Amor, ahora nos vamos a la casa donde la enredadera sube por las escalas: antes que llegues tú llegó a tu dormitorio el verano desnudo con pies de madreselva. Nuestros besos errantes recorrieron el mundo: Armenia, espesa gota de miel desenterrada, Ceylán, paloma verde, y el Yang Tsé separando con antigua paciencia los días de las noches. Y ahora, bienamada, por el mar crepitante volvemos como dos aves ciegas al muro, al nido de la lejana primavera, porque el amor no puede volar sin detenerse: al muro o a las piedras del mar van nuestras vidas, a nuestro territorio regresaron los besos.