Deja, discordia bárbara, el terreno que el pueblo de Colón a servidumbre redimió vencedor; y allá vomita, aborrecida furia, tu veneno, y esa tu tea, a cuya triste lumbre el tierno pecho maternal palpita, allá tan sólo agita, donde jamás fue oído de libertad el nombre, y donde el cuello dobla, encallecido bajo indigna cadena, el hombre al hombre.
¿El que la ley ató sagrado nudo que se dignaron bendecir los cielos en tanta heroica lid desde los llanos que baña el Orinoco hasta el desnudo remoto Potosí, romperán celos indignos de patriotas y de hermanos? ¿De labios colombianos saldrá la voz impía: Colombia fue? ¿Y el santo título abjuraremos que alegría al nuevo mundo dio y a Iberia espanto?
¡Ah! no será, ni en corazones cabe que enamoró la gloria, tanta mengua; o si pudo el valor desatentado culpa, un momento, consentir tan grave; honor lo contradijo, y de la lengua volvió la voz al pecho horrorizado; que no en vano regado con la sangre habrá sido de víctimas sin cuento el altar, do en mil votos repetido se oyó de unión eterna el juramento.
¿Qué acento pudo a la postrada España más alegre sonar? Miradla el luto mudar gozosa en púrpura fulgente. Ya en su delirio, la visión apaña del cetro antiguo, y el servil tributo demanda con usura al Occidente. Brilla en la cana frente el orgullo altanero, cual súbito revive, cuando iba el rayo a despedir postrero, la tibia luz que pábulo recibe.
“¿Es éste el pueblo desdeñoso, esquivo, ¡con irrisión dirá ¿qué oprobio estima mis leyes, y mi nombre vituperio? No de tener el corazón altivo de sus padres blasone; no le anima alma capaz de libertad e imperio. En largo cautiverio degeneraron; falta para llevar a cabo una empresa tan alta generosa virtud al que fue esclavo.
“¿Veislos violar el pacto, fementidos, jurado apenas? ¿Veislos ya la espada contra sí revolver? El ebrio sueño desvanecióse; en breve, en breve uncidos pedirán ser a la coyunda usada, y de la voz se acordarán del dueño”. -¡Ciego error! ¡Vano empeño! Si dejada el torrente su natural costumbre, arrastrare sus ondas a la fuente, querrá volver el libre a servidumbre.
Mas, ¡oh vosotros!, ¿dejaréis que infame la causa que os unió maldad tamaña? ¿Falta al acero empleo? ¿No hay tirano que herencia suya vuestro suelo llame? ¿Vengóse ya la sangre que lo baña? ¿Los rumbos olvidó del oceano el pabellón hispano?… ¿Qué digo? A vuestra vista las barras y leones en arreo desplega de conquista, y guía a nueva lid nuevas legiones.
Sí, que de Cuba en la vecina playa ¡merced a los furores parricidas que en común daño alimentáis, y afrenta¿ os amenaza Iberia, os atalaya, y de combates mil las esparcidas reliquias apellida, y junta, y cuenta. De allí la seña ostenta a la traición aleve, que callada vigila entre vosotros, y las tramas mueve de oculto fraude, y ya el puñal afila.
¿Y en míseras contiendas distraídos la pública salud tenéis en nada? ¿Queréis que, de humo y polvo en nube densa, el bronce tronador dé a los oídos súbito aviso de enemiga entrada, para acudir a la común defensa? ¡Cuán otro el que así piensa de los que libertaron de los incas la cuna, y al carro de Colombia encadenaron en distantes batallas la fortuna!
Mirad, mirad en cuál congoja y duelo a la Patria sumís, que la unión santa con voz llorosa invoca y suplicante. La dulce Patria, en que la luz del cielo visteis primera, y do la débil planta estampó el primer paso vacilante; la que os sustenta, amante y liberal nodriza; la que en su seno encierra de tanto ilustre mártir la ceniza, ¿teatro haréis de abominable guerra?
¡Guerra entre hermanos, fiera guerra, impía, do el valor frenesí, do la lid crimen, y aun el vencer ignominioso fuera! ¡Ah, no! volved en vos; y aquel que un día amor de patria, aquéllas os animen con que humillasteis la arrogancia ibera, virtud sublime, austera, y ardiente sed de fama, y fe de limpio brillo; una es la senda a que la Patria os llama, uno el intento sea, uno el caudillo.
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