Así como cada flor se marchita…

Así como cada flor se marchita
y la juventud se hunde en la vejez,
así el diseño de cada vida, cada flor de sabiduría,
alcanza su plenitud y no puede durar para siempre.
El corazón debe someterse con valentía
al llamado de la vida sin una pizca de dolor.
Una magia reside en cada comienzo,
protegiéndonos, diciéndonos cómo vivir.

Con un propósito elevado, recorreremos reino tras reino,
sin aferrarnos a nada como a un hogar;
el mundo espiritual no desea encadenarnos,
sino elevarnos, paso a paso. Apenas establecemos un hogar
en alguna esfera de vida segura y habitual , nos relajamos;
solo quien está listo para emprender puede abandonar viejos hábitos.

Tal vez la hora de la muerte también nos envíe recién nacidos
hacia tierras inimaginables,
tal vez el llamado de la vida nunca tenga fin.
Ánimo, corazón mío, despídete y que te vaya bien.