Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo, y el arroyo encrespado se desplaza riendo; cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias, y la verde colina ríe del estrépito que hacemos; cuando los prados ríen con vívidos verdes, y ríe la langosta ante la escena gozosa; cuando Mary y Susan y Emily cantan “¡ja, ja, ji!” con sus dulces bocas redondas. Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces, acercaos y alegraos, y uníos a mí, para cantar en dulce coro el “¡ja, ja, ji!”