Caer al río el viento un nido deja, y al verle un ave, en pos vuela piando, porque dentro, sus huevos empollando, flota embarcada su infeliz pareja. Con el nido que, hundiéndose, se aleja, naufraga el ave fiel que va criando, y el esposo, después, vaga exhalando de árbol en árbol queja tras de queja. Creciendo sin cesar su pío, pío, donde el nido se hundió los ojos clava, como diciendo así: -¡Pobre amor mío!- Y un día, al fin, que su dolor se agrava, se esfuerza, vuela, muere, cae al río, se sumerge, suena algo… y todo acaba.
|