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¡Ayes!

[Poema - Texto completo.]

Fadwa Tuqan

De pie, en el puente, pido pasar,
¡ay, pido pasar!
Me asfixio. Mi aliento
roto va en el ardor del mediodía.
Siete horas de espera…
¡Quién le corta las alas, ay, al tiempo!
¡Quién le afloja las piernas al mediodía!
Mi frente es azotada por el estío,
y mi sudor
es sal cayéndome en los párpados.
¡Y miles de ojos, ay,
que cuelgan como espejos doloridos por el ansía caliente,
como signos de espera pacientosa
sobre la ventanilla de visados!
¡Ay, que pido pasar!
Y resuena la voz de un mercenario
como una bofetada sobre todo:
“¡Árabes!… ¡Jaleo!… ¡Perros!
¡Vuelvan!… ¡No se acerquen al río!
¡Vuélvanse!… ¡Perros!…”
Mientras, cierra una mano la ventanilla;
cierra la senda
ante nosotros.
¡Ay, humanidad mía desangrándose,
corazón goteando mirra,
y sangre cual veneno llameante!
“¡Árabes!… ¡Jaleo!… ¡Perros!”
¡Ay, tribu por vengar!
Hoy poseo la espera solamente.
¡Quién le corta las alas, ay, al tiempo!
¡Quién le afloja las piernas al mediodía!
Mi frente es azotada por el estío,
y mi sudor
es sal cayéndome en los párpados.
¡El verdugo la deja hincada sobre el polvo,
úlcera mía,
ignorada del hermano!
Me he hecho acíbar,
en esta humillación de estar cautivo,
y tengo gusto a muerte.
El odio se me arraiga, terrible,
en lo más hondo.
Mi corazón es roca, azufre,
y alfaguara de fuego.
Hay mil “Hindes” debajo de mi piel:
el hambre de mi odio tiene la boca abierta,
y tan solo sus hígados pueden saciar el ansia
que me habita la piel:
¡Odio mío enloquecido que te creces!
Mataron el amor en mis entrañas.
Cambiaron ya la sangre de mis venas
en lava y alquitrán.



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