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Ahora, nuevamente ahora, cuando el hombre…

[Poema - Texto completo.]

Carmen Soler

Ahora, nuevamente ahora, cuando el hombre
fermenta la levadura de la acción creadora,
y cuando se avista al gladiador que renace
donde un viejo camino termina;
ahora, casualmente ahora, crece
en la arena del circo la flor mística:
el arte «puro», el arte «libre».
Es una flor lánguida y estéril,
deliberadamente estéril, ¡como si creyera
que lo bello es bello por inútil!
¡Arte para el contemplativo ocioso!
Allí está, asilado en el ideal vacío de realidades,
creando para el curioso mórbido extenuado,
para el hastío elegante
y el snob cansado en su postura.
Unido al histerismo miedoso y sin entrañas
empachado de sueños absurdos y aspirando
a lo absoluto inalcanzable.
Allí está, ¡extratérreo, inhumano, delirante!
Amparado en lo mágico, en el misterio fideísta,
en el inconsciente abisal y pavoroso,
no freudiano y sujeto al estudio y la experiencia
sino al cósmico, intocable, incognoscible
espiral de locuras…
¡Prudente neurosis la del arte «puro»!
Exactamente cuando es peligroso
dar su nombre a las cosas,
descubre que es artístico hablar de vaguedades,
mistificar la vida, exhibir lo subjetivo
y crear símbolos nuevos en claves misteriosas.
¡Todo lo demás, es decir todo, la realidad, lo vivo,
es tabú del arte «libre», esclavo de su fuga!
El hombre es de tierra, yerma o florecida,
pero tierra.
Sus ojos de arena, incontable y movediza,
contemplan por igual la herida y las estrellas.
¡No hay medida que pueda
traspasar los límites humanos!
¡Todo está en el hombre, todo está en la tierra,
proyectándose hacia el infinito!
Lo desconocido que aún nos esclaviza
mañana será el abecedario de los niños;
ni brujerías ni magia: ciencia; y para matizar
la aridez de la ecuación exacta,
la fantasía poeta y creadora,
sin abismos misteriosos,
sin monstruos de infantiles pesadillas…
¡Luz! ¡Luz!, como clamaba Goethe;
¡todo debe ser iluminado
hasta que el hombre se sienta luminoso
aunque no se sienta nunca transparente!

No concebimos, ni podemos, ¡felizmente!,
conquistar el Todo definido;
sólo iremos ascendiendo y ascendiendo
escalera a los siglos, y cada paso
aliviará el paso de mañana.
Y nos liberaremos del temor primario, de la necesidad
que apremia, de la angustia inmediata.
¡Dominaremos las fuerzas oscuras que aún nos gobiernan,
el mono ancestral que todavía puebla nuestros sueños!

¡Por eso, ahora debemos, una vez más,
abrir las compuertas de la historia;
salvar al hombre de la angustia inútil,
sembrar el trigo del pan necesario
que destruya el hambre que destruye!
¡No cultivar flores de papel
en un jardín cerrado, mientras afuera crecen
las rosas de la sangre!

Es cobarde soñar cuando la necesidad
reclama el sueño, porque soñar es fácil
y la vigilia es dura…
¡Sólo la inconsciencia adorna patios pobres
con flores subjetivas,
robándole la tierra a la mandioca!…
Opio para el pueblo que pide
su pan de cada día…
Pero el hambre no duerme, ni espera,
ni entiende sofismas filosóficas
y artísticas caretas; es puro hambre,
¡hambre libre que corre por un mundo
que no tiene barreras para el hambre!

Aúlla libremente en nuestras calles,
a lo largo del río, en el monte, en el campo;
se pasea por rostros y por brazos,
nos mira desde todos los ojos,
nos habla desde todas las lenguas;
¡látigo diabólico de todos los pigmentos!
Está azotando el cuerpo quebrantado,
blanco, negro o amarillo.
Está perdiendo el fruto de las madres,
americana, asiática, europea.
¡Está quemando el origen germinante
y la fuente nutritiva, aplastando
la libertad de carne, corrompiendo
el acto del amor, socavando
la simiente de las razas!…

¡Al aullido del hambre se estremecen las piedras!…
¡Pero sigue impasible el corazón del «arte»!
Arte «puro» y «libre». ¡Puro cobardía!
¡Puro no enfrentar la realidad quemante!
¡Libre para olvidar, precisamente,
lo que el poderoso quiere que se olvide!

¡El horror está allí! ¡Lo vemos todos
los que no tenemos el honor rentado!
¡En la arena del circo moderno,
el arte -payaso- hace piruetas
con un artístico espinazo
de manteca.



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