No hay preocupación, más que cuando se tiene hambre; ni servicio, más que de enemigo; ni se saborea si no es un fardo de heno; ni gran vigilancia sino de hombre adormilado; ni clemencia sino de traición; ni seguridad sino de miedosos; ni lealtad sino del regenerado; ni más sensato que el enamorado.
No hay engendramiento sino en los baños; ni buena fama sino de hombre afrentado; ni risa sino después de un puñetazo; ni prestigio, sino tras negar las deudas; ni auténtico amor, sino en la adulación; ni buen encuentro, sino con los desgraciados; ni verdadero informe, sino en la mentira; ni más sensato que el enamorado.
Ni reposo semejante a vivir en la preocupación; ni se puede hacer honor mayor que decir bah; ni vanagloria, sino de falsos acuñadores; ni salud, sino la de hombre abotargado; ni alta osadía, sino la de cobardía; ni razón, más que en el enfurecido; ni dulzura, sino en la mujer aturdida; ni más sensato que el enamorado.
¿Queréis que os diga la verdad? No hay juego sino en la enfermedad; palabra verdadera, sino en la tragedia; cobarde, sino caballeroso; sonido horrible, sino melodía; ni más sensato que el enamorado.
|