¿Por qué me quitas la vida con tus quejas?
Ni a los dioses es grato, ni a mí,
que mueras antes, Mecenas, tú,
pilar mío, toda mi gloria.
¡Ah! Si una fuerza prematura
te arrebatase a ti, la mitad de mi alma,
¿a qué esperaría yo, la otra,
no tan querida e incompleta superviviente?
Ese día traería la ruina a ambos.
Pero no será vano mi juramento:
iremos, iremos, dondequiera que vayas,
compañeros dispuestos a hacer juntos
la última jornada.
Ni el aliento de la ígnea Quimera,
ni, si resucitare, el centímano Gias,
me arrancaría nunca de ti:
así lo acordaron
Justicia poderosa y las Parcas.
Nacido bajo Libra
o bajo el formidable Escorpión,
el más violento signo en la hora natal,
o bajo Capricornio, tirano
de la onda Hespérica,
tus astros y los míos se corresponden
de manera increíble.
A ti la luminosa tutela de Júpiter
te libró del impío Saturno
y retardó las alas del Destino veloz
cuando el pueblo, reunido,
tres veces te aplaudió con alegría;
y a mí un tronco me hubiera
aplastado el cerebro, si Fauno,
custodio de los hombres de Mercurio
no hubiese aligerado con su diestra el golpe.
Acuérdate de ofrecerle víctimas
y del templo que prometiste;
yo inmolaré en su honor una humilde cordera.
Carminum II, 17
Traducción de Luis Alberto de Cuenca
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