| 
 Dueña de rubios cabellos, 
Tan altiva, 
Que creéis que basta el vellos 
Para que un amante viva 
Preso en ellos 
El tiempo que vos queréis; 
Si tanto ingenio tenéis 
Que entretenéis tres galanes, 
¿Cómo salieron mal hora, 
Mi señora, 
Tus afanes? 
Pusiste gesto amoroso 
Al primero; 
Al segundo el rostro hermoso 
Le volviste placentero, 
Y con doloso 
Sortilegio en tu prisión 
Entró un tercer corazón; 
Viste a tus pies tres galanes, 
Y diste, al verlos rendidos, 
Por cumplidos 
Tus afanes. 
¡De cuántas mañas usabas 
Diligente! 
Ya tu voz al viento dabas, 
Ya mirabas dulcemente, 
O ya hablabas 
De amor, o dabas enojos; 
Y en tus engañosos ojos 
A un tiempo los tres galanes, 
Sin saberlo tú, leían 
Que mentían 
Tus afanes. 
Ellos de ti se burlaban; 
Tú reías; 
Ellos a ti te engañaban, 
Y tú, mintiendo, creías 
Que te amaban: 
Decid, ¿quién aquí engañó? 
¿Quién aquí ganó o perdió? 
Sus deseos tus galanes 
Al fin miraron cumplidos, 
Tú, fallidos, 
Tus afanes. 
  |