Casa digital del escritor Luis López Nieves


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En el 2003 publiqué Rewriting the Italian Novella in Counter-Reformation Spain, libro que conllevó una investigación que comenzó en 1993 con la aventura de microfilmar “novellas” y códigos legales españoles e italianos en la colección de libros y documentos raros de Ohio State University, la Biblioteca del Congreso, la Hispanic Society y la Biblioteca Nacional de Madrid. No existían ediciones contemporáneas de la mayor parte del corpus bajo estudio y tampoco estaban disponibles en microfichas, y mucho menos en versiones digitales en la red.

A través de la investigación me percaté de que nadie había todavía analizado las únicas dos poéticas del género, escritas por el italiano Francesco Bonciani y el español Francisco de Lugo y Dávila. Francisco de Lugo y Dávila captó principalmente mi atención por ser, además de teórico, escritor de “novellas” y, tengo que confesarlo, porque la desfachatez de sus narraciones me recordaban aquella aseveración que hace Vossler respecto a los personajes de Lope de Vega: “si las gentes hubieran estado menos oprimidas, sus personajes hubieran sido menos desenvueltos”.

De manera que mi libro abría con un capítulo que discutía las teorías de Bonciani y las de Lugo y Dávila y cerraba con un capítulo que analizaba tres versiones de “El celoso extremeño” de Cervantes, una de las cuales es realizada por Francisco de Lugo y Dávila bajo el título de “El andrógino”. En esta versión de Lugo y Dávila, Ricardo, el personaje análogo al Loaysa cervantino, decide que la mejor manera de entrar a la casa del viejo celoso es disfrazándose de mujer y seduciendo al anciano para poder acostarse con su joven esposa. El texto, además del atrevimiento de incluir escenas travestis de doble sugerencia lésbica y homoerótica, es unaindagación sobre el poder del cuerpo y las palabras y su relación con la capacidad de construir o representar, por medio del disfraz, el género sexual. La persuasión y la seducción, en otras palabras, son parte de un juego de “sel-fashioning” (automodelación), para tomar prestado el término de Stephen Greenblat. Mi libro cerraba con una sección titulada “El andrógino: Speaking from a Woman’s Body”.

Hace aproximadamente cuatro años, hallo que María de los Ángeles Arcos Pardo había presentado como tesis doctoral en el 2009, en la Universidad Complutense de Madrid, una edición de Teatro Popular, la colección de “novellas” de Lugo y Dávila. Con gran regocijo descubro que la tesis ha sido digitalizada como parte de la base de datos de la Biblioteca Nacional de España. Además de experimentar la tercera buena noticia de encontrar mi libro entre las obras citadas en la edición, me topo con una estupenda biografía en la cual se menciona que el autor de Teatro Popular, que tanto había llamado mi atención como para abrir y cerrar mi libro con dos textos suyos, había vivido en la isla de Puerto Rico y había escrito una carta titulada “Discurso sobre la importancia y conservación de la plaza e isla de Puerto Rico”, dirigida a Felipe IV por un vecino que había sido secuestrado por quince meses por el enemigo holandés. La ficha bibliográfica indicaba que la copia del manuscrito se encontraba en la Universidad de Gand, en Bélgica.

Francisco de Lugo y Dávila, seguía rondándome. Esa carta, dirigida al rey, debía ser rescatada. Los puertorriqueños del siglo XXI tendrían seguramente mucho que aprender de boca de otro vecino del siglo XVII, asistiendo a un proceso de “sel-fashioning” (automodelación) distinto al del narrador de “El andrógino”, ahora interesado en persuadir a un monarca sobre la importancia de la conservación de la plaza e isla de Puerto Rico. ¿Cómo operaría el poder de la palabra para convertir a nuestra isla en objeto de seducción? ¿Habría encontrado esta carta su destinatario? ¿Habría persuadido al monarca y a la Junta de Guerra de Madrid, que el rey debía consultar en asuntos relativos a la preservación militar de sus posesiones en las Indias? ¿Sería posible que este discurso no hubiese sido nunca leído por el rey y solo circulara entre otros escritores y lectores de ficción? ¿Se trataría de un discurso apócrifo, un Seva del siglo XVII a lo Luis López Nieves? Después de todo, fray Antonio de Guevara se había lucido en el Siglo XVI escribiendo falsas historietas sobre Marco Aurelio y graciosos discursos para diversión de miles de lectores, como Menosprecio de corte y alabanza de aldea, y Lope de Vega era experto escribiendo obras teatrales y épicas indianas sin haber visitado las Indias.

Me moría de curiosidad, pero también pensaba: si esta carta ha estado fuera de nuestra vista y no ha circulado entre nosotros por más de tres siglos, encontrarla requerirá seguramente más suerte que la aparición de la continuación del Quijote en el mercado de Toledo. Tenía compromisos para todo el verano de 2011 en los cuales un viaje a Bélgica no estaba ni remotamente contemplado. Sin embargo, se me ocurrió buscar la base de datos de la universidad de Gand y solo después de varios intentos frustrados, recordé que como era típico en el Siglo de Oro, quizás el transcriptor o copista del siglo XVIII habría escrito los apellidos en el orden contrario al más conocido. El nombre Francisco Dávila y Lugo sí apareció en el catálogo y para mayor sorpresa y alegría, el manuscrito estaba accesible en forma digital. Me di de inmediato a la tarea de transcribir la versión del siglo XVIII del documento del XVII.

Una vez transcrita, se me ocurrió que quizás podría encontrar más documentos sobre el autor en el Archivo General de Indias, que ha digitalizado también gran parte de sus fondos, pues todavía pensaba que podría ser una invención a lo Luis López Nieves, un discurso ficticio a lo Antonio de Guevara, o que como Lope de Vega, Dávila y Lugo supiera convertirse ficticiamente en vecino de Puerto Rico sin haber pisado jamás la isla. Para mi frustración, no podía corroborar la presencia del autor en el archivo. Sin embargo, otra corazonada me llevó a encontrar sus documentos jugando con los apellidos del autor: Dávila es la unión de la preposición “de” y el nombre “Ávila”. Así aparecieron también las solicitudes de Francisco de Ávila y Lugo para emigrar a las Indias, la lista de viajeros en que aparece saliendo de Sevilla en 1620 (AGI, Contratación, 5372, N.16; AGI, Contratación, 5539, L.2, F.271) y otra carta de 1634, citada también por Arcos Pardo, en la cual hace un pedido al rey para regresar a Puerto Rico (AGI, Casa de Contratación, Indiferente, 2077, N. 251).

Hago esta relación solo para dar cuenta de cómo las computadoras y el proceso de digitalización hacen cada vez más ágil y menos onerosa la investigación del Siglo de Oro desde Puerto Rico con muy pocos recursos, un poco de intuición y por supuesto, la experiencia paleográfica obtenida previamente durante largos meses metida en bibliotecas de incunables y libros raros con guantes y mascarilla. Aunque he accedido a una veintena de documentos en el Archivo General de Indias de Sevilla, la mayoría parte de los materiales estuvieron a mi alcance en formato de microfichas en el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, o en versión digital en la base de datos del Archivo General de Indias disponible para el mundo en la red. El trabajo que hubiese significado años de investigación en Sevilla, se redujo significativamente gracias a dos inventos tecnológicos: la microficha y la red.

Francisco de Lugo y Dávila/ Francisco Dávila y Lugo / Francisco de Ávila y Lugo, que como personaje cervantino tiene tres nombres, envía en 1630 una carta al rey Felipe IV. Esta es copiada en 1784 y entre 1849 y 1852 será incluida con tres mapas en una publicación a cargo del Barón  Jules  de  Saint-Genois, pasando  a  formar  parte  del  Catálogo  de  manuscritos  de  la Universidad de Gand. El título del manuscrito reza de la siguiente manera: “Discurso sobre la importancia y conservación de la plaza e isla de Puerto Rico por D. Francisco Dávila y Lugo que ha estado quince meses prisionero del enemigo holandés”.

Lugo y Dávila fue un indiano que inició sus andaduras en la isla de Puerto Rico y conocería de cerca el tráfico comercial, militar, político y personal que se daba no sólo en España y Flandes, sino en el Caribe y Centroamérica de la primera mitad del siglo XVII. En el “Proemio” de su colección de “novellas”, Teatro popular, publicado en Madrid (1622) mientras residía en Puerto Rico, justificaba el título afirmando “Que no es otra cosa una república, que un teatro, donde siempre están representando admirables sucesos, útiles los unos para seguirlos, útiles los otros para huirlos y aborrecerlos. Esta causa (letor) me dio ánimo de poner a tus ojos la representación popular de este teatro […]”.

Su discurso político, además de hacer propuestas para el mantenimiento de la plaza e isla de Puerto Rico, teatraliza el escenario del Puerto Rico de 1625 a 1630, lleno de admirables sucesos, algunos de los cuales eran ejemplos a seguir y otros aborrecibles. Este indiano, fue el primer autor de ficciones residente en las Indias Occidentales, pues su publicación de Teatro Popular antecede Los infortunios de Alonso Ramírez. Aunque sus “novellas” transcurren en provincias de España, y probablemente fueron escritas antes de convertirse en vecino de Puerto Rico, su Discurso sobre la importancia de la conservación de la plaza e isla de Puerto Rico lo lleva a formar parte de nuestra biblioteca puertorriqueña y latinoamericana.

Los invito a acercarse a este libro publicado por el Instituto de Cultra Puertorriqueña. Es mi libro mas reciente. Actualmente me centro en la relectura y análisis Teatro popular, la primera colección de novelas escrita por un indiano que residió en la la isla de Puerto Rico: Francisco Dávila y Lugo/ Francisco de Lugo y Dávila/ Francisco de Ávila y Lugo.

FIN


Versión original


“Brevísima introducción a La isla de Puerto Rico se la lleva el holandés“, Carmen Rabell, 80 Grados, Puerto Rico, 23 septiembre 2016, 80grados.net.


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