| Aunque sea un instante, deseamosdescansar. Soñamos con dejarnos.
 No sé, pero en cualquier lugar
 con tal de que la vida deponga sus espinas.
 Un instante, tal vez. Y nos volvemosatrás, hacia el pasado engañoso cerrándose
 sobre el mismo temor actual, que día a día
 entonces también conocimos.
 Se olvida pronto, se olvida el sudor tantas noches,la nerviosa ansiedad que amarga el mejor logro
 llevándonos a él de antemano rendidos
 sin más que ese vacío de llegar,
 la indiferencia extraña de lo que ya está hecho.
 Así que a cada vez que este temor,el eterno temor que tiene nuestro rostro
 nos asalta, gritamos invocando el pasado
 —invocando un pasado que jamás existió—
 para creer al menos que de verdad vivimosy que la vida es más que esta pausa inmensa,
 vertiginosa,
 cuando la propia vocación, aquello
 sobre lo cual fundamos un día nuestro ser,
 el nombre que le dimos a nuestra dignidad
 vemos que no era más
 que un desolador deseo de esconderse.
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