En una pieza vacía y pequeña, sólo cuatro paredes, y cubiertas por telas íntegramente verdes, está encendido un hermoso candelabro y arde: y en cada llama suya se abrasa una pasión lasciva, un impulso lascivo. En la pequeña pieza, que brilla iluminada por el fuego vigoroso del candelabro, no es en absoluto usual esta luz que brota. Para cuerpos sin audacia no está hecha la voluptuosidad de este calor.