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El cuento puertorriqueño a finales de los noventa:
sobre casas de locas en Marta Aponte Alsina y
verdaderas historias en Luis López Nieves

Dra. Rita De Maeseneer
Departement Romaanse, Universidad de Amberes, Bélgica


Sinopsis: Se presenta una (imposible) síntesis de algunas de las últimas tendencias en el cuento puertorriqueño, donde se destaca el neofeminismo y el neovanguardismo. Luego se hace un análisis de dos libros de cuentos recientes, La casa de la loca (1999) de Marta Aponte Alsina, y La verdadera muerte de Juan Ponce de León (2000) escrito por Luis López Nieves. Se ofrecen nuevas pistas para acercarse a la historia, la mirada del otro, el problema de la identidad puertorriqueña.

Summary: The article presents a synthesis (an impossible synthesis) of some of the last tendencies, particularly neofeminism and neovanguardism, that characterize the current production of short stories in Puerto Rico. The author analyzes two collections of short stories very recently written, Marta Aponte Alsina’s La casa de la loca (1999), and La verdadera muerte de Juan Ponce de León (2000) by Luis López Nieves. This article offers new hints to approach the problem of history, the other’s gaze, and Puerto Rican identity.


¿El cuento puertorriqueño de tan larga tradición, vive, se expande, florece, decae?  De este lado del charco no resulta fácil delinear el panorama.  Las editoriales de la Península parecen tener una preferencia por el género de las novelas: Mondadori acaba de publicar Sirena Selena vestida de pena (2000), la primera novela de la ya famosa cuentista y poeta Mayra Santos Febres.  Por supuesto, en este mundo globalizado un carrito de compras cibernético me suministró desde Puerto Rico bastantes libros de cuentos y antologías1.  Las conversaciones mantenidas con editores, críticos y escritores durante una breve e intensa estancia en Puerto Rico (quizá reflejo de dos características fundamentales del cuento) me permitieron matizar mis lecturas e impresiones desde Europa2.  A pesar de que existen algunas editoriales ya consagradas (como la universitaria)3, por lo visto, muchas veces se necesita una vocación casi quijotesca para sacar la publicación adelante.  Bastantes autores (incluso los ya conocidos) se autoeditan: es el caso de la novelista-cuentista Marta Aponte Alsina y su editorial Sopa de Letras.  Es cierto que de cuando en cuando se incluyen cuentos en periódicos o en revistas (que no se pueden sustraer a cierta fragilidad editorial).  Pienso, por ejemplo, en “La sustituta”, cuento fantástico de Juan López Bauzá incorporado al dossier dedicado a la narrativa joven en Cuba y Puerto Rico de la revista Postdata (1995) o en el cuento fantasmagórico “Cada vez te despides mejor” de José Liboy Erbaz reproducido en el número 3 de la revista Nómada (1997).  También es cierto que existen pequeñas editoriales independientes, como Isla Negra.  Entre los múltiples proyectos titánicos del editor de esta última, Roberto Carlos Gómez Beras, interesa destacar que aparecerá en breve una segunda antología de cuentistas puertorriqueños relativamente poco divulgados, El rostro y la máscara II, repitiendo la fórmula del libro homónimo del 95.  Además, sigue arrojando sus frutos uno que otro taller de cuentos: por ejemplo Ángela López Borrero participó en un taller dirigido por Luis López Nieves4.  A veces ayuda un golpe de suerte.  Luis López Nieves me comentó que la publicación en el periódico Claridad de su controvertido cuento Seva (1983) sobre la heroica resistencia del pueblo puertorriqueño en el 98, le abrió muchas puertas editoriales.  Lizette Gratacós Wys pudo contar con un prólogo del prestigioso escritor Edgardo Rodríguez Juliá para sus cuentos de crítica social y de lo extraño reunidos en Tortícolis (1999).  Para mayor fortuna fueron publicados como experimento exitoso en la editorial de la Universidad de Puerto Rico.

A pesar de que no se puede “vivir del cuento”, este género ofrece perspectivas interesantes en los umbrales del nuevo siglo.  En los noventa siguen manifestándose las voces (femeninas) que estallaron en los setenta.  Magali García Ramis (1946) continúa indagando en la condición de la mujer, combinando el tema con otras historias urbanas de personajes a veces solitarios y marginados en sus cuentos de Las noches del Riel de oro (1995).  Carmen Lugo Filippi (1940) se deleita en el placer de contar diez bolerísticas historias de amor en su primera “novela” Narromaniando con Mirta o No me platiques más (1999).  Ana Lydia Vega (1946) se sumerge en la historia en sus Falsas crónicas del sur (1991) e incluso pasa al género de los cuentos infantiles en En la bahía de Jobos (1998).  También nuevas voces ya resuenan con fuerza en los noventa.  En el examen de la condición de la mujer han pasado los tiempos de la mera descolonización del canon patriarcal, de la batalla de los sexos y de un contradiscurso típico de una retórica feminista.  Mayra Santos Febres (1966) nos presenta a la mujer como un sujeto deseante que ve “en su cuerpo la posibilidad de demarcar un espacio” (Daroqui 125), lo que se ilustra, por ejemplo, en el descubrimiento del lesbianismo en “Pez de vidrio” (Pez de vidrio (1995)).  A la vez, Santos Febres añade reflexiones sobre el mismo proceso escritural (“El mago y la muerte”, “La escritora” de Pez de Vidrio).  En los cuentos reunidos en El cuerpo correcto (1998) va aún más lejos en la línea (homo)erótica y en su prosa “musical”5.  Ángela López Borrero erotiza la Biblia, por ejemplo en En el nombre del hijo (1998), donde reescribe determinados fragmentos del Nuevo Testamento desde la perspectiva sensual de una mujer que se dirige a un tú-dios.  Los delirios líricos de Cuentos de una bruja (2000) de la poeta-cuentista Zoé Jiménez Corretjer aportan aún más matices a estos buceos femeninos.  Del lado de los escritores el panorama es igualmente difícil de abarcar.  En 1999 Pedro Cabiya publicó bajo el seudónimo de Diego Deni Historias tremendas… que fabrica la liebre perspicaz para burlar a la voraz hiena6.  En la introducción autorreflexiva, el autor dice preferir el término de “composiciones” (Cabiya 13) que constituyen, “un cuerpo narrativo formado por la plétora de aventuras descabelladas, persecuciones inconcebibles, personajes misteriosos, héroes consternantes, anécdotas macabras, bufonadas que no lo son en el fondo, pesadillas que parece que terminan cuando en realidad comienzan, voces ignotas, fuerzas terribles, amores ridículos y fábulas sin moraleja o con un moraleja inmoral, una inmoraleja.”  (Cabiya 14-15).  Todos los cuentos giran alrededor de hombres, a veces llamado Alfonso Fraile (en su prólogo anuncia que publicará en breve un segundo volumen centrado en mujeres).  Predominan unos razonamientos silogísticos y absurdos y unos hallazgos comiquísimos.  “Historia cursi del talco insecticida”, por ejemplo, consiste en una carta en la que el abajofirmante “El Mártir” se dirige a la doctora Corazón, porque su novia tiene un “pulguiento pelaje” (Cabiya 60), lo que le provoca irritación.  No se atreve a decirle a su amada que use un talco insecticida.  Al final del cuento se revela que se trata de una relación entre animales (ya sugerida por algunos anuncios diseminados a lo largo de la narración).  Juan López Bauzá (1966) es un cuentista muy influido por la veta fantástica.  En “La entrada” de La sustituta y otros cuentos (1997), ya publicado en la antología Mal(h)ab(l)ar, se cuenta la historia de una mujer extraña que entra en un bar y abre un monedero que se lo traga todo como nuevo Moloc.  Hombres, mujeres, mesas, tazas…, nada resiste a la atracción de este pequeño monedero en el que desaparecen todos como por arte de magia.  En “Permutaciones para la defenestración trágica” diferentes historias aparentemente inconexas acaban relacionándose.  La fuerza creadora del escritor se ilustra en una gran plasticidad y poeticidad.  En los dos cuentos citados encontré estas maravillas para describir el pelo: “El pelo: un complejísimo enjambre de moños y remolinos atornillados vertiginosamente, y de un matiz como si le hubiesen derramado la noche encima;” (López Bauzá 3) y “(…), y el pelo, cogido arriba en moños desajustados formaba una especie de decadente torre o minarete musulmán; (…).(López Bauzá 27).  Ni siquiera falta el minicuento en Puerto Rico: -CJ García nos sorprende tanto con unos planteamientos críticos respecto a la sociedad puertorriqueña (“Puerto Rico”) y sus obsesiones literarias (“Mis propias ruinas circulares”) como con unas descripciones de hechos insólitos o cotidianos (“Desencanto”) en Breves para videófilos (1998).

A partir del corpus al que he tenido acceso, concuerdo con Mayra Santos Febres en que “[l]a nueva literatura puertorriqueña no define nada, se libera de dicha tarea para describir y ejercitar ese otro dominio de la libertad que es la imaginación.”  (Santos Febres 19).  A diferencia de los setenta, los personajes ya no son representativos de un grupo (el negro, la mujer, el homosexual) ni defienden necesariamente un proyecto político-social ligado al contexto puertorriqueño, sino que se muestran en su complejidad, muchas veces concretada en desdoblamientos y perspectivas oscilantes.  El cuento puertorriqueño de los noventa se caracteriza por nuevas formas de feminismo y nuevas formas de un fantástico casi neovanguardista.  Desde el punto de vista formal están integradas plenamente técnicas ya asimiladas desde los setenta, como los saltos temporales, los cambios de voces, la multiplicación de planos, el punto de vista oscilante, la fragmentación sintáctica, las desviaciones gramaticales.  El lenguaje popular tan presente en determinados cuentistas de los sesenta/setenta cede casi enteramente el lugar a otras modalidades expresivas, muchas veces salpicadas de humor.

A fin de complicar estas conclusiones un tanto apresuradas, quisiera detenerme en dos cuentistas relativamente tardíos: además de integrar algunos enfoques ya destacados, se acercan de una manera original (y paradójicamente muy intertextual) a la historia y a la identidad, dos fantasmas que también recorren Puerto Rico.  Me refiero a Marta Aponte Alsina (1945) y sus cuentos reunidos en La casa de la loca (1999), y a Luis López Nieves (1950) cuyos últimos cuentos de La verdadera muerte de Juan Ponce de León (2000) voy a comentar.

Marta Aponte Alsina, crítica literaria y antigua directora de la editorial de la Universidad de Puerto Rico y de la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña, se dio a conocer como autora de dos novelas bastante herméticas en los noventa, Angélica furiosa (1994) y El cuarto Rey Mago (1996)7.  En La casa de la loca se sugiere cierto orden, ya que todos los cuentos (salvo el último “Fragmento de novela”, una especie de colofón) llevan fechas precisas (1887, 1904, 1915, 1955, 1963, 1988, 20–).  El que no se trate de hitos en la historia puertorriqueña (excepto el año terrible de 1887), indica que se contará más bien una intrahistoria ficcionalizada, a veces basada en personajes que existieron históricamente y quizá más reveladora que los grandes acontecimientos.  En “La loca de la casa (1887)”, Rosario Díaz se decide a completar un relato inacabado de su marido difunto, Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882), el padre y patriarca de la literatura puertorriqueña según muchos críticos, recopilador de los textos históricos de Puerto Rico y defensor de los derechos políticos de la mujer8.  Rosario ha encontrado en un cajón del escritorio de Tapia un proyecto de relato, “La loca de la casa”, que consiste en algunas coordenadas (lema, lugar, época) y la primera y la última frase (¿ingredientes para un nuevo manual del perfecto cuentista?).  Va alternando los fragmentos escritos por ella al estilo de Alejandro Tapia con sus reflexiones, críticas, observaciones.  Lo esencial del relato consiste en evocar la frustrada boda del hijo de los Moncada con la hija de los Gray, ambas familias pudientes de hacendado.  El casamiento no puede tener lugar, ya que se muere la novia.  Todo resulta ser un truco, porque, gracias a la ayuda de Rosario, la novia, que había ingerido un veneno mortal, es resucitada para poder escaparse con el verdadero amor de su vida, un mulato (lo que implícitamente entabla un diálogo con las novelas antiesclavistas).  La pareja será acogida por Eugenio María de Hostos en Chile.  La escritura implica una liberación de la mujer no sólo del recuerdo y de la autoridad de Alejandro Tapia, sino también de su vida de sumisión, ya que sus manos hasta entonces sólo habían servido para las tareas del hogar.  El sello feminista se nota claramente cuando Rosario presenta dos finales para su narración.  En el segundo final se inserta una reivindicación de la mujer como portavoz de otros valores y de otra manera de escribir: “(…) la loca de la casa anda suelta y alguien tiene que contar su historia.  Quisiera hacerlo yo, pero el lenguaje no me pertenece.  A menos que dejen entrar al diccionario ciertas palabras prohibidas, como reyar, yautía, ñángara, en fin, esas que se elevan de la tierra y palpitan en el aire que nos llena los pulmones.”  (Aponte Alsina 52).  Se establece a la vez un diálogo crítico con el colonialismo del idioma, con la obra de Alejandro Tapia y Rivera, metonimia de la voz patriarcal, y con el romanticismo, sobre todo presente en las descripciones de la naturaleza9.  Además, a lo largo de la narración van surgiendo una serie de reflexiones sobre la escritura, la lucha continua entre ficción y realidad, la dificultad de escribir, la puesta en escena que implica el artificio de escribir, el recuerdo como fuente de inspiración: “Tres días de rescatar recuerdos náufragos habían llenado el hospital de la memoria, pero el último episodio traía en la boca una ensalada de algas y rémoras.  Para colmo, por las compuertas abiertas, junto a la trama esencial, afloraban fragmentos desovados por la corriente.”  (Aponte Alsina 39)10.  Aparentemente el contexto puertorriqueño queda relegado a un segundo plano, pero no puede ser más simbólico que un “tal Hostos” acoja a la pareja mulato-blanca en Chile.  Algunas observaciones en boca de Alejandro Tapia apuntan a los grandes problemas que siguen acechando a los pensadores puertorriqueños: la insularidad o en términos de Pedreira el insularismo, y la indefinición de la isla, una especie de docilidad a lo René Marqués.  Destaco los ‘detalles’ en el texto: “El mar, ese mar que nos rodea como un foso, también puede ser camino de libertad.”  (Aponta Alsina 48) Y: “este pobre paisito, (…), que parece condenado a la indefinición eterna, entre el norte y el sur, entre la fruta podrida y la inmadurez del fruto nuevo.”  (Aponte Alsina 44).

El segundo cuento, “Casa negra (1904)” viene construido alrededor de una serie de reflejos, imágenes positivas y negativas, subrayadas por la presencia de una Kodak11, la “casita negra” que le permite a la norteamericana Susan verlo todo y deformarlo todo durante su “excursión al país de los puertorriqueños” (y no de los indios ranqueles), donde hay que viajar armado para combatir a los “indios caníbales y a los negros cimarrones” (Aponte Alsina 62).  En este cuento acompañado de dos fotos de la época12, Susan relata en una carta a su enamorado Edward su excursión en coche al pueblo del “aullido al revés” (Aponte Alsina 69), Utuado, ubicación altamente simbólica por haber sido uno de los lugares sagrados de los taínos.  Allí el gobernador, Mr. Hunt, inaugura una escuela primaria el 25 de noviembre, día de Acción de Gracias.  Irrumpe en la escena una negra loca, “negativo perfecto” (Aponte Alsina 73) de Hunt, que es encarcelada en una empalizada cubierta por el manto negro de un cura y de esta manera convertida en otra caja/casa negra.  El cuento incita a meditar sobre el ojo deformante e “imperial” de los norteamericanos, el ojo desde fuera, y a problematizar la diálectica colonizador – colonizado13.  La yuxtaposición con la percepción de la vieja loca, una marginada desde dentro, que ridiculiza la “cajita prieta” y a “los nuevos hijos de la raza blanca que se movían sobre ruedas” (Aponte Alsina 77), subraya lo relativo de las visiones del otro y de la identidad, que se define “desde lo que se supone que no seamos”, como me lo comentó la misma autora.  En “Versos pedestres (1915)”, la esposa blanca de un poeta14 intenta ganarse la vida hurgando en los basureros y moviendo con los pies su Singer, pues es costurera de oficio.  Cuando encuentra un grueso cartón, éste le sirve para remendar los zapatos agujereados de su esposo y su hijo.  Escribe sobre el cartón la traducción de unos versos de la poeta Emily Dickinson.  Estos “versos de pie” constituyen una “forma pedestre de inmortalizar su talento” (Alsina Aponte 87).  Reaparece por tanto el conflicto mujer/hombre relacionado en este caso con el tema de la creación literaria y la pobreza.  La primera frase de “Lavender mist (1955)” continúa el cuento anterior enfocando la “suela gastada de las botas” (Aponte Alsina 91) de Míster Suárez, personaje basado en el pintor Ramón Frade (1875-1954), pintor pobretón de “paisajes, madonas y jibaritas” (Aponte Alsina 99) en su visita a una exposición imaginaria de obras de Jackson Pollock en Nueva York.  Aunque Míster Suárez no entiende nada del arte moderno, le perturba la obra de Pollock, que es como el complemento de lo que él no logra hacer: “Compadre, usted es un bárbaro, pinta como si tuviera un ojo en la luna y otro en Marte.”  (Aponte Alsina 99).  En “Pájaros del alma (1963)” el coautor de uno de los crímenes del siglo, Nathan F.  Leopold, encarcelado (por tanto enjaulado) durante 33 años, y en sus últimos años ornitólogo residente en Puerto Rico, intenta matar a una especie en peligro de extinción.  Pero el pájaro no resulta muerto… por lo menos en la visión pesadillesca y alegórica del final: “[El hombre] Ha gravitado en la intimidad de los pájaros y entiende que para morirse hay que perder las ganas de volar.”  (Aponte Alsina 105).  Gracias a la focalización en el pájaro, el disparo se convierte en “ya no tiene cuatro ojos sino cinco” o la foto que Nathan F.  Leopold le toma al pájaro se hace “sacudiéndole el alma con una ráfaga de luz en los párpados grises” (Aponte Alsina 104).  Se prosigue por tanto el juego de espejos reflejantes en más de un sentido.  Al protagonista de “Leche de coco (1988)”, el norteamericano Thomas Smith IV, le encanta cocinar y un tío suyo le regala un libro de cocina de Rose Kilmer, que resulta ser una parienta suya.  Este libro ficticio de 1900, que se llama Puerto Rican Desserts: an Illustrated Cooking Tour of our New Possession, es patrocinado por la Central Aguirre Sugar Company para promocionar el azúcar, lo que engendra la irónica equiparación entre colonizadores y caníbales por parte de Thomas: “Sólo un pueblo bien intencionado, que fuese capaz de comerle los dulces a otro pueblo, será digno de asimilarle el espíritu.  Vencedor que no mastica con gusto al vencido no es vencedor.”  (Aponte Alsina 111).  Smith no llega a preparar un sabroso postre a base de leche de coco, cuyos ingredientes encuentra en El Barrio (Nueva York) de este pueblo puertorriqueño conocido por “una comedia musical” (Aponte Alsina 112), pero: “Ya nadie se ocupa de los puertorriqueños, pues murieron sus grandes estudiosos y difamadores.  Deben ser un pueblo feliz.  Extinguirse en la conciencia ajena no carece de ventajas.”  (Aponte Alsina 113).  Gracias a unos papeles que le dejó el tío a Thomas, nos enteramos de que también Rose, por quien el protagonista empieza a estar obsesionado, estuvo persiguiendo toda su vida el sabor de este postre, encarnación de la tradición puertorriqueña (recordemos la taza de coco que es toda la tradicicón en “Vivir del cuento” de Manuel Ramos Otero).  De esta manera es como si dos extranjeros se persiguieran el uno al otro en un trasfondo puertorriqueño.  En “Intermedio del hombre verde (20–)” Jack Wald, autor de cómics “hard edge”, empieza a hablar sobre sus monstruos a unas cuantas personas reunidas (entre otras Marcela) que entraron en contacto cibernéticamente: “Foc, no sé cómo contar esto, chit, si ni siquiera estoy seguro de quién soy.  Bueno, este tipo que me dio el nombre, Jack Wald, o sea, yo mismo era autor de cómics.”  (Aponte Alsina 127).  Jack Wald/el monstruo, inspirado en el puertorriqueño Chupacabras15 que desangra animales, mata a todos salvo a Marcela.  Marcela se despierta de un sueño y decide tomar otro rum punch en la playa donde está leyendo el cómic de su hijo sobre El Chupacabras.

Diferentes formas de expresión artística (escritura- pintura – fotografía- la cocina (“el arte perfecto” (Aponte Alsina 113)- el dibujo), desdoblamientos (Rosario/Alejandro, Susan/cámara y loca/gobernador, hombre/pájaro, Mr. Suárez/Pollock, Thomas Smith/Rose Kilmer, Jack Wald/el Chupacabras), reflejos deformantes y deseo de acercarse al otro, percepciones desde fuera por parte de margin-ados (con una concentración en el eje Estados Unidos- Puerto Rico), borrosas fronteras entre ficción y realidad, texto e intertexto, hacen oscilar los cuentos de Marta Alsina Aponte en un continuo vaivén (ya presente desde el mismo título) y ejemplifican las “conexiones subterráneas y submarinas” que la misma autora considera como fundamentales en sus libros.

En los cinco cuentos que integran La verdadera muerte de Juan Ponce de León (2000) Luis López Nieves combina la indagación histórica iniciada en Seva (1984) con el humor y la ironía ya presentes en sus cuentos de Escribir para Rafa (1987).  Su última publicación entra de lleno en la búsqueda de las raíces y de los orígenes, una verdadera obsesión del autor, miembro de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía, cuyo impresionante sitio web, www.CiudadSeva.com, incluye nada menos que un enlace donde el autor demuestra su ascendencia con Colón y con Juan Ponce de León.  Precisamente estas dos “superestrellas internacionales” (López Nieves 89) constituyen el núcleo de dos cuentos, lo que viene completado con tres relatos sobre personajes ficticios del siglo XVI.  Desafiando todos los pisos que conforman el país, Luis López Nieves ubica su comunidad imaginada en el XVI, “nuestro periodo histórico más universal” (López Nieves 119).  Inventa otra historia (la “historia trocada” como dice el autor) de los que son según el autor los “primeros puertorriqueños” (López Nieves 120).  En “El gran secreto de Cristóbal Colón” se integran algunos datos comúnmente admitidos respecto al Descubrimiento (aunque sabemos que de por sí ya constituyen una falacia), pero la última frase da un vuelco total a la historia, ya que al llegar a la tierra un anciano indígena le dice de manera muy ambigua a Colón “en una lengua que ningún español pudo comprender: ‘¡Maestro, al fin has regresado!'”.(López Nieves 11).  En “La verdadera muerte de Juan Ponce de León”, un profesor -personaje siempre descrito con mucha (auto) ironía- encuentra unos documentos escritos en vasco por un fraile dominico (¿nuevo Bernal, nuevo Las Casas?)  muerto en 1583 y transmitidos materialmente a varias personas a lo largo de los siglos.  En su lecho de muerte un indio arrepentido, Juanito, confesó a este fraile vasco que se inventó el mito de la Fuente de la Eterna Juventud y que mató a Juan Ponce de León: “gracias a una mentira y a una traición yo celebraba en secreto la agonía del español a quien más odiaba en el mundo.”  (López Nieves 73).  Estos dos grandes mitos fundadores resultan por tanto subvertidos por un subalterno, procedimiento frecuente en la reescritura de la historia latinoamericana16.  “El conde de Ovando” situado en 1578 constituye una reflexión sobre la arbitrariedad del poder y el conflicto entre diferentes instituciones poderosas (civiles y religiosas).  Estas últimas acaban dom(in)ando al científico-filósofo Ovando, heterodoxo y responsable de unos experimentos a veces muy crueles (por ejemplo, para averiguar la digestión en un esclavo maltratado y en otro no maltratado), a la vez que terminan torturando a su hija rebelde, la Vizcondesa.  “La última noche de Rodrigo de las Nieves” presenta una variación sobre el tema borgesiano del traidor y del héroe.  Relata la heroica hazaña de Rodrigo que quema una nave en la bahía de San Juan para que se pueda distinguir más nítidamente a los corsarios de Drake (1595), pero lo matan por ser espía.  Su muerte se presenta como toda una puesta en escena: “Cerró los ojos, colocó la mano derecha sobre el brillante damasquinado de su espada toledana y murió.”  (López Nieves 84).  El último cuento, “El suplicio caribeño de Fray Juan de Bordón”, tematiza el objetivo del libro entero, la búsqueda de los orígenes.  Un profesor francés reconstruye su genealogía investigando la suerte de un tal fray de Bourdon que sería pariente suyo.  Después de muchas búsquedas reflejadas en un carteo intenso (procedimiento ya usado en Seva), el profesor se entera de un malentendido muy triste sobre la recta fe del fraile dominico, ya que murió en manos de la Inquisición por poseer una Biblia en francés, prueba contundente de luteranismo según los inquisidores.  A diferencia de la epopeya heroica de Seva, se desmontan los heroísmos.  Los mitos fundadores son socavados y los tres personajes que representan la tríada del poder (civil- militar-religioso) en el XVI, terminan muertos o degradados.  La historia es presentada como un fracaso, una gran mentira (de ahí quizá la teatralidad de algunos protagonistas), un monstruoso malentendido a veces subrayado por traducciones-traiciones de por sí sospechosas, una sarta de accidentes que no se pueden dominar.  Esas falacias contrastan con la elaboración cuidadosa de los cuentos, cuya capa de investigación casi científica, casi detectivesca (pienso en el procedimiento epistolar y en la detallada descripción, a veces hora por hora, de lo que pasa con Colón o con Ovando) presenta un intento de ordenarlo todo (¿como en las cartas de relación?).  También los pastiches de escritos jurídicos constituyen una trampa, ya que se refieren a un siglo “en blanco” cuyos documentos fueron destruidos casi en su totalidad17.  Los epígrafes de poetas contemporáneos permiten trasponer todos los cuentos a tiempos menos remotos.  Los primeros versos de Iván Silén sobre la rebelde Fili-Mélé (palesiana) arrojan otra luz sobre la indócil Vizcondesa.  También se pueden hallar unos guiños muy irónicos: ¿Cómo no reírse de que el manuscrito escrito en vasco sea descifrado por un tal Boabdil de Olaguibel, que entrega las llaves no de Granada, sino del texto en vasco?  Y… ¿Es una casualidad que Juanito sea de Bieque (Vieques), símbolo de resistencia hoy en día?  Por último, cabe destacar la sugerente prosa de Luis López Nieves.  No puedo resistir a la tentación de citar esta delicia que es la descripción casi erótica de la cabalgata de la Vizcondesa por el Viejo San Juan en busca de un elixir abortivo: “Cuando el animal se inclinaba, doña Isabel agarraba la crin con el puño y arqueaba la espalda para mantener el balance.  El busto alto, firme, delineado por finos puntos de encaje, se distendía de pronto y parecía romper los botones del traje.”  (López Nieves 19).

Ya sea efectuando una indagación sobre la historia para siempre falsificada o que se reflexione sobre la mirada del otro, ambos autores ilustran acercamientos innovadores a unos temas obsesivos en la literatura de Puerto Rico, universalizándolos.  A la vez, tanto Marta Aponte Alsina como Luis López Nieves enganchan al lector mediante su arte de contar y sus juegos intertextuales.  Me doy cuenta de que, para aportar aún otros enfoques al estudio del cuento puertorriqueño, tendría que incluir a más autores y considerar esta otra parte de Puerto Rico que se encuentra en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York.  Pienso en los cuentos laberínticos Los Narcisos Negros (1997) del novelista poeta Iván Silén (1944), donde tiempos, espacios y enfoques se sobreponen o en los cuentos homoeróticos de Daniel Torres (1961).  De todas formas, estas múltiples respuestas para “bregar” con determinadas preguntas clave en Puerto Rico y con los planteamientos profundamente literarios, sólo confirman la gran fuerza que emana de este género.

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Bibliografia

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-Torres, Daniel.  Historias de tres cuerpos.  San Juan/Santo Domingo: Isla Negra, 1995.
-Vega, Ana Lydia.  En la Bahía de Jobos.  San Juan: Universidad de Puerto Rico, 1998.
– –.  Falsas crónicas del sur.  San Juan: Universidad de Puerto Rico, 1991.

Notas

1. La Librería Tertulia tiene un excelente servicio de venta por internet (tertulia.com), aunque los gastos suplementarios encarecen los libros ya bastante costosos de por sí.  En cuanto a las antologías que desde hace muchas décadas desempeñan un papel muy importante en Puerto Rico, me limito a señalar algunas publicaciones sobre el cuento puertorriqueño de los noventa: Solá, María, Aquí cuentan las mujeres.  Muestra y estudio de cinco narradoras puertorriqueñas en Puerto Rico, Río Piedras: Huracán, 1990; Acevedo, Ramón Luis, Del silencio al estallido: Narrativa femenina puertorriqueña, Río Piedras: Editorial Cultural, 1991; Rosado, José Angel, El rostro y la máscara.  Antología alterna de cuentistas puertorriqueños contemporáneos, San Juan: Isla Negra, 1995; Santos Febres, Mayra, Mal(h)ab(l)ar.  Antología de nueva literatura puertorriqueña, San Juan: Yagunzo Press International, 1997.  La doctora Carmen Ana Pont, cuya minuciosa y lúcida lectura de mi artículo me ha sido de una gran ayuda, me comunicó que existe una antología en francés de cuentos puertorriqueños publicada por la Unesco y editada entre otros autores por Robert Villanúa.

2. Agradezco a la Universidad de Amberes el apoyo financiero.  Agradezco profundamente a los críticos Juan Gelpí y Rubén Ríos, al editor Carlos Roberto Gómez Berás, a la periodista Carmen Dolores Hernández, y a los escritores Marta Aponte Alsina y Luis López Nieves la información, los artículos y sus observaciones iluminadoras.  También le estoy muy agradecida a Kristian Van Haesendonk que me fue preparando el terreno.

3. Para un reciente estado de la cuestión de la actividad editorial, véase: Núñez Miranda, Armindo, “Los libros también son una industria”, Diálogo (septiembre 2000): 32-34.

4. Un reflejo de estos talleres se encuentra en Te traigo un cuento: cuentos puertorriqueños de 1997, selección y prólogo de Luis López Nieves, San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997.

5. Véase: “Morgado, Marcia, “Literatura para curar el asma.  Una entrevista con Mayra Santos Febres”.  http://www.barcelonareview.com/17/s_ent_msf.htm (marzo-abril 2000).  Los dos libros de cuentos fueron publicados en inglés bajo el título de Urban oracles.

6. Pertenece a la serie de Isla Negra “El fémur de tu padre” que también es el nombre de una revista electrónica dedicada al cuento: www.stanford.edu/~sanmigue.

7. Véase: Luce López-Baralt, “En torno a El cuarto Rey Mago de Marta Alsina Aponte” Cuadrivium 1 (Primavera 1998): 65-76.

8. Marta Aponte Alsina escribió varios artículos sobre Tapia y el contexto decimonónico.  Véase: “Dos instituciones culturales puertorriqueños del siglo XIX” http://www.ateneopr.com/ historia/aponte/htm: 1-7 y “Póstumo interrogado: relectura de Tapia” en Tapia ayer y hoy (edición conmemorativa), San Juan: Universidad del Sagrado Corazón, Edición de la Biblioteca Madre María Teresa Guevara, 1982: 43-70.

9. A este respecto el cuento presenta muchas semejanzas con “El baúl de Miss Florence: Fragmentos para un novelón romántico” de Falsas crónicas del sur de Ana Lydia Vega.

10. Esta presencia metaliteraria caracteriza también sus novelas anteriores.  Véase Ángel A.  Rivera, “Entre aquelarres y cánones en la literatura puertorriqueña: Marta Aponte Alsina”, ponencia presentada en “Milenarismo y fin de siglo”, Bucknell University, Abril 12-13, 1999.  Documento facilitado por la autora.

11. En cuanto a la importancia de la fotografía, advierte Thompson (6): “Desde la llegada de los norteamericanos a Puerto Rico en 1898, la fotografía fue un recurso para la descripción de la Isla, vista como una “nueva posesión”, bastante desconocida para ellos.  La descripción textual y fotográfica se orientó hacia la confección de un retrato, un gran inventario de los recursos y las condiciones en la Isla.  Los autores no solamente retrataron las condiciones en la Isla, sino que también intentaron captar sus “posibilidades”, particularmente su potencial económico y geopolítico.”

12. Marta Aponte Alsina me comentó que se inspiró en una tal Grace Hartzell cuyas fotos se pueden consultar en el Archivo General de Puerto Rico.

13. Podría relacionarse con Mary Louise Pratt, Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, New York: Routledge, 1992 y Trinh Minh-Ha, Woman, Native, Other.  Writing Postcoloniality and Feminism, Bloomington: Indiana University Press, 1989.  Para un análisis postcolonial de este cuento, remito al excelente artículo de Juan Gelpí, “Una casa de la ficción”, Diálogo (agosto 2000): 37.

14. En la solapa del libro se sugiere el juego intertextual con la novela inacabada de Palés Matos, Litoral.

15. Para algunas explicaciones de este alucinante fenómeno y su comercialización, véase: Jordi Ardanuy, “El “Chupacabras”: ¿un alienígena?”  www.ctv.es/USERS/netcei/Papers33/
PAP33A04.htm

16. Véase también: Estelle Irizarray, “Reinventing his story”, The San Juan Star (19 June 2000): 62.  Para otra ficcionalización sobre Juan Ponce de León, véase el libro de Olga Nolla, El castillo de la memoria.

17. “Pedreira (Antonio Pedreira) called it the century in blank”, says López, noting that nearly all documents from that period were destroyed during the 1625 Dutch attack on the island.”  Ferrer, Melba, “‘Juan Ponce de León’ sets sail on the winds of literature and history”, The San Juan Star (8 may 2000): 47.

FIN


Publicado en:
Casa de las Américas, Cuba, julio-septiembre 2001 224, pp.112-119.
El Cuento en Red, Estudios sobre la Ficción Breve, Nº4: Otoño, 2001 cuentoenred.org.


La Dra. Maeseneer hizo la tesis doctoral sobre la intertextualidad en La consagración de la primavera de Alejo Carpentier en la Universidad de Gante y actualmente trabaja en la Universidad de Amberes. Caribeñista, sus publicaciones se concentran en escritores de esta área (Freddy Prestol Castillo, Luis Rafael Sánchez, Pedro Vergés, Alejo Carpentier,…), con especial interés por los enfoques históricos, intertextuales y poscoloniales (la oralidad). También se dedica a la narrativa española contemporánea (Javier Marías, Juan José Millás…). Está preparando un libro: El festín de Carpentier (Droz, Genève, 2001). 


“El cuento puertorriqueño a finales de los noventa: sobre casas de locas en Marta Aponte Alsina y verdaderas historias en Luis López Nieves”, Rita De Maeseneer, El Cuento en Red, Nº 4: Otoño, 2001, cuentoenred.org


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