Yo te soñé, invisible majestad que planea por la faz de todas las cosas. Arraigado en el dolor de la ceniza, un hombre tan solo, te llevaba, sepulcro, padre muerto, dentro de mí, en silencio, y te llamaba con palabras de viento de antiguos milenarios, que la ira encienden. Nunca respondiste al clamor y me dejabas en el miedo a la noche, fuego secreto, alta llama, árbol Dios en la noche.