¿Cómo el animal que hay en mi
cuya forma embrujada yo dibujo en el cráneo cavernoso
vehículo de pústulas y caracola de exultación,
soportará el entierro bajo el muro de hechizos,
el velo tantas veces invocado que amortaja la cima de la cara,
quién se enfurecería
ebrio como un gusano de las viñas, como un pulpo azotado,
rugiendo, arrastrándose, pendenciero
con los climas de fuera
el natural anillo de los cielos desnudos
descendido a sus ojos de fantasma?
¿Cómo habrá de hechizar,
una tierra brutal en el límite frío de los días campestres
hacia el macho clavado en una llama curva a medianoche,
que funde las leoninas garras y la herradura del corazón
para trotar con una hembra ruidosa por los lechos de heno de una milla,
amar y trabajar y asesinar
en una luz ligera, dulce y cruel hasta que brote la tierra aprisionada
y el negro mar estalle en regocijo,
los intestinos se revuelvan,
la zarpa de las hoscas venas estruje desde cada partícula rojiza
la voz quemada e iracunda?
Los pescadores de tritones
se arrastran y murmuran sobre la marea mientras hunden el hechizado anzuelo curvo
con mordisco nupcial de pan dorado, con un viviente ovillo,
lengua y oreja en el hilo,
pesco en las cuevas y charcas animales de ensalmos y de hueso,
cercadas por los templos y presas en guedejas
y dibujo un tentáculo,
clavado con un ojo abierto en un cuenco de heridas y maleza
para abrochar mi furia contra el suelo
y abatir la grandeza de su sangre;
nunca la bestia ha de nacer para alzar estos mares escasos
o suspender el día sobre un cuerno.
Largo suspiro, frío barro, mentira rota,
alto arrojo, aturdido en las agallas de la piedra; solapadas tijeras bruñidas en la escarcha
repiquetean a través del grosor de la fuerza, el amor labrado en los pilares cae
con el ave tallada, con el santo y el sol, la boca de la doncella naufragada entre espigas
cuelga como un arbusto frutecido de llamas, el delirio de los ojos vehementes
cercena el gesto del aliento.
Muere entre plumas rojas cuando se corta el cielo
y rueda con la tierra golpeada:
seca mentira, descanso robado, bestia mía.
Te han echado a puntapiés de una caverna oscura,
has saltado al relincho de la luz
y te has cavado la tumba en mi pecho.
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