Ayer sufrí el dolor,
no sabía que tuviera un rostro sanguíneo,
los labios de metal duro,
una ausencia total de horizontes.
El dolor es sin mañana,
es un hocico de caballo que bloquea
los poderosos corvejones,
pero ayer caí muy bajo,
mis labios se cerraron
y el espanto entró en mi pecho
con un silbido profundo,
y las fuentes dejaron de florecer,
su agua tierna
era solo un mar de dolor
en el que naufragaba durmiendo,
pero incluso entonces tenía miedo
de los ángeles eternos.
Mas si son tan dulces y constantes,
¿por qué la inmovilidad me causa terror?