Color de ropa antigua. Un julio a sombra, y un agosto recién segado. Y una mano de agua que injertó en el pino resinoso de un tedio malas frutas.
Ahora que has anclado, oscura ropa, tornas rociada de un suntuoso olor a tiempo, a abreviación… Y he cantado el proclive festín que se volcó.
Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte, contra el límite, contra lo que acaba? ¡Ay, la llaga en color de ropa antigua, cómo se entreabre y huele a miel quemada!
¡Oh unidad excelsa! ¡Oh lo que es uno por todos! ¡Amor contra el espacio y contra el tiempo! Un latido único de corazón; un solo ritmo: ¡Dios!
Y al encogerse de hombros los linderos en un bronco desdén irreductible, hay un riego de sierpes en la doncella plenitud del 1. ¡Una arruga, una sombra!
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