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Al Sr. D. José Julián Acosta

[Poema - Texto completo.]

Manuel A. Alonso

¿Deseas, querido Pepe
Que rompiendo su silencio
Figure en el Aguinaldo
Este arrinconado viejo?
Mira, Pepe, lo que pides,
Mira que no están los tiempos
Para ir detrás de las Musas,
Sino en busca de dinero
¿Porfías? Pues no te quejes
Si, burlando tu deseo,
Te da mi pobre cacumen
Por un romance un remiendo.
Que se resista la pluma,
Que ponga el grito en el cielo
El buen gusto y la armonía
Sufra un ataque de nervios,
Y lloren las nueve hermanas,
Cumplo contigo y Laus Deo.
Mas ¿de qué quieres que escriba?
¿De amores? Ya: fuera bueno.
¿De amores? Un vejestorio
Con abdomen reverendo
Y canas ¡salir ahora
Con piropos y requiebros
A las chicas! y si el talle
De Lola, los ojos negros
De Isabel y sus miradas,
De Rosaura el pie pequeño,
Y la boca de coral
De Tula me tienen muerto…
Lo que no pienso no digo,
Ni escribo lo que no siento.
¿Pintaré del verde prado
Las galas? ¿El arroyuelo
Que le da vida y frescura,
O los matices sin cuento
De las flores perfumadas
Que se bañan en su seno?
¿Te haré escuchar de las aves
El amoroso gorjeo?
¿Retrataré al labrador
Que allá en el hogar paterno
Espera del nuevo día
Que luzca el albor primero,
Para abrir con el arado
Ancho surco al duro suelo?
Soy pintor de brocha gorda
Y estos cuadros son muy bellos.
Renuncio, pues, a pintarlos
Que ni a las obras de Dios
Tienen el menor respeto.
¡Qué manía de escribir!
¡Que flujo de verse impresos!
Uno larga una quintilla
Y queda tan satisfecho.
Otro ensarta cien octavas
Para decimos muy serio
Que se ha quedado cesante
El alcalde de su pueblo.
Este a la mujer del prójimo
Encaja entre espalda y pecho
Que es una Diosa, un Querube,
De perfecciones modelo;
Y que envidia la ventura
De su afortunado dueño.
¡Bien! ¡Muy bien! Ya no hay Justicia
Ni noveno mandamiento,
Aquel pide mil perdones
Y derrama llanto acerbo
Porque su lira no suena,
Su corazón está seco
Y le falta inspiración.
Pues déjelo usted, camueso.
¿Quién, para hacerle escribir,
Le pone un puñal al pecho?
¡Vaya! ¿Y los necrologistas?
¡Qué tábanos, Dios Eterno!
Soy capaz…de no morirme,
Con tal que me dejen quieto.
Aquí para todo hay vates;
Pero ¡qué vates! Yo pienso
Que los produce a millones
El más árido barbecho.
Suden y giman las prensas
Que esta es la patria del Genio.
Basta ya y punto redondo.
Hablemos de los impuestos,
(No digo contribuciones
Porque lo entiende el enfermo).
Aumentar siempre los gastos,
Si el caudal no va en aumento,
Es para que llegue un día
El más rico a pordiosero.
Si los gastos siempre suben
Y van a la par con ellos
Los vicios… Pero no sigo
Que voy poniendo mal gesto.
Para alegrarme discurro
Sobre bailes. Vade retro.
Los bailes son cosa seria
Desque los padres maestros
Proyectiles explosibles
Les disparan; y es el cuento
Alguno así lo asegura;
Yo a la verdad no lo creo
Que no conserva el pudor,
Y que derecho al averno
Marchara, Aquel que una vez
Gustó del baile el veneno.
Baila el blanco, el amarillo
El de piel roja y el negro;
En todo el genero humano
Mas del noventa por ciento.
De los pocos que no bailan
Rebajando el pendenciero,
El asesino, el ladrón,
El que peca contra el sexto,
El iracundo, el taimado,
El tragón, el embustero,
El mal hijo y mucho más;
A fe que de largo peco,
Si aseguro: que muy pocos
Logran entrar en el cielo.
¿Qué nuestra danza decae?
Claro está, yo no lo niego.
Mas ¿tanta madre intocable
Que es de virtudes ejemplo,
Y tanta niña inocente
Han de arder en los infiernos,
Porque bailan o han bailado?
Repito: que no lo creo.
Ahora escucho que me llama
Cierto espíritu travieso
Que la casa me alborota
Revolviéndola. Es mi nieto.
¿Quieres que de los espíritus
Un poco nos ocupemos?
Espíritus oigo y miro,
Los palpo y los paladeo.
Hay espíritus muy sabios,
Hay espíritus zopencos,
Los hay formales y locos,
Y los hay malos y buenos.
Que a los hombres se parecen
En que tascan siempre el freno
Los mejores, y lo pasan
Grandemente los perversos.
¿Quieres la prueba? Allá va
En unos cuantos ejemplos.
Miró al espíritu público
Arrastrado por el suelo,
Y al espíritu de chismes
Campando por sus respetos;
El de asociación baldado,
El de empresa patitieso;
Los de envidia y de venganza
Tan sanos y carillenos;
El de caridad cobarde,
El de avaricia tan fiero;
El de adulación mandando,
El de honradez padeciendo;
En fin: para no cansarte,
En este cristiano pueblo
A el Espíritu Divino
Se da culto en cinco templos,
Y al espíritu de caña
Se le rinde en más de ciento.
Ya ves si tengo razón
Cuando afirmó conocerlos,
En cuanto al Espiritismo,
Es ya tarde y tengo sueño:
Otra vez, si es que me atrapas
La segunda, parlaremos.


El gíbaro, 1849


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