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Visita al infierno

[Minicuento - Texto completo.]

Anónimo: Occidente

El conde Ludwig Jr. prometió una casa a quien le dijera la verdad sobre el alma de su padre. Esto llegó a oídos de un caballero pobre, muy versado en las artes negras, quien evocó a un espíritu del mal y lo conjuró a decir dónde reposaba el alma del conde Ludwig. El demonio le juró al caballero, por el Supremo y por su terrible juicio, que lo llevaría al sitio y lo regresaría sano y salvo. Ya en el infierno, vio lugares horrorosos y castigos de todo tipo. Llegaron hasta donde un terrible diablo que estaba sentado sobre un agujero. Por petición de su guía, aquel quitó la tapa ardiente, introdujo una trompeta de bronce y la tocó con tanta fuerza, que al caballero le pareció que se estremecía todo el universo. Al rato, el abismo escupió llamas de azufre y, junto con las chispas, se elevó el conde. Entonces, el caballero le dijo:

—Tu hijo quiere saber sobre tu estado y si te puede ayudar de algún modo.

Ludwig dijo que su estado era evidente, pero que podían ser mitigados los tormentos de su alma si su hijo devolvía tales y cuales propiedades, de las que él se había apropiado injustamente. Como el caballero le indicara que el conde no se lo creería, Ludwig le dio una seña que solo conocían él y su hijo. Luego, se hundió en el abismo ante los ojos del caballero, a quien el diablo llevó de vuelta. No perdió la vida, pero estaba tan pálido y debilitado que apenas se le reconocía. Unos días después, transmitió al hijo las palabras del padre, pero de poco le sirvió al condenado, pues aquel no quería entregar las propiedades.

—Reconozco las señales y no dudo de que hayas visto a mi padre. No se te privará de la recompensa prometida.

—Conserva tu casa —dijo el caballero—. De ahora en adelante solo pensaré  en la salvación de mi alma.

Se despojó de todo y se convirtió en monje cisterciense.

FIN


Recopilado por Caesarius (siglo XIII)


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