Allí está, Venecia, la dueña opulenta De antiguos, y nobles, y libres blasones, Venecia la hermosa, la villa que cuenta Que a sueldo tenía soberbias naciones, Señora del mar.
Que cuenta que un día imperios y reyes Su gala envidiaron, su nombre temieron, Y el mar y la tierra besaron sus leyes, -Y enviáronla buques, soldados la dieron; Porque ella supiera batirse y triunfar.
Un día a sus ojos la tierra callaba, Un día su nombre la tierra llenaba: Pasaron los días, Venecia pasó. Hoy es una viuda y hermosa Sultana, Que tiene su corte ridícula y vana Allá en un palacio que el Sultán la dió.
¡Venecia la encantadora, La de los pardos pilares, De las ciudades señora, La señora de los mares, La corona de jardines Colgada sobre canales! No son tu gala y festines Los que valen lo que vales. Hechizo de Italia, sí, Mas del poeta la lira No es por ti por quien suspira, No, Venecia, no es por ti.
¿Qué valen tus gondoleros, Y tus regatas vistosas, Tus republicanos fueros, Tus máscaras revoltosas, Y tus timbres altaneros, Sin los ojos hechiceros De tus hermosas?
¡Ay, que tus días pasaron!…. Venecia, la maravilla, A quien monarcas doblaron Otro tiempo la rodilla, Tus timbres ¡ay! se borraron, Tus señores olvidaron La hermosa villa.
Antigua reina del mar, Mal encubres tu caída Tus bodas al celebrar Con la posesión perdida. Llora, Venecia, sí, llora, Haz duelo en amargo llanto, Que tus esclavos, señora, Escupen sobre tu manto. Reina, tu Adriático brama Lejos ya de tus confines, Olvídale, noble dama, Entre danzas y festines.
Tu patrono ha encanecido, Tu raudo león no vuela, Sobre sus garras dormido, Por tu grandeza no vela; Brioso alazán herido, Su caballero ha perdido Freno y espuela.
Un capricho que pasó, Matrona opulenta, fuiste; Tu Príncipe te olvidó; Hermosa, ya envejeciste Y tu tez se marchitó: ¡No pienses, Venecia, no, En lo que fuiste!
II ¡Reír, cantar, beber, corta es la vida! Reír, hasta que seca la garganta Niega paso a la voz enronquecida; Cantar, hasta que el alba se levanta, Que yace en el Adriático dormida. ¡Opulenta Venecia, ríe y cantal Ríe y canta, señora de los mares, Que la risa y la voz cubren el llanto; Y mientras roe el tiempo tus pilares, Y deslustra la lluvia el áureo manto, Risa, y juego, y festines, y cantares….. Rueden las horas del dolor en tanto.
Porque la voz de una orgía La voz de un enfermo apaga,, Que un suspiro de agonía No penetra en un festín. Canta, Venecia la bella, Para cubrir el crujido De tu poder que se estrella, Y va rodando a sa fin.
Levanta una carcajada Para apagar un gemido, Fatídica campanada Preludio de un funeral; Melancólica armonía Que en la bóveda del templo Vibra al expirar el día, Y es un canto sepulcral. Porque, pese a tus placeres. A tu pompa y tu hermosura, Hoy, Venecia, sólo eres Una memoria de ayer, Un sepulcro cincelado Entro flores y perfumes, Donde yace abandonado Ta carcomido poder. Un velo blanco de lino De una virgen desgraciada, Ofrenda al verbo divino Suspendida en un altar; Barro inmundo en que grabaron, Con mano desesperada, El nombre que te legaron Tantos siglos al pasar.
Tu ley sea el placer, ciudad gigante: ¡Reír, cantar, beber, corta es la vida! Que en un festín espléndido y brillante, Duerme el pasado, el porvenir se olvida.
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