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Silverio Pérez presenta la que considera su máxima obra como escritor

El artista apuesta todo a su primera novela, un relato de ficción, titulada “Un espejo en la selva”

lunes, 22 de mayo de 2017 – 11:00 AM

Por Aurora Rivera Arguinzoni


Está a punto de cumplir 70 años y ha producido literatura durante casi todos ellos. Sin embargo, al jibarito del barrio Mamey de Guaynabo, como se describe y se siente, Silverio Pérez, no se le llama literato, no se le reconoce como un prolífico exponente de la literatura puertorriqueña. Él se lo ha empezado a creer ahora que se prepara para la promoción oficial de su primera novela, “Un espejo en la selva”, cuya casa editora -Editorial Planeta Mexicana- también quiso relanzar “Paso a paso… por el Camino de Santiago”, “Domesticando tu dinosaurio” y un tercero que está por anunciarse.

“¡Sabrá Dios si yo todavía no me creo el escritor!”, admite en entrevista con El Nuevo Día.

Llega cargado con cuatro libros olorosos a nuevo. “Es interesante porque usted ve que la comida del pobre viene toda junta”, afirma entre risas mientras rompe el plástico que cubre a uno de ellos. El cuarto libro que carga es “La vitrina rota o ¿qué carajo pasó aquí?” (Ediciones Callejón, 2016), que trata sobre la historia reciente de Puerto Rico.

La cita era originalmente para conocer detalles sobre la presentación de la novela. Esa parecía ser la única novedad no solo porque es su ópera prima en el género de novela histórica, sino porque entrelaza dos temas apasionantes -los secuestros de la guerrilla colombiana y la historia colonial de Puerto Rico- y porque traerá a Puerto Rico para participar en su presentación a una de las más recordadas secuestradas colombianas: Clara Rojas.

Sin embargo, ese asunto de que el autor se refiera a su novela como “mi primer trabajo literario” aun cuando su trayectoria creativa ha sido más masiva y cercana al público que la de muchos académicos y escritores famosos en Puerto Rico, tenía que ser discutido y no podía quedar a la sombra de la significativa visita de Rojas, hoy congresista colombiana.

Por ejemplo, “La vitrina rota o ¿qué carajo pasó aquí?” generó un movimiento de la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos que lo llevó de gira por cinco ciudades entre finales de marzo y principios de abril de este año.

“Antes de empezar el acuerdo con Planeta ya yo estaba escribiendo ‘La vitrina rota’, que es como mi aportación a la interpretación histórica de Puerto Rico en medio de estas crisis. Lo que no pensé fue que el libro tuviese el ‘boom’ que ha tenido, que no ha bajado. Lleva seis meses de publicado y sigue ahí”, apunta.

La relación que durante años ha establecido Pérez con los lectores y las audiencias en general, facilitó que puertorriqueños radicados en Estados Unidos que habían leído su libro lo invitaran a presentar la obra en sus respectivas ciudades. Fue así como organizaron bohemias en Orlando, Nueva York, New Haven, Boston y Washington, D.C. en las que no solo leyó y conversó, también tocó su guitarra y cantó.

“Fue una experiencia maravillosa. ¡La diáspora puertorriqueña es bien diversa! En Orlando lo presenté en un centro comercial con ciento y pico de puertorriqueños allí, gente que todavía tiene un pie acá. En Nueva York, en Loisaida Center para 50 o 60 puertorriqueños de otra generación, una segunda o tercera generación de actrices, actores, de gente que ha echado raíces allí, pero nada de esa primera generación. En New Haven un público intelectual de alrededor de las universidades de Yale y UConn (University of Connecticut) en un centro que han creado con un ambiente intelectual brutal. Llego a Boston en medio de una nevada que yo decía: ‘¿quién cara… va a salir en medio de una nevada?’. Fue en Villa Victoria (comunidad que es ejemplo de resistencia borica), y se ha formado un bembé con estudiantes de música de Berklee. ¡Una locura en medio de aquella nevada! Y luego en Washington otro tipo de puertorriqueños: jóvenes entre los ‘veintipico’ y ‘treintipico’ años ubicados en posiciones muy sensitivas (de agencias del gobierno de Estados Unidos), otro nivel socioeconómico intelectual que no podía creerlo porque era como si estuviese en otro lugar puertorriqueño de otro nivel socioeconómico”, retrata Pérez.

Técnicamente, sus libros no han sido promovidos fuera de Puerto Rico, por eso “Un espejo en la selva” y su acuerdo con Planeta cobran una magnitud diferente que espera le abra las puertas al mercado internacional e incluso le hace verse, al fin, como un escritor.

“Antes de yo hacer la maestría (en redacción literaria) y antes de empezar ahora el doctorado en historia, yo tenía la idea antigua que se tiene de literatura, que es como que esta obra de estos seres de tarro”, confiesa sin evitar reír. “(La novela) Es un hito en mi carrera porque después de 11 libros escritos merezco una exposición más internacional y creo que esta es mi puerta a que me lea gente fuera de Puerto Rico. Por eso lo he hecho con sumo cuidado, me tomé todos los años que me tomé para refinarla, para que fuera un producto que me represente”, afirma.

“Creo que lo que me refina como escritor es el periodismo. Después es que yo hago mis primeros libros de motivación”, recuerda sobre sus inicios como columnista de El Reportero en los 80, cuando fue “descubierto” por su directora entonces, Celeste Benítez. En El Nuevo Día ha escrito columnas desde el año 2000.

Cuando el ingeniero químico egresado de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez finalmente se rinde a su pasión por las letras y hace una maestría en creación literaria en la Universidad del Sagrado Corazón, descubre un nuevo mundo. Cuando le tocó hacer su tesis de maestría se vio tentado a escribir un cuento, pero el director del programa, Luis López Nieves, lo retó a hacer una novela. Por fortuna había tomado un taller con la reconocida escritora y pedagoga Mayra Santos-Febres, y las siguientes palabras de su maestra le llegaron a la mente: “al escribir una novela hay situaciones de uno que uno resuelve, todos los personajes revelan de alguna forma algo de ti, pero uno no puede escribirlo si no es algo que le apasione, un fuego interno que quiere contar”.

“De repente me di cuenta de que ya yo llevaba 12 libros leídos sobre los secuestros en Colombia”, apunta.

En “Un espejo en la selva” trabajó tres años durante los cuales viajó a Colombia unas siete u ocho veces para profundizar en su investigación histórica. “Empecé a buscar en todas las librerías. ¿Hay algo de ficción de todas estas historias de secuestrados? No las había… Dije ‘esa es la tarea que voy a hacer’”, cuenta sobre su primera visita.

“Me fascinó tanto Colombia que escribo una columna en el periódico sobre mi experiencia y termino diciendo ‘tanta gente que me habló del peligro de ir a Colombia y el único peligro de visitar Colombia es quererse quedar’. Me llamó el cónsul, me invitó a cenar, me pregunta que si le permito que se publique allá y luego cuando fui, ya en las etapas finales de la novela para buscar una información, llego al aeropuerto y veo un ‘slogan’ que dice: ‘El peligro más grande de Colombia es quererse quedar’. No te imaginas la emoción que me dio. Así que ya hay una vinculación con Colombia emocional que hizo que mi novela tuviese esa pasión que Mayra decía que había que tener cuando uno escribe”, continúa.

Pérez aclara de inmediato que nunca quiso escribir una novela que tratara exclusivamente sobre los secuestros. “Yo quería ver cómo eso era reflejo de algo de Puerto Rico. El nuevo escritor puertorriqueño tiene que… A diferencia de que antes hablábamos solamente de Puerto Rico, tenemos que partir de la experiencia de Puerto Rico para hablar del mundo. De ahí es que saco la idea de que un psicólogo puertorriqueño fuera secuestrado, para echarle una mirada al comportamiento del ser humano en el secuestro, cómo se comporta el ser humano cuando está en una situación extrema, donde sale lo mejor y lo peor”, agrega sobre su proceso creativo.

Indica que su exploración de temas de psicología e inteligencia emocional para trabajos anteriores como la serie de “Humortivación” y para “Domesticando tu dinosaurio” le ayudaron a desarrollar el drama de esta obra.

El psicólogo y un veterano de guerra, ambos boricuas, son los personajes principales. Durante la trama se desarrollan historias de amor, pero sin convertirse en medulares. Explica el autor que cada personaje principal logra verse reflejado en el otro, de la misma manera en que la realidad de un país latinoamericano se puede relacionar con la realidad del país hermano, pero a la inversa. “Nosotros tenemos otro tipo de secuestro”, dice en alusión al secuestro político de Puerto Rico, que es nación latinoamericana y a la vez estado libre y asociado de Estados Unidos, país que según han confirmado la jurisprudencia reciente tiene la autoridad judicial, política y económica.

Esta obra de Pérez promete ser reveladora incluso para los colombianos, pues por ser una novela histórica el escritor fue muy minucioso en la búsqueda de datos, en el estudio de mapas y de rutas, al punto de sacar del anonimato un pueblo rural de Colombia llamado Puerto Rico. “Se me ocurre pensar que si él (el protagonista) tenía un día entero disponible y se entera de que hay un Puerto Rico por allí, era lógico que fuera y (de camino) pasa por el área donde Ingrid Betancourt y Clara Rojas fueron secuestradas en un momento determinado. Yo lo que quería era colocarlo ahí mismo y Puerto Rico me da (el pretexto)”, adelanta.

“Un espejo en la selva” incluye elementos reales del encuentro entre Pérez y Rojas cuando él fue a Colombia a entrevistarla para su programa de televisión “Buenas noches con Silverio” sobre el libro autobiográfico de ella, “Cautiva”, pero mucho antes de que a él se le ocurriera escribir la novela.

“Cuando estaba haciendo la novela, quise ubicarla entre el 2002 y el 2008 para que mi personaje coincidiera con Clara y con Ingrid (secuestrada junto a ella cuando esta última era candidata a presidenta y Rojas a vicepresidenta de Colombia), y tener la oportunidad de, a través del psicólogo, un poco retratar lo que yo sentía sobre ella”, comparte.

Ya Rojas sabe lo que el escritor percibió de ella en aquel primer encuentro, y será durante su visita el mes entrante que por primera vez conversen al respecto. Pérez le hizo llegar una copia del libro a través de la Oficina de Puerto Rico en Bogotá con la siguiente nota: “Si esta novela refleja tu sentimiento, lo que sentiste, lo que viste y lo que viviste allí, te invito a la presentación de la novela, en Puerto Rico, en la fecha en que tú puedas”.

Ella aceptó y el reencuentro será el 27 de junio.

El próximo proyecto para Pérez pudiera ser otra novela histórica: “Estoy loco por presentar mi novela, echarla a correr y regresar a la mesa de dibujo a escribir lo próximo. Sé que eso es lo que quiero hacer, ¡por ahí es que me voy!. Todo lo que he vivido es como una preparación para esto. Siento que en este momento tengo la madurez, el centro como para compartir a través de la literatura los muchos años de acumulación, de experiencias. La ficción me da una amplitud total… Esa interfase entre literatura e historia como que se ha borrado, en ambos campos estoy fascinado, así que ¡por ahí me voy!”.

FIN


“Silverio Pérez presenta la que considera su máxima obra como escritor”, Aurora Rivera Arguinzoni, El Nuevo Día, San Juan de Puerto Rico, 22 mayo 2017, elnuevodia.com.


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