Vientos del Sur fortalecen el vendaval,
Las nubes vuelan veloces atravesando la Luna,
La casa es golpeada con violencia,
Y la chimenea se estremece en la explosión.
En esta noche, cuando el aire ha desatado
Su abrazo guardián en sangre y mente,
Viejos temores de Dios o de fantasmas
Se arrastran de nuevo desde sus cuevas a la vida.
Y la vaga razón que todavía queda
Una casa frecuentada, arrendatarios desconocidos
Afirman su escuálido arriendo de pecado
Con un título más temprano que el propio.
Presencias incorpóreas, condensadas,
La polución y remordimiento del Tiempo
Resbalaron entre olvidos
Los horrores de crímenes pasados.
Algunos sofocarían la angustia con una oración
De quien los ciegos pasos forran el suelo,
De quien las montañas traspasan ilegales barreras
O estallan una prohibida puerta cerrada con llave.
Algunos han visto los cadáveres anhelando descanso eterno,
Escapando de un santificante control
Forman un pálido conjunto, nunca escuchado
Es el chillar de almas en pena.
Así vagan hasta cruzar el alba
Con dolorosa oscuridad o desde la profunda herida de la Tierra,
Más cerca cada vez de la tormenta protectora, y empujando
Esos fantasmas malsanos bajo tierra.
|