Casa digital del escritor Luis López Nieves


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La emancipación de las letras

Ana Teresa Toro
El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico


Con más fuerza que nunca el libro electrónico gana su espacio entre los lectores, aunque aún la oferta en español se mantiene limitada

Cualquier culebrón de moda no tendría nada que envidiarle a la escena. Un hombre abrazado a un libro, olfateando como poseso la tinta y el papel. A su lado, una mujer llorando (o seamos precisos, “arremillándose” como dicen en el campo) mientras observa con desespero los carteles que anuncian el fin de una era: ¡Morirá el libro! Devastador. Ahora, dejemos el drama a un lado y entremos en materia. La aparición durante la última década del libro electrónico y el saldo de la llamada revolución digital en industrias como los medios de comunicación impresos y otro tipo de publicaciones, han provocado una cantidad de proyecciones en torno al futuro del libro que van desde la pesca de nuevos lectores hasta la muerte lenta y dolorosa del libro en papel. Para muestra, basta echar un vistazo a la industria musical, la primera en experimentar esta sacudida, para darse cuenta de que, aunque puede que haya mucho que temer en términos económicos, la escritura en todas sus manifestaciones no será exterminada por nada. La música se sigue escuchando, en nuevos formatos, los periódicos se siguen leyendo en sus versiones Web y con un público fiel al papel que, aunque modesto en muchas ciudades, continúa dándole un espacio al producto en su forma material.

La tendencia es mundial, con énfasis en destinos con mayor acceso a Internet. El año pasado cerró con cifras sorprendentes en términos del aumento en las ventas del eBook o libro electrónico, así como los distintos dispositivos para su lectura. Tan solo en el portal con base en España www.todoebook.com, el aumento en ventas fue de un 500% y las proyecciones para este año van en la misma dirección. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la expectativa para el 2011 es un aumento no solo en la disponibilidad de más títulos sino de un mejor formato, tinta electrónica (e-ink) de mejor calidad, así como dispositivos (e-readers) más avanzados que atraerán nuevos consumidores.

Según un informe publicado por el portal Mediaideas, titulado: “El Fenómeno E-Reader: crecimiento dramático de una industria de 25 mil millones (2009-2020)” se proyecta que a finales de 2014 en Estados Unidos habrá alrededor de 45 millones de lectores de contenidos digitales y el mercado habrá crecido a 14 mil millones. Para el 2020, se espera que la cifra ronde los 38 mil millones.

Del estudio también se desprende que los lectores continuarán actualizando sus dispositivos y preferirán aquel que les permita más de una sola función.

Pero más allá de todas las cifras y del aumento exponencial en la industria internacionalmente, se trata de una serie de análisis que, como en toda transformación, suelen ser muy prematuros. Más aún si se busca predecir tendencias en la red; basta echar un vistazo a ejemplos concretos como la vertiginosa caída del portal MySpace a manos del creciente Facebook.

Además, no se puede olvidar un detalle fundamental. No estamos ante la primera ocasión en la que la palabra escrita experimenta una evolución en su difusión.

“No le temo a la muerte del papel. Hace mucho más de 5000 años la literatura nació como un fenómeno oral, cuando no había libros: para disfrutarla solo hacían falta una boca y una oreja”, apunta el escritor Luis López Nieves, fundador del portal Ciudad Seva, plataforma que desde 1995 difunde una antología masiva de cuentos clásicos que hoy rondan los 3,700. “Cada uno de esos cuentos los he leído y revisado. Por tanto llevo 16 años leyendo libros electrónicos”, señala el creador de la Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón.

López Nieves recuerda que con el tiempo “vino esta gran innovación conocida como la ‘escritura’, y cada civilización empezó a escribir donde podía: en tabletas de barro, piedras, papiros, pieles de animales, etcétera. Hace tan solo unos 500 años Europa inventó la imprenta; como resultado, nació una forma nueva de leer: el libro en papel. Ahora estamos en el periodo de transición más importante desde la invención de la imprenta”.

A su juicio y según confirma la historia, el impacto de la revolución digital no podría ser comparable aún con el impacto que, en su momento, tuvo la imprenta. Lo que a un copista podía demorarle un año, en una imprenta podría reproducirse en un día. Con ello nació la industria, las miles de copias, las cajas, los transportes, los distribuidores. Hoy nada de eso es indispensable. Cualquiera crea su blog y publica su libro y en cinco minutos estará disponible alrededor del mundo. “Entonces, ¿por qué temerle a la muerte del papel? Quien se oponga hoy día a los libros digitales realmente está actuando como aquellos retrógrados que en el siglo XV se opusieron a la imprenta”, afirma el escritor para quien el mundo digital representó en un momento una posibilidad creativa con su novela “El corazón de Voltaire”, obra escrita utilizando como recurso narrativo las dinámicas del correo electrónico.

Entonces, digamos que no es momento de lágrimas ni de tocarle el violín a la industria del libro. Aún. Más bien el escenario propone mantener el oído en tierra y atender su evolución. Algo de paciencia no vendría mal. Después de todo, no se puede ver el saldo del huracán hasta que completa su paso. Ahora mismo, estamos en el mismísimo ojo.

La movida en el País

“Por lo general vendemos de 30 a 40 de los distintos e-readers que ofrecemos a la semana aquí en Puerto Rico. Durante la época navideña hubo semanas en las que podían venderse 150 aproximadamente a un público en su mayoría joven”, confirma José Quevedo, gerente de área para Puerto Rico de la cadena Borders, empresa que actualmente mantiene su solidez en la Isla, aunque en los Estados Unidos enfrenta una crisis ecónomica.

En cuanto al número de libros electrónicos que se compran en el País, Quevedo explicó que “es muy difícil trazar todas las ventas hechas a través de Borders.com. Lo que sí hemos notado es que en todo el mercado de EE.UU. al cual se circunscribe Puerto Rico hemos visto un aumento de un 60% en las ventas de los 2.5 millones de eBooks que tenemos disponibles”.

Casi todos títulos en inglés, “que es lo que están leyendo los jóvenes en Puerto Rico”, dice. Y no se debe únicamente a una tendencia -que bien pudiera serlo- sino a una oferta extremadamente limitada de libros electrónicos en español.

“Encuentras muchos títulos, sobre todo en narrativa, de editoriales pequeñas, pero es muy raro que te encuentres un libro de Planeta, de Tusquets”, observa el escritor y editor de la editorial puertorriqueña Terranova, Elidio Latorre Lagares.

Un factor que ha tenido que ver ha sido, indiscutiblemente, la piratería. “Esto ha emancipado al libro, es una liberación completa inclusive del renglón de la editorial. Definitivamente, le pasará lo mismo que a la industria musical, dará al traste con las descargas. Es posible que esas grandes editoriales estén buscando retrasar lo inevitable. En España han tenido que crear el Ministerio de la Piratería”, ejemplifica Latorre Lagares, para quien hoy día la incursión en el libro electrónico ha venido a representar no necesariamente una merma en la venta de libros en papel, sino un nuevo mercado.

Por lo general, en un caso como Terranova, una editorial que publica alrededor de 12 a 15 títulos anuales de escritores contemporáneos, el eBook se les presenta como una plataforma más de publicación.

“Es otro tipo de derecho que se adquiere con el autor, nuestros contratos más recientes lo incluyen, es parte del proyecto Terranova y ha sido una sorpresa agradable, porque nos ha ido bien en el mercado de Estados Unidos donde hay muy poca oferta en español”, explica Latorre Lagares, cuya novela “Correr tras el viento”, publicada únicamente en formato digital ocupó el número cuatro en las listas de ventas de “thrillers” en español en el mercado de Kindle. Igualmente, el escritor Moisés Agosto llegó a posicionarse en el primer lugar en el renglón de literatura de tema homosexual.

“Hemos llegado a vender unos 300 títulos en eBook, cuando en Puerto Rico vender 500 libros es papel es un best seller. La mayoría de nuestras ventas han sido fuera, hemos podido sacar a nuestros escritores con una menor inversión”, añade.

“Ha sido un oportunismo consciente, porque se trata de un mercado, al menos español, que sigue virgen”, señala no sin antes reiterarse en que para la editorial el eBook sigue siendo un complemento al papel. Latorre Lagares considera que “hay una cuestión cultural y la realidad es que todavía en Puerto Rico el libro electrónico no es una materialidad. En Estados Unidos y América Latina sí que va cogiendo bola y por ejemplo en España hay ahora mismo seis editoriales que han dejado su catálogo de papel”.

Eso no debe sorprender a nadie. Hoy día en Puerto Rico producir mil ejemplares de un libro impreso de narrativa, de 250 páginas promedio, puede costar entre $3 mil a $4,500. Eso solo en la imprenta. Con el libro electrónico la inversión se reduce a cero y las regalías para el autor pueden ser más generosas. Hoy día el costo promedio de una novela impresa es de $18.00 mientras que un libro electrónico ronda los $9.00.

Leer sin oler

Con mayor o menor intensidad, la mayoría de los escritores consultados para este reportaje en algún momento hicieron referencia al vínculo con el libro como objeto que han desarrollado no solo como autores sino como lectores. Para muchos, la comodidad, la conveniencia de poder no solo crear tu biblioteca personal sino de cargar con ella a donde quieras es lo suficientemente tentador como para hacerlos sucumbir. Eso sí, eso de leer sin olores, sin manchas no les hace tantísima gracia. Igualmente, algunos se muestran expectantes ante las posibilidades creativas que surjan una vez se sofistiquen las plataformas. Es de esperarse, un nuevo medio narrativo llegará.

“Soy una apasionada de la palabra escrita y me mueven los textos, indistintamente del medio en el que estén redactados. En el año 2007 visité Atlanta y su Museo de Arte Moderno. Allí me topé con una exhibición de papiros antiguos. Descubrí en ese momento que si los hubiese tenido en mis manos, y en un idioma que pudiera reconocer, me los hubiera quedado para leerlos. Constaté que lo escrito me define, no el conducto, sino lo que se conduce a través”, cuenta la escritora Yolanda Arroyo Pizarro, quien confiesa que luego de comenzar a leer tanto en blogs como en Google Books y en su Kindle, fue natural el deseo de publicar en ese formato. Incluso, su más reciente obra, “Avalancha”, permaneció en las primeras posiciones en ventas de libros en español de Amazon.

Otros lo observan con fascinación, como lo hiciera la escritora Esmeralda Santiago en una entrevista reciente con este diario. “Recuerdo que estábamos en una boda, éramos un grupo y estábamos tratando de recordar un poema. Alguien sacó su teléfono, lo buscó en Google y pudimos compartirlo. Eso me pareció maravilloso”.

La escritora Maira Landa, además de celebrar la comodidad de viajar con varios libros de modo muy liviano, considera que para los autores ya es una obligación considerar el formato. “Tenemos que ofrecer la opción porque hay una gran demanda. No sabemos todavía el impacto que tendrán en la industria, pero espero que no desaparezcan los libros tradicionales. El libro electrónico es útil, pero frío e impersonal. Nada sustituye a esa sensación de sostener un libro en mis manos, recrearme en su portada, pasar las hojas y sentirlo mío”, confiesa.

Igualmente, la mayoría coincidió en ver con buenos ojos la plataforma que atraerá a nuevos lectores acostumbrados a leer en pantalla.

Sin embargo, para otros como el peruano Fernando Iwasaki hay varias distinciones que hacer y una analogía digna de tener en cuenta.

“El libro electrónico sin duda es el futuro de la lectura, que no es lo mismo que la literatura. Yo no lo uso porque soy inútil y además un discapacitado digital, aunque reconozco que representa el progreso. El libro electrónico es como el viagra: es bueno que exista, pero ojalá no tenga que usarlo”.

FIN


Versión original


“La emancipación de las letras”, Ana Teresa Toro, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 23 enero 2011, www.endi.com.


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