El buen sentido
[Minicuento - Texto completo.]
François RabelaisUn caballo era tan terrible y desenfrenado, que nadie se atrevía a montarlo; había derribado a todos sus jinetes, rompiendo a uno el cuello, a otros las piernas, a otro el cráneo, a otro las mandíbulas. Al observarlo Alejandro en el hipódromo, que es el lugar en donde se hace pasear y saltar a los caballos, advirtió que su furor no provenía sino del espanto que le producía su propia sombra. Entonces lo montó y lo hizo correr contra el sol, de forma que la sombra cayera detrás, y por este medio consiguió que el caballo se mostrara dócil y se dejara dominar perfectamente.
FIN