—Bien. Ya puedes hablar,
Y abrí los labios;
Y le dije al abismo:
—¡Oh tú el eterno padre de los sabios!
¡oh tú el oscuro arcano de los hombres!
Dime con tu implacable pesimismo
si el vicio y la virtud sólo son nombres;
y dime si un espíritu se encierra
en el ansia, el amor y el pensamiento…
Y nadie respondió.
¡Tan solo el viento
batió las alas, levantando tierra!