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El silencio de Galileo de Luis López Nieves

Milagros González Rodríguez

Ciudad Seva


“He dedicado toda mi vida a buscar la verdad histórica, pero me tomé esta pequeña licencia para escribir la historia que me conviene. Todos los historiadores lo han hecho y lo hacen. Cuando la realidad molesta demasiado, simplemente se cambia. ¿A quién le hace daño?…”.
-Luis López Nieves

 

A través de la historia de la astronomía hemos sabido que la paternidad del telescopio, que transformó la visión del universo, ha estado en controversia. A ciencia cierta, aún existen muchas dudas e interrogantes en cuanto a quién lo inventó verdaderamente: ¿el italiano Galileo Galilei?; ¿el alemán Hans Lippershey? o ¿los holandeses Zacarías Janssen y Jacobo Metius? Para descifrar este dilema, Luis López Nieves se da a la tarea de revelarlo a través de su nueva novela El silencio de Galileo.

En el 1983, este escritor puertorriqueño causó gran revuelo entre los lectores y lectoras de la sociedad puertorriqueña cuando publicó en el periódico Claridad el impactante cuento Seva, clasificado como uno de los relatos de mayor éxito literario en Puerto Rico.

En El silencio de Galileo, el autor vuelve a demostrar su maestría al conjugar la ficción literaria con la historia. Es una narración fascinante porque volvemos a encontrarnos con varios personajes, conocidos de su anterior novela El corazón de Voltaire (2005). Dichos personajes son partícipes de una investigación que está relacionada con el enigma que envuelve la invención del telescopio y con la vida de Galileo Galilei. A medida que la novela se desarrolla, el lector o lectora irá descubriendo otros secretos de la familia Galilei.

La trama de la novela se trata de que Monique, una supuesta descendiente de Galileo, encomienda a la doctora y profesora de historia de La Sorbona en París, Ysabeau de Vassy, investigar el linaje y la descendencia de Galileo Galilei; y todo lo que concierne a la misteriosa controversia que gira en torno a quién inventó el telescopio verdaderamente. Tras varios viajes a diferentes países europeos, la profesora hace una serie de descubrimientos que cambiará para siempre la historia de la ciencia occidental.

La crítica de El silencio de Galileo que me ocupa en este momento me lleva a confirmar que el texto tiene un gran valor literario porque responde con acierto a lo que es una obra de vanguardia en el siglo XXI. Una vez más, el escritor rompe con el esquema establecido de lo qué es la estructura tradicional de la novela para retomar el género epistolar, valiéndose de la estructura del mundo cibernético de los correos electrónicos. Es un elemento novedoso, original y moderno dentro de un texto que transporta al lector a la época del Renacimiento. Su narración es genial y muy propio de López Nieves porque denota el placer de sumergirse en la historia con el fin de poder trocarla. La minuciosa investigación que hizo sobre la vida y obra de Galileo contribuyó a que hubiese varios conflictos asentados sobre una trama muy bien construida y organizada. Con su prosa clara y sencilla, el escritor invita al lector a adentrarse en la narración para dejarlo absorto en las diversas intrigas que los mismos personajes van entretejiendo a lo largo de la narración epistolar. La novela está tan admirablemente organizada que no da margen a que los lectores se confundan con los personajes ni que se pierdan en los asuntos del relato porque cada uno está claramente identificado en los diferentes correos electrónicos. Por otro lado, es un relato lineal porque las aventuras se suceden consecuentemente y el suspenso siempre está latente porque nunca se sabe con certeza qué va a ocurrir más adelante.

López Nieves se encarga de no dejar cabos sueltos en la resolución de los conflictos. Cada suceso en la obra está trazado con mucho cuidado y destreza en el manejo de las frases. Por ejemplo, crea una atmósfera de expectación al final de la novela porque en ningún momento intenta sugerir o dar pistas para adivinar o descubrir qué hay escondido detrás de la puerta del taller de Galileo:

“Madame me invitó a la puerta. Cuando miré dentro, vi que se trataba de un dormitorio tan antiguo como la sala: las paredes estaban repletas de más cuadros que me recordaban a artistas famosos. En el centro había una cama grande de madera vetusta, con pilares y dosel. Al lado de la cama, una mesa con un televisor pequeño que tenía la imagen prendida, pero el sonido apagado. Frente al televisor, la butaca más hermosa de todas las que he visto en casa de madame. Sentado en la butaca, de perfil, un hombre de unos sesenta años de edad, de largo cabello blanco, miraba el televisor….” (266)

En las cartas electrónicas se observa un lenguaje claro, sencillo, acelerado y vivaz. También, en la narración se destacan palabras en francés, italiano y latín que de ningún modo alteran la comprensión del relato, ya que las expresiones lingüísticas extranjeras son de fácil comprensión. Dichos vocablos son como pinceladas o pequeñas gemas literarias que decoran y refrescan la narración: perspicillum, Université de la Sorbonne, verbatim, Universiteit van Amsterdam, Professeur d´Historie, etc.

La tergiversación del linaje del astrónomo italiano y la historia de la invención del telescopio es uno de los mejores elementos delineados en El silencio de Galileo. El estilo en que el novelista se apropia de la historia para trastocarla y deformarla a su antojo es como una forma de llenar el vacío que dejan los historiadores. El relato intenta colmar las expectativas de un público privado de referencias historiográficas concretas, combinando lo histórico con lo contemporáneo, la invención con la documentación, el mundo académico con el no académico y la ciencia con el misterio. Por otro lado, la información contenida en la obra incita a la duda y obliga a que el lector o lectora emprendan un proceso de investigación bibliográfica más amplio para saber si verdaderamente el escritor ha deconstruido las concepciones actuales sobre el personaje histórico, para convertirlas en una amalgama de sucesos ficcionales.

La historia es tan fascinante y cobra tanto interés en la acción, que la ausencia sobre la descripción de las características y rasgos físicos de los personajes deja de ser un elemento indispensable en la novela para convertirse en un componente insignificante. Sin embargo, conocemos algunas características de los personajes por medio de lo que escriben entre sí en los diversos correos electrónicos, convirtiéndose en múltiples narradores en primera persona. Aunque llegan a ser personajes concretos, la virtud y el atractivo de cada uno de ellos es que son puro texto cibernético: intercambiando mensajes electrónicos y documentos en su afán por descifrar el misterio que rodea la vida de Galileo. Además, el escritor permite que cada quien singularice a los personajes, según sus criterios personales. Por ejemplo, me figuré a Monique rubia, de estatura baja, muy delgada, de refinados modales, presumida y arrogante. Me imaginé a Ysabeau como de treinta y cinco años, muy bonita, alta, esbelta, lacios cabellos negros y seductora  por el modo en que Luigo Nolfo la trataba en los correos. La doctora de Vassy es un personaje impactante porque demuestra ser ambiciosa, manipuladora, cautelosa, astuta, muy moderna y extremadamente inteligente. Es una mujer que no se detiene ante nada, con tal de tener lo que desea. Se puede definir como una persona segura de sí misma, ya que demuestra su fuerte sentido de prepotencia desde el momento que se atreve a destruir unos documentos auténticos, para falsificar otros relacionados con la descendencia de Galileo. Su interés personal en quedarse con los bienes de una descendiente del astrónomo italiano, fue más fuerte que respetar y valorar la confianza que Monique depositó en ella por su excelente capacidad profesional historiográfica.

La corrupción, la mentira, la ambición, la traición, el engaño y el deseo de fama siempre han sido temas de interés en la literatura, porque son sentimientos que habitan en la conciencia de cualquier ser humano. En El silencio de Galileo dichos argumentos también fueron expuestos con mucha naturalidad y realismo porque lamentablemente es el escenario existente de muchas sociedades políticas, civiles y religiosas.

El título de la novela fue muy acertado porque constantemente el tema del silencio o su quebrantamiento se infiltran en el contenido literario de la narración. La novela estableció un contrapunto interesante porque dejó para el final una sorpresa que cambió el rumbo de la vida de la protagonista. ¡Quién podía imaginarse que la doctora Vassy heredaría los bienes de Galileo y se convertiría en duquesa!

Al leer cualquier obra literaria de Luis López Nieves hay que reconocer la magnitud de su imaginación. Este escritor puertorriqueño tiene la maestría particular de engendrar una historia inventada (que parece totalmente legítima) dentro de una historia auténtica. ¿Dónde está la verdad en El silencio de Galileo? ¿A qué verdad se refieren los libros de historia? Estas interrogantes obligan al lector a leer y escudriñar en los anales de la historia, para poder identificar y separar la verdad de la ficción. ¡Yo lo hice! ¡En la novela todo lo contado era tan real, que me atreví a pensar que la verdadera historia no debió ser muy diferente; por no decir que tuvo que ser como la contó López Nieves!

Quise dejar para el final varias interrogantes que no pude descubrir en el texto: ¿Perdería Monique el contacto con Ysabeau definitivamente? ¿Sabría Monique que la doctora de Vassy se convirtió en la duquesa de Livorno y que heredó toda la fortuna de la familia Galilei?

Recomiendo la lectura de El silencio de Galileo para que los lectores experimenten la aventura literaria de navegar entre dos planos históricos (verídicos o inventados) a través del alucinante mundo cibernético.

FIN


El silencio de Galileo de Luis López Nieves”, Milagros González Rodríguez, Ciudad Seva, 24 enero 2011, ciudadseva.com.


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