Pensé morir, sentí de cerca el frío, y de cuanto viví sólo a ti te dejaba: tu boca eran mi día y mi noche terrestres y tu piel la república fundada por mis besos. En ese instante se terminaron los libros, la amistad, los tesoros sin tregua acumulados, la casa transparente que tú y yo construimos: todo dejó de ser, menos tus ojos. Porque el amor, mientras la vida nos acosa, es simplemente una ola alta sobre las olas, pero ay cuando la muerte viene a tocar a la puerta hay sólo tu mirada para tanto vacío, sólo tu claridad para no seguir siendo, sólo tu amor para cerrar la sombra.