Entró a hacer la razón Gil Toribio en la taberna, y en vez de hacer la razón Toribio quedó sin ella.
Era el divino Toribio un ángel en la pureza, y en ser de espíritu puro es divino por esencia.
Cual ángel cayó Toribio, que, aunque de vino, humos eran, y así luego lo derriban humos contra la cabeza.
Así que cayó Toribio, ya por demonio se cuenta; y es el Toribio tan diablo que hasta las paredes tienta.
Los ojos tiene enramados Toribio, y es cosa cierta que el ramo de los ojos dice que hay allá dentro taberna.
De seda estaba vestido -que hay monas que visten seda-, y aunque se quedó vestido, no hay duda que en cueros queda.
Sus ojos vasos de vidrio por de fuera vino enseñan, y aunque estén encarnizados, más cuero que carne muestran.
Un mal le dejó de gota jarro que sin gota queda, que otros renquean por gota y él por azumbres renquea.
Y como en cueros nació y en cueros morir espera, para más conformidad en cueros vivir desea.
Siempre tuvo alma devota, siempre a lo que Dios enseña humilde su pecho inclina, la medida lo gobierna.
Aborreció el agua en vida, y en la muerte es cosa cierta que para morir en paz se reconcilió con ella.
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