada la violación de Muñoz a la provisión de 1571. El relato denuncia un responsable de subvertir la población en menoscabo de las intenciones de la provisión inicial.

“Y ahora, Simón de Bolívar, en nuestro nombre, nos hizo relación diciendo que habiendo hecho y cumplido lo susodicho, muchos días después, un Juan Muñoz, en nombre de dos o tres particulares, vecinos que decían ser de esa dicha villa, había dado petición, ante el dicho nuestro gobernador, contradiciendo el dicho sitio y asiento por causas particulares que a ellos les había movido, por lo cual, el dicho nuestro gobernador había suspendido la mudanza de dicho pueblo y nos pidió y suplicó, atento lo sosodicho, le mandásemos dar nuestra carta y provisión real sobre carta para que vos, las dichas nuestras justicias guardásedes y cumpliésedes la dicha nuestra real provisión, con mayores penas que para ello os pusiésemos, sin que el dicho nuestro gobernador se entrometiese en ello o como la nuestra merced fuese.”vvv

 

La respuesta, de corte represivo, logra la desarticulación del cometido y obliga que Juan Muñoz se interne en los empinados montes de Guayanilla. Su paradero es incierto. Desconectarlo de ese frente de confrontación aplana el camino para asignarle territorio a San Germán. Guayanilla es degradado a barrio, y en el 1756, lo incorporan al mapa de Yauco, pero en el 1833, evidencia su autosuficiencia, superando en población y en pago de contribuciones al cafetalero pueblo y vuelve a brillar con personalidad munícipe. La acción de reducirlo a un apéndice del pueblo más cercano, se quiebra en el tiempo. Las piezas de una actitud sociológica que resiste caprichos de entes administrativos dictatoriales, va cuajando prosélitos que demostrarán en infinidad de formas la defensa de la afirmación nacional.

Hormigueros
San Germán se entrona según los designios metropolitanos. Es matriz, no de tipo primigenio, sino más bien una manufacturera fundacional que se desprenderá de los suelos aledaños para otorgarles a los núcleos humanos las configuraciones propias de las estructuras administrativas que se asentarán a su alrededor. Hormigueros, prácticamente, sigue esta agenda de estado, pero constituirá un esfuerzo de potenciar la religiosidad española en el intento de encastillar la creencia católica.

“La Virgen vino a habitar, según la tradición, a Hormigueros en las Lomas de Santa Marta, entre 1566 a 1599, es decir, en el último tercio del siglo XVI según el documento. San Germán se estableció permanentemente en las Lomas de Santa Marta hacia 1570. Lo que quiere decir que San Germán se estableció en las Lomas de Santa Marta para el mismo tiempo de la Virgen de Hormigueros. La ermita la fundó Gerardo González a cuya hija la Virgen protegió. Es de una conciencia española y no de una conciencia africana o taína. La Virgen de Hormigueros nada pide. Sólo viene a proteger a los españoles”.

 

El flanco punitivo que descargó la Corona en el 1573 se muta con el amortiguante de la supuesta aparición de la Virgen, que dentro de la abstracción enajenante, introduce la ideología omnipresente del españolismo. Hormigueros, en este renglón que se destila, viene a jugar un papel de educación en el culto y la veneración mariana.

Cabo Rojo
En el examen de los comienzos caborrojeños se aprecia el vínculo que ata a sus residentes a la hegemonía sangermeña. Nicolás Ramírez de Arellano, lleva la voz cantante en la gesta emancipadora del costero pueblo. Ibern Fleytas dramatiza la peregrinación de este miembro del clan Ramírez de Arellano, dinastía que tentaculizará en diferentes ámbitos del occidente puertorriqueño.

 

“Este Don Nicolás Ramírez que a la Capital se trasladara personalmente el 1771, afrontando las molestias de un viaje que sólo a caballo podía practicarse vadeando ríos peligrosos, cruzando marismas extensas y trepando cerros vírgenes de caminos y de montes para encontrarse luego sin hospedaje, porque no había fondas ni mesones siquiera en San Juan, demuestra una firmeza de carácter que de haberse mostrado con igual energía en alguno de sus antecesores, hubiera vencido las dificultades que se opusieron los caborrojeños para constituirse partido independiente de San Germán desde 1759.”

 

Los Ramírez de Arellano estarán dispersos en infinidad de actividades, proyectando tanteos que eventualmente tejerán un imperio que les pondrá al frente de un imponente emporio económico que exportará influencias desde el occidente puertorriqueño. A la línea dinástica de los Ramírez de Arellano pertenece el legendario pirata boricua Roberto Cofresí.

Guánica
Mientras unos cocinan un santoral, la mayoría incursiona en el lucro del contrabando y la oficialidad se erosiona con los vaivenes, Guánica se concentra y moldea en un antiespañolismo que conglomerará adeptos a las tentaciones de Estados Unidos de norteamérica. Ese sector convive actualmente en el subdesarrollado pueblo, que es de una tradición de pobreza extrema en todos los niveles. De nada le ha valido ostentar el lema de “Pueblo de la amistad” porque en torno a ellos no se ejecutan planes reales que reciproquen la puerta que significaron para la “entrada” de los americanos. “Llegado el año de 1898, el General Miles decidió desembarcar por el sur, o sea, por la bahía de Guánica, ya que tenía noticias que el pueblo le era hostil al Gobierno de España en esta parte de la isla, y las tropas fueron recibidas con júbilo”.

Un grupo alega una historicidad de tipo añeja, y como parte de los reclamos simplistas, abrazan la idea de haber sido el puerto que albergó los galeones de Cristóbal Colón. El debate respecto a este asunto persiste, alimentando un imaginario intrascendente que en nada beneficiará el verdadero esclarecimiento de su desafortunada microhistoria. Las autoridades municipales conmemoran su independencia de Yauco, permitida en el 1914.

BATALLAS E INTENTOS DE INVASIÓN
La zona suroeste estuvo expuesta a infinidad de ataques y a expresiones internas mediante el instrumento armado, actos develadores de una plena identificación con el suelo nacional, y que previo al centenario Grito de Lares, fueron grano que acumularon al semillero de la identidad patria. Aunque Rodrigo Ortiz Vélez y Domingo Pacheco de Matos, oficiales con rango de Alférez, exhiben el sello de representantes de las fuerzas colonizadoras, algunas de sus batallas más notables contaron con el refuerzo civil, quienes con armas rústicas sintieron la responsabilidad de unirse a repeler ataques sorpresivos de piratas, caribes y de los emisarios comisionados por las potencias enemigas de España. Ortiz Vélez es personaje del belicismo del XVI y Pacheco de Matos corresponde al periodo defensivo de principios del XVIII.

Alférez Don Rodrigo Ortiz Vélez
Fue la persona responsable de trasladar San Germán a Las Lomas de Santa Marta y tuvo que enfrentar el precio de estar al frente de un conglomerado humano, carente de una formación militar adecuada, que en la descripción escueta lucen improvisadas. El comportamiento consigna una conciencia, que más que ampararse en la huída, por no tener una batería militar debidamente reforzada, asumen el rol de la valentía de un pie adelante por la seguridad de sus familias y aposentos residenciales.

Francisco Lluch Mora, en su libro “Fundación de la Villa de San Germán”, escribe sobre Ortiz Vélez

 

“La probanza a que nos estamos refiriendo hace mención de sucesos acaecidos en la Villa de Guadianilla, cuando el mencionado Ortiz Vélez era Alférez de la gente de a caballo en los años de 1565 y 1567. Estos sucesos son la heroica defensa que éste hiciera durante veinte días, cuando el poblado del sur fue atacado por los franceses (1565), y el saqueo e incendio del mismo, efectuado por los indios Caribe (1567), asalto en que los indios dieron muerte a un hijo del Alférez de a caballo”.xxxx

 

En el siglo XVI aparecen las primeras señales de la defensa del suelo habitado y es desde diversos frentes que se acentúa la instalación de los moradores. Las batallas, aunque faltas de emblemas, transmiten elementos a los siglos venideros. La conjugación cobra forma en la centuria del dieciocho.

El Alférez Domingo Pacheco de Matos asesta un golpe certero en la cadena defensiva que se pronuncia en las costas occidentales y marca un hito en los comienzos de un siglo que para las referencias oficiales de la historia estaba privado de acontecimientos. Pacheco de Matos aflora en su hazaña la existencia de unos habitantes comprometidos con la tierra que han ajustado a sus esquemas de organización social.

“El 11 de enero de 1703 los holandeses que tenían una colonia floreciente en San Thomas, atacaron por Guadianilla a los de nuestra isla siendo rechazados por el vecindario de allá. Y no contentos con esa derrota, volvieron poco después los mismos a atacar a la isla por Loiza, siendo igualmente rechazados por las milicianos del vecindario. En la defensa de Guadianilla el Alférez de las Milicias del Partido, Domingo Pacheco de Matos, reunió a todos los vecinos prontamente. Y como estos en su mayoría eran estancieros, tenían caballos para combatir a los invasores, a los que les causaron 38 bajas por muerte y dos heridos”.xxx

 

La Rebelión de San Germán
La lealtad de los constituyentes del partido de San Germán sufre una fisura de magnitud incorregible. Los resultados del encarcelamiento que ordena el gobernador Gutierrez de la Riva del gabinete sangermeño impactará las relaciones de los residentes de las Lomas de Santa Marta y los pueblos adscritos a su distrito. La rebelión, que se cronometra en diez años, tendrá un impacto determinan en el siglo XIX. Las generaciones del dieciocho pasarán a sus sucesores el sinsabor de los atropellos de los gobernantes y regenerarán sentimientos de mayor inconformismo y disidencias. “Si el lector analiza estos datos puede comprender la derrota de España por los Estados Unidos el 25 de julio de 1898, pues no hay duda que sus origenes se remontan a los sucesos de San Germán de 1701-1712.”

Es precisamente Francisco Lluch Mora, en la obra que lleva de título “Rebelión de San Germán”, y su prologuista, el Dr. Luis Torres Oliver, los responsables de colocar en justa perspectiva la relevancia histórica de la confrontación de San Germán con los gobernadores de turno cuando la polis occidental resguardaba su autonomía administrativa. Las notas preliminares de Torres Oliver portan la distinción de recapitular el pasado de resistencia y proezas en siglos pretéritos, los cuales enlaza en coordenadas de afirmación. Fernando Bayrón Toro, editor de Lluch Mora en su esclarecedor escrito, dispone de la principal interpretación de este evento. “Los hechos, acaecidos en la población de San Germán entre 1701 y 1712, demuestran que a principios del siglo XVIII ya estaban claramente definidos la personalidad puertorriqueña, el amor por la patria y el deseo de autogobierno”. En el forcejeo con los gobernantes de turno, el manto protector de la Audiencia de Santo Domingo ratifica al cabildo de San Germán en esta pugna con las autoridades insulares. La tirantez no se detiene, pese a la confirmación de los poderes conferidos por el organismo rector de la vecina isla.

“El cabildo sangermeño resistía la intromisión en sus funciones por los gobernadores Gutierrez de la Riva y Danio Granados, y las desgraciadas aventuras que sufrían estos ciudadanos por defender los derechos del Cabildo, lo que se ejemplifica en la huída del Alférez González de Mirabal a Santo Domingo en una frágil canoa, perseguido por el Gobernador , para allí en la Audiencia, exponer el caso del Cabildo y los vejámanes sufridos por sus miembros de manos de los gobernadores Gutierrez de Riva y Danio Granados.

En todos y cada de los casos que llevó el Cabildo de San Germán en contra del Gobernador a la Audiencia de Santo Domingo y luego el Consejo de Indias, estos organismos ratificaron el proceder del Cabildo contra los desmanes del Gobernador y se cruzaron cartas muy fuertes, entre el fiscal de la Audiencia y los Gobernadores por no acatar éstos últimos el fallo de dicho tribunal que representaba el Rey. El Gobernador Gutierrez de Riva fue multado por la Audiencia y al verse desairado y desautorizado por l a Audiencia y el Consejo de Indias sufrió un ataque de coraje muriendo al instante en j ulio de 1703”

En el desafío del Cabildo de San Germán contra los gobernantes y militares de la isla, sobresale la protección que reciben en los fallos de la Audiencia en sus movimientos en alzada. Torres Oliver, lo declara así:

 

“La sublevación o motín que tuvo lugar en el Partido de San Germán de 1701-1712 no fue contra el Rey de España, de quien los sangermeños se ufanan de ser leales vasallos, sino contra la tiranía de gobernadores, militares, desconocedores de las Leyes de Indias y de la autoridad de las audiencias y los derechos de los Cabildos”. vvvvv

 

Lluch Mora, entre los hechos que enumera de la Rebelión de San Germán, aquilata la amplia participación de los pueblos circunvecinos en hacer más sonados los apoyos insurrecionales de los oficialistas del núcleo de poder en el occidente puertorriqueño. El involucrarse pueblos de la comarca, sosteniendo la causa de las Lomas, fracciona el mérito confrontacional, y garantiza la extensión del conflicto a lo largo de una década. “Los vecinos de Ponce y Coamo se sublevan en respaldo de los vecinos sangermeños revoltosos localizados en el sitio de Hormigueros”. vvvv

El suceso contiene los elementos básicos para declararla cohesiva a la idiosincrasia del límite occidental puertorriqueño que sienta las bases de la realidad puertorriqueña. La conclusión de Lluch revela el efecto de la insatisfacción sociopolítica que inaugura el XVIII y cuyo beneficio desemboca en el arranque de corte nacional, mucho antes que el Lares del 1868.

“No queremos cerrar estas consideraciones sin apuntar el elemento criollo, el sentimiento de lo propio, de lo puertorriqueño, que ya iba madurando en la gente del suroeste de la Isla. El que incluso mueve una dama sangermeña Doña Jacinta María de la Acepción Mirabal, hija de don Sebastián González de Mirabal, y esposa de Don Gerónimo Ramos, uno de los sublevados, a usar el término Patria para designar el topos propio”

 

Grito de Lares
Los nacionalistas del 1930 se retrotraen a Lares como símbolo de identidad nacional. Lo cierto es que en el montañoso pueblo la cadena de los procesos de malestar con la península tuvieron su apartado histórico, aunque de significación, pero no del grado cardinal que se le atribuye, dado el puntual que establece el desenterramiento de la Rebelión de San Germán. El Grito de Lares en su entorno, una vez Olga Jiménez indaga, encuentra una impresionante coalición de hombres de todas las estratas actuando por la emancipación en una forma masiva. Por encima de las campañas de descrédito que en la época se estructuraron y las difamaciones que en el presente se han orquestado para desvirtuar el interés que repercute, la lucha cumple con todos los ingredientes de afirmación.

La reacción al sistema colonial imperante el 23 de septiembre de 1868, es barómetro de un Puerto Rico occidental en alto calibre de evolución y consciente de sus potenciales al intentar desprenderse de los vínculos opresores de España. La cantidad de arrestados confirma la multiplicidad de actores comprometidos con este plan separatista.

 

“Sobre quinientos rebeldes fueron entregados a la jurisdicción civil y siete fueron sentenciados a muerte por el tribunal militar. Ninguno de los sentenciados fue ejecutado ni permaneció en la cárcel más allá de enero de 1869. Por virtud de una amnistía general, todos, menos los ochenta que murieron a consecuencia de la pésimas condiciones de las cárceles, fueron puestos en libertad”

 

Intentona de Yauco

La Intentona de Yauco se convierte, en la década de los treinta, al igual que el Grito de Lares, en estímulos de lucha contra el gobierno de Estados Unidos. Ambos eventos ocurren en periodo de la dominación española y Albizu Campos se vale del primero para ideologizar a sus seguidores o candidatos a ingreso de su partido. Como estrategia política, provocó un gran furor, culminando con una remembranza anual en la plaza de Lares. En el 1933, uno de los comités del Partido Nacionalista de Yauco convoca a una conferencia sobre la Intentona de Yauco, ejecutada el 24 de marzo de 1897, o sea, diesiséis meses antes de la invasión de Nelson Miles por las costas de Guánica. Para sorpresa de los asistentes, el personaje principal de la intentona, Fidel Vélez de la Rosa, era el gran ausente a pesar de tener su residencia a cortos kilómetros del lugar.

Un grupo de jóvenes, que en esa fecha del 23 de febrero de 1933 rondaban entre los 16 y 30 años de edad, informan a Rafael Brigante, presidente de los nacionalistas yaucanos, su interés en constituirse en comisión especial para al otro día visitar a Vélez de la Rosa.xxxxx La charla de Clemente Pereda quisieron ampliarla con un encuentro en la casa de Vélez en un tono indagatorio. El asombro de los mozos, a su llegada al viejo cuartel de Fidel queda consignada ante el relato de Don Rafael Hernández Ramos, yaucano nacionalista de 84 años:

“Desde acá, desde el batey, notamos por dentro de la puerta que estaba presidiendo un retrato del Presidente Teodoro Roosevelt envuelto en la bandera Americana. Nosotros estamos buscando al patriota (sonríe). Ferco me dijo, “vámonos que este es un hijo de la gran puta”. Entonces Bartolo dijo, “venimos a conocer a este señor y el que no quiera conocerlo que no lo conozca, pero yo voy a subir a conocerlo”.

Bartolomé tomó la iniciativa. Le explicó que anoche se estaba dando una conferencia sobre la Intentona de Yauco y le dijo “que según hemos sabido es usted el que la dirigió, y estando a tan corta distancia donde estaba la tribuna, no estuviera usted ahí.” Fidel Vélez, detonante, le responde : “No!.No.!No.! Por que yo era separoanexionista. Yo quería sacar a los españoles de aquí, y me arriesgué, pero era para traer a los americanos.”

 

Don Rafael Hernández, a la distancia de la reunión, comenta:“nos habló de la joven nación Americana con sus principios democráticos. Ese día nos tuvimos que ir frustrados por quecreíamos que íbamos a hablar con un líder nacionalista.”ll Los desencantados muchachos le comunican a Rafael Brigante de su conversación, a lo que él les admite que él tenía conocimiento de esa situación, pero que por la insuficiencia de símbolos, resultaba conveniente insertar eventos con visos de resistencia, aunque hubiera que ignorar las contradicciones.

DISCURSO MILITAR
La primera organización de las milicias la lleva a cabo el Mariscal de Campo Alejandro O’Reilly en el 1765. No obstante, son la distribución de las milicias Urbanas en el 1759 y la reorganización de las Disciplinadas en 1825 las que apuntan a un estado de sitio en el occidente puertorriqueño. Los mapas evidencian una concentración de compañías superior al resto de la isla en la parte occidental puertorriqueña, síntoma que delata la constante preocupación por la zona. La gráfica deja al descubierto la vigilancia desplegada en San Germán en los siglos XVIII y XIX.

MIGUEL ENRÍQUEZ EN SAN GERMÁN
El corsario Miguel Enríquez se presta para una misión de traslado de presos como secuela de la insurrección de San Germán. Francisco Danio lo informa de esta manera:

 

“Real servicio de V.M. el poner esta notisia en la Real de V.M. y el remedio tan urgenta que pide lo que esta acaesiendo me resolui a despachar una avalandra de Corzo de el Capitan Miguel Henrriquez remitiendo los presos a la casa de la contratazion para ver si por este medio y procediendo a el castigo se sujetan estos indomitos entregando assi los Autos y demas despachos Gouernazion con los referidos presos a cuydado de el serganto mayor don Bartolome Alonso Montero como a Persona de celo y cuidado y mas en lo que pertenese a el Real Servicio de V.M. y de quien V.M. podrá tomar informe de la Naturalesa de los Moradores de esta isla por hauer mas de quarenta años que esta en este presidio en que ha experimentado y visto lo que sucede con los gobernadores de esta isla.”

 

Juan Manuel García Pasalacqua internaliza la psicología de Miguel Enríquez. En cierta manera, y contemporanizando los posibles sentimientos del corsario, la invención de García Pasalacqua enaltece la presencia de Enríquez en el Partido de San Germán durante la primera década del siglo XVIII.

 

“En la Villa de San Germán era donde mejor se amaba a la Patria, y allí y en Coamo había desatado un levantamiento en 1701. Los de San Germán se negaron a prestar servicios de Guardia en San Juan. Y como había sido los milicianos naturales los que defendieron a Arecibo, Loíza y Guayanilla de los ingleses y holandeses, se sabía que habían sido los sangermeños naturales con su compañía de caballería, los que derrotaron definitivamente a los holandeses. Estos hechos llevaron a una autoconciencia tan grande en mis paisanos, que los de San Germán se sublevaron por más de diez años. Mis simpatías, por supuesto, estaban con ellos”vvvv

 

No cabe duda que García Pasalacqua atribuye una cualidad de solidaridad con la causa conspirativa de los sangermeños sediciosos, por encima del servil carcelero que observaría un positivista. Su juicio asimila sólidamente las tesis de Francisco Lluch Mora sobre este asunto.

Es tentador extraer otra cita de este declaradovvv cuento de García Pasalacqua porque contribuye a la difusión meritoria de Enríquez y la poco resaltada Rebelión de San Germán. El que se trascienda al renglón literario garantiza mayores escenarios, propicios para contrarrestar la criminalizada historia de la resistencia puertorriqueña.

 

“Comprenderás, hija, cómo sacudió mi espíritu leer con lágrimas en los ojos, la bendita palabra de la patria en referencia a Puerto Rico, y sabrás que me envolvieron en ese momento los más conflictivos sentimientos sobre mi participación, en ambos lados, en los hechos de la Rebelión de San Germán. Ello lo confieso ahora, in articulo mortis, para que se sepa dónde estaba mi fe”.

 

PERFIL GEOPOLITICO
La trayectoria de enfrentamientos e inconformismo establece una ideología liberal en el occidente puertorriqueño. No pasan en vano los hitos históricos de las luchas en su entorno. El siglo XIX recoge ese insumo en el pensamiento de su procerato y la huella liberal le imprime al presente esa distinción de campear por su respeto, logro alcanzado por arduos procesos y luchas corroborables.

Fernando Bayrón Toro, historiador y especialista en asuntos electorales del país, identifica uno de esos iniciales momentos que sirven de puntal al surgimiento de la nacionalidad puertorriqueña. El mismo forma parte de ese registro de entrenamientos en la definición de la personalidad boricua. En el subir y bajar de eventos se recupera la memoria de la formación de pueblo.

“Una de las primeras manifestaciones de la nacionalidad puertorriqueña se da con la elección de Power y Giralt y con las instrucciones que le da el Cabildo de San Germán, donde reclaman que en caso de que España no prospere en su lucha por la independencia contra Napoleón se reclame la independencia de la isla”.xxxx

 

Sabana Grandel, Hormigueros y Mayaguez se mantienen como bastiones del Partido Popular Democrático. En el caso del pueblo del petate y Cabo Rojo la historicidad del comportamiento electoral viene a confirmar los antecedentes de siempre.

CONCLUSION
La afirmación nacional y el occidente puertorriqueño han ido unidos de la mano. La formación de la conciencia se ha alcanzado mediante la resistencia y la confrontación de los actores civiles y gubernamentales del partido de San Germán contra las arbitrariedades de administraciones insulares radicadas en el foco de poder de la Capital. Estas divergencias activaron sentimientos de insatisfacción y contribuyeron a crear un poder opuesto que se reafirmó en sus ideas, idiosincrasia y estilos particulares de conducir los asuntos públicos. La rebelión de este distrito poblacional logró un consenso que puso en jaque a las autoridades locales de la isla por diez años a comienzos del siglo XVIII. De ahí en adelante, se retroalimentó una mayor identificación de los pobladores occidentales con su territorio y la edificación de infraestructuras pueblerinas con particularidades propias.

Las huellas de los forjadores del siglo XVIII provocan acciones de prevención militar en las milicias Urbanas y Disciplinadas, señal evidente de frenar una desvinculación de una zona que en la protesta y la práctica demuestra un potencial de autosuficiencia y deseos de autogobierno. La prédica es manifiesta en las actitudes beligerantes y en la petición de mayores poderes. Desde los foros institucionales, funcionarios como Ramón Power y Giralt, José María Labra y los miembros del Gabinete del Cabildo de San Germán reclamaron en las salas superiores derechos y prerrogativas, no empece las mínimas posibilidades que dictamina el conservadurismo de la época. En polo opuesto, Lares figura como detonante en otra fase de estos procesos como lo fueron también los vecinos y circunvecinos de las Lomas de Santa Marta.

Los resultados se asientan en la identidad cultural y la geopolítica es un retrato exacto de este cometido de afirmación nacional. Los estudiosos confirman la trayectoria de consistencia de los núcleos demográficos en perpetuar la ideología liberal en la selección de representantes políticos y en la proyección de sus símbolos. Ejemplo típico es la conducta electoral, desde 1870, de Sabana Grande, y el reto en las urnas durante los comicios del 1988 de aunar voluntades para retar un partido gubernamental escogiendo un alcalde independiente en el pueblo de Cabo Rojo. La liberalidad persiste en el occidente puertorriqueño y continúa siendo faro de dirección nacional.

http://www.pipnaguabo.com/exegesis/afirmacioneneloeste.html

FIN


“La afirmación nacional en el occidente puertorriqueño”, José Luis Pons Torres, Pip Naguabo, sin fecha (encontrado en junio 2004), pipnaguabo.com.


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