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Camina el jefe del pueblo después de beber café. Y una voz que no se ve, grita al oído: -Mire, jefe, que hay un hombre que allí está herido.
-Lo sé.
Camina el jefe del pueblo después de beber café.
Y vuelve la voz y dice: -Jefe, que un hombre no ve; tiene llanto entre los ojos, y tiene plomo en los pies.
-Lo sé.
Sigue caminando el jefe después de beber café. Y la misma voz le grita:
-Murió un hombre allí de sed. ¿Qué haremos, ahora, jefe?
-Que haga pronto el hoyo usted.
Y el jefe sigue su rumbo, pero también el jefe sigue pensando…
Piensa sólo a qué hora es la otra taza de café…
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