Si amo a la bella y sírvola os asusto? ¿me juzgáis vil y tonto y mentecato? Tiene ella bienes para todo gusto. Por su amor ciño daga, escudo y mato. Cuando alguien viene tomo pronto un vaso y de la pieza escúrrome callando. Después le traigo queso y pan, lo abrazo, si paga bien le digo: “¿Vuelve? ¿Cuándo? Cuando esté en celo, amigo, lo esperamos en el burdel en donde el pan ganamos”.
Mas si amanece y no aportó dinero ¡ay de Margot! entonces enfurezco, no puedo verla, degollarla quiero. Tomo sus atavíos, salgo al fresco y con que iré a venderlos la amenazo. Ella se planta como el Anticristo y de matarla ahí mismo sería el caso pues por la muerte júrame de Cristo que no lo haré. Y así peleamos en el burdel en donde el pan ganamos.
Pero vuelve la paz, se tira un pedo más criminal que de un cañón la bala, riendo me da un golpe, luego, quedo, “¡súbete!” dice, en tanto que se instala. Dormimos como un zueco, ambos beodos. Si despierta y su vientre aún reclama se alza y me monta, tales son sus modos. ¡Nos aplasta!” gemimos yo y la cama, “¡Por tu lujuria nos desvencijamos!” en el burdel en donde el pan ganamos.
Que llueva o truene, tengo el pan seguro. Soy vicioso y halléme una viciosa. No sé cuál de los dos lo es más, lo juro. Y la basura nos parece hermosa y el honor nos repugna y lo ahuyentamos en el burdel en donde el pan ganamos.
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