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 Aliento de la mañana 
que vas robando en tu vuelo 
la esencia pura y temprana 
que la violeta lozana 
despide en vapor al cielo: 
Dime, soplo de la aurora, 
brisa inconstante y ligera, 
¿vas por ventura a esta hora 
al valle que te enamora 
y que gimiendo te espera? 
¿O vas acaso a los nidos 
de los jilgueros cantores 
que en la espesura escondidos 
te aguardan medio adormidos 
sobre sus lechos de flores? 
¿O vas anunciando acaso, 
sopla del alba naciente, 
al murmurar de tu paso, 
que el muerto sol del ocaso 
se alza un niño en oriente? 
Recoge tus leves alas, 
brisa pura del estío, 
que los perfumes que exhalas 
vas robando entre las galas 
de las violetas del río. 
Detén tu fugaz carrera 
sobre las risueñas flores 
de la loma y la pradera, 
y ve a despertar ligera 
al ángel de mis amores. 
Y dile, brisa aromada, 
con tu murmullo sonoro, 
que ella es mi ilusión dorada, 
y que en mi pecho grabada 
como a mi vida la adoro. 
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