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A mi madre

[Poema - Texto completo.]

Joaquina García Balmaseda

   He llegado a comprender
Que al sentir aproximar
lloras de dulce soñar
Y de vago padecer;
Horas en las que esconder
Ve sus reflejos el día,
Pidiendo a la noche umbría
Sin su fúnebre capuz
Misteriosa, incierta luz
De tierna melancolía:
   En esas horas que son,
Para quien sabe sentir,
Horas en que deja oír
Verdades el corazón,
Lamentas, no sin razón,
Que yo, que tanto canté,
Yo, que al papel trasladé
Cuanto en el alma sentía,
Tan solo a ti, madre mía,
Un canto no consagré.
   Mucho has debido sentir,
Mucho has sabido callar,
Mucho has podido envidiar
Mis conceptos al oír,
Si llegaste a presumir
Que iba en ellos de partida
El alma entera escondida,
Sin decirte nada a ti,
Cuando eres tú para mí
Otra mitad de mi vida.
   Mas no es así, no te azores;
Deja que cante a la flor,
De la aurora el esplendor,
Del ruiseñor los primores;
Deja que entre mis dolores
Quejas a los vientos dé,
Ve que si no te canté
Es que por ti tanto siento,
Que ni aun poniendo en tormento
La razón, decirlo sé.
   Tú, que de mi pobre gloria
Tierno vigilante fuiste,
Tú, que en el seno escribiste
De mis desdichas la historia,
Tú, en cuya amante memoria
Van impresos mis pesares,
Mis venturas, mis cantares,
Cuanto el pecho guarda en calina,
Qué puede decirte el alma
Que en ti misma no encontrares?
¿Anhelas mis cantos, di,
Pobres de ingenio y de arte?
Ellos no pueden pintarte
Lo que guardo para ti.
Por eso siempre temí
El silencio quebrantar,
Porque antes de profanar
La santidad del querer,
Dejo al labio enmudecer,
Sólo al corazón hablar.
   Busca el alma que te llama,
Todo día, en toda hora,
En el fuego que atesora
De mi pupila la llama;
En mi aliento que se inflama
Si el tuyo débil advierto
En mi respirar incierto
Sino estás al lado mío;
En el beso que te envío
Cuando a tu lado despierto.
   Búscala al verme luchando
Víctima de ensueño triste,
Si a mi lado sonreíste
Mi espíritu serenando
Cuando padezco callando
Por no turbar tu contento
Cuando elevo al firmamento,
Mi mente y mi corazón,
Pidiendo a la Inspiración
Gloria, que en tu frente asiento
   Recoge, en fin, con anhelo
Los pedazos de mi alma
En esas horas sin calma,
De tan triste desconsuelo,
Que ya no encuentro en el suelo,
Esperanza ni alegría,
Y a otro mundo volaría,
Si, cuando el dolor le ahogara,
El corazón no estallara
Exclamando: «Madre mía!»
   No hay canto que valga, madre
Lo que tal exclamación,
Ni pidas al corazón
Lenguaje que más te cuadre:
Deja que el pecho taladre
Con mi propio razonar,
Y cuando le oïgas cantar,
Falto de arte, pobre de estro,
Piensa que sólo maestro
Ha sido en saberte amar!


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