Doce y media. Rápido pasó la hora desde las nueve cuando encendí la lámpara y me senté aquí. Estaba sin leer, y sin hablar. Con quién hablar enteramente solo en esta casa. La imagen de mi cuerpo joven, desde las nueve cuando encendí la lámpara, vino y me encontró y me recordó cerradas piezas perfumadas, y pasado placer -¡qué atrevido placer! Y también me trajo ante los ojos, calles que ahora se volvieron inconocibles, locales llenos de movimiento que se acabaron, y teatros y cafés que alguna vez existieron. La imagen de mi cuerpo joven vino y me trajo también las cosas tristes: duelos de la familia, separaciones, sentimientos de los míos, sentimientos tan poco apreciados de los muertos. Doce y media. Cómo ha pasado la hora. Doce y media. Cómo han pasado los años.